Donald Trump repitió su eslogan «Drill, Baby, Drill» durante la campaña presidencial de 2024, con la intención de poner fin al desarrollo de las energías renovables y, al mismo tiempo, reactivar la explotación de gas y petróleo en Estados Unidos, que no ha dejado de aumentar a lo largo del mandato de Joe Biden, desde 2021 hasta enero de 2025.
Casi un año después, esta promesa no se ha materializado.
- Los datos recopilados por la consultora Baker Hughes, que publica cada semana el recuento de plataformas de perforación de gas y petróleo en activo en Estados Unidos —un dato esencial para anticipar la producción futura—, indican que el país sólo contaba con 549 plataformas activas la semana pasada.
- Su número ha disminuido así un 7,5% desde finales de marzo (593 plataformas). En los últimos tres años, esta disminución, prácticamente continua, ha sido de casi el 30%.
- El número de plataformas de perforación de petróleo y gas en Estados Unidos se ha reducido a un tercio en comparación con las casi 2000 plataformas en funcionamiento en 2012, durante el primer mandato de Barack Obama.
Si esta tendencia negativa continúa, la producción estadounidense de gas y petróleo se verá reducida. Sin duda, este descenso afectará principalmente a las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado (GNL) a Europa, que Donald Trump esperaba desarrollar.
- Este retroceso está relacionado, en particular, con la caída de los precios del petróleo y el gas en los mercados mundiales, que hacen que la explotación —especialmente costosa— del gas y el petróleo de esquisto estadounidenses sea poco rentable.
- Las sanciones impuestas en octubre por el Departamento del Tesoro estadounidense a los gigantes petroleros rusos Rosneft y Lukoil estuvieron sin duda motivadas, al menos en parte, por el deseo de invertir la curva de precios.
- Un aumento de los precios del petróleo Brent y del gas natural animaría a los productores estadounidenses a reactivar los pozos ya existentes o a perforar otros nuevos, cumpliendo así la promesa de Trump de «liberar» la energía estadounidense.
Entre sus primeras medidas tomadas desde el día de su investidura, el 20 de enero, Donald Trump firmó un decreto presidencial destinado a «consolidar la posición de Estados Unidos como primer productor y transformador de minerales no combustibles» del mundo.
- Desde su regreso al poder, la Casa Blanca ha nombrado a unos cuarenta responsables que han trabajado en la industria de los combustibles fósiles para ocupar puestos de supervisión de la elaboración de políticas energéticas y medioambientales.
- Por su parte, el Departamento del Interior ha aprobado la venta de varias decenas de concesiones petroleras marítimas en el Golfo de México y frente a las costas de Alaska.
- A finales de noviembre, la administración republicana propuso abrir a la perforación las aguas federales frente a las costas de California y Florida, que no han registrado nuevas actividades petroleras y gasísticas desde hace varias décadas.