Archivos y discursos


Hoy, en la Plaza Roja, con motivo del tradicional desfile del «Día de la Victoria», Vladimir Putin se presenta como el salvador de la «mayoría mundial» junto a Lula, Xi Jinping o su vasallo Lukashenko.

Para preparar a los rusos para este espectáculo, ha concedido una larga entrevista en televisión en un pseudodocumental al estilo de Hollywood. En él evoca su biografía, su legado y sus aspiraciones para Rusia. Un dispositivo bien engrasado, al estilo de Surkov: una puesta en escena dentro de la puesta en escena.

Lo traducimos.

Para conmemorar el fin de la Segunda Guerra Mundial, Xi Jinping y Vladimir Putin preparan para este 9 de mayo una puesta en escena imperial.

Pero la victoria que escenificarán no está orientada hacia el pasado.

En una tribuna de una brutalidad sin precedentes, el presidente chino ha hecho suyo el estilo revisionista del amo del Kremlin al revelar por primera vez de forma tan explícita el apoyo de Rusia a la anexión de Taiwán por parte de China.

La traducimos.

«Nuestra pequeña barca, que navega en aguas turbulentas, debe permanecer siempre amarrada al gran barco ruso».

Mientras la Iglesia católica lloraba la muerte del papa Francisco, en Moscú, bajo el oro del Kremlin, el patriarca Kirill y el presidente ruso llevaban a cabo una especie de ritual teológico-político: la puesta en escena de la adhesión de la Iglesia serbia al «mundo ruso».

Poco notado en Occidente, este momento podría resultar decisivo.

El brazo armado de la próxima invasión es ahora la religión ortodoxa.

El próximo objetivo se anunció en Moscú el 22 de abril: tomar Belgrado.

«¡Que nada se interponga en la voluntad de nuestro pueblo!»

Al convertir la Pascua en «el día de la victoria» y articular un imaginario militar y heroico en torno a la resurrección de Cristo, el patriarca de Moscú y de toda Rusia ha vuelto a transformar su homilía pascual en una justificación teológico-política de la guerra librada por Putin.

Lo traducimos y comentamos el texto línea por línea.

«El presidente de Estados Unidos puede ser un katechon, quizá una especie de Anticristo».

Tras una primera parte sobre el Armagedón, Peter Thiel desarrolla su teoría sobre el fin de los tiempos centrándose en lo que, en su opinión, es el problema más importante y tabú: la amenaza difusa del Anticristo.

Traducimos la segunda parte de su entrevista sobre el apocalipsis.

«La ciencia y la tecnología eran una trampa que la humanidad se había tendido a sí misma. Dado que existen riesgos apocalípticos, quizá fuera mejor ralentizar que correr hacia el Armagedón».

Traducimos la gran entrevista sobre el apocalipsis de Peter Thiel, discípulo de René Girard e influencia clave de la contrarrevolución trumpista en Silicon Valley.

Esta semana, el servicio de inteligencia exterior ruso (SVR) publicó una nota de estilo pseudocientífico en la que inscribía el acercamiento entre Rusia y Estados Unidos, liderado por Donald Trump y su profundo cambio de alianzas, en la continuidad de una larga historia fantasiosa.

El título lo dice todo: «Como hace 80 años, Moscú y Washington están unidos en la lucha contra un enemigo común: el ‘eurofascismo’».

Publicamos el texto íntegro.

Para llevar a cabo la contrarrevolución en Washington y transformar la república estadounidense en imperio, Trump necesita una nueva élite —financiera, cultural y tecnocrática—.

Pero según una parte importante de esta base que aspira a gobernar, las élites no quieren al pueblo.

Publicamos y comentamos una de las fuentes intelectuales más influyentes en el centro de esta línea de fractura interna.

La fuerza bruta liberada por el «Liberation Day» es una señal: la Casa Blanca no quiere un «acuerdo de Mar-a-Lago» —y Trump está dispuesto a enfrentarse a los mercados—.

El inspirador de su doctrina económica, Stephen Miran, dio un giro de 180 grados y pronunció un discurso sorprendente: ilustra el cambio de una estrategia de negociación a una actitud de confrontación total.

Lo traducimos —con una introducción firmada por Shahin Vallée—.