Rara vez somos conscientes de que asistimos a un momento que cambiará el curso de la historia: los propios protagonistas a menudo no son conscientes de ello. Hoy asistimos a uno de esos acontecimientos. La mayoría de las personas —incluidos los protagonistas de este cambio— no tienen ni idea de lo que están haciendo. No son conscientes, como por un truco de la razón, de que están sirviendo de instrumento en una dinámica histórica fundamental.
El 20 de enero de 2025 pasará a la historia como una fecha simbólica: la del fin de la globalización neoliberal.
Sus dos componentes fundamentales ya desaparecieron: el globalismo se ha transformado en nacionalismo; el neoliberalismo ya sólo se aplica a la esfera económica.
Sus componentes sociales —igualdad étnica y de género, libre circulación de trabajadores, multiculturalismo— han muerto. Sólo quedan los impuestos bajos, la desregulación y el culto al beneficio.
La visión del mundo de Donald Trump podría resumirse en una serie de puntos: beneficios, neomercantilismo, nacionalismo estadounidense en una compleja relación con el imperialismo. Cada uno de estos elementos individuales puede definirse fácilmente. Ninguno de ellos es nuevo ni desconocido. Sin embargo, como suele ocurrir en los grandes puntos de inflexión, sólo cuando se juntan estas visiones del mundo se define una nueva ideología.
Por razones que probablemente tienen más que ver con la vanidad que con la ideología, Trump decidió desafiar a la globalización neoliberal; probablemente no esperaba tener éxito.
Branko Milanovic
Aún no conocemos su nombre. Lo que sí sabemos es que representa una ruptura con la ideología que reina desde los años ochenta, y desde luego desde principios de los noventa, hasta nuestros días.
El propio Trump se ha beneficiado muchísimo de la globalización neoliberal. En virtud de sus intereses, su edad y su nacionalidad, ha participado plenamente en ella y se ha beneficiado enormemente de ella. Pero, por razones que probablemente tienen más que ver con la vanidad que con la ideología, decidió desafiarla; probablemente no esperaba tener éxito.
Y, sin embargo, ocho años después de su primera victoria presidencial, totalmente inesperada, y tras cuatro años en el desierto, asediado por demandas, la presión hostil de los medios de comunicación, dos intentos de asesinato, interminables revelaciones de best-sellers, jueces, investigaciones, falsos amigos, «golden showers» y acusaciones de traición, aquí está de nuevo en la Casa Blanca con 77 millones de votos, una victoria por el voto popular y el Colegio Electoral.
Nadie, ni siquiera él mismo, sabe adónde llevará a Estados Unidos, a Occidente y al mundo esta amalgama de ideas que ha desarrollado. Dentro de unos años, puede que se revele su lógica. Elon Musk es el mejor ejemplo de ello. Está llamando a la creación de una élite global que esté ideológica, emocional y psicológicamente desvinculada del nacionalismo, pero que lo utilice con fines políticos para apaciguar a las clases inferiores.
Este movimiento puede describirse como «cesarismo globalizado»: el sistema que Trump y Musk están construyendo pretende ser para las clases bajas, recoge sus votos, paga las facturas de sus tarjetas de crédito, pero les da trabajos mal pagados y los ignora como participantes activos en la política, salvo cada cuatro años.
Trump y Musk están haciendo lo mismo que los demócratas y republicanos tradicionales, pero como su cinismo es de un nuevo tipo, es menos obvio, menos mal visto y más crudo.
El sistema que Trump y Musk están construyendo puede describirse como «cesarismo globalizado».
Branko Milanovic
Con su aparente espontaneidad y frescura, rompe con la ideología que reinó durante cuarenta años: la del reinado fibroso de plutócratas que se hacían pasar por luchadores contra la pobreza.
El neoliberalismo no era una ideología impregnada de sangre y tierra, pero mató a mucha gente.
Deja tras de sí un rastro de mentiras y deshonestidad.
Pocas veces una ideología ha sido tan engañosa: pedía igualdad al tiempo que generaba un aumento de la desigualdad sin precedentes históricos; pedía democracia al tiempo que sembraba la anarquía, la discordia y el caos; arremetía contra las clases dominantes al tiempo que creaba una nueva aristocracia de la riqueza y el poder; pedía reglas al tiempo que las rompía todas; financiaba un sistema de mandarines estrafalarios que intentaban erigir medias mentiras en verdades.
Termina hoy, 20 de enero de 2025.