• Desde el pasado jueves, los fenómenos meteorológicos extremos han matado a decenas de personas en India y Bangladesh. Cientos de miles de personas se han visto obligadas a huir debido a las lluvias sin precedentes registradas en el noreste de la India , sobre todo, en la provincia bangladesí de Assam, y casi 10 millones de personas se han visto afectadas por la falta de alimentos y agua potable.
  • Las conexiones ferroviarias se han interrumpido en las zonas afectadas y se han suspendido las operaciones de vuelo en el aeropuerto internacional Osmani de Sylhet. El mal tiempo se suma a las fuertes inundaciones que se produjeron en las mismas zonas el mes pasado y que destruyeron un gran número de cultivos, casas y carreteras.
  • El ejército indio ha acudido en ayuda de varias organizaciones que asisten a los supervivientes de las catástrofes naturales, utilizando lanchas rápidas y botes inflables para rescatar a las personas afectadas por las inundaciones.
  • En abril de este año, India y Pakistán se vieron gravemente afectados por severas olas de calor de unos 50 grados centígrados, que pusieron en peligro la vida de millones de personas. El verano pasado, el IPCC advirtió que, a menos que se tomen pronto medidas importantes contra el clima, estas olas de calor podrían ser cada vez más frecuentes.
  • La combinación de fuertes lluvias y tormentas eléctricas, que provocan inundaciones destructivas, no es inédita en este periodo. Sin embargo, la frecuencia e intensidad de los llamados «fenómenos meteorológicos, climáticos e hídricos extremos» podría acelerarse en los próximos años debido al calentamiento global. Según el IPCC, el 17% de la población de Bangladesh -o lo que es lo mismo, 160 millones de personas- podría verse desplazada en los próximos diez años si el calentamiento global continúa al ritmo actual.
  • La Organización Meteorológica Mundial destacó el pasado mes de septiembre en su «Atlas de mortalidad y pérdidas económicas debidas a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos» el hecho de que los fenómenos meteorológicos extremos se han multiplicado por cuatro entre 1970 y 2019. Si bien es de agradecer que estas catástrofes se cobren menos víctimas gracias a la implantación de sistemas de alerta temprana, los costes materiales de estos fenómenos -que afectan en un 71% a las economías en desarrollo- van en aumento.