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Frente al discurso mantenido por la FIFA en particular, según la cual la adjudicación de la Copa del Mundo habría empujado a Qatar a «hacer esfuerzos», Dario Saltari muestra por qué no es así, y nos anima a continuar el debate sobre el boicot al próximo mundial de fútbol. En lugar de felicitarnos por la transformación de Qatar por el fútbol europeo, quizá deberíamos reflexionar sobre la transformación del fútbol europeo por Qatar.

La pandemia ha cambiado la naturaleza del poder para siempre. Tras la crisis, se perfilan tres escenarios extremos: un escenario burocrático y dirigista, un escenario «populista» o una profunda transformación de las estructuras de poder.

El Estado neoliberal occidental parece haberse agotado, sacrificado en el altar de la pandemia y la crisis económica. Inspirándose en el modelo chino y aprendiendo del pasado, Joe Biden y algunos líderes europeos se dirigen ahora hacia un modelo de Estado más intervencionista, marcando el inicio de una nueva era cuya naturaleza, progresiva o regresiva, está aún por determinar.

Mientras que el consenso de la modernidad verde parece imponerse en todas partes, aún podemos elegir nuestro modelo. Más allá de la alternativa estéril entre el capitalismo descarbonizado y el apocalipsis, Europa posee los medios necesarios para presentar una propuesta política menos dependiente del espíritu de conquista de las de China y Estados Unidos.

El tecnopopulismo surge de una desconexión entre la política y la sociedad: lejos de resolver esta separación, los tecnopopulistas la exacerban, erosionando los fundamentos de la representación democrática. La clave para dar a una respuesta a este reto que plantea el tecnopopulismo reside en la búsqueda de nuevas formas de intermediación política.

Se suele considerar que el derecho penal es uno de los derechos más vinculados a la soberanía nacional y, como tal, el menos susceptible de armonización. Paradójicamente, el universalismo jurídico –que sustenta la noción de crímenes contra la humanidad– y la nueva brecha creada por la globalización y el aumento del comercio han fomentado el desarrollo de la delincuencia transnacional. En un momento en que urge la necesidad de armonización, le pedimos a Luis Arroyo Zapatero que reflexionara sobre los métodos que podrían permitir un universalismo contextualizado en materia penal.