Geopolítica de Donald Trump

Donald Trump: «La Edad de Oro de Estados Unidos comienza hoy» — el discurso de investidura íntegro

El presidente estadounidense propone un nuevo sueño americano y un nuevo deal: aceleración tecnológica y riqueza financiera, por un lado; soberanía militar y protección identitaria, por otro.

Esta compleja aleación —que habíamos llamado aceleración reaccionaria— tenía un corpus: hoy tiene un discurso fundador.

Lo traducimos íntegramente.

El discurso de investidura de Donald Trump, el más largo en número de palabras desde el de Herbert Hoover en 1929, supera con creces la longitud de cualquier discurso pronunciado en el último siglo. Su amplitud refleja la ambición de un programa radical y sin precedentes, impulsado por una retórica mesiánica y una visión nacionalista: «Estados Unidos volverá a verse como una nación en pleno ascenso, una nación que aumenta su riqueza, expande su territorio, construye sus ciudades, eleva sus expectativas y lleva su bandera a nuevos y magníficos horizontes. Y perseguiremos nuestro destino manifiesto hasta las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar las estrellas y rayas en el planeta Marte.»

Trump se ha basado en el programa excepcional de las primeras 100 horas de su presidencia para proponer una doctrina práctica de la paradójica coalición que le llevó al poder, permitiéndole ganar el voto popular, al conseguir el voto del establishment y del electorado más periférico geográfica, social y culturalmente. 

A pesar de la promesa de una purga y una revisión radical del Estado —por parte del nuevo DOGE encabezado por Elon Musk— Trump se ha referido repetidamente al «inmenso poder del Estado federal», proponiendo hacer de la urgencia su método y la piedra angular de su gobierno, se proyecta claramente hacia una presidencia imperial: «Hoy firmaré una serie de decretos históricos. Con todos estos actos, comenzaremos la restauración completa de América y la revolución del sentido común». 

Ya se trate de asegurar las fronteras, reformar la economía o garantizar la independencia energética, promete un enfoque excepcional: se detendrá de inmediato toda entrada ilegal, y «millones y millones de extranjeros criminales serán devueltos a los lugares de donde vinieron». 

Trump también pretende restaurar los fundamentos «naturales» de la sociedad estadounidense, proclamando que «a partir de hoy, la política oficial del gobierno de Estados Unidos será que sólo hay dos géneros: masculino y femenino», al tiempo que forja «una sociedad ciega a los colores y basada en el mérito».

Trump recurre a los manantiales imaginarios del sueño americano, la frontera y la promesa de abundancia y riqueza para resucitar el estatus de Estados Unidos como la mayor potencia mundial e inspirar «admiración y asombro en todo el mundo». Autoproclamado actor de la renovación civilizacional, pide a los estadounidenses que actúen «con el coraje, el vigor y la vitalidad de la mayor civilización de la historia».

En línea con la doctrina de Mar-a-Lago, Trump resucita el mito fundacional de la Frontier. En un pasaje particularmente elocuente —Trump no improvisa sino que lee cada palabra de un teleprompter— vincula explícitamente el modelo político del país a una representación geográfica basada en la conquista: «El espíritu de la Frontera está grabado en nuestros corazones. La llamada de la próxima gran aventura resuena en lo más profundo de nuestras almas. Nuestros antepasados estadounidenses transformaron un pequeño grupo de colonias en el borde de un vasto continente en una poderosa república formada por los ciudadanos más extraordinarios de la Tierra

Lo traducimos íntegramente.

Muchas gracias. Muchas gracias a todos. Muchísimas gracias. Vicepresidente Vance. Presidente Johnson. Senador Thune. Presidente de la Corte Suprema Roberts. Jueces de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Presidente Clinton, Presidente Bush, Presidente Obama, Presidente Biden, Vicepresidenta Harris, y mis queridos compatriotas, la Edad de Oro de Estados Unidos comienza hoy.

A partir de hoy, nuestro país volverá a ser próspero y respetado en todo el mundo. Seremos la envidia de todas las naciones, y nunca más permitiremos que se aprovechen de nosotros. Durante todos los días de la administración Trump, pondré a Estados Unidos en primer lugar, simple y llanamente.

Nuestra soberanía será restablecida. Nuestra seguridad será restaurada. Se restaurará la justicia. Se acabará la instrumentalización malvada, violenta e injusta del Departamento de Justicia y de nuestro gobierno. Y nuestra máxima prioridad será crear una nación orgullosa, próspera y libre. Estados Unidos pronto será más grande, más fuerte y mucho más excepcional que nunca.

Vuelvo a la Presidencia con la confianza y el optimismo de que estamos en el comienzo de una nueva y emocionante era de éxito para nuestra Nación. Una ola de cambio está soplando sobre el país, la luz del sol brilla en todo el mundo, y Estados Unidos tiene la oportunidad de aprovechar esta oportunidad como nunca antes. Pero antes de hacerlo, debemos ser honestos sobre los retos a los que nos enfrentamos. Son muchos, pero todos ellos se verán empequeñecidos por el extraordinario impulso que el mundo está presenciando ahora en los Estados Unidos de América.

Mientras nos reunimos hoy, nuestro gobierno se enfrenta a una crisis de confianza. Durante muchos años, un establishment radical y corrupto ha acaparado el poder y la riqueza de nuestros ciudadanos, mientras que los pilares de nuestra sociedad han quedado destrozados y reducidos a escombros. Ahora tenemos un gobierno incapaz de gestionar una simple crisis interna, mientras está sumido en una serie continua de acontecimientos catastróficos en el extranjero. No protege a nuestros magníficos ciudadanos respetuosos de la ley, pero ofrece santuario y protección a peligrosos delincuentes, muchos de ellos procedentes de prisiones e instituciones psiquiátricas que han entrado ilegalmente en nuestro país desde todo el mundo.

Tenemos un gobierno que ha proporcionado financiación ilimitada para defender las fronteras de países extranjeros, pero se niega a defender las fronteras de Estados Unidos o, lo que es más importante, a su propio pueblo. Tenemos un país que ya no puede permitirse servicios básicos en tiempos de crisis —como ha demostrado recientemente el maravilloso pueblo de Carolina del Norte—. Se les ha tratado muy mal. Y otros estados que aún sufren las consecuencias de un huracán de hace muchos meses.

O más recientemente, en Los Ángeles, donde vemos cómo los incendios siguen ardiendo trágicamente. Durante semanas, sin siquiera una resistencia simbólica, han estado arrasando hogares y comunidades, afectando incluso a algunas de las personas más ricas y poderosas de nuestro país, algunas de las cuales están sentadas aquí ahora mismo. Ya no tienen casa. Es [una paradoja] interesante.

Pero no podemos permitirlo. Hasta ahora nadie ha hecho nada al respecto. Eso va a cambiar. Tenemos una sanidad pública que no es capaz de reaccionar en tiempos de catástrofe, aunque se gaste en ella más dinero que en ningún otro país del mundo. Y tenemos un sistema educativo que enseña a nuestros hijos a avergonzarse de sí mismos en muchos casos, a odiar a nuestro país a pesar del amor que intentamos desesperadamente darles. Todo eso cambiará hoy, y cambiará muy rápidamente.

Mi reciente elección representa un mandato para revertir total y completamente una horrible traición y todas las muchas traiciones que han tenido lugar, y para devolver a la gente su fe, su riqueza, su democracia y, de hecho, su libertad. A partir de este momento, el declive de Estados Unidos ha terminado.

Nuestras libertades y el glorioso destino de nuestra nación nunca más serán negados. Y restauraremos de inmediato la integridad, la competencia y la lealtad del gobierno estadounidense.

En los últimos ocho años, he sido puesto a prueba y me he enfrentado a más retos que ningún otro Presidente en los 250 años de historia de nuestro país. Y he aprendido mucho por el camino. El viaje para recuperar nuestra República no ha sido fácil. Se lo aseguro. Quienes quieren detener nuestra causa han intentado privarme de mi libertad, e incluso de mi vida.

Hace sólo unos meses, en este magnífico campo de Pensilvania, la bala de un asesino me perforó la oreja. En aquel momento, y más aún hoy, estoy convencido de que mi vida se salvó por una razón. Fui salvado por Dios para hacer a América grande de nuevo.

[Aplausos]

Gracias. Muchas gracias.

Por eso, cada día, bajo nuestra administración como estadounidenses patriotas, trabajaremos para enfrentar cada crisis con dignidad, poder y fuerza. Avanzaremos con determinación y rapidez para llevar esperanza, prosperidad, seguridad y paz a los ciudadanos de todas las razas, religiones, colores y creencias. 

Para los ciudadanos estadounidenses, el 20 de enero de 2025 será el Día de la Liberación.

El presidente electo Donald Trump jura el cargo durante la 60ª investidura presidencial en la Rotonda del Capitolio en Washington, el lunes 20 de enero de 2025. © Saul Loeb/Foto colectiva vía AP

Espero que nuestras recientes elecciones presidenciales sean recordadas como las más grandes e importantes de la historia de nuestro país. Nuestra victoria lo demostró. Toda la nación se unió en torno a nuestro programa, con un aumento espectacular del apoyo de prácticamente todos los segmentos de nuestra sociedad: jóvenes y mayores, hombres y mujeres, afroamericanos, hispanos, asiáticos, urbanitas, suburbanitas, campesinos y, lo que es más importante, obtuvimos una victoria aplastante en los siete estados indecisos y ganamos el voto popular por millones de votos.

A las comunidades negra e hispana, quiero darles las gracias por la tremenda muestra de cariño y confianza que me han dado con su voto. Juntos hemos batido récords, y no lo olvidaré. Escuché sus voces durante la campaña, y estoy deseando trabajar con ustedes en los próximos años. Hoy es el «Martin Luther King Day», y en su honor, será un gran honor. Trabajaremos juntos para hacer realidad su sueño. Haremos realidad su sueño.

Hoy la unidad nacional vuelve a Estados Unidos y la confianza y el orgullo se disparan como nunca antes. En todo lo que hagamos, mi administración se guiará por una búsqueda incesante de la excelencia y una búsqueda incesante del éxito. No olvidaremos a nuestro país, no olvidaremos nuestra Constitución y no olvidaremos a nuestro Dios. No podemos olvidarlos.

Hoy firmaré una serie de decretos históricos. Juntos, estos actos comenzarán la completa restauración de América y la revolución del sentido común. Todo se trata del sentido común.

En primer lugar, declararé el estado de emergencia nacional en nuestra frontera sur. Se detendrá inmediatamente toda entrada ilegal, y comenzaremos el proceso de enviar a millones y millones de extranjeros criminales de vuelta a los lugares de donde vinieron. Restableceremos la política que instituí para mantener a los migrantes en México. Instituiré la detención inmediata y obligatoria de los migrantes indocumentados. Y enviaré tropas a la frontera sur para repeler la desastrosa invasión de nuestro país.

En las órdenes que firmaré hoy, también designaremos a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras. E invocando la Alien Enemies Act de 1798, ordenaré a nuestro Gobierno que utilice todo el inmenso poder de las fuerzas del orden federales y estatales para eliminar la presencia de todas las redes criminales extranjeras, que traen una delincuencia devastadora a suelo estadounidense, incluidas nuestras ciudades y centros urbanos.

Como Comandante en Jefe, no tengo mayor responsabilidad que defender a nuestro país de amenazas e invasiones, y eso es precisamente lo que haré. Lo haremos a un nivel nunca visto.

En segundo lugar, ordenaré a todos los miembros de mi Gabinete que utilicen los amplios poderes de que disponen para derrotar la inflación récord y reducir rápidamente los costes y los precios para los estadounidenses. La crisis inflacionista fue causada por el gasto masivo y la escalada de los precios de la energía. Por eso hoy también declararé una emergencia energética nacional. ¡Vamos a perforar, perforar, perforar (drill, baby, drill)!

Estados Unidos volverá a ser una nación manufacturera, y tenemos algo que ninguna otra nación manufacturera tendrá jamás: la mayor cantidad de petróleo y gas de cualquier país de la Tierra —y vamos a usarlo—. Vamos a usarlo.

Haremos bajar los precios, llenaremos nuestras reservas estratégicas hasta los topes y exportaremos la energía estadounidense a todo el mundo.

Volveremos a ser una nación rica, y es ese oro líquido bajo nuestros pies el que nos ayudará a conseguirlo.

Con las medidas que voy a tomar hoy, pondremos fin al Green New Deal y revocaremos el mandato de los vehículos eléctricos, salvando nuestra industria automovilística y cumpliendo mi promesa sagrada a nuestros grandes trabajadores automovilísticos estadounidenses.

En otras palabras, podrán comprar el coche que quieran. Volveremos a fabricar coches en Estados Unidos a un ritmo que nadie habría imaginado posible hace tan solo unos años. Agradezco a los trabajadores del automóvil de nuestra nación su voto inspirador, su confianza. Sus votos nos han dado un enorme apoyo.

Comenzaré inmediatamente una revisión de nuestro sistema comercial para proteger a los trabajadores y las familias estadounidenses. En lugar de gravar a nuestros ciudadanos para enriquecer a otros países, gravaremos a los países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos. Para ello, vamos a crear el Servicio de Ingresos Extranjeros, que recaudará todos los derechos de aduana, impuestos e ingresos. Esto supondrá la entrada de ingentes cantidades de dinero en nuestras arcas procedentes de fuentes extranjeras.

El presidente Donald Trump habla durante las ceremonias de investidura en la Rotonda del Capitolio de Estados Unidos en Washington D. C., el lunes 20 de enero de 2025. © Chip Somodevilla/UPI/Shutterstock

El sueño americano pronto renacerá y florecerá como nunca antes.

Para restaurar la competencia y eficiencia de nuestro gobierno federal, mi administración establecerá el recién creado Departamento de Eficiencia Gubernamental [DOGE].

Después de años de esfuerzos federales ilegales e inconstitucionales para restringir la libertad de expresión, también firmaré una orden ejecutiva para detener inmediatamente toda censura gubernamental y restaurar la libertad de expresión en Estados Unidos.

Nunca más se utilizará el inmenso poder del Estado como arma para perseguir a los oponentes políticos, una situación con la que estoy muy familiarizado. No permitiremos que eso vuelva a ocurrir. Nunca volverá a ocurrir. Bajo mi liderazgo, restableceremos una justicia equitativa e imparcial, conforme al Estado de derecho constitucional. Y devolveremos la ley y el orden a nuestras ciudades.

Esta semana también pondré fin a la política del gobierno de imponer la teoría de la raza y el género en todos los aspectos de la vida pública y privada. Forjaremos una sociedad ciega a los colores y basada en el mérito. A partir de hoy, la política oficial del gobierno de Estados Unidos será que sólo existen dos géneros: masculino y femenino.

Esta semana reincorporaré a todos los militares expulsados injustamente de nuestras fuerzas armadas por negarse a cumplir el requisito de la vacuna Covid, con el pago íntegro pendiente. Y firmaré una orden para detener los experimentos políticos radicales y la imposición de teorías sociales a nuestros soldados en activo. Esto se detendrá inmediatamente. Nuestras fuerzas armadas serán libres para centrarse en su única misión: derrotar a los enemigos de Estados Unidos.

Como hicimos en 2017, volveremos a construir la fuerza militar más poderosa que el mundo haya visto jamás. Mediremos nuestro éxito no solo por las batallas que ganemos, sino también por las guerras que evitemos y, quizá lo más importante, por las guerras que no iniciemos.

Mi mayor legado será como pacificador y unificador. Eso es lo que quiero ser: un pacificador y un unificador. Me complace anunciar que desde ayer, un día antes de mi toma de posesión, los rehenes de Medio  Oriente vuelven a casa con sus familias.

[Aplausos]

Gracias.

Estados Unidos recuperará el lugar que le corresponde: la nación más grande, más poderosa y más respetada de la Tierra, capaz de inspirar asombro y maravilla en todo el mundo. Muy pronto, rebautizaremos el Golfo de México como el Golfo de Estados Unidos. Y devolveremos el nombre de un gran presidente, William McKinley, a la montaña McKinley, donde pertenece y debe estar. El presidente McKinley hizo muy próspero a nuestro país gracias a los aranceles y a su talento. Era un hombre de negocios y proporcionó a Theodore Roosevelt los fondos para lograr grandes cosas, incluido el Canal de Panamá, que fue imprudentemente cedido al país de Panamá. 

Estados Unidos –piensen en ello– gastó más dinero que nunca en un proyecto y perdió 38 mil vidas construyendo el Canal de Panamá. Fuimos tratados muy injustamente por ese tonto regalo que nunca debió ser dado. Y se ha roto la promesa que Panamá nos hizo. El propósito de nuestro acuerdo y el espíritu de nuestro tratado han sido totalmente violados. Los buques estadounidenses están gravemente sobrecargados y no reciben un trato justo. Esto incluye a la Armada estadounidense. Y, sobre todo, China está explotando el Canal de Panamá, que dimos a Panamá, no a China. Y vamos a recuperarlo.

Mi mensaje de hoy a los estadounidenses es que ha llegado el momento de que volvamos a actuar con el coraje, el vigor y la vitalidad de la mayor civilización de la historia. Liberando a nuestra nación, la llevaremos a nuevas cotas de victoria y éxito. No nos desanimaremos. Juntos, pondremos fin a las epidemias crónicas y mantendremos a nuestros niños seguros, sanos y libres de enfermedades.

Estados Unidos volverá a verse como una nación en crecimiento, una nación que aumenta su riqueza, expande su territorio, construye sus ciudades, eleva sus expectativas y lleva su bandera a nuevos y magníficos horizontes. Y perseguiremos nuestro destino manifiesto hasta las estrellas, lanzando astronautas estadounidenses para plantar nuestra bandera estrellada en el planeta Marte.

La ambición es la savia de una gran nación. Y ahora mismo, nuestra nación es más ambiciosa que ninguna otra. Ninguna nación es como la nuestra. Los estadounidenses son exploradores, constructores, innovadores, emprendedores y pioneros. El espíritu de la frontera está grabado en nuestros corazones. La llamada de la próxima gran aventura resuena en lo más profundo de nuestras almas. Nuestros antepasados estadounidenses transformaron un pequeño grupo de asentamientos al borde de un vasto continente en una poderosa República formada por los ciudadanos más extraordinarios de la Tierra. Es algo único.

Los estadounidenses han atravesado miles de kilómetros de territorio agreste e indómito. Han cruzado desiertos, escalado montañas, desafiado innumerables peligros, conquistado el Salvaje Oeste, acabado con la esclavitud, salvado a millones de la tiranía, sacado a miles de millones de la pobreza, aprovechado la electricidad, dividido el átomo, lanzado a la humanidad a los cielos y puesto el universo del conocimiento humano en la palma de una mano humana. Si trabajamos juntos, no hay nada que no podamos hacer ni ningún sueño que no podamos hacer realidad.

Muchos pensaron que era imposible para mí orquestar un regreso político tan histórico. Pero como ven hoy, aquí estoy. El pueblo estadounidense ha hablado.

Me presento ante ustedes como prueba de que nunca deben creer que nada es imposible de conseguir. En Estados Unidos, lo imposible es lo que mejor sabemos hacer.

El presidente estadounidense Donald Trump pronuncia su discurso de investidura bajo la Rotonda del Capitolio en Washington, Estados Unidos, el 20 de enero de 2025. © Kevin Lamarque/Pool/Sipa EE.UU.

De Nueva York a Los Ángeles, de Filadelfia a Phoenix, de Chicago a Miami, de Houston a aquí mismo, Washington, D.C., nuestro país fue forjado y construido por generaciones de patriotas que lo dieron todo por nuestros derechos y nuestra libertad. Fueron agricultores y soldados, vaqueros y obreros, trabajadores del acero y mineros del carbón, policías y pioneros que siguieron adelante, perseveraron y no dejaron que ningún obstáculo quebrara su espíritu ni su orgullo.

Juntos tendieron vías de ferrocarril, construyeron rascacielos, levantaron grandes autopistas, ganaron dos guerras mundiales, derrotaron al fascismo y al comunismo y triunfaron sobre todos los retos a los que se enfrentaron. Después de todo lo que hemos pasado juntos, estamos en la cúspide de los cuatro mejores años de la historia de Estados Unidos. Con su ayuda, restableceremos la promesa estadounidense y reconstruiremos la nación que amamos; la amamos tanto.

Somos un pueblo, una familia y una gloriosa nación, bajo la mirada de Dios. Así que a todos los padres que sueñan con su hijo, y a todos los niños que sueñan con su futuro, estoy con ustedes, lucharé por ustedes y ganaré por ustedes. Ganaremos como nunca antes. 

[Aplausos]

Gracias. Gracias. Gracias. Gracias.

En los últimos años, nuestra nación ha sufrido mucho. Pero vamos a recuperarla y hacerla grande de nuevo, más grande que nunca. Seremos una nación como ninguna otra, llena de compasión, coraje y excepcionalismo. Nuestro poder detendrá todas las guerras y traerá un nuevo espíritu de unidad a un mundo enojado, violento y totalmente impredecible.

Estados Unidos volverá a ser respetado y admirado, incluso por la gente de fe, religión y buena voluntad. Prosperaremos, estaremos orgullosos, seremos fuertes y ganaremos como nunca antes. No nos conquistarán, no nos intimidarán, no nos doblegarán y no fracasaremos. A partir de hoy, los Estados Unidos de América serán una nación libre, soberana e independiente.

Seremos valientes, viviremos con orgullo, soñaremos con audacia y nada nos detendrá porque somos estadounidenses. El futuro es nuestro. Y nuestra edad de oro acaba de empezar. Gracias, que Dios bendiga a Estados Unidos, gracias a todos.

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