Las encuestas son el alfa y el omega de las campañas electorales estadounidenses. Determinan quién tiene legitimidad suficiente para lanzar y apoyar una campaña y también desempeñan un papel importante en su capacidad para atraer donaciones. Son sobre todo las donaciones las que financian las organizaciones creadas en torno a los candidatos y, por tanto, su capacidad para llegar a un público amplio.

  • Fue unos años después de que se le atribuyera una cuarta parte de las intenciones de voto para las primarias del Partido Republicano de 2012 (por delante de Mitt Romney y Newt Gingrich) cuando Trump decidió finalmente lanzar su carrera política, algo que llevaba considerando desde finales de los años ochenta.1
  • Cuando aún era la estrella de su reality show televisivo The Apprentice, fue el productor del programa, Mark Burnett, quien disuadió a Trump de comprometerse con una campaña.2 Unos meses antes, el expresidente había publicado su primer libro político, Time to Get Tough, en el que criticaba duramente el primer mandato de Barack Obama.

Por el momento, los sondeos no muestran ningún impulso claro en la campaña, a pesar de la ligera convergencia de las dos curvas visible en los últimos días. La intención de voto media de Kamala Harris es sólo 0.8 puntos inferior a su máximo del 1 de octubre, y Trump lleva rondando entre el 46% y el 47% desde finales de verano. El domingo 27 de octubre se situaba en el 47.4%, según el agregador del analista electoral Nate Silver.

Según el historiador de Princeton, David Bell, la mala calidad de las encuestas en las dos últimas elecciones (que subestimaron a Trump) también plantea dudas sobre su fiabilidad para este nuevo ciclo.

  • Los republicanos, galvanizados por el aumento de la probabilidad de victoria de Trump en las plataformas de predicción (la más conocida es Polymarket), confían en la capacidad de su candidato para ganar en los estados indecisos.3
  • En lo que se espera que sea el último gran acto de su campaña, anteayer, domingo 27, Trump ofreció una tribuna a decenas de sus amigos íntimos de la constelación MAGA.
  • Entre ellos, el amigo de la infancia de Trump, David Rem, que llamó a Kamala Harris «el anticristo», y el presentador de radio Sid Rosenberg, que llamó a la exsecretaria de Estado y candidata presidencial demócrata Hillary Clinton «sick son of a bitch».

Por otro lado, los demócratas sienten que están perdiendo terreno y temen que muchos votantes demócratas históricos (sobre todo hispanos y afroamericanos) cambien de bando el 5 de noviembre. Además de las cifras y las encuestas internas de las que disponen, también hay un factor cultural propio de cada partido: los demócratas, sacudidos por el rendimiento excesivo de Trump en los dos últimos ciclos, son más proclives a preocuparse por las señales débiles que los republicanos.

Notas al pie
  1. The GOP’s front-runner is…Donald Trump ?, Public Policy Polling, 14 de abril de 2011.
  2. Ramin Setoodeh, Apprentice in Wonderland. How Donald Trump and Mark Burnett Took America Through the Looking Glass, Harper Collins, Nueva York, 2024.
  3. Franco Ordoñez, «Republican pollsters in key swing states say they’re confident of Trump’s chances», NPR, 26 de octubre de 2024.