• Cuando los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021, la ayuda civil y de seguridad, principalmente de Estados Unidos -que entonces representaba el 40% del PIB del país-, se cortó bruscamente, sumiendo a Afganistán en una crisis económica sin precedentes, agravada por las sanciones internacionales. Tras la retirada de las tropas estadounidenses del país, se congeló el equivalente a 9.000 millones de dólares en activos del banco central afgano.
  • Incluso antes de la toma de Kabul, la economía del país se vio gravemente afectada por las intensas sequías que paralizaron los rendimientos agrícolas, así como por el impacto de la pandemia de Covid-19 en las cadenas de suministro mundiales. Sin embargo, el país seguía beneficiándose de la ayuda financiera internacional y estadounidense: a principios de 2021, el 75% del gasto público afgano procedía de Estados Unidos1. Sin embargo, hay que tener en cuenta que gran parte de este apoyo financiero contribuía a enriquecer a ciertas élites gobernantes, dando lugar a una «cultura de corrupción generalizada de la que el país nunca ha salido», según Patrick Azurmendi.
  • Sin embargo, desde que los talibanes tomaron el poder, la situación económica y humanitaria del país ha empeorado significativamente, con una tasa de pobreza del 70% y una renta per cápita de 375 dólares anuales, el nivel más bajo en una década. Aunque la tasa de inflación es difícil de determinar debido a la falta de datos fiables, el precio de los bienes domésticos básicos ha aumentado considerablemente desde julio de 2021, y el índice de precios del trigo se ha multiplicado casi por diez en sólo un año.
  • Estas fuertes subidas de precios, causadas en gran parte por la guerra en Ucrania, están contribuyendo a la grave crisis humanitaria señalada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que estima que seis millones de personas están al borde de la inanición, mientras que un millón de niños están gravemente desnutridos2. Entre abril y mayo de 2020, 10,9 millones de personas fueron clasificadas como en situación de inseguridad alimentaria aguda por la Clasificación Integrada de la Fase de Seguridad Alimentaria. La organización prevé que sean 18,9 millones entre junio y noviembre de 20223.
  • En contra de la lógica, la moneda afgana, el afgani, se ha comportado bien frente a las principales divisas internacionales: entre mayo y julio, el afgani se apreció un 1,3% frente al dólar estadounidense, un 2,8% frente al euro y un 5% frente al yuan4. Sin embargo, estas cifras no deben ocultar el hecho de que el papel moneda de uso cotidiano se ha convertido en un bien escaso. Como el afgani se imprime en Basingstoke (Inglaterra), no se han enviado nuevos billetes a Afganistán desde agosto de 2021.
  • Dicho esto, la guerra en Ucrania es una oportunidad económica para Afganistán. A pesar de la importante caída de los presupuestos estatales con respecto a 2020, las exportaciones de carbón han aumentado considerablemente desde principios de año debido al aumento general de los precios de las materias primas. Sin embargo, esta oportunidad para el régimen talibán se ha traducido en un aumento del trabajo infantil desde agosto de 2021, alentado por la presión económica sobre la población afgana5.
Notas al pie
  1. Felix Salmon, « Afghanistan’s economic calamity », Axios, 15 de agosto de 2022.
  2. Five things you should know about Afghanistan, UNHCR, 15 de agosto de 2022.
  3. AFGHANISTAN : Integrated Food Security Phase Classification Snapshot | March – November 2022.
  4. Afghanistan Economic Monitor, Banco Mundial, 19 de julio de 2022.
  5. Benjamin Parkin et Fazelminallah Qazizai, « The Taliban’s black gold : militants seize on coal to reboot economy », The Financial Times, 4 de agosto de 2022.