El presidente brasileño es uno de los últimos de una larga serie de jefes de Estado que han realizado una visita oficial a China en los últimos meses (Olaf Scholz, Ebrahim Raissi, Pedro Sánchez, Emmanuel Macron…).

El objetivo anunciado es la «formación de un grupo de naciones» para poner fin a la guerra en Ucrania1.

  • Desde el inicio del conflicto, Brasil se ha encontrado en la poco clara posición de votar con los países occidentales y otros Estados a favor del cese de los combates en las Naciones Unidas, al tiempo que se ha negado a oponerse públicamente a Putin y a la invasión rusa.
  • En este sentido, el actual presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sigue la misma línea que su predecesor Jair Bolsonaro.
  • En una reunión con su homólogo alemán en enero, Lula no sugirió que consideraba que la guerra había sido provocada por Rusia, refiriéndose en cambio a la «OTAN» o a «reivindicaciones territoriales» como casus belli2.

Al desplazarse a Pekín -en una visita inicialmente prevista para el pasado mes de marzo-, el presidente brasileño espera convencer a su homólogo chino de que medie con Putin para crear condiciones favorables a un alto el fuego. Mientras que el presidente francés no consiguió avanzar en este punto durante su reciente visita, no se sabe si el intento brasileño tendrá más éxito, sobre todo teniendo en cuenta que la propuesta de Lula de devolver a Kiev los territorios ucranianos invadidos, a excepción de Crimea, fue recibida con una negativa categórica por parte de Ucrania3.

Más allá de la guerra en Ucrania, los dos líderes también discutirán cuestiones de comercio, industria y cambio climático.

  • China es el principal socio comercial de Brasil. Sin embargo, la balanza comercial es favorable a Brasilia, que constituye una excepción entre los principales países que comercian con Pekín.
  • Según un asesor de Lula, Brasil también pretende atraer inversiones chinas para desarrollar una industria de semiconductores.
  • Cuando se le preguntó de dónde vendrían esas inversiones, el presidente brasileño dijo que «no tenía miedo del lobo feroz», refiriéndose a los esfuerzos de Estados Unidos por desalentar las inversiones chinas en el continente americano4.

Al regresar al poder en enero -tras ocho años como presidente entre 2003 y 2011-, Lula ha afirmado en repetidas ocasiones que quiere volver a hacer de Brasil una potencia con voz en la escena internacional, después de que cuatro años de presidencia de Bolsonaro empañaran la reputación y credibilidad del país. Sin embargo, el «no alineamiento» de Brasil es visto por las potencias occidentales más como una neutralidad que refleja una preferencia por los intereses rusos5. Como miembro de los BRICS -grupo creado durante el segundo mandato de Lula-, Brasil sigue siendo un país cercano a Rusia y se espera la visita del ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a Brasilia la próxima semana.

A diferencia de Francia, que sólo es un modesto socio comercial y económico de China en comparación con otras potencias (sobre todo Estados Unidos, Japón y Corea del Sur), las importaciones brasileñas -sobre todo de productos agrícolas- son vitales para Pekín (Brasil es, sobre todo, el primer proveedor de pollo, soja y azúcar). Sin embargo, es poco probable que el peso de la relación comercial entre ambos países dé peso diplomático a la propuesta brasileña, mientras Xi se niegue a ir más allá de una fachada de mediación para poner fin a la guerra.

Notas al pie
  1. Anthony Boadle, « Brazil’s Lula puts Ukraine peace on his agenda in China », Reuters, 11 de abril de 2023.
  2. Hans von der Burchard, « Brazil’s Lula snubs Olaf Scholz with Ukraine war remarks », Politico, 31 de enero de 2023.
  3. « Ukraine Tells Lula it Won’t Give Crimea Up », Kyiv Post, 7 de abril de 2023.
  4. Lisandra Paraguassu, « Lula to seek Chinese semiconductor technology, investment in Beijing », Reuters, 24 de marzo de 2023.
  5. « Brazil’s foreign policy is hyperactive, ambitious and naive », The Economist, 10 de abril de 2023.