¿Podría hacernos un breve repaso de la historia del Imperio de los Habsburgo? ¿Cuáles son los momentos clave o las características que se prestan a la comparación con la situación actual?  

Caroline de Gruyter

No soy experta en el Imperio de los Habsburgo; soy, más bien, una experta en Europa, incluso, en la Unión Europea, pero, al vivir en Viena durante algunos años, identifiqué muchas características del Imperio de los Habsburgo que me llamaron la atención. Existió durante varios siglos y abarcó amplias zonas de Europa Central e, incluso, Oriental. Se extendió desde la frontera suiza hasta parte de lo que hoy es Ucrania occidental. El Imperio de los Habsburgo era un Estado, cosa que no es la Unión, pero, también, estaba formado por un gran número de naciones distintas, de grupos lingüísticos y de grupos religiosos de diverso tamaño. Aunque estaba gobernado de forma bastante autocrática, trataba a todos estos grupos de forma bastante liberal, igual que la Unión Europea actual: un sistema de Estado de Derecho en el que los derechos de las minorías y de los distintos grupos estaban más o menos garantizados.

Incluso cuando estos derechos no estaban garantizados y el emperador tenía que tomar una decisión, con frecuencia, se acercaba a estos diferentes grupos para ver cuáles eran sus líneas rojas y qué querían. Y, muchas veces, los tomaba en cuenta en sus decisiones; ¿por qué? Quería conservar su lealtad y mantenerlos de su lado y estaban rodeados de grandes rivales, como Rusia, el Imperio otomano y Francia, que intentaban apoderarse constantemente de partes del imperio.

El Imperio de los Habsburgo era un Estado, cosa que no es la Unión, pero, también, estaba formado por un gran número de naciones distintas, de grupos lingüísticos y de grupos religiosos de diverso tamaño.

CAROLINE DE GRUYTER

Helen Thompson

Estoy de acuerdo con gran parte de lo que dice Caroline; creo que es importante ver que los Habsburgo, como dinastía, gobernaron lo que, más tarde, se convirtió en el Imperio austriaco y, luego, en el Imperio austrohúngaro. Su poder se fortaleció en el siglo XVI, cuando el auge del poder otomano sumió a Europa y su política en el caos.

El Imperio austrohúngaro pretendía, claramente -y se trataba más de un ideal que de una realidad-, ser un espacio donde la autoridad pudiera expresarse en un entorno cosmopolita y multinacional. En cierto sentido, se trataba, incluso, de darles cabida a estos nacionalismos en una unidad mayor.

Y creo que esta idea de unidad y diversidad, que había sido un lema suyo, forma parte del atractivo del Imperio austriaco de los Habsburgo, lo que se llamó el mito de Austria, en el siglo XX, tras su caída. Es algo que, luego, se reformuló en las distintas versiones del proyecto europeo.

El Imperio austrohúngaro pretendía, claramente -y se trataba más de un ideal que de una realidad-, ser un espacio donde la autoridad pudiera expresarse en un entorno cosmopolita y multinacional.

HELEN THOMPSON

Creo que otra cosa que es importante entender sobre los Habsburgo es que, dado que el jefe de la dinastía llegó a ser emperador del sacro Imperio romano hasta su caída, a principios del siglo XIX, forman parte de una historia europea más larga que se remonta al final del Imperio romano y al ascenso de los carolingios. Su importancia se deriva de su historia, en la que el legado romano se desplaza, en cierto modo, de la parte occidental de Europa hacia las zonas centrales y orientales del continente.

Un soldado se lava las manos cerca de una serie de obras de arte almacenadas en el fregadero y sus alrededores. Estas obras de arte estaban almacenadas en un castillo de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

La imagen del Imperio de los Habsburgo como un paraíso de civilización y cosmopolitismo y, luego, como un paraíso perdido tras su caída, debido al nacionalismo, fue popularizada por intelectuales como Stefan Sweig o Joseph Roth. ¿Cuál era el equilibrio entre cosmopolitismo y nacionalismo en el Imperio?

Creo que es mucho más complicado que la idea de que el último Imperio austriaco fue un bastión del cosmopolitismo destruido por el nacionalismo. Es una historia que se hizo muy atractiva de contar tras los horrores de la Primera Guerra Mundial, pero ignora algunos aspectos fundamentales de las décadas de los Habsburgo. En particular, elude la cuestión de la unión entre el Imperio austriaco y Hungría, a partir de 1867, y del modo en el que se organizaron políticamente otras nacionalidades dentro del Imperio.

Se podría decir que el Imperio austrohúngaro tuvo un éxito considerable a la hora de acomodar determinadas nacionalidades y, ciertamente, lo tuvo en comparación con lo que le siguió al Imperio austrohúngaro en el periodo de entreguerras. Sin embargo, creo que la cuestión de Hungría complica las cosas considerablemente. En cierto modo, también está el problema de la relación de Austria con Alemania -detrás de la idea de Austria, hay un ideal supranacional, una versión del nacionalismo alemán: el pangermanismo-, que es una fuerza desestabilizadora dentro del Imperio.

Detrás de la idea de Austria, hay un ideal supranacional, una versión del nacionalismo alemán: el pangermanismo, que es una fuerza desestabilizadora dentro del Imperio.

HELEN THOMPSON

Creo que éstas son las cuestiones que le interesan a Joseph Roth en particular. No creo que tuviera una visión tan romántica del Imperio austrohúngaro como se presenta a veces; lo lamenta porque sabe lo que perdió. Y lo entiende en relación con la cuestión judía. No obstante, no creo que nunca creyera realmente que la parte austriaca estuviera, básicamente, libre de nacionalismo, ya fuera austriaco o alemán. 

Aunque, ciertamente, hay algo de mito sobre los Habsburgo -y volveremos a hablar sobre sus orígenes-, había una energía cosmopolita muy fuerte en el Imperio que, quizás, no se encuentre en otras entidades políticas, en especial, en aquella época.

Caroline de Gruyter

Creo que es totalmente cierto; era un lugar muy cosmopolita y muy comparable con la Unión Europea actual. Fue un refugio seguro para los judíos durante mucho tiempo; y, si hubo nacionalismo, no se expresó en forma de deseo de abandonar el Imperio. 

Así que la historia que todos aprendimos en la escuela, que el Imperio de los Habsburgo fue asesinado por el nacionalismo, no es exactamente correcta. Los nacionalistas checos estaban muy celosos de los germanoparlantes y no les gustaba que apenas pudieran hablar checo en sus propias escuelas. Por eso, luchaban constantemente por el derecho a que se imprimiera su propia poesía checa. Todas las nacionalidades reivindicaban así su existencia cultural, pero no expresaban ninguna pretensión separatista. 

Así que la historia que todos aprendimos en la escuela, que el Imperio de los Habsburgo fue asesinado por el nacionalismo, no es exactamente correcta. Todas las nacionalidades reivindicaban así su existencia cultural, pero no expresaban ninguna pretensión separatista. 

CAROLINE DE GRUYTER

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, en 1914, todas las nacionalidades apoyaron al emperador. Todos querían darles a los serbios una paliza sangrienta. En todo el Imperio, los hombres se alistaron para ir al frente. El Imperio de los Habsburgo se derrumbó, pero no en el frente. 

Desde los primeros días, la guerra fue mal y, sin embargo, en ningún momento, surgió un plan para la disolución del Imperio. Si se observa la situación política interna durante los años de la guerra, se puede ver que, hasta su caída, la mayoría de las personas que lo componían aún querían resolver los problemas de la misma manera en la que lo habían hecho antes de la guerra. Aunque esta forma de hacer las cosas era increíblemente difícil de seguir, no se detuvieron: estaban más acostumbrados a ella que a seguir su propio camino. Esto no es muy distinto de la Unión Europea actual. 

La prueba de esta fuerza de costumbre es que quienes más insistían en hacer las cosas a su manera (los húngaros) fueron, también, los últimos en abandonar el Imperio. Tras la publicación de mi libro, que establecía muchos paralelismos entre el Imperio y la Unión Europea, muchos de mis lectores húngaros me respondieron que estaban encontrando su papel en la Unión Europea: «estamos tan apegados a este marco que lo estamos aprovechando al máximo».

En la conciencia nacional húngara, existe esta especie de clara ruptura entre la época en la que Hungría estaba esencialmente dominada por Austria y el periodo de la monarquía dual, a partir de 1867, cuando Hungría se convierte en una especie de socio igualitario. ¿Cuál es el legado del Imperio en Europa Central? ¿Se celebra sólo en Austria y se olvida en Croacia? ¿Y cómo se relacionan los húngaros con este legado?

Caroline de Gruyter

Viví en Viena entre 2013 y 2014 y, anteriormente, viví en Bruselas durante muchos años. Lo que me sorprendió fue hasta qué punto (quizás, nostalgia sea una palabra demasiado grande) existe un legado duradero del Imperio. Era muy fuerte.

Una vez, fui a Dubrovnik, por ejemplo, que siempre ha estado muy resentida por el dominio de los Habsburgo, que sólo duró unos cien años; antes, había sido una ciudad-Estado independiente. Así que estaban muy resentidos con los que venían de Viena.

No obstante, luego, pasaron por un infierno y se dieron cuenta de que lo que habían hecho los Habsburgo era muy beneficioso para ellos: tenían un poder judicial más o menos independiente; había esa especie de negociación permanente, instituciones fuertes… De hecho, fue muy beneficioso para el país. Este sentimiento también es muy fuerte en la República Checa, en Eslovaquia, en muchos lugares. En Hungría, quizás, no tanto porque siempre se han mantenido al margen de estas consideraciones.

Sin embargo, cuando vas a la ópera en Viena, siempre cierra a las 10 de la noche. Si es una ópera larga, empieza antes; si es una ópera corta, empieza más tarde. ¿Por qué se hace esto? Porque a Francisco José le gustaba acostarse temprano (era madrugador) y mantuvieron esta tradición. 

En países como Rumania y Polonia, existe un mayor apoyo para las instituciones locales -tribunales, municipios- en los territorios que vivieron bajo los Habsburgo.

CAROLINE DE GRUYTER

La investigación académica ha demostrado, incluso, que, en países como Rumania y Polonia, existe un mayor apoyo para las instituciones locales -tribunales, municipios- en los territorios que vivieron bajo los Habsburgo. ¿Por qué? Porque vivieron bajo una administración eficiente durante siglos y está en el corazón de su mentalidad. Creo que es increíble y, también, demuestra cuál puede ser la influencia duradera de la Unión Europea.

Dans la mine de sel de Heilbronn, un Rembrandt original, inestimable est inspecté par (de gauche à droite) : le Lt. Dale V. Ford et le Tec 4 Harry L. Ettlinger. Heilbronn, Allemagne, 3 mai 1946.

Helen Thompson

No cabe duda de que existe un legado de los Habsburgo en los países que formaron el Imperio. Se puede ver en la arquitectura de algunos de los lugares que formaron parte del Imperio austriaco: las actuales fronteras estatales son contingentes donde hubo alguna unidad cultural previa. Siempre hay un legado.

Me gustaría volver a hablar un poco sobre la cuestión judía en relación con el Imperio austriaco porque creo que una de las cosas que ocurrió, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial, por razones obvias, fue que la época de los Habsburgo parecía ser algo realmente digno de nostalgia debido a los desastres posteriores al Imperio austrohúngaro, desde el periodo de entreguerras hasta la Segunda Guerra Mundial. 

Sin embargo, no creo que sea posible disociar el antisemitismo de la época de los Habsburgo. Y creo que esto es especialmente cierto con respecto a Viena, sobre todo, por el tiempo que Hitler pasó allí y por el papel que el espacio vienés desempeñó en la configuración del propio antisemitismo de Hitler.

La época de los Habsburgo parecía ser algo realmente digno de nostalgia debido a los desastres posteriores al Imperio austrohúngaro; sin embargo, no creo que sea posible disociar el antisemitismo de la época de los Habsburgo.

HELEN THOMPSON

Viena era un lugar en donde se veía a gente que se postulaba en las elecciones utilizar el antisemitismo con éxito para ganar votos. La historia de este asunto es, por lo tanto, muy complicada: resulta difícil separar el periodo de los Habsburgo de las catástrofes que posteriores a la caída de su Imperio. 

Pasemos de la herencia centroeuropea a los paralelismos entre la Unión y el Imperio de los Habsburgo, que constituye el núcleo del libro de Caroline de Gruyter. Sabemos, por ejemplo, que la Unión ama la figura de Carlomagno: forma parte de su iconografía y de su historia, pero, ¿qué lugar ocupa el Imperio de los Habsburgo en la autopercepción y en la misión de la Unión?

Caroline de Gruyter

Lo que es muy similar es el hecho de que ambos son o han sido multinacionales. Cada parte del Imperio de los Habsburgo, como cada Estado miembro de la Unión, tiene tradiciones culturales y políticas diferentes, una geografía distinta e intereses diversos. Esto implica una cierta manera de hacer las cosas buscando soluciones de compromiso. Así que todos acuden a la capital, sea cual sea el asunto, y no todos están de acuerdo: así está diseñado el sistema.

Lo que me sorprendió, después de cubrir la crisis bancaria, parte de la crisis de los refugiados y la crisis del euro en Bruselas, fue descubrir que los Habsburgo tenían una expresión para esto: «fortwursteln«, que podría traducirse como el arte de juguetear, de moverse al azar. Era su profesión, como dijo uno de sus ministros en la década de 1870. Y Jean Claude Juncker podría haber dicho lo mismo. 

Así que, sea cual sea la cuestión, cada grupo viene de una dirección distinta y quiere algo diferente. Y, si decides no escuchar las exigencias de algunos de ellos, al cabo de un tiempo, pueden perder interés e intentar marcharse: vea el Brexit.

A pesar de ello, el Imperio de los Habsburgo era autocrático: la familia imperial, cuyas huellas aún pueden verse en los museos, comía en vajillas de plata y oro.

Era un sistema muy vertical. En el siglo XVIII, ya se habían dado cuenta de que, si no escuchaban a todas las partes constituyentes de su Imperio, sin tomar en cuenta sus exigencias, acabarían por provocar su caída. En parte, por esta razón, la emperatriz María Teresa creó escuelas, la primera burocracia real del mundo y hospitales para el pueblo. Comprendió que el Imperio debía aportar un valor añadido al pueblo si quería que éste se mantuviera fiel.

En el siglo XVIII, ya se habían dado cuenta de que, si no escuchaban a todas las partes constituyentes de su Imperio, sin tomar en cuenta sus exigencias, acabarían por provocar su caída.

CAROLINE DE GRUYTER

Creo que es exactamente lo mismo para la Unión; fíjese en lo que hizo la Comisión Europea durante la pandemia y lo que está haciendo, ahora, con la guerra en Ucrania: intenta proporcionar valor añadido, vacunas adquiridas conjuntamente para asegurarse de que todo el mundo pueda conseguirlas y evitar rivalidades entre los Estados miembros. Aunque nadie quería una unión energética en la Unión ni una unión de defensa, estamos hablando de todas estas cosas en este momento; así que estamos avanzando a tientas y tomando estas decisiones mientras intentamos mantener a todo el mundo a bordo. Por eso, varias decisiones tomadas por la Unión son ilegibles: hay 12 excepciones en cada apartado. Para mí, fue una gran sorpresa descubrir que, en el Imperio de los Habsburgo, funcionaba más o menos igual.

Todo el mundo se queja de ello. Mencionó a Joseph Roth y a Stefan Zweig; ambos ridiculizaron el Imperio, por no hablar de escritores como Robert Musil. Su modernidad y su éxito continuo también se deben a que compartimos sus dilemas y su insatisfacción con el mundo en el que viven.

Una «Crucifixión» de Signorelli hallada en las minas de sal de Heilbronn.

Helen Thompson, usted tiene una visión más crítica acerca de la forma en la que lo que llama el mito de los Habsburgo pesa sobre la Unión, en particular, en sus relaciones con algunos de sus miembros.

Helen Thompson

Creo que se remonta a la larga historia de las relaciones entre los Habsburgo, el sacro Imperio romano y su predecesor. Durante mucho tiempo, ha florecido una cierta visión romántica de esta historia: se refleja, por ejemplo, en los textos que Stefan Zweig escribió sobre Austria como símbolo de Europa. 

En este caso, se trataba de una Europa esencialmente centrada en el cristianismo latino: de forma muy extraña, la Europa greco-ortodoxa queda, a veces, excluida de esta imagen en el relato de Stefan Zweig. Si nos fijamos en los orígenes de la Comunidad Económica Europea, desde 1957, son una especie de carolingios, en el sentido de que se remontan a Carlomagno, invocado constantemente como idea; hay una especie de premisa católico-cristiana en la Comunidad Económica Europea original.

Hay una especie de premisa católico-cristiana en la Comunidad Económica Europea original.

HELEN THOMPSON

Hoy en día, la Unión Europea se ha ampliado considerablemente y abarca gran parte del continente europeo, incluida Grecia, un país que, de alguna manera, era ajeno al cristianismo occidental y representaba el cristianismo oriental. Así que, creo, se impuso la idea de que Grecia era, en cierto modo, un país de segunda clase en Europa. 

Si nos fijamos en la forma en la que se ha tratado a Grecia durante la crisis de la eurozona, creo que hay una clara jerarquía en juego. Se explica por la deuda de Grecia y su vinculación con los problemas bancarios del norte de Europa, que es un problema material importante que la eurozona tuvo que enfrentar. 

Sin embargo, lo que me pareció interesante fue cómo Yanis Varoufakis, ministro de Finanzas durante la crisis griega de 2015, intentaba constantemente apelar a este ideal de Europa, en el que Grecia estaría tan separada como Francia y Alemania. Poco a poco, descubrió que, en realidad, existía una jerarquía dentro de la Unión Europea y que Grecia se encontraba en la parte inferior de esta jerarquía: la cuestión era, de hecho, si Grecia sería expulsada de la eurozona. Esta Europa idealizada con la que trabajaba Varoufakis lo cegó ante la verdadera naturaleza jerárquica de la Unión Europea. Un Estado como Grecia está fuera del mito de la Unión y, hasta cierto punto, es una forma de alteridad. Representa algo oriental, como Rusia. Existe una especie de sospecha de que Grecia no es suficientemente europea.

Un Estado como Grecia está fuera del mito de la Unión y, hasta cierto punto, es una forma de alteridad. Representa algo oriental, como Rusia. Existe una especie de sospecha de que Grecia no es suficientemente europea.

HELEN THOMPSON

Hoy, se establecen paralelismos no sólo entre la Unión contemporánea y el Imperio de los Habsburgo, sino, también, entre el contexto geopolítico que condujo a su caída y el mundo en el que vivimos. ¿Jugó algún papel la relación histórica de Austria con Rusia en la forma en la que la Unión percibía a esta última?

Creo que, aquí, hay dos cuestiones diferentes. La cuestión rusa era profundamente importante para el Imperio austrohúngaro y para la propia Corona austriaca; no es realmente posible entender el fin del Imperio fuera del contexto de la crisis geopolítica austriaca que se convirtió en la Primera Guerra Mundial: en el centro de esta crisis, está la cuestión rusa. 

He aquí algo interesante: si lees El hombre sin atributos, una de las cosas que Musil intenta expresar en el libro es que Austria no está geopolíticamente consciente de lo que ocurre a su alrededor y que la guerra viene del Este. Sin embargo, la mayoría de los personajes no lo entienden. 

Si nos fijamos en la cuestión energética, lo interesante es cómo Austria desempeñó un papel central en el desarrollo de las relaciones gasísticas de la Comunidad Económica Europea con la Unión Soviética, incluso, antes de que Austria pasara a formar parte de la Unión Europea.

No es realmente posible entender el fin del Imperio fuera del contexto de la crisis geopolítica austriaca que se convirtió en la Primera Guerra Mundial: en el centro de esta crisis, está la cuestión rusa. 

HELEN THOMPSON

Austria fue el agente que inició esta relación, en los años 1970, antes que Alemania Occidental. Esto se debe, principalmente, al resultado de la Segunda Guerra Mundial y al hecho de que los soviéticos controlaban, en cierta medida, la industria energética austriaca. 

Así que yo diría que, si, históricamente, el Austria de los Habsburgo y Rusia eran rivales geopolíticos, esto ya no fue así después de 1945 realmente. 

En la actualidad, las relaciones energéticas entre Austria y Rusia presentan paralelismos más complejos que en la primera parte del siglo XX. 

Caroline de Gruyter, en su libro, escribe que lo que mantuvo unido al Imperio de los Habsburgo era el poder blando. Al final, el ascenso a los extremos provocado por la guerra habría sido, sencillamente, demasiado fuerte para que los Habsburgo pudieran mantener unido el Imperio. ¿Es justo decir que la Unión utiliza el mismo tipo de poder blando para mantener unidos a sus miembros? Uno tiene la impresión de que esta unidad se ha reforzado desde la invasión de Ucrania.

CAROLINE DE GRUYTER

Tiene toda la razón, pero esto también ocurría en el Imperio de los Habsburgo. Repito: en 1914, los súbditos de todo el Imperio estaban dispuestos a luchar contra los serbios. El propio Zweig estaba muy a favor de esta guerra. Sin embargo, en cuatro años, la guerra derrotó al Imperio: ésta es, también, una lección para la Unión Europea.

La guerra acabó con el Imperio de los Habsburgo por varias razones: el frente era muy grande y la guerra avanzó muy mal desde el primer día. Aunque el emperador había intentado reactivar su ejército, para emular a Rusia, al Reino Unido o a Alemania, nunca tuvo los medios para hacerlo, en parte, porque los húngaros se negaron a concederle los presupuestos que necesitaba. Las derrotas militares y el abastecimiento de los ejércitos provocaron, poco a poco, una escasez en las grandes ciudades que fue minando las relaciones entre las distintas partes del Imperio. Al mismo tiempo, el parlamento fue clausurado y los sindicatos vieron prohibidas la mayoría de sus actividades. Poco a poco, el Imperio dejó de preocuparse por sus pueblos: por ejemplo, se dejó de pagar los salarios de la gran burocracia. 

Fue, entonces, cuando la gente recurrió a los nacionalistas que, como ya dijimos, antes, sólo estaban interesados en los derechos sociales y en una mayor autonomía cultural.

Poco a poco, el Imperio dejó de preocuparse por sus pueblos. Fue, entonces, cuando la gente recurrió a los nacionalistas.

CAROLINE DE GRUYTER

Otto Von Habsburg, el hijo del último emperador, que era miembro del Parlamento Europeo con pasaporte alemán, dijo, una vez, que las entidades multinacionales no pueden librar una guerra ofensiva porque, para ello, todas las narices deben apuntar en la misma dirección. Hoy, vemos exactamente lo mismo en la Unión Europea: hay que preguntarles a los estonios hasta qué punto debemos implicarnos en la guerra en Ucrania y, posiblemente, nos darán una respuesta diferente a la de los portugueses o a la de los irlandeses. Por el contrario, Otto von Habsburg dijo que lo que podíamos hacer era librar una guerra defensiva: eso es exactamente lo que está ocurriendo, ahora, en la Unión; estamos debatiendo formas de integración europea de las que nunca antes habíamos hablado. Incluso los nacionalistas y los cosmopolitas de toda Europa están, por fin, de acuerdo en que necesitamos una fuerte protección y controles fronterizos.

También, se les recuerda a los europeos (y, en particular, a los jóvenes europeos que, quizás, lo hayan olvidado) que la razón principal de la existencia de la Unión Europea era evitar la guerra. 

Hoy, se está librando una guerra en Ucrania que horroriza a todo el mundo. Creo que esto plantea una pregunta: ¿la Unión Europea puede acabar como el Imperio de los Habsburgo? Pasó años antes de la guerra de Ucrania, pero creo que es posible no porque Rusia nos atacara, aunque la probabilidad de que eso ocurra es bastante alta en estos momentos, sino por las mismas condiciones que les permitieron a los nacionalistas florecer bajo el dominio de los Habsburgo; es decir, el caos, la destrucción y la decadencia total del gobierno central. 

Tal vez, Vladimir Putin está jugando un poco con eso al intentar dividir a la Unión para hacerla sufrir económicamente. Por eso, intentamos no involucrarnos realmente en esta guerra.

«Monuments Men» estadounidenses recuperan obras de arte robadas del castillo de Neuschwanstein hacia el final de la Segunda Guerra Mundial.

Helen Thompson

Estoy de acuerdo con Caroline en que la causa fundamental del fin del Austria imperial fue geopolítica: la Primera Guerra Mundial, y no la cuestión de la nacionalidad, fue lo que acabó con los Habsburgo. Ciertamente, Austria y Hungría se habrían enfrentado a problemas difíciles de no haber tenido lugar la Primera Guerra Mundial. En particular, la sucesión al trono se complicó mucho con el suicidio del hijo de Francisco José: el heredero designado, Francisco Fernando, era muy diferente a su tío y su actitud hacia las entidades que componían el Imperio podría haber complicado las cosas.  

No obstante, Austria-Hungría necesitaba la paz por encima de todo. En cierto modo, era la base de su existencia, al menos, con respecto a la ausencia de una guerra general europea. La trágica ironía es que la muerte de su príncipe heredero y la respuesta austriaca ante esa muerte (el ultimátum enviado a Serbia) fue lo que desencadenó la guerra que desharía el Imperio austrohúngaro.

Austria-Hungría necesitaba la paz por encima de todo. En cierto modo, era la base de su existencia, al menos, con respecto a la ausencia de una guerra general europea.

HELEN THOMPSON

Creo que no se trata sólo de la forma en la que se trató la cuestión de las nacionalidades en tiempos de guerra, sino, también, de la cuestión de las relaciones geopolíticas de Austria con Rusia. De hecho, el primer gran golpe que sufrió Austria, durante la guerra, fue la pérdida de la batalla de Galitzia en 1915.

Woodrow Wilson, el presidente estadounidense, estaba comprometido con la idea de que la guerra se libraba por la democracia, que él equiparaba con la autodeterminación nacional.

Una vez que los austriacos se encontraron en el bando perdedor de la guerra, no creo que el Imperio multinacional hubiera podido sobrevivir porque los estadounidenses tenían voz y voto en los términos de la paz en Europa. Woodrow Wilson quería defender el principio de autodeterminación nacional y tenía especial interés en defenderlo en relación con Austria-Hungría.

Por último, me gustaría señalar que la autonomía de Austria-Hungría había terminado en 1916, cuando el emperador alemán se puso al frente de todas las fuerzas de las potencias centrales. Austria ya estaba debilitada –yo no diría que el imperio se derrumbó en ese momento, pero su relación con Alemania quedó fundamentalmente alterada– y es bastante difícil ver cómo se hubiera recuperado el Imperio.

Créditos
Este texto es una versión actualizada de la transcripción del podcast Uncommon Decency (episodio 85) con Caroline de Gruyter y Helen Thompson.