Julian Jackson, De Gaulle, une certaine idée de la France, Paris, Éditions du Seuil, 2019
Este libro ha sido un gran éxito a nivel de público y de crítica, salvo para algunos que lamentaban que la biografía del «gran hombre» estuviera escrita por un «anglosajón» –prueba de que la gramática gaulliana conserva cierto vigor–.
En esta biografía clásica, Julian Jackson se propone recorrer el itinerario de Charles de Gaulle, tratando con gran sutileza de rastrear el sentido de las posibilidades que le habitó en cada momento de su vida. De este modo, evita caer en la teleología gaullista que ha marcado durante mucho tiempo la opinión francesa. En conjunto, este libro es brillante, pero algunos pasajes son particularmente sorprendentes.
Los años de su juventud y de su formación dan lugar a desarrollos fascinantes: la importancia de Jacques Bainville en la educación intelectual de Charles de Gaulle es notable. En términos más generales, lejos de naturalizar el gaullismo, Jackson se esfuerza por dar cuenta de las hábiles maniobras del general de Gaulle tras su entrada en la escena política nacional. En resumen, aparte de los últimos años de su mandato presidencial, que se tratan de forma más bien breve, se trata de un libro fascinante.
Charles de Gaulle, L’appel du 18 juin, édité par Jean-Louis Crémieux-Brilhac, Paris, Armand Colin, 2010
Aunque casi nadie lo oyó el día en que de Gaulle lo pronunció, es este discurso radiofónico el que poco a poco se elevó a la categoría de mito personal y nacional.
Jean-Louis Crémieux Brilhac, que se unió a la Francia Libre, donde fue secretario del Comité de Propaganda, antes de convertirse en uno de sus primeros historiadores, comenta este importante texto y otros documentos: borradores de discursos rechazados por el gobierno británico; discursos pronunciados realmente; y también los discursos del mariscal Pétain en junio de 1940. Esta lectura ofrece una visión cercana de las enormes limitaciones a las que tuvo que hacer frente de Gaulle, al tiempo que revela sus vacilaciones y elecciones retóricas, así como su universo de referencias.
Jean-François Muracciole, Les Français libres, l’autre Résistance, Paris, Tallandier, 2009
El relato más difundido sobre la lucha francesa contra la Alemania nazi suele estructurarse en torno a dos polos: por un lado, la Resistencia interior, cuyo imaginario desempeñó un papel primordial en la reconstrucción moral y política de Francia tras la Segunda Guerra Mundial; por otro, el General de Gaulle, cuya silueta ensombrece un tanto a todos aquellos que, fuera de la Francia metropolitana y por invitación suya, continuaron la lucha. En este magnífico estudio, y por primera vez, Jean-François Muracciole ha intentado comprender sistemáticamente quiénes eran esos Franceses Libres: sus orígenes sociales y culturales, las razones de su compromiso y su vida cotidiana durante el conflicto.
Este retrato se completa con una sección final que describe el modo en que los Franceses Libres invirtieron su memoria en la posguerra. Basándose en abundantes fuentes y en riquísimos análisis cuantitativos, Muracciole ha escrito un libro vivo, que evoca con gran sutileza los diferentes niveles de la Francia Libre, desde las opciones individuales hasta las orientaciones colectivas.
Grey Anderson, La guerre civile en France, 1958-1962. Du coup d’État gaulliste à la fin de l’OAS, Paris, La Fabrique, 2018
Fruto de una tesis doctoral defendida en la Universidad de Princeton, este libro se propone poner de relieve la imbricación del conflicto argelino y el nacimiento de la V República, destacando cómo el primero influyó en la creación, constitución y desarrollo inicial del régimen, mientras que la principal preocupación del segundo fue zanjar una guerra que distaba mucho de limitarse únicamente a los departamentos argelinos.
Si los términos del título son (deliberadamente) chocantes para el gran público, acostumbrado a ver en el Charles de Gaulle de 1958 una nueva encarnación del salvador que ya había aparecido en 1940, lo son mucho menos para los historiadores que, desde hace varias décadas, reevalúan el papel de los allegados del General en las tensiones crecientes que desembocaron en la crisis de mayo de 1958 y, por consiguiente, en su destitución. En realidad, el libro es mucho menos divisivo de lo que su título podría sugerir: con sutileza y meticulosidad, Grey Anderson describe la compleja maquinaria que vio cómo una guerra colonial llegaba gradualmente a la Francia metropolitana, transformándola profundamente.
En todos los niveles del poder político y militar, señala hasta qué punto el doble trauma de 1940 y de la guerra de Indochina pesó en las decisiones que sacudieron a la Francia en crisis hasta los Acuerdos de Evian. Por último, describe el surgimiento de las instituciones de la Quinta República, entre la adaptación a las circunstancias y el rechazo del parlamentarismo, sin duda uno de los legados más perdurables de Charles de Gaulle. Aunque el libro recibió cierta atención cuando se publicó, es lamentable que no haya tenido un mayor impacto en la forma en que los franceses ven su régimen y a su fundador, hasta el punto de poner en tela de juicio el carácter de necesidad que a menudo se asocia a la Quinta República.
Patrick Samuel, Michel Debré. L’architecte du Général, édition revue et augmentée, Paris, Perrin, 2022 (1999)
Esta biografía se lee a menudo como un peán, más raramente como una elegía, del gaullismo. Como él mismo reconoce, Patrick Samuel no es un historiador de formación, y desde el principio muestra una auténtica simpatía por su tema, al que compara con Catón y describe como «el viejo guardián del sepulcro gaullista».
En realidad, sólo por estas razones, este libro se lee como una fuente –un valioso documento sobre la larga memoria del gaullismo, construido poco a poco en una epopeya en la que la figura abrumadora del General de Gaulle está sin embargo rodeada de otros héroes, entre los que Michel Debré ocupa su lugar–. Escrita poco después de la muerte de este último, y reeditada en su versión actual, esta biografía es también una sólida introducción a la obra política y constitucional de Michel Debré.
Aunque las simpatías gaullistas del autor –es un eufemismo– le impiden captar algunos de los aspectos más complejos de la fundación de la V República y de su primera década, el libro es, no obstante, rico en información, que debería completarse con otras lecturas.
Maurice Vaïsse, La grandeur : politique étrangère du général de Gaulle, Paris, CNRS Éditions, 2013 (1997)
La «cierta idea de Francia» que abre las Mémoires de guerre está en el centro del proyecto gaullista, desde 1940 hasta su dimisión en 1969. Pero nos falta saber qué abarca, sobre todo porque una de las características políticas y diplomáticas de Charles de Gaulle era, contrariamente a las apariencias, su gran plasticidad. En esta obra esencial, Maurice Vaïsse se propone describir la política exterior de Charles de Gaulle entre 1958 y 1969. Marcada por el rechazo a la Cuarta República, caricaturizada, durante su existencia y tras su caída, como un régimen débil, se basó en un cierto número de ejes que resonaban en un contexto internacional transformado: a finales de los años 1950, la Guerra Fría se caracterizaba por una confrontación menos intensa que a principios de la década, mientras que casi todo lo que quedaba del imperio colonial francés desapareció durante los cuatro primeros años de la presidencia de de Gaulle. Como señala Georges-Henri Soutou en La Guerre froide de la France (Tallandier, 2018), de Gaulle aprovechó la extraordinaria posición que Francia había adquirido durante este periodo para establecer su política de «grandeza».
Ésta se basaba en una serie de principios – la independencia, el equilibrio y la paz– que llevaron a Francia a tomar decisiones muy particulares, desde sus relaciones, a menudo tormentosas, con los «anglosajones» (de Estados Unidos a Canadá pasando por Gran Bretaña) hasta sus acercamientos al mundo comunista (de China a la Rumanía de Ceaușescu). Con gran sutileza, Maurice Vaïsse subraya cómo esta política se fue poniendo en práctica gradualmente: aunque de Gaulle se vio impedido por una sucesión de crisis internas durante sus primeros cuatro años de mandato, nunca dejó de reiterar los principios de esta diplomacia de la grandeza; los años siguientes, al menos hasta 1968, se dedicaron a ponerla en práctica –esta fue la «fase operativa»–. Desde este punto de vista, el viaje del General a Quebec en 1967 marcó el apogeo –y el último gran acontecimiento– de las actividades internacionales de Gaull. Queda por ver qué legado dejó en Francia, más allá de la retórica transparente sobre la singularidad de Francia o su papel especial en el mundo: el ideal de la «gran nación» encaja muy bien con el gaullismo… y viceversa.
François Audigier, Histoire du SAC. Les gaullistes de choc 1958-1969, Paris, Perrin, 2021
El asesinato del juez Renaud en 1975; el «suicidio» de Robert Boulin en 1978; la masacre de Auriol en 1981… todos esos sucesos han dejado su huella en la crónica política y judicial de Francia.
Todos ellos tienen en común el haber sido atribuidos –con o sin razón– al Service d’action civique (SAC), una organización compuesta principalmente por antiguos combatientes de la Resistencia que se habían unido a la Agrupación del Pueblo Francés bajo la IV República, y que se encargó de la seguridad de los sucesivos movimientos gaullistas. François Audigier lleva más de dos décadas trabajando sobre un movimiento central del sistema político gaullista: tras un primer libro escrito en 2003, ha publicado un segundo que describe minuciosamente la historia, la sociología y los mitos estructurantes del SAC. El objetivo es disipar la leyenda negra y conocer mejor una organización clave en la evolución de las prácticas militantes de la derecha.
Basándose en nuevas investigaciones sobre la violencia política en Francia, muestra cómo el SAC se basa en una lealtad total a la figura del General, que es verdaderamente sagrada, y destaca cómo el movimiento se endureció a partir de 1967, cuando las elecciones legislativas amenazaron la hegemonía gaullista. Confundiendo cada vez más el régimen con su fundador, el SAC redescubrió la violencia que había sido su seña de identidad durante la guerra de Argelia, reminiscencia de la que animaba a algunos militantes de la Agrupación del Pueblo Francés cuando el anticomunismo hacía estragos a principios de los años 1950.
Como continuación de Les Prétoriens du Général (Presses universitaires de Rennes, 2018), que abordaba la cuestión de la violencia política y el gaullismo bajo la IV República, Histoire du SAC es un libro indispensable en la historiografía de la V República.
Riccardo Brizzi, L’uomo dello schermo : De Gaulle e i media, Bologna, Il Mulino, 2010
La fotografía más famosa de Charles de Gaulle le muestra delante de un micrófono de la BBC leyendo un discurso. Tomada en octubre de 1941, ilustra casi siempre el pasaje de los manuales de historia que hace referencia al 18 de junio. De hecho, esa imagen tiene una carga simbólica tanto mayor cuanto que recuerda que, hasta la Liberación, Charles de Gaulle fue ante todo la voz de la mayoría de los franceses. Hasta su dimisión, los medios de comunicación –radio, prensa y, con el tiempo, televisión– desempeñaron un papel importante en la construcción de su imagen pública, aunque no sin dificultades.
Riccardo Brizzi, el mayor especialista italiano del gaullismo, ha dedicado un largo estudio a la relación del General con los medios de comunicación. A partir de un repaso de las convulsiones mediáticas de la Cuarta República, destaca la difícil relación de De Gaulle con la prensa, en particular durante los doce años transcurridos entre su dimisión en enero de 1946 y su vuelta al poder en mayo de 1958.
Un análisis de la Constitución de la Quinta República, que crea un «Presidente que gobierna», ayuda a explicar el nacimiento de la «telecracia» gaullista. Paradójicamente, a pesar del enorme control del que gozó el aparato del Estado sobre este nuevo medio durante este periodo, de Gaulle nunca se sintió muy cómodo con una herramienta que subrayaba su creciente desconexión con la sociedad francesa.
Este desencanto entre el Presidente y la televisión alcanzó su punto álgido en mayo de 1968, hasta el punto de que su discurso del día 30 fue retransmitido por radio: en un momento en que su poder parecía tambalearse, volvía así a la herramienta que le había permitido imponerse en la escena política nacional e internacional. Charles de Gaulle conocía su mitología mejor que nadie.
Benjamin Stora, Le mystère de Gaulle. Son choix pour l’Algérie, Paris, Robert Laffont, 2009
Este libro es ante todo la historia de un discurso. El 16 de septiembre de 1959, en un discurso por radio y televisión, Charles de Gaulle, Presidente de la República desde enero, se pronunció a favor de la autodeterminación de Argelia. Este anuncio marcó un giro oficial en su política hacia Argelia, a pesar de que en parte había sido llevado al poder por los activistas más radicales de la Argelia francesa.
Como señala Benjamin Stora en su introducción, las razones de este discurso nunca han dejado de debatirse. Del mismo modo, durante varias décadas, observadores, periodistas, activistas políticos y algunos historiadores han tratado de establecer las opiniones de Charles de Gaulle sobre Argelia. ¿Fueron constantes o, por el contrario, evolucionaron según las circunstancias? ¿Hizo el General un «doble juego» para ganar tiempo?
Con un enfoque explícitamente personal del conflicto, Benjamin Stora aborda este complejo tema: tras un primer capítulo dedicado íntegramente al discurso del 16 de septiembre, combina una lectura de la sociedad francesa de 1959 –en plena mutación– con un análisis más amplio de la situación en Argelia. El libro concluye con las reacciones a este discurso en la Francia metropolitana, entre los europeos argelinos y en el seno del FLN.
Frédéric Turpin, Jacques Foccart. Dans l’ombre du pouvoir, Paris, CNRS Editions, 2015
Mientras que el SAC es a veces retratado como una especie de orden negra del gaullismo, Jacques Foccart es siempre descrito como su alma maldita. El mito es central en la investigación de Frédéric Turpin sobre Foccart.
Jacques Foccart, antiguo miembro de la Resistencia que llegó a ser Secretario General de la Agrupación del Pueblo Francés y se unió a Matignon y luego al Elíseo en la estela del general de Gaulle, es rápidamente retratado como un malvado consejero en la sombra. Al principio fue así en los círculos de la «Argelia francesa», ya que fue uno de los organizadores de la lucha contra la OAS. Pero este mito fue adquiriendo importancia a medida que su proximidad al Jefe del Estado llamaba la atención de los observadores: mientras construía su propia prefectura en las antiguas colonias africanas, Jacques Foccart, cuya capacidad de trabajo y eficacia eran muy apreciadas por de Gaulle, era uno de los principales contactos de este último, acompañándole desde mayo de 1958 hasta la primavera de 1969.
Consejero de Georges Pompidou y luego dos veces de Jacques Chirac, Foccart personificó la Françafrique, los trucos sucios y los abusos de la V República. Su leyenda negra dice algo de la desconfianza que despierta un régimen en el que los poderes que conserva el ejecutivo son colosales, sobre todo si se comparan con la Tercera y la Cuarta Repúblicas. La capacidad de Foccart para jugar con su propio mito y su supuesta cercanía a de Gaulle y sus sucesores es también una forma de reflexionar sobre el poder de los asesores, que depende mucho más de lo que se supone que de lo que se sabe.
La fuerza de esta biografía reside en desentrañar la carrera de Jacques Foccart de las múltiples formas en que se ha utilizado su mito. El libro cuenta también la historia de las relaciones de los cinco primeros Presidentes de la V República con las antiguas colonias francesas y –en el caso de Nueva Caledonia– con esas «migajas del Imperio» que dan pie a todo tipo de fantasías postimperiales.
Boris Johnson soñaba con una «Gran Bretaña Global», y este libro relata las fantasías postimperiales de quienes pretendían construir una «Francia Global».
Jean Guisnel y Bruno Tertrais, Le Président et la Bombe. Jupiter à l’Élysée, Paris, Odile Jacob, 2016
El 13 de febrero de 1960, Francia realizó con éxito su primera prueba nuclear en el Sáhara argelino, uniéndose a los otros tres países que hasta entonces habían logrado dotarse de armas nucleares (Estados Unidos, la URSS y el Reino Unido) y dándose una nueva estatura geopolítica.
En este trabajo de referencia, Jean Guisnel y Bruno Tertrais no se limitan al mandato del General de Gaulle, sino que abarcan todos los mandatos presidenciales desde 1960 para captar los diferentes enfoques sobre las armas nucleares que han marcado la Quinta República. No obstante, los primeros capítulos son fascinantes, ya que permiten comprender lo que cambió en 1958 cuando de Gaulle volvió al poder. Aunque existía un verdadero elemento de continuidad entre la Cuarta y la Quinta República, ya que ambos regímenes deseaban dotar a Francia de esta arma, de Gaulle introdujo una verdadera ruptura con el pasado: la disuasión sería incompleta sin la independencia total de Francia. Mientras que los dirigentes de la Cuarta República deseaban integrar la bomba francesa en la gran Alianza Atlántica, colaborando al mismo tiempo con Alemania e Italia, la política nuclear militar cambió drásticamente a partir de 1958.
Por un lado, se trataba de hacer fracasar la doctrina de la respuesta graduada, que habría limitado el enfrentamiento entre soviéticos y estadounidenses al territorio europeo. En segundo lugar, de Gaulle quería cambiar el equilibrio de poder dentro del bloque occidental, en línea con la dinámica de su diplomacia. El resto del libro, igualmente fascinante, ofrece una visión de lo que ha sobrevivido de estos elementos de doctrina a lo largo de la Quinta República, planteando una vez más la cuestión del legado gaulliano.
Ludivine Bantigny, 1968. De grands soirs en petits matins, Paris, Éditions du Seuil, 2018
Es imposible repasar la historiografía y la memoria del gaullismo sin volver al momento de 1968, demasiado a menudo limitado al mes de mayo. De hecho, el Presidente de la República no es una figura central en la magistral obra de Ludivine Bantigny sobre las luchas que barrieron Francia diez años después de la caída de la Cuarta República y el advenimiento de la Quinta.
La historia arroja una luz diferente sobre los años «críticos» que siguieron al final de la guerra de Argelia, poniendo de relieve los límites de la prosperidad de la que se suele alardear cuando se mencionan los años 1960. También cuestiona la tradicional tripartición utilizada al relatar los acontecimientos: «primero, los estudiantes; después, los obreros; por último, las autoridades y el Elíseo» (p. 45).
Ludivine Bantigny se esfuerza por dar cuenta de todas las corrientes, encuentros y oposiciones que recorrieron Francia en 1968, pero menciona la reacción de las autoridades y de los partidos de derecha en la segunda parte –a pesar de que el libro consta de cuatro partes–, como para subrayar que la «vuelta al orden» tras la manifestación del 30 de mayo de 1968 fue en gran medida ficticia.
El capítulo 7, dedicado a las oposiciones a la protesta, es muy interesante en este sentido, ya que describe las vacilaciones de los distintos grupos de extrema derecha, que no habían perdonado ni la condena del mariscal Pétain ni la independencia de Argelia, ante una situación insurreccional que amenazaba al régimen denostado pero que corría el riesgo de llevar al poder a la extrema izquierda.
Michel Debré, Pierre Mendès-France, Le Grand Débat : la transcription d’un débat historique entre Michel Debré et Pierre Mendès France, Paris, Les éditions de l’histoire, 2022
La anécdota se repite en cada elección presidencial: el primer debate entre dos candidatos tuvo lugar en 1974, cuando François Mitterrand y Valéry Giscard d’Estaing se enfrentaron entre las dos vueltas. Este cara a cara, que marcó el nacimiento de un auténtico mito mediático en la V República, se inspiró al parecer en las prácticas estadounidenses.
Sin embargo, poco menos de diez años antes, las elecciones presidenciales de 1965 –las primeras que se celebraron por sufragio universal– habían dado lugar a otro tipo de debate: en tres ocasiones, Michel Debré y Pierre Mendès-France se enfrentaron en la radio.
Entre el antiguo Primer Ministro del General de Gaulle y uno de los hombres fuertes de la Cuarta República, discutieron sobre la forma del régimen y, más en general, sobre las instituciones que el país deseaba. Este apasionante intercambio, testimonio de una forma anterior de debate político y mediático, ha sido transcrito íntegramente y publicado recientemente por Éditions de l’histoire.
Arnaud Teyssier, Philippe Séguin, Paris, Perrin, 2017
¿Cómo se puede ser gaullista si se nació en 1943 y se entró en política a mediados de los años 1970?
Esta es una de las preguntas que recorre la larga biografía de Arnaud Teyssier sobre el gaullista social más famoso, Philippe Séguin.
En este libro rico y bien informado, relata una cierta historia de la V República y del gaullismo, en un momento en que el movimiento estaba atrapado entre sus raíces sociales en la derecha, los cambios en el contexto internacional –de la integración europea al hundimiento del bloque soviético– y las luchas, a menudo terribles, libradas por quienes reivindicaban el legado del General de Gaulle.
En resumen, Arnaud Teyssier cuenta la historia del gaullismo después de 1970, a través del prisma de una de sus figuras más respetadas.
Maurice Agulhon, De Gaulle. Histoire, symbole, mythe, Paris, Plon, 2000
Según confesión propia, Maurice Agulhon, republicano de izquierdas, había mantenido una relación marcada por la desconfianza con respecto a la acción y la memoria de Charles de Gaulle: la necesaria excepción a la norma representada por el 18 de junio le parecía haberse convertido en regla en su práctica política tras la Segunda Guerra Mundial. En resumen, durante mucho tiempo Agulhon mantuvo las distancias con el fundador de la V República.
Dos acontecimientos distintos le llevaron finalmente a adentrarse en este territorio de la memoria de la Francia del siglo XX: su editor eligió ilustrar la portada de su síntesis La République: de Jules Ferry à François Mitterrand, 1880 à nos jours (Hachette, 1997) con una foto de De Gaulle, lo que fue criticado por algunos de sus allegados; durante un viaje a Champaña, pasó por Colombey-les-Deux-Églises, que le causó una fuerte impresión.
Este encuentro póstumo con el fundador de la V República constituye el punto de partida de este apasionante ensayo: además de reflexionar sobre el lugar que ocupa de Gaulle en las mitologías francesas, ya sean nacionales o republicanas, intenta captar el pensamiento necesariamente evolutivo de De Gaulle sobre la Revolución y la República. Esta es sin duda la parte más rica y estimulante del libro, sobre todo porque muestra dónde se sitúan las rupturas entre el gaullismo y las demás corrientes que han organizado la derecha francesa desde la Segunda Guerra Mundial.
Sudhir Hazareesingh, Le mythe gaullien, Paris, Gallimard, 2010
Especialista en el uso de la historia y la memoria en la política y los medios de comunicación franceses, Sudhir Hazareesingh aborda uno de los mitos más abrumadores –si no el mito– de la Francia contemporánea.
Al igual que Maurice Agulhon, su punto de partida es un encuentro fortuito con la leyenda gaullista: el homenaje rendido a Maurice Druon en 2009, durante el cual se interpretó el Chant des partisans. La fuerza de esta ceremonia le llevó a interrogarse sobre el papel desempeñado por el mito gaullista en la Francia contemporánea, como figura paterna y salvadora a la vez. Cinco años después de la publicación de un libro sobre La Légende de Napoléon (Tallandier, 2005), también compara la mitología del fundador de la V República con la leyenda napoleónica: el objetivo es comprender cómo se inventó un mito político de esta envergadura en la segunda mitad del siglo XX, en un planteamiento que recuerda al de Ernst Cassirer cincuenta años antes. En este caso, la figura del General de Gaulle es un pretexto para examinar las reconfiguraciones contemporáneas del mito republicano, midiendo al mismo tiempo su relación con su historia desde finales del siglo XVIII.
André Malraux, Les chênes qu’on abat, Paris, Gallimard, 1971 et Alain Peyrefitte, C’était De Gaulle, Paris, Éditions de Fallois – Fayard, 1994-2000
Esta selección habría estado incompleta si no hubiera incluido algunos de los textos publicados por antiguos compañeros o amigos íntimos del General.
Por turnos apologéticos, elegíacos y heroicos, estos trabajos constituyen un subgénero por derecho propio, con una doble función: por un lado, se trata de añadir la propia contribución –si cabe, la más importante– al edificio de la leyenda gala; por otro, se trata de recordar, con sutileza, que uno desempeñó un papel en esta epopeya francesa (¿la última?). Malraux y Peyreffite fueron decisivos en la creación de este monumento de papel a la memoria de Charles de Gaulle: mientras que Malraux eligió el mecenazgo hugoliano para evocar su última conversación –en gran parte imaginaria– con el General, Peyreffite fue un recopilador, esbozando las palabras y anécdotas que había recogido durante sus años de gobierno.
Cincuenta y tres años después de la muerte del primer Presidente de la V República, siguen siendo un punto de referencia para todos los autoproclamados gaullistas, que recurren a ellos para su nostalgia. Leerlos es captar algo de un imaginario que sigue activo en el ámbito político y mediático.