Desde el miércoles 2 de julio de 2025, la humanidad está más cerca del 2050 que del 2000. Este futuro, que aún parece tan lejano e incierto, está más cerca de un pasado que, para algunos, aún no ha pasado realmente.
Como revela la última encuesta Eurobazuca, realizada por Cluster 17 para el Grand Continent, la percepción de este cambio suscita divisiones en Europa.
- Cuando se les pregunta qué fecha les resulta más cercana, el 47 % de los europeos responde «el año 2000» y el 24 % «2050», mientras que casi un tercio (29 %) no sabe qué responder.
- Detrás de estas cifras se esconden diferencias considerables entre países: el 63 % de los croatas se siente más cercano al comienzo del siglo, mientras que en Italia esta cifra solo alcanza el 41 %.
- También es en este país donde la proporción de encuestados que se sienten más cercanos al 2050 es más alta: 32 %, frente al 25 % en Francia o el 23 % en Alemania.
La relación con el tiempo y la dificultad para proyectarse positivamente en el futuro reflejan las preocupaciones de los europeos que destaca el estudio. Ya sea por amenazas externas, como Rusia (el 51 % de los encuestados considera «alto» el riesgo de una guerra abierta con Moscú en los próximos años), por la percepción de un aumento del antisemitismo, por la desconfianza hacia las élites, por los temores relacionados con la inmigración… Las sociedades europeas atraviesan numerosas tensiones internas.
- Estas preocupaciones también se reflejan en la forma en que los europeos afrontan las innovaciones y las nuevas tecnologías.
- Así, la mayoría afirma estar «preocupada» por las redes sociales (73 %), los drones (64 %), las criptomonedas y las stablecoins (57 %) y la inteligencia artificial (54 %).
- Sin embargo, hay dos excepciones: una mayoría se muestra «entusiasta» por los robots (53 %) y la conquista espacial (64 %), según la última encuesta de Eurobazuca.
Los europeos se debaten entre la fascinación y la preocupación por la modernidad. También sienten la necesidad de arraigarse en un entorno nacional estable, lo que se refleja en su apego a la cultura y al patrimonio histórico: el 42 % describe estos elementos como los «principales puntos fuertes» de sus países, mientras que solo el 10 % lo hace con la innovación y las tecnologías.