Las elecciones israelíes se basan en un sistema de representación proporcional sin representación geográfica. Para entrar al Parlamento israelí (la Knesset, compuesta por 120 escaños), los partidos deben obtener más del 3.25% del total de votos. Tras las elecciones nacionales, el presidente otorga un mandato al líder del partido que tenga más posibilidades de formar una coalición de al menos 61 escaños. Como históricamente ningún partido ha sido capaz de obtener suficientes escaños para gobernar en solitario, los gobiernos se forman mediante coaliciones.
Estos reflejan una variedad de posiciones ideológicas y religiosas en el electorado israelí. Van desde los partidos ultraortodoxos (Shas y Judaísmo Unido de la Torá) hasta los que representan a la población secular de habla rusa (Israel Beytenu), pasando por la izquierda sionista (Partido Laborista Israelí) y los partidos que representan a la población árabe (como Balad y la Lista Árabe Unida). En los últimos años, la formación de coaliciones se ha vuelto más compleja, lo que ha dado lugar a ciclos electorales recurrentes.
1- ¿Por qué los israelíes vuelven a acudir a las urnas?
Desde hace cuatro años, Israel está sumido en una crisis electoral que gira en torno a un solo hombre: Benjamín Netanyahu, líder del partido derechista Likud y actualmente procesado por corrupción. La crisis comenzó en 2019, cuando Netanyahu -el primer ministro israelí que más tiempo lleva en el cargo (12 años ininterrumpidos y 15 en total)- perdió la mayoría en el Parlamento, lo que empujó a Israel hacia una serie de elecciones. Con la opinión pública dividida sobre Netanyahu, ni él ni sus oponentes podrían formar un gobierno estable. La situación cambió en junio de 2021, cuando sus oponentes se unieron y lograron formar una coalición inusual que incluía partidos de derecha contrarios a Netanyahu, centristas, un partido de izquierda que no había estado en el poder durante dos décadas y un partido islamista.
Lo que unía a esos partidos de ideología tan diferente era el deseo compartido de que Netanyahu se fuera. Sin embargo, debido a las profundas diferencias entre los partidos en cuestiones centrales como la religión, el Estado y los asentamientos, la coalición fue extremadamente frágil desde el principio, lo que provocó la deserción de varias figuras políticas, tanto de la derecha como de la izquierda. El gobierno sobrevivió sólo un año más antes de derrumbarse, y envió a los israelíes de nuevo a las urnas.
2- ¿Volverá Netanyahu?
Los titulares de los principales periódicos internacionales saludaron el «fin de la era Netanyahu» cuando fue destituido como primer ministro en junio de 2021. Sin embargo, sigue desempeñando un papel dominante en la política israelí, aunque como líder de la oposición. Es muy activo en la campaña electoral y se asegura de que no se desperdicie ningún voto para su bloque. Algunos sondeos sugieren que esta vez podría formar una coalición, pero no será fácil1.
Como en elecciones anteriores, el bloque de Netanyahu y el bloque contrario están casi igualados. Por lo tanto, parece que las elecciones estarán determinadas por la participación de los votantes. Aunque la participación en Israel es relativamente alta (en las últimas elecciones fue del 67.4%, la más baja del país desde 2009), el electorado israelí está cansado de unas elecciones recurrentes de las que no ve el final2. Es importante señalar que no ha habido ningún cambio significativo en la opinión pública respecto a Netanyahu desde las últimas elecciones. Por lo tanto, los que le apoyan probablemente seguirán haciéndolo, al igual que los que se oponen a él.
3- ¿Qué papel juega el juicio por corrupción de Netanyahu?
Netanyahu está siendo juzgado por fraude, corrupción y abuso de confianza. El juicio, que comenzó en 2020, tiene sesión varias veces a la semana, pero podría tardar varios años en alcanzar un veredicto. La ley israelí no obliga formalmente a Netanyahu a dimitir a pesar de las acusaciones, aunque su predecesor, Ehud Olmert, dejó la política cuando fue acusado de corrupción en 2008.
Netanyahu es la causa del estancamiento político del país. Desde su acusación, su comportamiento parece haberse vuelto más egoísta y errático, lo que ha llevado a varios de sus aliados políticos conservadores de toda la vida a separarse de él, como Avigdor Liberman y Gideon Sa’ar. Sin embargo, la opinión pública israelí está profundamente dividida respecto a él. Al igual que otros líderes populistas, sobre todo Donald Trump, Netanyahu cuenta con una base de partidarios fieles que no parecen dispuestos a abandonarlo. De hecho, varios miembros del partido y aliados políticos de Netanyahu han declarado abiertamente que planean revocar los cargos contra él si son elegidos3.
4- ¿Cuál es la alternativa a Netanyahu?
La alternativa a Netanyahu es probablemente un gobierno encabezado por Yair Lapid, actual primer ministro interino y líder del partido centrista Yesh Atid. Lapid, periodista convertido en político, demostró una habilidad impresionante cuando negoció la anterior coalición de gobierno. A pesar de las dificultades a las que se enfrentó el gobierno saliente, consiguió alcanzar una serie de resultados a nivel nacional e internacional.
En el plano interno, fue capaz de restablecer cierta sensación de normalidad en el país al aprobar el primer presupuesto en tres años4. También consiguió reforzar las relaciones del país con la Unión Europea y Estados Unidos, y recientemente concluyó un acuerdo de gas con Líbano5. En el ámbito de los asentamientos, el gobierno no ha sido especialmente diferente de sus predecesores, aunque Lapid ha declarado su apoyo a la solución de los dos Estados. Aunque un gobierno no liderado por Netanyahu podría adoptar muchas configuraciones diferentes, tendría que incluir partidos con una variedad de posiciones ideológicas para lograr una mayoría parlamentaria. Y lo que es más importante, un gobierno así tendría que apoyarse en los partidos árabes, algo que no entusiasma a todos los partidos anti-Netanyahu6.
5- Las implicaciones internacionales de las elecciones
Cuando Netanyahu se presentó a las elecciones de 2019, su campaña hizo hincapié en sus logros en la escena internacional. Como parte de la campaña, se colocaron enormes pancartas frente a la sede del partido Likud que mostraban a Netanyahu estrechando la mano de 3 líderes internacionales: Donald Trump, Vladimir Putin y Narendra Modi. Durante su mandato, Netanyahu forjó alianzas con «hombres fuertes» conservadores y antiliberales de todo el mundo, desde Trump hasta Viktor Orbán7. Si hay algo que comparten esos líderes antiliberales es el deseo de debilitar las instituciones democráticas, como la prensa libre y el poder judicial.
Un nuevo gobierno de Netanyahu mantendría con toda seguridad esa línea y probablemente iría aún más lejos. Una coalición liderada por Netanyahu también tendría que contar con partidos religiosos y de extrema derecha, como el Partido Sionista Religioso, dirigido por el kahanista Ben Gvir (véase más adelante), que empujaría a su gobierno a tomar medidas mucho más antiliberales en el ámbito nacional e internacional.
En cambio, un gobierno dirigido por Lapid adoptaría un enfoque más liberal en las relaciones internacionales. Por ejemplo, a diferencia de Netanyahu, Lapid ha criticado mucho la guerra de Rusia contra Ucrania y su masacre en Butcha. También confirmó recientemente su compromiso con la solución de los dos Estados en un discurso en la ONU.
6- El ascenso de la extrema derecha
Quizá el hecho más preocupante e importante de estas elecciones sea el ascenso de la extrema derecha israelí. Aunque el partido Likud de Netanyahu también es de derecha, la nueva fuerza que está surgiendo en el país es más fundamentalista, más dura y más religiosa. Está representada por el Partido Sionista Religioso, que incluye figuras homófobas y supremacistas judías. Actualmente se espera que dicho partido se convierta en el tercer partido en estas elecciones en términos de votos. Según las encuestas, duplicará su número de escaños en la Knesset desde las anteriores elecciones de 2021.
La figura dominante del partido es Itamar Ben-Gvir, un político que antes era considerado un paria pero que ahora está en pleno ascenso, incluso entre los israelíes franceses. Discípulo del rabino Kahane, cuyo partido fue prohibido en Israel en 1994 por apoyar los atentados terroristas judíos, Ben-Gvir cree que los israelíes desleales deben ser «deportados»8. Netanyahu apoyó e integró a Ben-Gvir para reforzar su bloque político.
Es posible que en un gobierno de Netanyahu, Ben Gvir se convierta en un alto ministro. Esta perspectiva ha alarmado a los partidarios de Israel en el Senado de EUA: el senador Bob Menéndez (demócrata de Nueva Jersey) advirtió a Netanyahu en septiembre que la formación de un gobierno con Ben Gvir podría dañar las relaciones bilaterales entre ambos países9. Varias organizaciones judías estadounidenses también han dado la voz de alarma10.
7- ¿Cuál es el estado de la izquierda?
La izquierda israelí ha ido decayendo paulatinamente, y el electorado se ha ido desplazando cada vez más hacia la derecha. El Estado israelí fue fundado originalmente por la izquierda, y el Partido Laborista estuvo en el poder ininterrumpidamente desde 1948 hasta 1977. Sin embargo, varios factores internos han ido cambiando esta situación, incluida la ira contenida de los mizrahim (judíos de países árabes y musulmanes) que se sentían discriminados por el Partido Laborista, dominado por los asquenazíes (judíos europeos).
Israel tuvo su primer gobierno de derecha en 1977. Esto formaba parte de una tendencia neoliberal más amplia a finales de los años 70 y 80, con el ascenso de figuras como Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Desde entonces, la mayoría de los gobiernos israelíes han sido dirigidos por la derecha. En la actualidad, el 62% de los votantes se identifica como de derecha, un alza frente al 46% de 201911. En Israel hay dos partidos sionistas de izquierda que encarnan los restos de la izquierda histórica israelí: el Partido Laborista y Meretz. Estos últimos están muy debilitados y se espera que ganen unos 10 escaños entre los dos. Se espera también que la lista no sionista Hadash-Ta’al (que no apoya un Estado judío), supere por poco el umbral requerido del 3.25% de los votos, mientras que el partido nacionalista palestino Balad es poco probable que lo supere.
Es importante señalar que el centro es más dominante que la izquierda en Israel. El segundo partido del país, Yesh Atid, dirigido por Lapid, es un partido centrista a menudo comparado con el partido Renacimiento (ex-LREM) de Emmanuel Macron. En elecciones anteriores, los centristas también lideraron la oposición a Netanyahu.
8- El voto árabe
Uno de los factores más decisivos en estas elecciones será la participación de los ciudadanos árabes palestinos de Israel, que representan el 20% de la población del país. Como la mayoría de los demás grupos de la sociedad israelí, los votantes árabes tienden a votar por los partidos árabes que pretenden representarlos. En 2015, los 4 partidos árabes se fusionaron en uno solo llamado Lista Unificada para superar el aumento del umbral de votantes, lo que llevó a un aumento del poder de los partidos árabes.
En las elecciones de 2019, la alianza obtuvo una cifra sin precedentes de 15 escaños. Sin embargo, desde entonces, debido a las luchas políticas internas, la Lista Unificada se dividió en 3 partidos que encarnan 3 proyectos políticos diferentes. El primero es Ra’am, un partido islamista que se centra en cuestiones relativas a la vida cotidiana de los ciudadanos palestinos de Israel más que en la cuestión de la construcción de un Estado. La lista Ra’am hizo historia cuando se unió a la anterior coalición de gobierno, convirtiéndose así en el primer partido árabe en ocupar este puesto en la historia del país. El segundo partido es Taal-Hadash, que juega al juego político israelí, pero que sigue centrado en la causa palestina. El tercero es Balad, un partido nacionalista palestino que se abstiene de participar en la política electoral israelí.
A diferencia de las elecciones anteriores, se espera que la participación de los votantes árabes sea muy baja esta vez, en torno al 40%. Esto se debe a varios factores sociales y políticos, entre ellos la decepción con sus representantes y la sensación general de que no se hace lo suficiente para mejorar su situación.
9- ¿Qué papel juega el conflicto palestino-israelí en las elecciones?
A pesar de la reciente escalada de violencia y tensiones en Jerusalén Este, es poco probable que el conflicto juegue un papel importante en estas elecciones12. Actualmente, la política israelí gira casi por completo en torno a la cuestión de Netanyahu y deja poco espacio para todo lo demás. Además, en los últimos años, la atención al conflicto palestino-israelí ha disminuido en Israel. Aunque no es un tema que se discuta regularmente en el debate público, el conflicto sigue estando de fondo y surge regularmente en el contexto de brotes de violencia. La actitud hacia el conflicto palestino-israelí también sigue siendo la principal división entre la izquierda y la derecha israelíes13.
10- ¿Qué divide al electorado israelí?
El sistema político israelí está actualmente dominado por Netanyahu. Sin embargo, se trata de un fenómeno relativamente nuevo que eclipsa otras cuestiones que le importan al electorado israelí, como la religión y el Estado. Dado que Israel es un Estado judío, no existe una separación completa de la religión en la esfera pública. Por ejemplo, no hay transporte público los sábados (día del Shabat) y suele haber segregación de hombres y mujeres en las reuniones religiosas públicas, lo que constituye un importante punto de discordia entre israelíes laicos y ultraortodoxos.
Esta cuestión ha pasado a un segundo plano en estas elecciones, aunque el actual ministro de Economía, Avigdor Liberman, ha declarado que no financiará las escuelas ultraortodoxas que se nieguen a impartir materias básicas como el inglés y las matemáticas. Otra preocupación es la economía y el costo de la vida, que se ha disparado en los últimos años, con precios israelíes 40% superiores a los de la zona euro14. Al igual que en Europa, Israel también se enfrenta a la inflación, aunque influye menos en el precio de la gasolina y más en el aumento de los precios de los alquileres. La marginación de estos temas centrales está provocando una creciente frustración entre la población, mientras que la crisis electoral continúa.
Notas al pie
- Barak Ravid, “Netanyahu’s bloc makes gains a month out from Israeli elections“, Axios, 28 de septiembre de 2022.
- Israel: Country view, Institute for Democracy and Electoral Assistance.
- Jeremy Sharon, “Smotrich launches bid to neuter judiciary, potentially halt ally Netanyahu’s trial“, The Times of Israel, 18 de octubre de 2022.
- Noa Shpigel, “Knesset Passes State Budget, Stabilizing the Bennett-Lapid Coalition“, Haaretz, 4 de noviembre de 2021.
- Dmitri Shufutinsky, “A new beginning for Israel and the European Union? », Jewish News Syndicate, 11 de octubre de 2022.
- Joshua Leifer, “An Uneasy Alliance in Jerusalem », The New York Review of Books, 22 de agosto de 2022.
- “Binyamin Netanyahu: a parable of modern populism“, The Economist, 30 de marzo de 2019.
- Philissa Cramer, “The rise and rise of Itamar Ben-Gvir, the far-right politician holding the key to Israel’s next coalition“, Jewish Telegraphic Agency, 14 de septiembre de 2022.
- Barak Ravid y Alayna Treene, “Scoop: Menendez warns Netanyahu against working with Jewish supremacists“, Axios, 1 de octubre de 2022.
- Allison Kaplan Sommer y Ben Samuels, “U.S. Jewish Groups Face Major Dilemma as Israeli Far Right Gains in Election Polls“, Haaretz, 11 de octubre de 2022.
- Carrie Keller-Lynn, “Jewish Israeli voters have moved significantly rightward in recent years, data shows“, The Times of Israel, 29 de agosto de 2022.
- Bethan McKernan, “Israeli forces use live fire in clashes with Palestinian protesters in Jerusalem“, The Guardian, 13 de octubre de 2022.
- Dahlia Scheindlin, “For Israeli Voters, Do Palestinians Really Matter? “, Haaretz, 8 de agosto de 2022.
- Steven Scheer y Maayan Lubell, “Living costs top worry for Israeli voters stuck in election treadmill“, Reuters, 13 de octubre de 2022.