Ocho figuras, ocho formas, ocho macro-crisis marcarán el año que viene: «El viejo mundo se muere, el nuevo mundo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos». Estas figuras son inquietantes, a veces totalmente desconcertantes. En lugar de apartar la mirada, te invitamos a descubrirlas a través de las investigaciones y los retratos que publicaremos hasta Navidad. Cada día, una casilla del calendario para abrir. Para apoyarnos, regala el Grand Continent
El Adviento del interregno 7/9
Erik Prince, antiguo Navy SEAL convertido en uno de los principales empresarios militares del mundo, encarna la fusión neorreaccionaria entre los antiguos y los nuevos regímenes, una continuidad sin precedentes entre la violencia privatizada, el imperialismo trumpista y las redes político-industriales estadounidenses.
Procedente de una familia republicana acomodada, es hermano de Betsy DeVos, secretaria de Educación durante el primer mandato de Trump. Lleva mucho tiempo integrado en el ecosistema MAGA y está estrechamente vinculado a Steve Bannon, a quien apoyó públicamente durante su encarcelamiento por su participación en los acontecimientos del 6 de enero, al igual que apoyó a la actual directora de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, Tulsi Gabbard, durante su confirmación en el Senado.
Fundador de la empresa mercenaria Blackwater, cuyos empleados implicados en la masacre de la plaza Nisour en Irak fueron indultados por Donald Trump, Prince goza de una relación especial con el Estado estadounidense y de una impunidad asociada a la privatización imperial de la guerra.
Actualmente se le considera presente en Afganistán, Ucrania, Libia, la República Democrática del Congo, Ecuador y, sobre todo, en Venezuela, país al que describe habitualmente como maduro para un cambio de régimen.
El sombrero imperial y la Compañía de las Indias: Bring Back Colonialism
1 — «Si tantos países del mundo son incapaces de gobernarse a sí mismos, es hora de que nos pongamos nuestro sombrero imperial y digamos: ‘Vamos a gobernar estos países… porque ya basta, estamos hartos de que nos invadan’» 1.
Estas palabras, pronunciadas el 6 de febrero en su podcast Off Leash With Erik Prince, resumen la visión geopolítica de Prince: un imperialismo asumido con una matriz supremacista neocolonial.
Sin embargo, no deben entenderse como la expresión provocadora de una postura política típica de la cultura podcast de la extrema derecha trumpista.
El «sombrero imperial» al que se refiere Erik Prince no es en absoluto metafórico: alude a una práctica muy concreta del gobierno imperial mediante la fuerza privada, de la que el fundador de Blackwater ha sido uno de los principales protagonistas del siglo XXI.
Encontramos ejemplos concretos de ello en Irak, donde Blackwater ha actuado como un brazo armado casi soberano de la ocupación estadounidense. Al poner a sus soldados de fortuna al servicio de las guerras estadounidenses en Oriente Medio, Prince vio cómo su fortuna se disparaba desde los primeros años de la administración Bush gracias a los cuantiosos contratos con la CIA y el Departamento de Defensa, en un contexto marcado por recurrentes acusaciones de crímenes de guerra y violaciones de los derechos humanos.
El episodio de la plaza Nisour en 2007, en el que los contratistas mataron a 17 civiles, permitió comprender los efectos de esta delegación de la violencia westfaliana a actores privados que operan en una zona gris del derecho internacional 2. En Afganistán, Prince defendió un modelo de «privatización de la guerra» (véase infra) al proponer que se confiara la conducción del conflicto a empresas militares privadas, eludiendo el mando político y militar clásico.
Más recientemente, sus actividades en África y sus vínculos con las redes del Golfo han ilustrado una proyección neocolonial basada en la seguridad privada, la extracción y el control territorial.
2 — «En casi toda África, la mayoría de los países son incapaces de gobernarse a sí mismos… Es absolutamente necesario restablecer el colonialismo hoy (Bring back colonialism)…» 3
Prince también habla desde una geografía específica: la de los Estados fallidos y la «política del vientre» 4, entendida a través de un prisma de seguridad privada.
Desde esta perspectiva, el colonialismo y el imperio se despliegan en los espacios donde el poder burocrático del Estado se derrumba o se retira, dejando paso a una forma contemporánea de company-state que sustituye a las soberanías fallidas.
Esta lógica se encarnó por primera vez en Oriente Medio, y más concretamente en Irak, terreno fundacional de Blackwater, la empresa de mercenarios fundada por Prince a finales de la década de 1990. La empresa opera allí desde la invasión de 2003 como una fuerza armada paralela, encargada de la protección de diplomáticos, convoyes y lugares estratégicos en un Estado profundamente desarticulado.
Aunque Blackwater es menos visible en África que las empresas posteriores vinculadas a Prince —en particular Frontier Services Group o Vectus Global—, el continente ocupa un lugar central en su imaginario estratégico. Prince describe de forma recurrente la incapacidad de los Estados para controlar su territorio, la proliferación de actores armados no estatales y el fracaso conjunto de los ejércitos nacionales y las misiones de la ONU.
En la continuación de la conversación que se encuentra después de este extracto, junto a África, Prince habla de la utilidad de colonizar América Latina para luchar contra los cárteles y asegurar los recursos estratégicos —minas, carreteras, puertos—, prolongando así una misma matriz imperial basada en la externalización privada de la violencia y el control territorial en la nueva estrategia hemisférica impulsada mediante la doctrina Monroe revisada por Donald Trump.
En marzo, el presidente ecuatoriano Daniel Noboa —que declaró el país en «conflicto armado interno» en 2024, instaurando de facto un régimen de excepción— anunció una «alianza estratégica» con Erik Prince para «reforzar las capacidades en la lucha contra el narcoterrorismo y proteger las aguas ecuatorianas contra la pesca ilegal» , lo que ilustra la normalización contemporánea del uso de la fuerza privada como instrumento de gobierno en un contexto de extensión de la doctrina Trump a América Latina 5.
3 — «Un enfoque inspirado en la Compañía de las Indias Orientales en Afganistán consistiría en recurrir a soluciones privadas menos costosas para paliar las deficiencias que aquejan a las fuerzas de seguridad afganas, en particular en materia de logística y apoyo aéreo. El ejército estadounidense mantendría una presencia reducida de mando de operaciones especiales en el país para poder llevar a cabo ataques selectivos, con la diferencia crucial de que nuestro virrey tendría pleno poder de decisión en el país, lo que evitaría perder tiempo esperando instrucciones de Washington» 6.
En un artículo de opinión publicado por el Wall Street Journal y dirigido a Donald Trump, recién elegido en 2017, Erik Prince explicaba que «Afganistán es un desastre costoso para Estados Unidos» y proponía instalar un «virrey», una figura con poderes dictatoriales, que sólo estaría limitada por una relación de subordinación personal al presidente estadounidense.
Esta lógica neoimperial permitiría garantizar la estabilización del sistema y un ahorro neto para el contribuyente: «Una fuerza de operaciones especiales y contratada más ágil costaría menos de 10.000 millones de dólares al año, frente a los 45.000 millones de dólares que prevemos gastar en Afganistán en 2017».
Al evocar el imaginario colonial del siglo XVIII, Prince recurre de hecho al argumento de la eficacia para hacer realidad una nueva realidad: la sustitución progresiva del Estado por una entidad privada que administra, garantiza la seguridad y gobierna más allá de toda legitimidad.
La figura del virrey es aquí fundamental. Al concentrar el poder de decisión «total» en manos de un único representante, libre de todo control político y sólo obligado a rendir cuentas personalmente al presidente de los Estados Unidos, Erik Prince asume una lógica de gobierno monárquico por delegación. Eludir la cadena institucional permite acelerar el despliegue de la violencia, al suprimir toda mediación burocrática y política. Este enfoque transforma la soberanía política en una simple función gerencial, sustituyendo la responsabilidad democrática por la eficacia coercitiva, según el topos neorreaccionario desarrollado por Curtis Yarvin del monarca CEO.
Oferta de servicios: entre Mass Deportation Now y Regime Change interno
4 — «A largo plazo, si [la administración Trump] quiere alcanzar estas cifras y estos volúmenes [en la deportación de indocumentados], evidentemente necesitarán un apoyo complementario del sector privado» 7.
Blackwater prosperó durante toda la era de la «guerra contra el terrorismo», obteniendo cientos de millones de dólares en contratos públicos al proporcionar fuerzas armadas privadas a la CIA, el Pentágono y otras agencias federales.
A partir de esta experiencia, Erik Prince trató de imponerse, tras la victoria de Donald Trump en noviembre de 2024, como actor central de una red de contratistas para convencer al presidente estadounidense de dar un nuevo paso: la privatización a gran escala de la política migratoria estadounidense.
Según revelaciones publicadas a principios de 2025, la administración habría recibido una propuesta valorada en 25.000 millones de dólares para organizar expulsiones masivas de migrantes mediante «campos de tratamiento» de inspiración militar, pero con gestión privada. Con un objetivo claro: permitir la expulsión de hasta 12 millones de personas antes de las elecciones de mitad de mandato de 2026.
Aunque no se ha confirmado que Trump haya examinado personalmente esta propuesta, la Casa Blanca ha confirmado su compromiso con un enfoque «global» que combina la seguridad de las fronteras, las expulsiones masivas y la aplicación estricta de las leyes migratorias.
Más allá del debate político, esta iniciativa pone de relieve una tendencia más profunda: la extensión al ámbito interno estadounidense de lógicas de externalización y delegación coercitiva experimentadas durante mucho tiempo en el extranjero, en los escenarios de guerra y contrainsurgencia donde Erik Prince ha construido su carrera.
5 — «Lo que le propuse al presidente [Trump] fue rechazado por la burocracia muy convencional de Washington que le rodea… En mayo de 2017, escribí un editorial en el Wall Street Journal dirigido a un solo lector. Quería que sólo una persona lo leyera, y funcionó. El presidente Donald Trump lo leyó, sentado en su escritorio en el Despacho Oval. Alguien que estaba presente en la sala me lo confirmó. Trump llamó entonces a su asesor de seguridad nacional, H. R. McMaster, que acababa de proponer el envío de 70.000 soldados adicionales a Afganistán. McMaster era un general de tres estrellas, oficial de tanques, encarnación del establishment militar. Trump, que quería poner fin a las ‘guerras sin fin’, miró el artículo y dijo: ‘No me gusta tu plan. Me gusta este. Hazlo’» 8.
Erik Prince se refirió en varias ocasiones a los obstáculos que encontró durante el primer mandato de Trump para aplicar la línea radical que defendía y que, en sus propias palabras, había recibido el visto bueno del presidente, denunciando la burocracia, el «Estado profundo» y el control del Pentágono.
Su propuesta de un «virrey» estadounidense en Afganistán (véase infra), que en algunos aspectos recuerda los planes de tutela que se barajan hoy para Gaza, nunca se habría aplicado debido a la oposición frontal del aparato militar y de lo que Prince denomina «very conventional generals».
Esta configuración política cambió radicalmente con el segundo mandato de Donald Trump. En este nuevo contexto, mucho más propicio para las iniciativas neorreaccionarias, Erik Prince ya no actúa sólo como empresario militar, sino que busca presentarse como un actor plenamente integrado en la franja política del trumpismo.
Ha preparado esta posición acompañando a Steve Bannon durante su encarcelamiento «impuesto por seguir los consejos de sus abogados e invocar el privilegio ejecutivo ante la comisión de investigación sobre el 6 de enero» y cuenta, en uno de sus podcasts, que estuvo junto al presentador de War Room el día en que este se presentó en prisión para cumplir una condena de cuatro meses, describiendo ese momento como un «día decisivo» y denunciando a la administración Biden, que estaba «decidida a silenciar a una de las voces más influyentes de la derecha» 9.
Prueba de la eficacia de las ideas de Prince en el Washington de la contrarrevolución trumpista, un proyecto de ley presentado por el senador Mike Lee esta semana tiene por objeto reactivar las «cartas de marca y represalia», un mecanismo constitucional que permite a los actores privados actuar legalmente contra los enemigos de Estados Unidos.
El texto, titulado Cartel Marque and Reprisal Reauthorization Act, autorizaría al presidente Donald Trump a encargar a ciudadanos o empresas estadounidenses la incautación de personas y bienes pertenecientes a los cárteles de la droga, en tierra o en el mar, fuera del territorio estadounidense. Una versión equivalente de esta medida, que restablecería las cartas de marca que autorizaban a los corsarios en el siglo XVIII, ha sido presentada en la Cámara por el representante Tim Burchett 10.
La privatización neorreaccionaria de la guerra — contra el monopolio de la violencia
6 — «Simplemente intentamos hacer por el aparato de seguridad nacional lo que FedEx ha hecho por el servicio postal» 11.
Bajo la apariencia de una metáfora y un discurso gerencial casi banal, Prince opera aquí una transposición radical: aplica al ámbito soberano por excelencia —la seguridad nacional— las categorías de optimización logística, externalización y competencia propias del capitalismo globalizado.
Al igual que FedEx frente al servicio postal público, la fuerza privada sería más rápida, más flexible y más eficaz que el aparato estatal, considerado pesado, burocrático y estructuralmente inadecuado para los entornos contemporáneos, como afirma para precisar su idea: «FedEx prestaba en gran medida los mismos servicios que el servicio postal, pero de forma más eficaz, más barata, más inteligente y más rápida gracias a la innovación, algo que el sector privado puede hacer de manera mucho más eficiente».
Esta comparación forma parte de un discurso neoliberal sobre la eficiencia, al tiempo que se inscribe plenamente en una visión fundamentalmente imperial.
Allí donde el Estado fracasa —o decide retirarse—, la empresa de seguridad privada no se limita a suplir: reconfigura la propia soberanía. La seguridad deja de ser un monopolio público. El territorio ya no se gobierna, sino que se protegen los espacios estratégicamente más rentables y el orden político se transforma en una simple función del orden económico.
En este sentido, la referencia a FedEx es más que simplemente irónica o provocadora. Describe un mundo en el que el imperio no se ejerce a través de la administración de territorios, sino mediante la delegación mercantil de la violencia, y en el que el poder no se mide por la capacidad de gobernar, sino por la de gestionar cadenas de seguridad privadas inscribiéndose en las fracturas estatales.
7 — «Puedes enviar 100.000 soldados convencionales, o puedes enviar entre 3.000 y 4.000 subcontratistas […] para resolver este asunto» 12.
Este pasaje resume bien la lógica del proyecto de Erik Prince: la reducción de la guerra a un problema de optimización económica y organizativa que da al sector privado una ventaja competitiva enorme. Prince llega incluso a sostener que una fuerza privada que represente menos del 5% del personal convencional podría cumplir la misma misión.
Este problema de optimización debe leerse a largo plazo. Maquiavelo nos advertía contra la dependencia de los mercenarios. La experiencia contemporánea —desde Irak hasta la Rusia de Wagner— demuestra que estos actores privados enturbian las cadenas de responsabilidad. Al igual que en el pasado con la Compañía de las Indias Orientales, el Estado delega funciones soberanas a entidades privadas que acaban orientando la política pública según sus propios intereses.
Por lo tanto, el proyecto imperial de El Príncipe no sólo amenaza a los países que considera ingobernables, sino que también debilita al Estado que lo emplea, hasta el punto de convertir un mercado competitivo en un sustituto duradero de la soberanía. La Casa Blanca de Donald Trump parece ser un terreno especialmente propicio para esta confusión sistémica, en la que el poder público se transforma en un poder del que el monarca se convierte en propietario según una lógica patrimonial.
8 — «La mayor amenaza para nuestra libertad y prosperidad no es Al Qaeda, los talibanes, Irán o incluso China. Es la idea de que podemos resolver nuestros problemas gastando sin medida, sin apretarnos el cinturón y sin reducir un gobierno ya excesivamente pletórico» 13. — « El ejército estadounidense ha gastado miles de millones de dólares para desarrollar sus capacidades. El problema es que ha gastado casi demasiado, hasta el punto de que resulta contraproducente. Ha creado tanta burocracia y redundancia que es casi como un triatleta obeso que intenta correr rápido… No podemos operar dentro del ciclo OODA del enemigo» 14.
Haciéndose eco de Eisenhower y del «complejo militar-industrial», en su discurso de despedida a la nación el 15 de enero de 2025, Joe Biden advirtió contra una «oligarquía» y la aparición de un «complejo tecnológico e industrial» (tech-industrial complex) que podría amenazar la democracia, los derechos fundamentales y la libertad de los ciudadanos estadounidenses.
El segundo mandato de Donald Trump se ha caracterizado por la consolidación entre el aparato militar, la vigilancia y las nuevas tecnologías digitales, en particular en torno a la empresa fundada por Peter Thiel, Palantir, el nuevo gigante estadounidense de la vigilancia que ha recibido más de 900 millones de dólares en contratos públicos desde enero.
En un importante texto publicado por el director técnico de Palantir, Shyam Sankar, se encuentra el diagnóstico de Prince 15: el Estado Mayor y el Pentágono se han vuelto estructuralmente incapaces de producir un poder estratégico a la altura de los retos contemporáneos, no por falta de recursos, sino por exceso de burocracia, redundancia y procedimientos.
Mientras que Prince oponía 100.000 soldados convencionales a unos pocos miles de contratistas privados, Palantir sustituye las plataformas de armas y las pesadas cadenas jerárquicas por una promesa de optimización algorítmica: acelerar la toma de decisiones, comprimir los plazos, operar dentro del ciclo OODA del adversario 16. En ambos casos, la crítica no se dirige contra el gasto en sí mismo, sino contra un gasto público considerado improductivo, mal orientado e insuficientemente racionalizado por el mercado y la tecnología.
Notas al pie
- Erik Prince, Off Leash with Erik Prince (podcast, con Mark Serrano), episodio emitido el 6 de febrero de 2024.
- Jeremy Scahill, Blackwater : The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army, 2008.
- Erik Prince, Ibid.
- Jean-François Bayart, L’État en Afrique : la politique du ventre, Paris, Fayard, 1989.
- « Ecuador enlists founder of Blackwater private army as ally in ‘war’ on crime », The Guardian, 12 de marzo de 2025.
- Erik Prince, « The MacArthur Model for Afghanistan », Wall Street Journal, 31 de mayo de 2017.
- « Erik Prince : Government needs private sector help for deportations », Politico, 26 de febrero de 2025.
- Erik Prince : Q&A, Asia Time, 28 de diciembre de 2021.
- Testimonio de Erik Prince, Private Military Contractors in Iraq, Hearing before the Committee on Oversight and Government Reform, U.S. House of Representatives, 110th Cong., 1st sess., 2 Octobre 2007, U.S. Government Publishing Office, Washington, DC, 7 de febrero de 2007.
- « Exclusive — Patriots of the Caribbean : Sen. Mike Lee Bill Authorizes Privateers to Combat Cartels Outside U.S. Borders », Breitbart, 18 de diciembre de 2025.
- Erik Prince, « Iraq Reconstruction : Reliance on Private Military Contractors and Status Reports », U.S. Government Printing Office, 7 de febrero de 2007.
- Erik Prince : Q&A, Asia Time, 28 de diciembre de 2021.
- « Erik Prince Says His Enemies Are al Qaeda, Taliban and ‘Noisy Leftists’ », The Nation, 6 de mayo de 2010.
- Erik Prince : Q&A, Asia Time, 28 de diciembre de 2021.
- Sankar, Shyam, The Defense Reformation : A Blueprint for the Resurrection of the American Industrial Base, Denver, Palantir Technologies, 2024.
- Por «Observe, Orient, Decide and Act» (Observar, Orientar, Decidir y Actuar), un ciclo de toma de decisiones utilizado en el ejército estadounidense desde la década de 1960.