1 – Marruecos, vulnerable a los riesgos sísmicos
El seísmo de magnitud 6,8 que sacudió Marruecos el 8 de septiembre se originó en la cordillera del Alto Atlas y causó daños considerables en las zonas rurales y urbanas vecinas, incluida la ciudad de Marrakech.
La fuerte probabilidad de réplicas ha hecho temer que los daños materiales y humanos empeoren en los próximos días. Según UNICEF, 2 millones de personas viven en la zona más afectada por el seísmo.
2 – Un seísmo de proporciones históricas en términos de víctimas humanas
La magnitud de los daños humanos y materiales depende tanto de la intensidad del seísmo como de su localización, como en el caso del terremoto más mortífero de la historia del país, que en 1960 sacudió con fuerza la ciudad de Agadir y causó entre 12.000 y 15.000 muertos.
3 – ¿Marruecos estaba preparado?
Desgraciadamente, se ha confirmado la vulnerabilidad de muchas viviendas a los seísmos, sobre todo en las zonas rurales. El terremoto ha reavivado un debate nacional sobre el refuerzo y la aplicación de normas antisísmicas. En un informe de 2016, la OCDE ya destacaba la necesidad de promover mecanismos de «Build back better» tras las catástrofes, con vistas a reducir los riesgos futuros.
Del mismo modo, el cumplimiento de las normas antisísmicas se puso en la agenda tras el terremoto de febrero de 2023 en Turquía y Siria, que causó la muerte de 56.350 personas.
4 – ¿Cómo evaluar los daños materiales y a qué coste?
El Gobierno marroquí aún no ha publicado una estimación de los daños materiales causados por el seísmo. A título comparativo, el Banco Mundial estimó el coste de los daños materiales directos causados por los seísmos de febrero de 2023 en Turquía y Siria en 34.200 millones de dólares y 5.100 millones de dólares respectivamente.
La compañía de reaseguros SCOR también ha declarado que muchas propiedades en la zona del terremoto no estaban cubiertas por seguros privados. La tasa de penetración del seguro en el país, calculada dividiendo el total de las primas de seguro por el PIB, es inferior al 4% según la Autoridad de Control de los Seguros y de la Previsión Social de Marruecos (Autorité de Contrôle des Assurances et de la Prévoyance Sociale du Maroc) –frente al 9,4% de los países de la OCDE en 2021–. Las autoridades marroquíes crearon en 2009 un fondo para luchar contra los efectos de las catástrofes naturales, pero desde entonces han reorientado su estrategia en 2014, haciendo más hincapié en la prevención que en la respuesta a las catástrofes.
Como escriben Tim Sahay y Kate Mackenzie, en un momento de ebullición mundial, no existe una nueva normalidad, sino más bien una perturbación exponencial: a los terremotos se suman catástrofes climáticas cada vez más frecuentes y a gran escala, como en Libia, donde la tormenta Daniel azotó el 10 de septiembre, causando inundaciones sin precedentes y dejando miles de muertos y heridos en la región de Derna. La ocurrencia casi simultánea de estos dos sucesos en el Mediterráneo es un recordatorio de uno de los principales retos que plantea el cambio climático: la transición a un mundo cada vez menos asegurable.
5 – ¿Cuáles son las perspectivas de reconstrucción y su financiación?
Marruecos se apoya en sus recursos internos y sigue estando en el centro de la respuesta logística y financiera a la catástrofe, sin predominio de la ayuda internacional bilateral ni de la ayuda de organizaciones no gubernamentales.
Según la OCDE, se recaudó el equivalente de 275 millones de euros en dirhams marroquíes para la reconstrucción tras el terremoto de Alhucemas en 2004.
La financiación de la reconstrucción tras el seísmo de Alhucemas combinó la ayuda recaudada a nivel nacional e internacional, y la financiación pública representó casi la mitad del presupuesto de reconstrucción.
6 – ¿Cómo se organiza la ayuda?
Los equipos de rescate se están movilizando para llevar a cabo rescates y prestar apoyo a la población afectada, mientras que los hospitales se están organizando para hacer frente a la afluencia de pacientes.
Como han señalado la Cruz Roja y varios líderes políticos, entre ellos el británico Rory Stewart, en la actual situación de emergencia es preferible la ayuda financiera a la ayuda en especie. La ayuda en especie conlleva costes logísticos y no tiene la ventaja de estimular la economía local, debilitada por el seísmo.
7 – Movilización de la diáspora
Los miembros de la diáspora marroquí han sido importantes transmisores de las peticiones internacionales de ayuda. Más de 5 millones de marroquíes se inscribieron en los consulados del Reino en el extranjero en 2021. Francia y España son los principales países de residencia de la diáspora marroquí. Numerosas personalidades de la cultura, la política y el deporte han realizado muchas declaraciones y llamamientos a la solidaridad, algunos de ellos viajando a las zonas siniestradas.
8 – Geopolítica y politización de la ayuda internacional
En el caso de Marruecos, la movilización de la ayuda a escala nacional e internacional se vio empañada, desde los primeros días posteriores al seísmo, por un fenómeno de politización de la ayuda de emergencia.
En Francia, el gobierno se defendió relativizando el «rechazo» de la propuesta de ayuda francesa a través de su ministra de Asuntos Exteriores –propuesta a la que Marruecos no dio curso, alegando oficialmente razones logísticas; pero la no aceptación de la ayuda francesa se interpretó como un reflejo de las tensiones entre los dos Estados–. Las relaciones entre los dos países se habían ido deteriorando al menos desde noviembre de 2021, cuando Francia dijo que quería reducir el número de visados concedidos a los viajeros marroquíes, y también con el telón de fondo del no reconocimiento por parte de Francia de la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Los gestos de acercamiento del jefe del Estado francés a Argelia, país con el que Marruecos vive también fuertes tensiones diplomáticas, pueden haber sido también un factor de enfriamiento de las relaciones bilaterales. Finalmente, Francia anunció una ayuda de 5 millones de euros a través de organizaciones no gubernamentales.
Más allá de la politización de la ayuda y de los debates internos surgidos en Francia, fenómeno habitual en situaciones de catástrofe y al que se oponen especialmente las Naciones Unidas, la ayuda internacional ha llegado a raudales, incluso de los países con los que las relaciones son más tensas, en primer lugar la vecina Argelia. El gobierno argelino ha reabierto su espacio aéreo a los vuelos humanitarios y médicos, cerrado a los aviones marroquíes desde septiembre de 2021. Varias regiones y municipios franceses también han anunciado donaciones.
Entre los vecinos de Marruecos, Egipto ha declarado tres días de luto nacional por las víctimas del terremoto en Marruecos y las inundaciones en Libia.
9 – El lugar del rey Mohammed VI
La ausencia del Rey de Marruecos, Mohammed VI, levantó expectación e interrogantes, y ocupó el lugar de las primeras preguntas sobre el paradero del soberano –que se encontraba en Francia, según Jeune Afrique– durante las primeras horas tras la catástrofe. En su primera comparecencia oficial, el rey Mohammed VI –acompañado por su hijo, el príncipe heredero Hassan de Marruecos– presidió una sesión de trabajo para diseñar una respuesta a la catástrofe, sin hablar directamente. Finalmente se desplazó a Marrakech para visitar el hospital universitario de la ciudad el 12 de septiembre.
10 – ¿Cuáles son las consecuencias políticas internas?
La eficacia de la respuesta política al terremoto y sus consecuencias sociales podrían convertirse en una cuestión política interna clave. Por ejemplo, el presidente turco Erdogan, que ganó las elecciones el pasado mes de mayo, vio su campaña socavada por las críticas a su respuesta al terremoto y a la falta de planificación de su gobierno.
En Marruecos, el terremoto de 2004 en Alhucemas, en la región del Rif, que se cobró el mayor número de víctimas desde el terremoto de 1960 en Agadir, fue seguido de una serie de protestas de los habitantes de esta región, una de las más pobres de Marruecos, denunciando la tardanza en llegar de los servicios de emergencia y la mala gestión del gobierno –una región en la que, 12 años después, en 2016, nació el gran movimiento popular del Rif–.