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El domingo, 25 de septiembre de 2022, la Alianza de los Verdes y de la Izquierda en Italia obtuvo el 3.5 % de los votos emitidos, un resultado escaso en comparación con el avance electoral de los partidos verdes en otros países europeos. Sin embargo, la conciencia medioambiental y el miedo al cambio climático están presentes en la sociedad italiana. ¿Por qué no se traducen en un voto para un partido que ponga estos temas en el centro de su oferta política?
En primer lugar, he aquí algunos datos estadísticos para que quede más claro: en una encuesta del Eurobarómetro, dedicada específicamente a la perspectiva de los ciudadanos europeos sobre el cambio climático y publicada en julio de 2021, el 84 % de los encuestados italianos cree que el cambio climático es un problema muy grave. En comparación con la media europea (78 %), los italianos están por encima de los franceses (81 %) y los alemanes (79 %). Sin embargo, menos de uno de cada diez encuestados afirma que el cambio climático es el problema más grave al que se enfrenta el mundo (la media de la UE es del 18 %). Más concretamente, esta cuestión sólo ocupa el cuarto lugar en la clasificación de los problemas más graves, mientras que, en el conjunto de la UE, ocupa el segundo lugar (Alemania es una excepción, que la sitúa muy por delante, con un 28 %)1.
Estos resultados se confirmaron unos meses más tarde en una encuesta lanzada por el instituto de investigación IPSOS con motivo de la COP 26 en Glasgow (en noviembre de 2021): una gran mayoría de italianos (81 %) considera que el cambio climático es una emergencia real y grave que debe abordarse lo antes posible2.
¿Una oferta política adaptada a los intereses de los votantes? Un’estate di fuoco climático y electoral
Con un verano de 2022 caracterizado por temperaturas realmente superiores a las medias estacionales (+2.88 grados en junio, +2.26 en julio) y una sequía sin precedentes (-45 % de precipitaciones en el primer semestre de 2022), las consecuencias del cambio climático parecen haber conquistado la península italiana. Esto también se refleja en el aumento del número de fenómenos meteorológicos «extremos» (inundaciones, granizo, tornados y ciclones) en comparación con la media anual.
Estos acontecimientos, combinados con la crisis energética provocada por la guerra de Rusia contra Ucrania, contribuyeron a centrar la atención pública y a catalizar el interés por la cuestión climática entre los italianos, quienes fueron convocados a las urnas por el presidente Mattarella el 21 de julio, tras la dimisión del presidente del Consejo, Mario Draghi.
En el discurso de esta campaña sotto l’ombrellone («bajo la sombrilla»), las palabras clave «clima» y «energía» parecen haberse situado al centro de la escena. Sin embargo, entre ficción y realidad, debemos separar el trigo de la paja. En esto ha trabajado el think tank italiano «proclima» ECCO, que evaluó los programas de los partidos políticos que participan en las elecciones legislativas de 20223. El resumen de ECCO ofrece una interesante visión general de las principales propuestas de los partidos en materia de clima.
En primer lugar, el propio clima. La reevaluación del ritmo de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero sólo está en boca de dos coaliciones: Verdi-SI (I Verdi-Sinistra Italiana; Los Verdes-Izquierda italiana; objetivo declarado: -70 % con respecto a 1990) y Azione-Italia Viva (los centristas alrededor de Calenda y Renzi; objetivo: -41 % con respecto a 2018). Los demás partidos principales se contentan con reafirmar la reducción del 55 % de las emisiones para 2030. La mayoría de las partes esconden la cabeza en la arena: todos ignoran la estrategia a largo plazo para 2050, que debía enviarse a la ONU en 2020 en el marco de los Acuerdos de París. En la misma línea, Verdi-SI propone adelantar el objetivo de neutralidad de carbono de 2050 a 2045, siguiendo el ejemplo de Alemania. Por último, sólo la coalición de centro-izquierda (PD con Verdi-SI) propone la adopción de una ley marco sobre el clima.
A la vista del caluroso verano, se podía imaginar que el tema de la adaptación al cambio climático ocuparía el centro del debate público. Éste no fue el caso. Sólo el PD, Verdi-SI y Fratelli d’Italia retomaron el plan de adaptación, empantanado en la tramitación parlamentaria desde 2018, como una de las herramientas de la transición ecológica.
El único tema realmente debatido fue el del servicio público de gestión de residuos, una cuestión «visible» para el público, con una fuerte división entre los que están a favor de la incineración (Lega, Fratelli d’Italia, Forza Italia, centristas) y los que están en contra (M5S, PD, Verdi-SI). Hay que recordar que la crisis política que llevó a Mario Draghi a dimitir nació de un desacuerdo sobre una incineradora en Roma.
En segundo lugar, la energía. En el contexto del chantaje del gas ruso, surge un consenso sobre la necesidad de limitar los costos energéticos para salvaguardar la economía y los hogares. En este debate, las tecnologías de transición determinan las divisiones: el centro-derecha y los centristas defienden la energía nuclear (que no se utiliza desde 1990), mientras que el centro-izquierda y el Movimiento 5 Estrellas les oponen la eficiencia energética y al aumento de energías renovables, según las normas europeas. La cuestión del gas es fundamental: el PD, +Europa, Azione-Italia Viva y la coalición de centro-derecha están a favor de nuevas gasificadoras; el Verdi-SI se opone, mientras que el M5S no tiene opinión. El aumento de la extracción nacional de petróleo y gas tiene el voto positivo de los centristas y del centro-derecha, pero el M5S, el PD y +Europa lo rechazan firmemente. Verdi-SI va más allá y pide la adhesión plena de Italia al programa BOGA (Beyond Oil and Gas Alliance), que prevé el fin de la producción fósil para 2045.
En este contexto, el papel de la UE (con el paquete Fit for 55 y el Green Deal) causa mucha controversia. Como era de esperar, la coalición de centro-derecha liderada por Giorgia Meloni pide una revisión de los objetivos climáticos y energéticos de la UE, sin indicar cuáles ni los motivos de la revisión. El centro-izquierda y el M5S confirman los planes europeos, mientras que los centristas y +Europa no se posicionan explícitamente. El Mediterráneo se considera el centro neurálgico de la política exterior energética de Italia: para el desarrollo de la economía verde con asociaciones basadas en energías renovables y nuevos modelos agrícolas e industriales sostenibles (PD y Verdi-SI) o para que el país se convierta en el nuevo centro energético europeo y amplíe la base de países de los que Italia importa hidrocarburos (centristas y centro-derecha). Así, el centro-derecha y los centristas prevén un sistema energético basado en el gas y la energía nuclear con una revisión de los objetivos europeos. Los partidos progresistas (M5S y centro-izquierda) quieren mantenerse en línea con la UE y apostar por la eficiencia energética y el desarrollo de energías renovables.
Este análisis de los programas muestra claramente que el interés de los votantes por el clima es proporcional al de sus futuros representantes electos. De hecho, el medio ambiente sólo ocupa el tercer lugar (19 %, ex aequo con la reducción de impuestos), detrás de la lucha contra la corrupción (22 %) y la inseguridad (21 %). Sin embargo, surge una visión más matizada cuando se correlacionan los temas con los diferentes polos políticos: para los votantes de centro-izquierda, la emergencia climática ocupa el primer lugar de la lista (31 %). Asimismo, es un tema serio para los votantes de centro-derecha (empatados en segundo lugar con la seguridad: 28 %), mientras que es una cuestión indiferente para los votantes de centro-derecha4.
Por último, cabe señalar que, en la segunda potencia manufacturera de Europa, ninguno de los partidos políticos menciona el clima como posible piedra angular de la política industrial nacional.
¿Por qué el voto verde está ausente del marco político italiano?
En las elecciones europeas de 2019, una ola verde recorrió el continente, pero se detuvo a las puertas de los Alpes: Europa Verde, el partido «eco» italiano, sólo había obtenido el 2.3 % de los votos. El resultado fue aún más claro en las últimas elecciones políticas de 2018, cuando el partido Italia Europa Insieme (Verdi-PSI-Area Civica en coalición con el PD del ex primer ministro Matteo Renzi) obtuvo sólo el 0.6 % de los votos.
¿Cómo entender la ausencia de voto verde en Italia? En primer lugar, algunos elementos pueden resumirse en torno a un concepto central: el individualismo. El proverbio chi fa da se, fa per tre («si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo») parece resumir el individualismo de la sociedad italiana. No es sorprendente encontrar una estadística que afirme que el 87 % de los italianos cree que todos en el país piensan primero en sí mismos, con un pico en el noreste (92 %) y un relativo descenso en el sur, donde las respuestas positivas se mantienen en un nivel alto (83 %). La pregunta es bastante divisiva si tenemos en cuenta la familia política: el 20 % de los votantes del PD y del centro piensan que los italianos se cuidan entre sí, frente al 17 % de los votantes del M5S, el FdI y la Lega, al 13 % del electorado de izquierda y al 8 % de los indecisos y abstencionistas5.
La desconfianza en el Estado aún se refleja muy bien en las estadísticas. Una última encuesta realizada por el ISTAT (Instituto Nacional de Estadística) para el año 2021 muestra que las tendencias se han mantenido muy estables, con un nivel de confianza bastante alto que beneficia a las fuerzas del orden público y al servicio de bomberos (70 % y 90 %, respectivamente). En el último lugar, se encuentran los partidos políticos (aunque subieron ligeramente desde 2017): casi una de cada cuatro personas no confía en ellos y al menos una de cada dos personas muestra bajos niveles de confianza6.
Una explicación socio-histórica de este individualismo está fuera del alcance de este artículo. Sin embargo, no hay que subestimar su impacto en el tema. Una clara manifestación de ello es el activismo ecológico local: hay numerosas movilizaciones contra proyectos considerados especialmente contaminantes y/o peligrosos para la salud pública. Por ejemplo, el movimiento ciudadano NO-TAV, de principios de los años 90, en el Valle de Susa, contra la línea de TGV Lyon-Turín o la gasificadora de Piombino que el gobierno de Draghi quería instalar en la ciudad portuaria toscana en julio. Esta decisión que se tomó «desde arriba» sin consultar a los territorios provocó una protesta en Piombino; destaca mucho que casi todos los partidos se opusieron al proyecto a nivel local, mientras que los líderes a nivel nacional, casi siempre de los mismos partidos, permanecieron en silencio.
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Esto es coherente con los datos estadísticos que facilitó el Instituto IPSOS: la responsabilidad de defender el planeta depende, según el 40 % de los entrevistados, de las elecciones que hacen los ciudadanos en su día a día, muy por detrás de las leyes y normas impuestas por el gobierno (30 %), las acciones (RSC) y los procesos de producción de las empresas privadas (28 %). En este sentido, entre las soluciones más eficaces para reducir los problemas medioambientales, la información y sensibilización de los ciudadanos (35 %) ocupa el primer lugar, seguida de normas y prohibiciones a las empresas (26 %), la imposición fiscal sobre procedimientos contaminantes e insostenibles (22 %) y la imposición de normas y prohibiciones a los ciudadanos (16%)7.
Según el think tank ECCO, dos de cada tres italianos consideran que los líderes políticos (nacionales y locales) no son de fiar cuando hablan de medio ambiente. Esta actitud depende, en gran medida, de las condiciones económicas de los encuestados: sólo el 17 % de los menos pudientes de la población confía en los políticos nacionales; el 22 % de los de la clase media y el 39 % entre los más ricos siguen esta línea. Por el contrario, los empresarios de PyMES que luchan contra el cambio climático y crean puestos de trabajo gozan de gran confianza (69 %). Las iniciativas promovidas por los ciudadanos también gozan de una buena base de confianza (60 %), al igual que los activistas locales dedicados a la protección del medio ambiente (58 %)8.
El marco esbozado nos muestra un país fragmentado con ciudadanos que no confían en el gobierno nacional ni en los políticos (especialmente en la cuestión medioambiental). Este sentimiento de desconfianza hacia el Estado y la política, en sentido más amplio, crea un cóctel explosivo cuando se cruza con el individualismo de una sociedad todavía «joven», como es el caso de Italia. Esto impide, en última instancia, la traducción de una conciencia ecológica en el marco político italiano que requeriría un compromiso colectivo hacia un objetivo común y compartido. Lógicamente, las acciones individuales, promovidas por comités ciudadanos o empresarios locales, se consideran más eficaces en la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente.
Otro elemento interesante es la historia del movimiento verde y su evolución dentro de la política italiana. I Verdi (los Verdes) son un partido político desde 1987, cuando celebraron sus primeras elecciones políticas y recibieron casi un millón de votos. Entre 1990 y 2005, los Verdes formaron parte de gobiernos de centro-izquierda (las coaliciones l’Unione y l’Ulivo) y consiguieron resultados concretos, como la aprobación de la ley de parques nacionales (1991). Al mismo tiempo, la pérdida de los referendos para abolir la caza (en 1990, repropuesta en 1997) y contra el uso de pesticidas (en 1990), por falta de quórum, muestran las dificultades del partido para entender a la sociedad italiana.
Según el sociólogo Gianfranco Bettin (excandidato a la alcaldía de Venecia): «Los Verdes siempre han tenido la impresión de ser como langostas parlantes [referencia al personaje de Las aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi], depositarios de la verdad y, como tales, exentos de la tarea de convencer a la gente. Es bueno para construir un mensaje, pero incapaz de crear relaciones para hacer que se arraigue». A principios de la década del 2000, contaban con doce diputados y senadores , pero el emblema del partido (il sole che ride; «el sol que ríe») no se reflejaba en la realidad del movimiento: las luchas internas (no sólo entre los políticos verdes, sino también dentro de las asociaciones) fueron alejando a los votantes. Hasta el pasado domingo, y desde 2008, los Verdes no tenían representación política nacional. En palabras de Angelo Bonelli, expresidente del partido de los Verdes (Federazione dei Verdi), entrevistado durante las elecciones europeas de 2019 por el diario alemán Die Süddeutsche Zeitung: «Hemos cometido errores (…) yo incluido». El 10 de julio de 2021, I Verdi decidió cerrar su aventura política y fusionarse en una nueva entidad: Europa Verde (ya probada en las elecciones europeas de 2019).
Bonelli es portavoz de Eleonora Evi, eurodiputada electa del M5S, partido que abandonó en 2021 para sumarse a la aventura «eco». No es casualidad: los votantes desilusionados con los Verdes se habían refugiado en la abstención o en el Movimiento 5 Estrellas, que, en sus inicios sobre todo, tenía una fuerte coloración ecológica (una de las puntas de la estrella del M5S simboliza el medio ambiente). En su campaña política de 2018, los grillini se presentaron como paladines del medio ambiente al proponer el fin de los proyectos TAV y TAP (oleoducto transadriático que conecta Italia con Azerbaiyán) y el cierre de la planta siderúrgica de Ilva en Taranto.
Durante el gobierno de Conte I, la maquinaria política alcanzó al Movimiento con la continuación de los proyectos TAV y TAP, pero, sobre todo, con la venta de Ilva a Arcelor-Mittal. La desilusión parece dominar a los votantes con sensibilidad ecológica que primero abandonaron a los Verdes por sus defectos y luchas internas y que, luego, se alejaron del Movimiento 5 Estrellas, que traicionó sus promesas ecológicas de 2018. Ahora, están huérfanos de una oferta política que apenas parece satisfacerles.
Italia presenta, así, una cultura política en la que el espacio concedido al medio ambiente parece ser bastante reducido. Durante mucho tiempo, la opinión predominante era que nada debía obstaculizar el progreso, que todo debía estar sujeto al derecho al trabajo y a la prosperidad económica. La «concreción» de las costas, la construcción de establecimientos peligrosos para la salud cerca de las ciudades (de lo que la Ilva de Taranto es un triste ejemplo), la no gestión de residuos industriales (el escándalo de la Terra dei fuochi, la «Tierra de los Fuegos», con la práctica de enterramiento ilegal de residuos tóxicos, las incineraciones salvajes al aire libre por parte de camorristas entre las provincias de Nápoles y Caserta), la urbanización en zonas sísmicas… Defintivamente, una subordinación del «paisaje» al factor económico, al progreso y al trabajo.
Con amargura, Bonelli evoca una mala costumbre de los italianos y de sus dirigentes, il condono edilizio, herencia del fuerte componente católico del país: la idea de «expiación de los pecados» alimentada por gobiernos (de derecha e izquierda) acostumbrados a declarar, a intervalos regulares, una tolerancia general sobre la regularización de edificios construidos sin los permisos necesarios, a cambio del pago de una suma de dinero al Estado. Según Bonelli, uno de cada dos edificios del sur de Italia tiene regularización pendiente. La perspectiva del perdón ex-post desresponsabiliza a los ciudadanos en sus acciones individuales, una cultura muy diferente a la de las sociedades protestantes del norte de Europa.
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En este contexto, no nos debe sorprender la singularidad del Tirol del Sur: por su proximidad a la cultura austriaca, la provincia autónoma de Bolzano tiene un Partido Verde muy activo (conocido por su nombre trilingüe Verdi-Grüne-Vërc). En las últimas elecciones provinciales de 2018, el Verdi-Grüne-Vërc obtuvo el 6.8 % de los votos (cuarto partido, muy por delante de, por ejemplo, el PD, el M5S o el FdI). En las elecciones europeas de 2019, Europa Verde obtuvo el 6.4 % de los votantes en la región autónoma de Trentino-Alto Adige, con un máximo del 8.7 % en la provincia de Bolzano. No es casualidad que Europa Verde haya nacido de la fusión de la Federación de los Verdes con, entre otros, Los Verdes del Tirol del Sur. Esta singularidad se confirmó en las últimas elecciones, al obtener Verdi-SI el 5.9 % de los votos en la comunidad autónoma.
El último elemento por analizar es la sociología del voto verde, en especial, en comparación con otros países europeos. Las elecciones europeas de 2019 suponen un interesante punto de partida en este sentido.
En Francia, EELV quedó en tercer lugar (todavía a casi diez puntos del cara a cara entre RN y Renaissance) con el 13.48 % de los votos. Los resultados en Alemania son aún más significativos, con un 20.5 % de los votos (de nuevo, en tercer lugar), pero con un crecimiento del 9.8 % con respecto a las elecciones de 2014.
Tal y como se presenta en el análisis de Jérôme Fourquet y Sylvain Manternach, el voto para EELV en Francia está fuertemente vinculado a los territorios más prósperos, es decir, a las grandes metrópolis, así como a las grandes ciudades universitarias, como Lille, Bordeaux, Strasbourg y Lyon, donde el voto supera el listón simbólico del 20 %9. Un voto urbano que revela la gentrificación de metrópolis, como París, donde el voto para EELV predomina en las colonias del centro y del este (con una concentración en el noreste, en particular). El voto verde también está haciéndose de adeptos en las zonas más dinámicas económicamente (en Bretagne, Alsace, Rhône-Alpes), lo que atrae a directivos y titulados superiores. Según las encuestas organizadas el mismo día de las elecciones, EELV obtuvo sus mejores resultados entre los jóvenes de 25 a 34 años (28 %) y los de 18 a 24 años (25 %), pero con una elevada abstención entre los más jóvenes (60 % de entre aquellos de 18 a 34 años), lo que no debe perderse de vista.
En Alemania, el votante «verde» es joven (34.9 % entre los 18 y 24 años y 26.7 % entre los 25 y 34 años), tiene estudios superiores (33 %) o bachillerato (31 %). Además, la geografía del voto puede resumirse de la siguiente manera: «ciudades verdes, campo negro y Este azul». En las ciudades de la antigua Alemania Occidental (incluido Berlín), hay un fuerte voto verde, mientras que, en el campo, la CDU/CSU, es decir, los demócrata-cristianos, siguen predominando (aunque con importantes variaciones regionales). La antigua Alemania del Este, en cambio, está marcada por las altas puntuaciones de la AfD (Alternative für Deutschland, un partido de extrema derecha) y la Linke (izquierda radical) y por las bajas de los Verdes y los Liberales. En total, teniendo en cuenta la división Oeste-Este, los Verdes obtuvieron el 22.5 % de los votos en la antigua RDA (y la AfD sólo el 8.8 %), mientras que las proporciones se invirtieron en la antigua RFA, con la AfD hasta el 21.1 % (sólo superada por la CDU/CSU con el 21.5 %) y Die Grünen con el 11.6 % .
En Italia, el panorama es muy diferente. Aunque Europa Verde obtuvo la mejor puntuación en el grupo de edad de 18 a 35 años (2.9 %), también tuvo el mayor número de abstencionistas (50.5 % frente al 45.7 % de todas las edades). Entre los jóvenes, la Lega de Salvini es la que mejor puntuación obtiene, con un 31.6 % (seguida del PD, con un 19.8 %, y del M5S, con un 18.7 %). Un panorama similar surge cuando se observa el nivel de educación: una vez más, los Verdes logran su mejor puntuación entre los más educados (con un BAC +3/5/8) con el 4.2 % de los votos. Sin embargo, el partido más sufragado por estos electores es el PD. con un 27.5 % de los votos, seguido de La Lega con un 24.2 %10. Si se piensa en la geografía del voto, el PD conquista las grandes ciudades del centro-norte (Roma, Turín, Génova y Milán); la Lega, las ciudades del noreste (Venecia, Padua y Verona), mientras que el M5S se mantiene fuerte en los grandes centros del sur (Nápoles, Palermo, Bari, Messina) .
Sin embargo, estos resultados no tienen nada que ver con la falta de interés de los jóvenes italianos por la cuestión ecológica. Al contrario: el 96 % de los jóvenes de 18 a 35 años (generaciones Millennial y Z) quiere que la sociedad italiana se comprometa más con la salvaguarda del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. En el centro del programa de un partido político ideal, verían «más por el medio ambiente y menos por los beneficios» en cuarto lugar (31 %). De hecho, el problema se deriva de una desconfianza hacia la política que parece estar aún más exacerbada entre los jóvenes, ya que al menos el 60 % afirma tener una relación distante y desafiante con la política11.
La visión general de la sociología del voto verde, comparada con la de Francia y Alemania, revela que los jóvenes italianos se interesan por el clima, pero no confían en la política. Por lo tanto, si deciden votar, tienden a dirigirse a La Lega. La división urbana/rural tampoco juega a favor del voto verde, con marcadas diferencias entre el noreste/oeste y el sur.
Conclusión
Con la entrada en el Parlamento de once diputados y tres senadores de la coalición izquierda-verde, el partido verde italiano ha logrado una victoria electoral, dada su reciente trayectoria. Sin embargo, se confirma la marginalidad de este movimiento dentro de la política italiana. Un análisis multifactorial ha arrojado luz sobre las razones de este fenómeno. A menudo percibida en Europa como un laboratorio político, ¿nos muestra Italia el futuro de los partidos verdes del continente, condenados a la desilusión ante el inmenso reto de la transición ecológica? Si es así, sería urgente que los partidos verdes europeos hicieran una introspección basada en los factores de marginalidad de los Verdes italianos.
El caso de Italia es más representativo de lo que parece a primera vista. Esta representatividad aparece, no en la comparación con los partidos verdes de países como Francia o Alemania o con los países del norte de Europa en un sentido más amplio, sino con los de los países del sur y del este. De nuevo, las elecciones europeas de 2019 pueden aportar alguna idea. En España, por ejemplo, el partido Verdes de Europa (que forma parte de una coalición llamada Compromiso por Europa) sólo obtuvo un 1.33 %. En Grecia, el partido Οικολόγοι Πράσινοι obtuvo el 0.87 % de los votos. Si miramos hacia el este, el panorama es aún más claro: en Polonia, por ejemplo, no se envió a ningún diputado a sentarse con los grupos verdes europeos. Lo mismo ocurre en Hungría, donde el partido verde LMP (Lehet más a politika) representa el 2.18 % de los votos. Lo que todos estos países tienen en común es la aparente ausencia del voto verde.
Esto significa que la cuestión medioambiental, o su expresión a través de las elecciones, es una división (electoral) que recorre Europa en sentido vertical (norte-sur) y horizontal (este-oeste). ¿Qué significa esto para la futura composición del Parlamento europeo, para los trabajos iniciados por el Consejo de la UE, donde habrá gobiernos con un componente «verde» y otros sin él? ¿Acabará la acción medioambiental a nivel europeo con el obstáculo de esta división? Será necesaria una evaluación cuando los planes Fit for 55 y Green Deal se pongan en marcha en los Estados miembros. En cualquier caso, estas elecciones italianas han demostrado que esta división no sólo está presente ahora, sino que estará en plena escena política europea en los próximos años.
Notas al pie
- Eurobarómetro especial 513 sobre el cambio climático (marzo-abril de 2021; fecha de publicación: julio de 2021) https://europa.eu/eurobarometer/surveys/detail/2273 [consultado el 20 de septiembre de 2022].
- Encuesta de IPSOS (fecha de publicación: 4 de noviembre de 2021) https://www.ipsos.com/it-it/cop26-glasgow-sostenibilita-lotta-cambiamento-climatico-punto-vista-italiani, consultado el 20 de septiembre de 2022.
- https://www.repubblica.it/green-and- blue/2022/08/05/news/cnr_fino_adesso_il_2022_e_lanno_piu_caldo_di_sempre-360507847/ [consultado el 20 de septiembre de 2022].
- Encuesta de IPSOS (fecha de publicación: 25 de julio de 2022) https://www.ipsos.com/it-it/elezioni-politiche-principali-motivi-temi-driver-voto-italiani [consultado el 20 de septiembre de 2022].
- Encuesta para el think tank ECCO (fecha de publicación julio 2022) https://eccoclimate.org/wp-content/uploads/2022/07/More-in-common-14luglio830.pdf [consultado el 21 de septiembre de 2022]
- Encuesta del ISTAT (fecha de publicación: 16 de mayo de 2022) https://www.istat.it/it/files/2022/05/Fiducia-cittadini-istituzioni2021.pdf [consultado el 21 de septiembre de 2022].
- Encuesta de IPSOS (fecha de publicación: 4 de noviembre de 2021) https://www.ipsos.com/it-it/cop26-glasgow-sostenibilita-lotta-cambiamento-climatico-punto-vista-italiani [consultado el 21 de septiembre de 2022].
- Encuesta del think tank ECCO (fecha de publicación: julio 2022) https://eccoclimate.org/wp-content/uploads/2022/07/More-in-common-14luglio830.pdf [consultado el 21 de septiembre de 2022].
- Para un análisis más detallado, véase el informe redactado por los autores para la Fundación Jean Jaurès https://www.jean-jaures.org/publication/les-ressorts-du-vote-eelv-aux-elections-europeennes/ [consultado el 22 de septiembre de 2022].
- Análisis tras el voto en las elecciones europeas de 2019 publicado por IPSOS, https://www.ipsos.com/sites/default/files/ct/news/documents/2019-05/elezioni_europee_2019_-_analisi_post-voto_ipsos.pdf [consultado el 22 de septiembre de 2022]
- Encuesta de IPSOS (fecha de publicación: 23 de junio de 2022) https://www.ipsos.com/it-it/millenials-generazione-z-rapporto-giovani-politica-italia [consultado el 22 de septiembre de 2022].