Descubramos a Mario Draghi
Más allá de las políticas monetarias, la geopolítica de Mario Draghi: una cierta idea de Europa.
- Autor
- Olivier Lenoir, Shahin Vallée •
- Trad.
- José María Arroyo Nieto, Felipe Bosch
Hoy Mario Draghi completa su mandato a la cabeza del Banco Central Europeo, después de ocho años fundamentales en la historia reciente de la Unión Europea. En esta ocasión, les proponemos desplegar el pensamiento (geo)político del último inquilino de la Skytower de Fráncfort.
Generalmente conocemos algunas grandes líneas de la vida de Mario Draghi. Ha vivido tres grandes momentos en su carrera: Goldman Sachs (2002-2005), Banco de Italia (2006-2011), Banco Central Europeo (2011-2019). Autor de una tesis en economía realizada bajo la dirección de dos de los investigadores del MIT más prominentes del mundo, Robert Solow y Franco Modigliani, “Super Mario” es ante todo una segunda opción sólida en la carrera para suceder a Jean Claude Trichet. Sin embargo, la dimisión de Axel Weber, la primera opción, durante su mandato [como presidente del Bundesbank], le abre a Draghi el camino hacia la presidencia del BCE. No hacen falta más que unos pocos meses para que el romano, llegado a Fráncfort en 2011, se haga famoso por su frasecita “todo lo que sea necesario” (whatever it takes) para salvar la zona euro. Y el añadido desafiante: “y créanme, será suficiente…”.
Sin embargo, “el trabajo, la obra y la acción” de Draghi, por retomar el tríptico de Arendt, van más allá de algunos elementos conocidos y reconocidos. En vez de detenerse en la política macroeconómica y en la política monetaria, se trata de entender cómo un pensamiento geopolítico y europeo pudo aparecer en los discursos de Draghi desde su acceso a posiciones de poder.
Les proponemos por tanto descubrir a un Mario Draghi a la vez preocupado por la soberanía que la Unión Europea puede materializar, inquieto por las relaciones entre la Unión y los Estados en materia de política presupuestaria y crecimiento, abogando por una cooperación y gobernanza económica mundial y, finalmente, ampliamente favorable a la formación y transmisión de un espacio público y cultural europeo.
I – Repensar la soberanía en y a través de la Unión
Europa en pos de una “Unión más perfecta”
Conferencia en la Harvard Kennedy School el 9 de octubre de 2013
El preámbulo del Tratado de la Unión Europea establece como objetivo de la UE una «unión cada vez más estrecha». Este objetivo genera ansiedad en algunas personas, pues parece prometer un recorrido inexorable hacia un futuro superestado. Muchos europeos, con historias y culturas nacionales diferentes, no se sienten preparados para ello.
Por tanto, es importante entender que la expresión “una unión cada vez más estrecha” no refleja adecuadamente la agenda que Europa tiene actualmente ante sí. En mi opinión, el establecimiento de una “Unión más perfecta”, como dice el texto de la Constitución de Estados Unidos, ilustra mejor este objetivo.
[…]
Soberanía compartida en un mercado único
La cuestión más difícil en Europa es […] cuánta soberanía debe compartirse.
[…]
La soberanía puede analizarse de forma normativa, enfoque propugnado históricamente por absolutistas como Jean Bodin en el siglo XVI. La soberanía se definía en relación con la potestad de declarar la guerra y negociar las condiciones de la paz, recaudar tributos, acuñar moneda y juzgar en última instancia.
La soberanía también puede analizarse de manera positiva. En este caso, está relacionada con la capacidad para prestar en la práctica los servicios esenciales que el pueblo espera del gobierno. Un soberano que no pueda cumplir efectivamente su mandato será soberano solo nominalmente.
Este segundo enfoque es más coherente con los textos de los filósofos políticos que más han influido en nuestras democracias modernas. John Locke, en su segundo tratado sobre el gobierno, afirma que el soberano solo existe como poder fiduciario para actuar con determinados fines. Es la capacidad para lograr esos fines lo que define, y legitima, la soberanía.
[…]
Considero que esta visión positiva es, en esencia, el camino correcto para analizar la soberanía y creo que debe servir como principio rector para decidir qué competencias deben ser nacionales y cuáles europeas. Hemos de fijarnos en la eficacia, no en principios abstractos que pueden resultar vacíos en el mundo de hoy.
[…]
Esta forma de pensar ya está de hecho consagrada en el Tratado de la Unión Europea bajo la forma del principio de subsidiariedad. Este principio establece que las competencias solo deben transferirse al nivel de la Unión si la acción es más eficaz allí que en un nivel de gobierno inferior. En otras palabras, se pone claramente el énfasis en la efectividad de la política.
Preocupado por la evolución reciente de la geopolítica internacional, Mario Draghi pretende, tanto en el texto anterior como en el siguiente, estudiar la UE entrando en el campo de la teoría política. Se opone, por lo tanto, a dos visiones de la noción de soberanía. La primera proviene de los Seis Libros de la República de Jean Bodin 1, probablemente uno de los primeros filósofos del Renacimiento en definir este concepto: “La soberanía es el poder absoluto y perpetuo de una República, que los latinos llaman majestatem […], los hebreos lo llaman tomadchavet, es decir, el mayor poder de mando”. La soberanía, así, “no está limitada ni en poder ni en mando”. Una definición bastante vaga, pero que fue importante en el análisis de los Estados durante el Renacimiento y que, sobre todo, como indica el mismo Draghi, floreció cuando se piensa en los Estados llamados “soberanos”: no reciben órdenes de nadie, pueden declarar la guerra, acuñar su propia moneda, aprobar sus propias leyes, etc. En consecuencia, es una definición que estudia los principios, las reglas que rigen el gobierno de los pueblos.
A esta definición, Draghi opone otra concepción de la soberanía, esta vez basada no en la norma sino en la capacidad real de los gobernantes para actuar según las funciones que se les otorgan. Esta es una visión propiamente lockeana 2, heredera del pensamiento del contrato social, el liberalismo y el constitucionalismo británico: los gobernantes deben implementar las disposiciones solicitadas por los ciudadanos (que los eligieron) y son soberanos en la medida en que puedan ejercer eficazmente sus funciones y lograr los resultados deseados.
Draghi toma partido por esta segunda definición. Para el ahora expresidente del BCE, la Unión Europea se construyó para hacer posible y eficaz la acción. Según él, este es el significado mismo del principio de subsidiariedad: es el nivel relevante más bajo, el más local, en la jerarquía el que debe implementar una política. Pero si no está en condiciones de emprender esta acción, la responsabilidad recae en el escalón superior, siendo el último, por supuesto, la propia Unión Europea. El mandato esencial de las instituciones europeas es, por lo tanto, mejorar la acción de los Estados cuando se muestran impotentes para actuar por sí mismos.
“La soberanía en un mundo globalizado”
Intervención del Sr. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, con motivo de la recepción del título de doctor honoris causa en derecho otorgado por la Università degli Studi de Bologna, el 22 de febrero de 2019
Esta tensión entre integración económica y cooperación política está alimentada por una tenaz convicción: es absolutamente necesario elegir entre la pertenencia a la UE y la capacidad de ejercer la soberanía. Dicho de otra manera, si los ciudadanos quieren ejercer un mayor control sobre su destino, deberían aflojar el control de las estructuras políticas europeas.
Esta creencia es incorrecta porque confunde independencia y soberanía.
[…]
La verdadera soberanía no reside en el poder de hacer la ley, según una definición jurídica, sino en un mayor control sobre los acontecimientos a fin de satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos, lo que John Locke define como “paz, seguridad y bien público”. La capacidad de tomar decisiones de manera independiente no asegura dicho control. En otras palabras, la independencia no garantiza la soberanía.
[…]
En tal entorno, los países deben trabajar juntos para ejercer la soberanía. Y esto es aún más cierto dentro de la UE. La cooperación en Europa ayuda a proteger a los países de las presiones externas y hace que sus políticas nacionales sean más eficaces.
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Las estructuras e instituciones europeas comunes limitan los efectos de contagio, garantizan la igualdad de trato y protegen contra comportamientos injustos. Permiten así satisfacer las necesidades de los ciudadanos y a los países ejercer su soberanía.
[…]
El argumento de que la cooperación refuerza la soberanía también se aplica a la relación entre la UE y el resto del mundo. Pocos países europeos son lo suficientemente grandes para soportar los efectos secundarios generados por las grandes economías o influir en las negociaciones comerciales internacionales. Dentro de la UE, en cambio, su fuerza se multiplica.
[…]
Por todo ello, estar fuera de la UE puede ir de la mano de una mayor independencia en política económica, pero no necesariamente de una mayor soberanía. Lo mismo ocurre con la moneda única.
[…]
Del mismo modo, la integración financiera internacional también puede reducir el poder de los países individuales para regular, establecer impuestos y hacer cumplir las normas de protección social. […] El hecho de poder disponer de capacidad normativa a nivel de la UE permite a los Estados miembros ejercer una soberanía real en los ámbitos de la fiscalidad, protección del consumidor y normas sociales.
Tomando la definición de soberanía como la capacidad de actuar realmente, Draghi considera, en este texto, que el problema surge realmente en el contexto de la globalización y, sobre todo, de la reafirmación de las grandes potencias que ya conocemos. Todavía es posible que los estados se nieguen a seguir las reglas o leyes decididas a nivel europeo y favorezcan lo nacional. ¿Pero por esto serán soberanos?
Para Draghi, estos estados serán independientes –ninguna institución superior en la jerarquía normativa les dicta su conducta–, pero no serán soberanos porque, en virtud de la definición de soberanía que ha adoptado, corren el riesgo en realidad de ser impedidos en su acción y verse condenados a la impotencia, mientras que una decisión colectiva a nivel de la Unión –que, sin duda, implica una cierta pérdida de independencia– podría por el contrario preservar un margen de maniobra y el éxito efectivo de la acción. Un argumento a favor de la soberanía compartida a nivel de la Unión, en definitiva.
II – ¿Rigor o expansión?
“El euro, la política monetaria y el diseño de un fiscal compact”
Discurso de Mario Draghi, presidente del BCE con ocasión de la Ludwig Erhard Lecture, Berlín, 15 de diciembre de 2011
El legado de Ludwig Erhard en la reconstrucción de la Alemania de la posguerra se extiende mucho más allá de su propio país y mucho más allá de su tiempo. Su concepción de la economía social de mercado fue visionaria. E incluso tenía opiniones muy elevadas sobre los banqueros centrales, destacando la importancia de la estabilidad de precios: “Die soziale Marktwirtschaft ist ohne eine konsequente Politik der Preisstabilität nicht denkbar”. Creo que hoy no podemos formular mejor esta idea.
[…]
Durante más de 12 años, la Unión Económica y Monetaria Europea ha estado atormentada por preocupaciones sobre los presupuestos nacionales. En un área monetaria común, en tiempos normales, las políticas fiscales de diferentes países están generalmente menos sujetas a la presión de los mercados financieros. Es por esta razón que, al comienzo de la moneda única europea, se estableció el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para proporcionar un mecanismo de seguimiento de la política fiscal.
[…]
Sin embargo, la aplicación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento no ha sido satisfactoria. Como señaló recientemente la canciller federal alemana, el pacto se ha roto 60 veces en los últimos 12 años. Así que claramente tenemos trabajo que hacer para evitar que esto vuelva a suceder.
[…]
Ahora hemos iniciado el proceso de redefinición del marco fiscal europeo en tres frentes.
[…]
El primero es el de los países afectados: deben volver a asentar sus políticas sobre bases sólidas. Yo creo que ahora están en el buen camino y que tienen razón en aplicar decididamente la consolidación fiscal.
[…]El segundo pilar de una respuesta a la crisis consiste en una revisión de la gobernanza fiscal en la zona euro, lo que denominé como el fiscal compact. El fiscal compact es una reafirmación fundamental de las reglas a las que deben someterse las políticas presupuestarias nacionales para adquirir una credibilidad indudable. (…) Más vale prevenir que curar.
Como testimonio de la preocupación de Draghi por adaptar en la mayor medida posible la política monetaria del BCE a las vicisitudes de la economía, su posición sobre la disciplina presupuestaria de los Estados miembros ha variado durante su mandato. En el texto anterior, en 2011, recién llegado al frente de la institución de Fráncfort, ansioso por mantener la credibilidad del BCE y asegurarse el respeto a su mandato, Draghi establece una visión bastante tradicional de la relación entre política monetaria y fiscal.
Rindiendo homenaje al excanciller demócrata cristiano de la RFA Ludwig Ehrard, recuerda así las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), cuyas primeras secciones entraron en vigor en 1998. Draghi pronunció su discurso el 15 de diciembre de 2011. Es decir, seis días después de la apertura oficial de las negociaciones sobre el futuro Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza (TECG), que refuerza la disciplina presupuestaria (tras un período de mayor flexibilidad iniciado en 2005) y que entrará en vigor el 1ero de enero de 2013.
Su mensaje es doble. Por un lado, los países que no respetan las reglas (especialmente desde la crisis de 2008) del PEC deben reducir rápidamente su deuda pública y su déficit. Por otro lado, a través del concepto de fiscal compact, la propia UE debe reafirmar estas normas y permanecer muy atenta a su respeto por parte de los Estados, registrándolas a nivel constitucional o equivalente, a fin de evitar un empeoramiento de la economía europea, lo que haría necesarios complejos ajustes a posteriori. En resumen, una llamada bastante tradicional a la moderación presupuestaria. El propio economista K. Rogoff insistió en la imperiosa necesidad de nombrar un “banquero central conservador” 3
Se suele subestimar el grado en que la petición del BCE en 2011 de este famoso fiscal compact jugó un papel importante en la preparación y firma del TECG y, sobre todo, en qué medida contribuyó a un endurecimiento de la política fiscal que, en gran medida, ha contribuido a la segunda recesión en Europa. También podemos recordar que Draghi jugó un papel importante durante el verano de 2011 en la presión que el BCE ejerció para obligar a Berlusconi a renunciar al poder. De hecho, la famosa carta de Trichet a Berlusconi que eventualmente derrocará su gobierno, está co-firmada por Draghi, todavía gobernador del Banco de Italia, pero que se prepara para asumir su cargo en Frankfurt a finales de año.
“El desempleo en la zona del euro”
Discurso de Mario Draghi, presidente del BCE, Simposio anual de bancos centrales en Jackson Hole, 22 de agosto de 2014
Nadie en la sociedad puede ser indiferente ante una situación de desempleo elevado. Para los que no tienen trabajo, suele ser una tragedia con efectos duraderos en los ingresos de toda una vida. Para los que sí lo tienen, aumenta la inseguridad laboral y socava la cohesión social. Para los Gobiernos, supone un lastre para las finanzas públicas y daña sus perspectivas electorales. El desempleo es un elemento esencial de la dinámica macroeconómica que determina la inflación a corto y a medio plazo, por lo que también afecta a los bancos centrales. De hecho, aun cuando no existen riesgos para la estabilidad de precios, si el desempleo es alto y la cohesión social está en peligro, la presión para que el banco central ofrezca una respuesta aumenta de forma invariable.
[…]
¿Qué conclusiones podemos extraer como responsables de las políticas? La única conclusión que podemos extraer sin temor a equivocarnos es la necesidad de adoptar medidas en ambos lados de la economía: las políticas de demanda agregada deben acompañarse de políticas estructurales a nivel nacional.
[…]
Por tanto, sería útil para la orientación general de la política que la política fiscal pudiera tener mayor relevancia junto con la política monetaria, y considero que existe margen para ello, sin perjuicio de nuestras condiciones específicas iniciales y limitaciones legales. Estas condiciones iniciales incluyen niveles de gasto público y tributación en la zona del euro que, en relación con el PIB, están ya entre los más altos del mundo. Además, trabajamos dentro de una normativa fiscal ―el Pacto de Estabilidad y Crecimiento― que actúa como ancla de la confianza y que sería contraproducente incumplir.
Permítanme destacar cuatro aspectos a este respecto.
En primer lugar, la flexibilidad existente dentro de las reglas podría utilizarse para abordar mejor la débil recuperación y acomodar el coste de las reformas estructurales necesarias.
En segundo lugar, existe margen para una composición de las políticas fiscales más favorable al crecimiento. Para empezar, debería poder reducirse la carga impositiva de manera que no afecte al presupuesto. […]
En tercer lugar, paralelamente, sería útil mantener un debate sobre la orientación general de la política fiscal de la zona del euro. […]
En cuarto lugar, también parecen necesarias medidas complementarias a nivel de la UE que aseguren tanto una posición agregada adecuada como un amplio programa de inversión pública, lo que es coherente con las propuestas del presidente de la Comisión Europea recién nombrado.
En vista del discurso de 2011, es notable observar el cambio de tendencia de 2014 expresado en el texto anterior, en el simposio de Jackson Hola, donde Draghi expone sobre la persistencia del alto desempleo en Europa. En primer lugar, recuerda las políticas de apoyo a la demanda implementadas por el BCE, así como las políticas monetarias no convencionales que conocemos, pero sugiere que esto no será suficiente sin un mayor papel de las políticas presupuestarias nacionales, en ausencia de un presupuesto a nivel europeo. Para ser esquemáticos, para que la política monetaria sea eficaz, es necesario que los presupuestos de los Estados miembros aumenten la demanda dirigida a los bancos y empresas, de manera que estos inviertan y que lleven a los estados al círculo virtuoso del crecimiento. Las políticas estructurales y la política monetaria por sí solas no serán suficientes.
Recordando la importancia del PEC, que garantiza la credibilidad de la zona euro, Draghi insta a los Estados a aprovechar la flexibilidad de las reglas que la constituyen y a recurrir a políticas presupuestarias expansivas para reducir el desempleo y apoyar el crecimiento. No se trata en absoluto de un cuestionamiento del PEC y los acuerdos europeos, ni de una orden dirigida por el BCE a los gobiernos nacionales: es más un llamado a la acción política cuyas esperadas consecuencias serán favorables para los Estados y para la zona euro en sí. Por supuesto, esto alimentó en gran medida las tensiones entre Berlín y Fráncfort en los días siguientes.
Por último, cabe destacar que Draghi, durante la última rueda de prensa que celebró como presidente del BCE el pasado jueves, volvió a pedir estímulo fiscal en los estados de la zona euro.
III – En busca de gobernanza global o, al menos, cooperación
“No hay desarrollo sin ética”
Comentario sobre la encíclica Caritas in Veritate de Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, 9 de julio de 2009
La crisis actual confirma la necesidad de una relación entre ética y economía, muestra la fragilidad de un modelo propenso a los excesos que han llevado a su fracaso. […] Toda decisión económica tiene consecuencias morales. Esto es tanto más cierto en la era de la globalización, que debilita la acción nacional para gobernar la economía y, por lo tanto, socava la utilidad de la distinción académica entre la producción de riqueza y su redistribución por la esfera pública, por razones de justicia.
[…]
La propuesta consiste en confiar la gobernanza de la globalización a una autoridad policéntrica (poliarchiste) compuesta por varios niveles y planes diferentes y coordinados, fundada no solo en las autoridades públicas sino también en elementos de la sociedad civil (los órganos intermediarios entre el Estado y el mercado, en el enfoque original de Pío XI).
[…]
En este contexto, el Papa recuerda la necesidad de una autoridad política mundial, ya mencionada por Juan XXIII, así como, en otras palabras, por Kant hace más de dos siglos. Este es un indicio consistente con la constatación de que, con la globalización, las externalidades se están multiplicando a un ritmo impensable hace solo unas décadas –pensemos en el caso paradigmático del clima– e imponen un horizonte planetario de gobierno.
[…] El desarrollo a largo plazo no es posible sin ética. Esta es una consecuencia fundamental para el economista del “amor en la verdad” (caritas in veritate) de la que habla el Papa en su encíclica.
Mientras era gobernador del Banco de Italia, antes de su llegada al BCE, Mario Draghi se erige, en el texto anterior, en un gran defensor de la cooperación entre estados más que de la guerra abierta entre estos. Al comentar la encíclica Caritas in Veritate del Papa Benedicto XVI, el entonces gobernador del Banco de Italia, educado por los jesuitas, reconoce los desastres provocados por una globalización omnipresente, amoral y en particular financiera, que pone a muchos Estados frente a su impotencia.
Entonces, ¿cómo recuperar el control? Sobre esto, Draghi no es muy preciso. Evoca una “autoridad política mundial”, siguiendo las palabras del Papa en la encíclica. Sin describir dicha autoridad, Draghi se presenta en cualquier caso favorable a la implementación de la gobernanza global entre estados como un medio fundamental para restaurar una dimensión ética a la devastación que puede tener el comportamiento económico –una vez más, el razonamiento parece bastante trivial y poco argumentado–. Lo que es seguro es que podemos ver aquí un esbozo de las futuras reflexiones de Draghi sobre la soberanía, de las que hemos hablado: la globalización también puede quitarles la soberanía, en el sentido de eficacia de la acción, a los Estados que solo sufren las consecuencias.
«Una profunda interdependencia: la economía transatlántica y sus perspectivas»
Discurso del gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi, ASPEN INSTITUTE ITALIA, Roma, 1ero de julio de 2008
Hoy, la construcción de una Europa económica se ha consolidado, el antagonista soviético se ha disuelto, Asia se encuentra en el escenario mundial como coprotagonista, otras zonas geográficas se muestran reclamando atención. La supremacía estadounidense se mantiene, pero dará cabida a una multiplicidad de centros de poder económico.
[…]
Los hechos estilizados (…) esbozan un cuadro heteróclito con el que se se reconoce que los lazos económicos transatlánticos siguen siendo importantes, pero menos que en el pasado, en un mundo globalizado y policéntrico. Sin embargo, en el ámbito de la política económica, siguen constituyendo el centro de gravedad del orden internacional y su carácter esencial se reafirma con fuerza. Estados Unidos y Europa fueron los primeros y principales intérpretes [de las normas de gobernanza económica, nota del editor] tras la Segunda Guerra Mundial. Todavía les corresponde dar ejemplos de buena y fructífera cooperación.
[…]
Es difícil imaginar que los socios transatlánticos no puedan encontrar un compromiso que conduzca a una reducción equilibrada de las barreras arancelarias a las importaciones en Europa y de las subvenciones a los productores nacionales en Estados Unidos.
[…]
El vínculo transatlántico es valioso y debe cultivarse en el terreno político. Pronto surgirán nuevas perspectivas. Los retos actuales, para ser superados, requieren compartir objetivos y ser solidarios en la toma de decisiones. Estados Unidos y Europa, más unidos, son una garantía para la estabilidad mundial.
De manera un poco más concreta que en el texto anterior, Draghi estudia, en su discurso de julio de 2018, la cuestión de la relación entre Estados Unidos y Europa. En el mundo post-bipolar, Estados Unidos y Europa siguen siendo las potencias dominantes, con un gran interés por colaborar. No son tanto los lazos históricos y culturales los que le interesan –aunque los desarrolle en la conferencia en cuestión– como, como buen banquero central, la exigencia de estabilidad macroeconómica: resulta necesario mantener una fuerte cooperación transatlántica para reducir el riesgo macroeconómico mundial y permitir que las potencias económicas prosperen sin demasiadas dudas, en particular fomentando el comercio. Once años después, el discurso de Draghi desentona en el contexto actual de la guerra comercial sino-americano y de las tensiones comerciales entre la Unión y Estados Unidos.
IV – La formación y transmisión de un espacio cultural europeo
“Inauguración de las jornadas de cultura del Banco Central Europeo”
Discurso de Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia, 19 de octubre de 2011
Las Jornadas Culturales del BCE, dedicadas este año a Italia, se inauguran unos días antes de que finalice mi mandato como gobernador del Banco de Italia y comience mi nueva función al frente del BCE.
Este acontecimiento coincide también con el 150º aniversario de la unificación de Italia. En Italia se han realizado muchas iniciativas para rememorar los acontecimientos que han marcado la historia de nuestra nación. Es esencial destacar las raíces socioculturales de Italia, porque un país que ignora su pasado no puede tener futuro. Estoy plenamente convencido de que el fundamento de la identidad común europea debe ser, ante todo, el conocimiento de la historia y las tradiciones de los países que componen la Unión. Las Jornadas Culturales responden a este objetivo, ofreciendo la oportunidad de reflexionar sobre nuestras raíces comunes; son una ocasión para conocer el patrimonio cultural de Europa, apreciar sus fructíferas diferencias, comprender sus similitudes, captar el sentido profundo de nuestra Europa común. La cultura es un factor fundamental para dar vida a la Unión Europea. Fráncfort es la ciudad de Goethe, el hombre universal que, con su “Viaje a Italia” (Italienische Reise), tendió un puente fundamental entre la cultura alemana y la del “país de los limones”, das Land wo die Zitronen bluehen.
Frente a una visión demasiado tecnocrática de la Presidencia del BCE, para Draghi sentarse en Fráncfort implica ante todo sentarse en el corazón de un espacio cultural europeo con una inmensa historia y que se caracteriza por una verdadera identidad. Antes de dejar su puesto en el Banco de Italia para asumir sus responsabilidades en el BCE, Draghi se complace en anunciar la apertura de las Jornadas Culturales del BCE dedicadas a Italia en 2012. A través del ejemplo italiano, Draghi subraya un movimiento en tres etapas: todo ciudadano de un Estado europeo debe conocer la historia de su país, interesarse por la historia y las culturas de otros Estados europeos y, por último, tomar conciencia de la existencia de un patrimonio europeo común, que constituye la base de una identidad compartida. Por ello, Draghi es partidario de la idea, a veces controvertida, de una civilización europea, que surge principalmente de las transferencias entre Estados y que constituye el “suplemento de alma” bergsoniano de una Unión a la que se considera demasiado tecnocrática.
«Por un espacio público europeo»
Discurso de Mario Draghi, presidente del BCE, con motivo de la presentación del premio M100 Media Award 2012, Potsdam, 6 de septiembre de 2012
La zona euro es una unión de Estados nacionales con fuertes tradiciones y preferencias nacionales. Aunque ha habido un consenso suficiente para compartir una moneda, las políticas económicas y financieras se han mantenido en gran medida organizadas a nivel nacional. La crisis mundial ha dejado al descubierto las vulnerabilidades de este acuerdo.
[…]
Nuestra visión de la UEM se basa en cuatro pilares: unión fiscal, unión financiera, unión económica y unión política. Pero hoy me gustaría centrarme brevemente en el cuarto pilar, la unión política. Este pilar es esencial para implicar más a los ciudadanos de la zona euro y legitimar los otros tres pilares.
[…]
Hay que hacer más para que se escuche la voz de los ciudadanos europeos. Necesitamos lo que se conoce en Alemania como Teilhabe demokratisch.
Y aquí es donde los necesitamos. Me gustaría pedirles a todos ustedes –periodistas y editores, pero también responsables políticos y académicos– que contribuyan al desarrollo de un auténtico espacio público europeo, eine europäische Öffentlichkeit.
[…]
La mayoría de los europeos estamos expuestos principalmente a nuestros medios de comunicación nacionales en nuestras lenguas nacionales. Pero esto ya no describe la realidad. Lo que ocurre en otros Estados miembros es importante para todos nosotros.
[…]
Pero también hay un lado positivo en la medida en que [un espacio público europeo, nota del editor] lleva a los ciudadanos de la zona euro a desarrollar un sentido común de pertenencia y a preocuparse por las decisiones tomadas en otras regiones.
Una forma de reforzar esta tendencia sería intercambiando más medios de comunicación entre países.
Más allá del espacio cultural, se trata también de manera más general de un espacio público: ¿cómo podrían los ciudadanos europeos conocer otros Estados europeos si sólo disponen de información nacional? En el último texto, dirigido principalmente a periodistas y personalidades de los medios de comunicación al momento de la ceremonia del Premio M100, Draghi hace un llamamiento para que la difusión de la información, todavía muy compartimentada, trascienda las fronteras nacionales.
Dado que las consecuencias de las acciones de unos Estados se imponen generalmente a los otros –aquí se encuentran las reflexiones sobre la distinción entre independencia y soberanía–, es absurdo que los ciudadanos de los Estados europeos sólo conozcan lo que ocurre en casa. Por lo tanto, es necesario, según Draghi, formar un verdadero espacio público europeo que sea multilingüe, que facilite las transferencias entre Estados y que permita desarrollar, quizás, una mayor interacción por parte de los ciudadanos nacionales con lo que ocurre más allá de sus fronteras.