Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha pasado casi un tercio de su tiempo jugando al golf

No es raro que los presidentes estadounidenses abandonen el Despacho Oval durante los fines de semana para regresar a la ciudad en la que residían antes de ser elegidos. Joe Biden mantuvo durante su mandato la costumbre que adquirió durante sus años en el Senado de regresar varias veces a la semana en tren a Wilmington, en Delaware, a 160 kilómetros de Washington ¹.

Con sus frecuentes viajes de ida y vuelta entre la capital federal y su residencia principal en Mar-a-Lago, Florida, Trump ha retomado sus hábitos de su primer mandato.

• Entre 2017 y 2021, los días de trabajo del presidente republicano duraban una media de 6,03 horas entre su primera y su última cita, lo que lo convierte en el presidente menos productivo desde al menos Franklin Roosevelt ².
• Durante su primer mandato, el 60 % de las jornadas laborales de Donald Trump se dedicaron a «tiempo ejecutivo», un periodo de tiempo dedicado a programas de televisión, lectura de periódicos y llamadas ³.

Desde su regreso a la Casa Blanca el pasado 20 de enero, Trump ha pasado el 27,03 % de su presidencia en campos de golf y en sus complejos de ocio ⁴. El presidente republicano posee numerosas propiedades en Florida, en el estado de Nueva York, en Nueva Jersey y en Washington D.C., donde juega frecuentemente al golf con miembros de su familia (como su nieta Kai, jugadora universitaria en el equipo de los Miami Hurricanes, o su hijo Don Jr.), miembros del Congreso (en particular Lindsey Graham) o de su administración.

El tiempo que Trump pasa en los campos de golf ofrece un sorprendente contraste con su estrategia de «conmoción y pavor», que pretende actuar rápido y golpear fuerte recurriendo casi exclusivamente al poder ejecutivo y a los decretos presidenciales.

• Si bien algunas de sus acciones ya han tenido un impacto directo en la vida de miles de personas (en particular, el despido de empleados federales, el desmantelamiento de USAID o la deportación de inmigrantes), la mayor parte de los esfuerzos de Musk y del DOGE han tenido hasta ahora un efecto limitado en las finanzas del país.
• A 25 de febrero, el 37 % de los contratos finalizados por el DOGE (es decir, 24.000 millones de dólares) se referían a sumas ya desembolsadas y, por lo tanto, no deberían conducir a una reducción de los gastos federales ⁵.
• Sólo el 14 % del presupuesto federal estadounidense corresponde a gastos «discrecionales» que pueden reducirse, el 60 % financia programas esenciales para millones de estadounidenses (seguridad social, Medicare, Medicaid…), el 13 % financia la defensa y el 13 % el pago de intereses.

• Durante el primer mes de su segundo mandato, el presidente estadounidense pasó 15 días en la Casa Blanca y 16 días en sus propiedades de Las Vegas, Palm Beach o Miami.

Los numerosos viajes de ida y vuelta de Trump entre Washington D.C. y Florida también provocan perturbaciones en el espacio aéreo de la capital federal: el 14 de febrero, mientras Trump se dirigía a Mar-a-Lago, unos treinta aviones de pasajeros que debían aterrizar en el aeropuerto nacional Ronald Reagan tuvieron que dar vueltas en el cielo a la espera de que el helicóptero presidencial terminara su viaje, mientras que al menos otros nueve vuelos fueron desviados a otros aeropuertos ⁶.