Estados Unidos y México han acordado suspender aranceles durante 30 días. ¿Podemos dar por terminada la crisis diplomática entre ambos países ?
Diría que hemos presenciado una crisis sin precedentes en la relación moderna entre Estados Unidos y México. Más allá de los aranceles, no podemos olvidar que el gobierno de Trump acusa al gobierno de México de proteger a narcotraficantes y criminales organizados en la carta donde comunica su decisión de imponer aranceles del 25% a los productos mexicanos. No puedo imaginar una declaración más severa. En términos de diplomacia, Estados Unidos le muestra a México el mazo más afilado y puntiagudo imaginable. Sin embargo, durante la negociación que dura unas horas, obtiene una concesión que se antoja prácticamente simbólica: 10.000 agentes de la Guardia Nacional mexicana en la frontera.
Nos podemos entonces preguntar qué le pasa por la cabeza a Trump, lo que pretende y qué pasará en un mes cuando venza el plazo acordado. No sabemos qué otras concesiones intentará sacar entonces.
La manera en la que se ha desarrollado esta crisis nos deja más preguntas que respuestas. Más allá del hecho de que los tres actores principales —Trump, Sheinbaum y Trudeau— puedan cantar una victoria pírrica y temporal, una vez más serán los migrantes los que se verán más afectados en este equilibrio de fuerzas porque verán sus vidas convertidas en un martirio. Esta escaramuza nos deja definitivamente más dudas que certezas.
La manera en la que se ha desarrollado esta crisis entre México y Estados Unidos nos deja más preguntas que respuestas. El presidente Trump nos ha hundido en la más extraña incertidumbre.
León Krauze
Por lo tanto, la crisis no queda resuelta.
No, no queda resuelta. Trump utiliza los aranceles como herramienta de extorsión diplomática —y lo hará de nuevo—. Si leemos y estudiamos la doctrina que siguen muchos de los consejeros económicos de Trump y el propio Trump, los aranceles forman parte de la ecuación. El gobierno de Estados Unidos cree que los aranceles son una herramienta económica valiosa para impulsar el retorno de la actividad empresarial a su país. También consideran que los aranceles podrán financiar los recortes impositivos que son parte de la agenda Trump.
Los aranceles van a seguir en el horizonte de una manera u otra en los próximos meses. El asunto es que Trump es muy impredecible y sus prioridades son sumamente extrañas. Las concesiones que ha obtenido son simbólicas y —con toda franqueza— hasta absurdas. Por lo tanto es difícil prever qué será lo próximo, en qué momento volverá a amenazar con nuevos aranceles y qué pedirá a cambio. El presidente Trump nos ha hundido en la más extraña incertidumbre.
El gobierno de Estados Unidos también acusa al gobierno mexicano de usar el aparato del Estado para proteger al narco. El gobierno de México, si seguimos el planeamiento de la administración Trump, estaría facilitando el tráfico de drogas. Es una acusación grave.
Lo que vimos con esa declaración no tiene precedentes. En el fondo, implica una fractura en la confianza indispensable que ha imperado en América del Norte desde hace 30 años. Hay que preguntarse si es una fractura reparable. Yo no lo sé.
Se ha producido una fractura en la confianza indispensable que ha imperado en América del Norte desde hace 30 años.
León Krauze
¿Cómo puede el gobierno de Estados Unidos negociar de buena fe con un gobierno al que acusa de proteger, de tener una alianza insostenible e intolerable con el crimen organizado? ¿Qué tipo de relación se puede construir desde esa base? Lo que el gobierno de Estados Unidos debería hacer ahora es presentar pruebas, si las tiene, después de hacer una acusación tan severa.
¿Cómo calificarías la actuación de la presidenta Claudia Sheinbaum?
La presidenta ha actuado con templanza, serenidad y astucia en este primer envite.
Y la prueba es que las concesiones ofrecidas por México, aunque puedan existir otras en el futuro o que no conozcamos aún, son relativamente menores. Podemos decir lo mismo de Canadá. Sheinbaum de momento ha ganado tiempo. ¿Qué tanto funcionará esta estrategia a largo plazo? No depende de ella, depende de Trump.
No sabemos si realmente quiere el presidente estadounidense desatar una guerra comercial y transformar el panorama geopolítico mediante los aranceles. ¿O simplemente hará un uso puntual cuando pretenda extraer puntos a su favor en la agenda bilateral con México? ¿Y la agenda regional? La realidad es que no lo sabemos, pero en este primer encontronazo la presidenta mexicana sale bien parada.
Durante tres décadas, México, Canadá y Estados Unidos han impulsado la integración comercial y una agenda común. Nos podemos remontar a la reunión de “Los Tres Amigos” en Waco, en Texas, en 2005 con George W. Bush, Vicente Fox y Paul Martin. ¿Dónde queda el proyecto Norteamérica?
Está por verse, pero las señales iniciales que tenemos no son positivas. Trump y su equipo son mucho más radicales en todas las áreas, incluida la esfera comercial, que cualquier gobierno anterior. La administración Trump ve con recelo la relación con Canadá, México —y ni hablemos de China—.
A ojos de Trump, México y Canadá están en deuda con Estados Unidos. No parece un buen punto de partida para seguir construyendo una agenda trilateral con miras a 2026 cuando comience una renegociación potencial y profunda del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
La presidenta Sheinbaum ha actuado con templanza, serenidad y astucia en este primer envite. De momento, ha ganado tiempo.
León Krauze
Una de las conclusiones que podemos afirmar de estas primeras semanas de gobierno de Trump es que la inmigración es una prioridad absoluta. ¿Cómo se está viviendo esta situación en México?
El gobierno mexicano está preparándose hasta donde puede y quiere prepararse, pero a mi juicio es insuficiente. Ha dado pasos positivos acercándose a la iniciativa privada para tratar de crear empleos para los mexicanos que puedan ser deportados de Estados Unidos.
En un escenario en el que Estados Unidos deporte no solamente a mexicanos, sino también a extranjeros, la presión en la frontera va a ser muy fuerte. No debemos olvidar que México sigue recibiendo desde la frontera sur oleadas de migrantes tratando de ingresar a Estados Unidos buscando refugio. Nos enfrentamos a una crisis humanitaria muy severa que estallará en México y en la región. Afectará a toda una comunidad que para Estados Unidos es fundamental y, sin embargo, está siendo objeto de un maltrato absolutamente injustificable y siniestro.
Es difícil encontrar un ejemplo en la historia moderna, en tiempos de paz, en donde un país deporte a millones de personas. ¿Se puede realmente llevar a cabo o se trata de un guiño al votante MAGA?
Es un proyecto político inaudito además de ser un proyecto económico irrealizable. Los costos de la deportación son estratosféricos. Y los costos para la economía estadounidense si desaparecen once millones de personas que al día de hoy viven y trabajan en Estados Unidos son brutales. Los estudios lo demuestran.
Los inmigrantes son la columna vertebral de una larguísima lista de sectores; la industria láctea, cárnica, la industria de la construcción, los servicios, la hospitalidad. Si deportan a once millones de personas, o a la mitad incluso, la economía estadounidense sufriría una crisis gravísima debido a la falta de trabajadores dispuestos a llevar a cabo estas labores.
Dentro del grupo cercano a Trump hay quienes asumen la deportación no como una medida en contra de la ilegalidad, sino como un verdadero proceso de depuración étnica.
León Krauze
Sé que dentro del grupo cercano a Trump hay quienes asumen la deportación no como una medida en contra de la ilegalidad, sino como un verdadero proceso de depuración étnica. Gente que quiere que Estados Unidos sea un país para blancos y se acabó. Me asusta pensar que no están lejos del poder. ¿Cómo se traducirá la presencia de estas personas en la práctica? No lo sé, pero es una barbaridad inhumana de tal calibre que prefiero no considerarla.
El secretario de estado Marco Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, y el presidente salvadoreño Nayib Bukele han planteado la externalización de presos actualmente en cárceles en Estados Unidos a terceros países como El Salvador. De nuevo, se trata de un ejercicio inédito. ¿Podrían sumarse más países de América Latina?
No lo descarto pero no supone una solución al problema de la inmigración ilegal —si de eso se trata—. Lo más sensato sería establecer un programa de apoyo que pueda romper el círculo de la inmigración. México es un país inseguro. ¿Qué incentivo tiene una persona que emigró, por ejemplo, a Michigan y es deportada, para no volver a intentarlo? El mayor incentivo —y el único modo para romper este círculo— es que la gente tenga un proyecto por el que regresar. Y eso requiere la colaboración de Estados Unidos. Pero lo único que busca por ahora es deportar.
Una parte de América Latina tenía la ilusión de que el gobierno de Estados Unidos actuaría en defensa de las democracias y las libertades en distintas sociedades latinoamericanas. Pienso en Venezuela, en Cuba, pienso también en la erosión de la certeza jurídica en México, también podría mencionar a El Salvador en esa lista. Pero lo que estamos viendo es que Estados Unidos no tiene posiciones morales, tiene sus intereses y está actuando en función de esos intereses y nada más.
Si en algún momento la administración Trump decide ejercer un liderazgo que derive en mayores libertades, en mayor democracia en distintos países de América Latina, ahí estaría la respuesta de fondo. Pero mi impresión inicial es que Trump y su secretario de Estado Marco Rubio actuarán con base en los intereses únicos y exclusivos de Estados Unidos.
Trump y su secretario de Estado Marco Rubio actuarán en base a los intereses únicos y exclusivos de Estados Unidos.
León Krauze
Y de ahí la visita a Venezuela por parte del enviado especial Richard Grenell al que Nicolás Maduro recibió con los brazos abiertos. Algunos sugieren que Trump ha sido más duro con sus aliados en América Latina que con gobiernos claramente autoritarios como el de Maduro, acusado de fraude electoral. ¿Quiénes ganan y quiénes pierden con el trumpismo?
El acercamiento con Maduro dista mucho del golpe en la mesa que muchos congresistas y senadores republicanos esperaban. Muchos en Florida se frotaban las manos pensando que, ahora sí, el régimen de Maduro llegaba a su fin y que Trump pondría orden en la casa. Resulta que no ha sido así. De momento, Maduro ha ganado tiempo, que no es poco. Yo siempre he pensado que Trump tiene una fascinación extraña por los dictadores. Admira a los que tienen una voluntad autoritaria frente al poder. Los que salen perdiendo son los países que de una manera u otra viven en democracia y aspiran a ello. Y los inmigrantes, que van a ser los más injustamente golpeados por estas políticas.
Lo que creo es que si el presidente Reagan viese el actual liderazgo de Estados Unidos en el mundo, no reconocería ni a su partido ni a su país.
Vladimir Putin es sin duda el que sale ganando con todo esto.
¿Vaticina la victoria de Trump un cambio de ciclo político en América Latina?
Es difícil adelantar una afirmación así porque el presidente de los Estados Unidos sigue teniendo contrapesos y un poder limitado en el tiempo. Dentro de un año y medio estaremos metidos en las elecciones de medio mandato donde Trump podría perder apoyo. Hay estados demócratas que están actuando ya en contra de las medidas más arbitrarias y peligrosas de su administración.
Donald Trump no es tan poderoso como él cree. Si estuviésemos hablando de cambio de régimen en Latinoamérica, quizá estaríamos hablando de otros incentivos para la consolidación de opciones autoritarias en la región, pero tampoco creo que sea la prioridad de esta administración. En cualquier caso, es demasiado temprano para leer consecuencias a largo plazo sobre una región donde existen tantas dinámicas —y tan diferentes—.
El acercamiento con Maduro dista mucho del golpe en la mesa que muchos congresistas y senadores republicanos esperaban. Pero Trump tiene una fascinación extraña con los dictadores.
León Krauze
Bajo la presión de Trump, ¿podríamos ver un acercamiento entre América Latina y Europa? Recientemente se firmó el acuerdo de libre comercio con el Mercosur y se relanzaron las relaciones comerciales con México.
Esta también es la lectura acá y creo que una de las pocas cosas positivas de la actual situación. Viendo el vaso medio lleno, me parece sin duda que el camino sería estrechar vínculos y lazos entre la Unión Europea y América Latina. Veo ese apetito y ojalá que lo haya todavía más.
China también extenderá la mano, pero creo que América Latina debe privilegiar su relación con Europa. Esa sería una buena noticia y la lectura optimista de estos tiempos oscuros.