En una era de interconexión mundial sin precedentes, los países en desarrollo se enfrentan a un panorama económico cada vez más complejo y a menudo hostil. Este panorama está configurado por tres grupos principales de limitaciones políticas. En primer lugar, el aumento entre las grandes potencias de las tendencias proteccionistas ha hecho más difícil el entorno mundial, sobre todo porque las economías avanzadas recurren cada vez más a las políticas industriales para alcanzar objetivos económicos específicos, y la intensificación de las rivalidades geopolíticas conduce a la reestructuración de las cadenas de valor mundiales y a la reagrupación de los países en bloques económicos. En segundo lugar, en un momento en el que la demanda de servicios públicos alcanza cotas sin precedentes, el margen de maniobra de la política macroeconómica de los países en desarrollo se ha reducido considerablemente. Una serie de crisis —desde la crisis financiera mundial hasta el COVID-19, pasando por las crisis de los precios de los productos básicos— han agotado los recursos presupuestarios de los gobiernos. En tercer lugar, los rápidos avances tecnológicos son perturbadores y hacen que las reformas tradicionales de las políticas de crecimiento y transformación estructural queden obsoletas, lo que obliga a experimentar en ámbitos nuevos y desconocidos.
Estos tres grupos de limitaciones políticas han creado una tormenta perfecta de retos para los países en desarrollo. Este texto examina el impacto polifacético de los cambios globales en las opciones de política económica de que disponen los países en desarrollo. En la actualidad, estos países se enfrentan al reto de operar sin un marco claro y coherente para sus políticas y estrategias de desarrollo. Esto ha dado lugar a un cambio de paradigma caracterizado por un panorama en el que «cada país va por su cuenta», lo que se traduce en la ausencia de objetivos o instrumentos políticos claros para navegar por esta nueva realidad. Este enfoque es insostenible y plantea riesgos significativos para la estabilidad económica mundial y el desarrollo integrador. Este documento propone una alternativa: un marco de política económica sólido, matizado y adaptado que aborde los retos específicos de los países en desarrollo y, al mismo tiempo, aproveche sus puntos fuertes y su potencial inherentes.
El cambiante panorama económico mundial
El aumento del proteccionismo en el entorno mundial
El panorama económico mundial ha experimentado un cambio radical en los últimos años, en los que el proteccionismo se ha convertido en la tendencia dominante, lo que supone un cambio significativo con respecto a las décadas de liberalización comercial que caracterizaron gran parte de la era posterior a la Segunda Guerra Mundial.
El creciente proteccionismo, que comenzó después de la crisis financiera global, se ha intensificado desde la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018.
Este conflicto surgió de tensiones económicas de larga data entre las dos potencias. Durante décadas, Estados Unidos ha criticado las prácticas comerciales de China, acusándola de robo de propiedad intelectual, transferencia forzada de tecnología y subsidios estatales que dan a las empresas chinas una ventaja injusta. China ha considerado estas críticas como intentos de obstaculizar su ascenso económico y preservar el dominio estadounidense. En 2018, Estados Unidos impuso aranceles sustanciales a las importaciones chinas, y China respondió de la misma manera. En 2019, el arancel medio de Estados Unidos sobre los productos chinos había aumentado del 3,1% al 19,3%, mientras que los aranceles de China sobre los productos estadounidenses aumentaron del 8% al 21,1%. 1 Desde entonces, la guerra comercial se ha ampliado a un conflicto económico y tecnológico más amplio, en el que ambos países tratan de desacoplar sus cadenas de suministro.
La Unión Europea entró recientemente en esta disputa comercial al proponer nuevos aranceles a los vehículos eléctricos chinos, alegando competencia desleal debido a las subvenciones chinas. En respuesta, China inició una investigación sobre las subvenciones de la Unión a los productos lácteos, lo que intensificó las tensiones comerciales.
Además de los aranceles, las economías avanzadas han recurrido cada vez más a otras políticas industriales para alcanzar objetivos económicos específicos. Este cambio representa un alejamiento significativo de la ortodoxia del libre mercado que estos países defendían anteriormente para el mundo en desarrollo. En Estados Unidos, la Ley CHIPS y de Ciencia de 2022 destina 52.700 millones de dólares a la investigación, el desarrollo, la fabricación y el desarrollo de la mano de obra en el sector de los semiconductores, con el objetivo de impulsar una industria estratégica y reducir la dependencia de proveedores extranjeros. 2 La Unión lanzó su Estrategia Industrial 2020 para apoyar la transformación ecológica y digital de sus economías. En 2024, anunció una estrategia para reforzar su posición competitiva frente a Estados Unidos y China mediante la mejora de sus políticas industriales y comerciales. 3 Estas estrategias hacen hincapié en una importante intervención estatal para reforzar las industrias clave y garantizar la autonomía estratégica. Tanto la reacción de Estados Unidos como la de la Unión responden a la ambiciosa política industrial china, reflejada en su plan «Made in China 2025», cuyo objetivo es modernizar globalmente la industria china, haciéndola más eficiente e integrada para que pueda ocupar las partes más altas de las cadenas de producción mundiales. 4
Junto con el aumento del proteccionismo, el panorama económico mundial está siendo remodelado por la intensificación de las rivalidades geopolíticas, lo que conduce a una reestructuración de las cadenas de valor mundiales, incluido el «friendshoring», la práctica de abastecerse de materiales, componentes y productos manufacturados de países considerados aliados o amigos. Esta tendencia se debe en gran medida a consideraciones geopolíticas y a la preocupación por la resistencia de la cadena de suministro, sobre todo a raíz de las perturbaciones causadas por la pandemia de COVID-19.
Para los países en desarrollo, el aumento del proteccionismo y la reorientación de las cadenas de valor mundiales presentan tanto oportunidades como desafíos. Los países políticamente alineados pueden atraer mayores inversiones y comercio a medida que las empresas tratan de diversificar sus cadenas de suministro. Por ejemplo, Haberkorn et al., de la Reserva Federal, descubrieron que México y las naciones de la ASEAN, como Malasia y Vietnam, se han beneficiado de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, ya que la producción se desplaza de China a estas regiones. Pero los países exportadores de recursos y las naciones menos desarrolladas se enfrentan a importantes retos. 5 La desaceleración económica mundial, agravada por la guerra comercial y la pandemia, ha reducido la demanda de materias primas, perjudicando a los países dependientes de las exportaciones de recursos naturales.
Además, la guerra comercial ha perturbado las cadenas de suministro mundiales, aumentando la incertidumbre para los países en desarrollo que comercian tanto con Estados Unidos como con China. La ralentización del crecimiento económico de China, aunada al creciente proteccionismo mundial, ha hecho más volátil el entorno económico, complicando la planificación futura de los países en desarrollo. El papel de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como foro para las negociaciones comerciales y la resolución de disputas está disminuyendo como instrumento político para estas naciones.
La tendencia a la reestructuración de las cadenas de valor mundiales también suscita preocupación por la fragmentación del sistema comercial mundial. A medida que las cadenas de suministro se reorganizan siguiendo líneas geopolíticas, pueden aumentar las ineficiencias y reducir la integración económica mundial. Esto podría ralentizar el crecimiento mundial y limitar las oportunidades de los países en desarrollo de beneficiarse de la transferencia de tecnología y de la integración en las cadenas de valor mundiales.
Un margen de maniobra macroeconómico limitado
El espacio macroeconómico de los países en desarrollo se está reduciendo debido a la disminución de los recursos fiscales, la limitada flexibilidad de la política monetaria y el debilitamiento de la independencia de los bancos centrales.
Falta de espacio fiscal
Los presupuestos públicos de los países en desarrollo se han visto afectados por las crisis recientes, entre ellas la crisis financiera mundial, la crisis de COVID-19 y las crisis de los precios de los productos básicos de la última década. Además, han aumentado las demandas de gasto público como consecuencia de las tendencias demográficas, el cambio climático, la elevada carga de la deuda y del servicio de la deuda y el aumento del gasto militar. Esta compleja interacción crea un entorno difícil para gestionar la estabilidad y el crecimiento económicos.
Tendencias demográficas: envejecimiento de la población, desempleo juvenil y fuga de cerebros.
El envejecimiento de la población ejerce cada vez más presión sobre las finanzas públicas de muchos países en desarrollo. Mientras que el envejecimiento era tradicionalmente un reto para las economías avanzadas, muchas naciones en desarrollo se enfrentan ahora a este cambio demográfico más rápido de lo previsto. Según las proyecciones de las Naciones Unidas, 6 la proporción de personas mayores de 65 años en los países en desarrollo aumentará del 8,4% en 2024 al 14,7% en 2050. En 2071, la población anciana superará en número a la menor de 14 años.
Este cambio demográfico intensifica la demanda de asistencia sanitaria, pensiones y otros servicios sociales. Por ejemplo, el gasto sanitario de Brasil alcanzó el 10% del PIB en 2023, impulsado en parte por el envejecimiento de su población. Del mismo modo, países de renta media como Tailandia están experimentando un rápido crecimiento de su población más vieja, lo que supone una presión adicional sobre los recursos públicos. Los datos del Banco Mundial muestran que el gasto sanitario público supera ya el 5,4% del PIB en los países de renta media, frente a menos del 4,9% una década antes, y se prevén nuevos aumentos.
El reto se ve agravado por las limitadas redes de seguridad social. La Organización Internacional del Trabajo calcula que sólo el 12,7% de los jubilados de los países de renta baja reciben pensiones, frente a una cobertura casi universal (96,8%) en los países de renta alta. 7 Esto deja vulnerables a las poblaciones de adultos mayores y presiona a los gobiernos para que amplíen los servicios sociales, ejerciendo aún más presión sobre los recursos fiscales.
El desempleo juvenil también representa una carga importante, ya que los gobiernos a menudo deben aumentar el gasto en programas de bienestar social, formación laboral e iniciativas educativas para fomentar el compromiso económico y evitar el malestar social. La OIT informa de una tasa de desempleo juvenil mundial de aproximadamente el 13% en 2024, pero en regiones como el norte de África, esta tasa ha llegado a alcanzar el 23%. 8 El elevado desempleo juvenil reduce los ingresos fiscales al tiempo que aumenta las necesidades de gasto público, desviando fondos de infraestructuras críticas o servicios sanitarios.
La fuga de cerebros agrava la pérdida de recursos al vaciar a los países en desarrollo de profesionales formados y cualificados que emigran en busca de mejores oportunidades. Este éxodo limita la mano de obra nacional en áreas vitales como la salud y la educación, obligando a los gobiernos a gastar más en contratación, formación y subcontratación para cubrir las carencias. Además, la pérdida de profesionales altamente cualificados ahoga la innovación y reduce los ingresos públicos, agravando las presiones fiscales. Socha-Dietrich y Dumont descubrieron que, en 2018, casi 25 mil médicos formados en el África Subsahariana —cerca de una cuarta parte del total de médicos de la región— trabajaban en países de la OCDE. 9
Cambio climático
El cambio climático presenta tanto riesgos de impactos como necesidades urgentes de adaptación.
Los países en desarrollo se enfrentan a graves impactos, como la subida del nivel del mar, la desertificación y las condiciones meteorológicas extremas, que pueden perturbar el crecimiento y la estabilidad económica. Para hacer frente a estos problemas se requieren importantes inversiones destinadas a transformar los sistemas energéticos, la agricultura y las infraestructuras urbanas, así como a adoptar medidas de adaptación. 10 La financiación de estas iniciativas depende en gran medida del apoyo exterior, y las estimaciones indican que será necesario invertir anualmente entre el 2% y el 4% del PIB en inversiones adicionales.
La carga del servicio de la deuda
La elevada carga de la deuda es otro problema crítico para los países en desarrollo. Muchos han acumulado una deuda sustancial para financiar infraestructuras y programas sociales, especialmente durante la pandemia de COVID-19. Los datos del Banco Mundial muestran que la razón media entre deuda externa y PIB en los países de renta baja aumentó del 28,8% en 2012 al 44,5% en 2022. En algunos casos, como Zambia y Sri Lanka, los niveles de deuda se han vuelto insostenibles, lo que ha provocado impagos y peticiones de ayuda internacional.
El Monitor Fiscal del FMI de octubre de 2024 advertía que se prevé que la deuda pública mundial 11 supere los 100 billones de dólares (93% del PIB mundial) en 2024, pudiendo alcanzar el 100% del PIB mundial en 2030. En 2007, antes de la crisis financiera mundial, esta deuda era inferior al 61% del PIB mundial. Para los mercados emergentes y los países en desarrollo, la «deuda en riesgo» (deuda en escenarios adversos) ha aumentado hasta el 88% del PIB. Las elevadas tasas de interés mundiales agravan la carga de la deuda, aumentando los costos del servicio de la deuda; el Banco Mundial calcula que los países de renta baja y media pagarán más de 100 mil millones de dólares por el servicio de la deuda en 2024. En algunos países, como Ghana y Egipto, el servicio de la deuda consume más del 40% de los ingresos públicos, desplazando el gasto en servicios esenciales.
Muchos países en desarrollo se han endeudado en divisas, lo que los hace vulnerables a las fluctuaciones de los tipos de cambio. Por ejemplo, la inflación y la depreciación de la moneda han agravado la carga de la deuda en Turquía y Argentina, restringiendo aún más el ya limitado espacio fiscal.
El peso cada vez mayor del gasto militar
El aumento de las tensiones geopolíticas, especialmente entre Estados Unidos y China y otras grandes potencias, ha llevado a algunos países en desarrollo a incrementar su gasto en defensa.
El Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI) informó que, en 2023, el gasto militar aumentó en las cinco regiones geográficas por primera vez desde 2009. 12 El gasto en defensa en África aumentó un 22% en términos reales, con incrementos notables en el norte de África (38%) y el África Subsahariana (8,9%). Asia Oriental experimentó un aumento del 6,2%, reflejo de las preocupaciones por la seguridad regional. Este desplazamiento hacia los gastos de defensa desvía fondos de las necesidades críticas de desarrollo.
Margen de maniobra limitado para la política monetaria
La capacidad de los bancos centrales de los países en desarrollo para utilizar la política monetaria con el fin de estabilizar sus economías se ha reducido considerablemente. Las elevadas tasas de interés mundiales han obligado a muchos países en desarrollo a subir sus propias tasas para evitar la salida de capitales y la depreciación de la moneda, lo que ha elevado los costos de los préstamos nacionales y frenado la inversión y el crecimiento. Por ejemplo, el banco central de Brasil elevó su tasa de interés de referencia al 13,75% en 2023 para frenar la inflación, lo que ralentizó el crecimiento económico. Del mismo modo, Egipto ha subido las tasas para controlar la inflación, lo que ha provocado un descenso de la inversión y un aumento de los costos de los préstamos para las empresas y los hogares.
Además, los flujos de capital se han vuelto más volátiles, complicando la gestión de los tipos de cambio. Con la disminución de las reservas de divisas en muchos países en desarrollo, la defensa de las monedas se ha vuelto cada vez más difícil. Las reservas de divisas de Pakistán, por ejemplo, cayeron a menos de dos meses de importaciones en 2023, por debajo del umbral mínimo convencional de tres meses para la adecuación de las reservas. Este déficit ha limitado gravemente la capacidad del país para gestionar eficazmente su moneda.
Los países en desarrollo se enfrentan a un trilema monetario, que consiste esencialmente en equilibrar tres restricciones: la estabilidad del tipo de cambio, 13 una política monetaria independiente y la movilidad del capital. 14 Este trilema sugiere que un país sólo puede alcanzar dos de estos tres objetivos a la vez, 15 y que la elección del objetivo prioritario depende de las circunstancias específicas. Obsfelt y Taylor 16 han señalado que este trilema monetario ha impedido, por ejemplo, que la mayoría de los países mantengan paridades monetarias firmes, dada la necesidad de aplicar una política monetaria independiente para alcanzar los objetivos económicos nacionales.
Las perturbaciones externas, como el aumento de las tasas de interés internacionales, agravan este trilema. Unas tasas de interés internacionales más altas hacen más difícil fijar un tipo de cambio debido a la presión para devaluar. Para reducir el impacto de los choques externos en la economía nacional, los responsables políticos pueden tener que limitar los flujos de capital o adoptar tipos de cambio más flexibles para conservar la capacidad de influir en las tasas de interés nacionales. Pero la necesidad de una política monetaria independiente también es crucial por otra razón: tras la pandemia de Covid-19, muchas PYME e incluso grandes empresas se encontraban en una situación vulnerable y necesitaban capital circulante y nuevas inversiones para reanudar y ampliar la producción. Cualquier intento de los bancos centrales de subir las tasas de interés nacionales en respuesta a la subida de las tasas de interés internacionales podría haber expulsado a estas empresas del mercado y haber tenido un impacto negativo en el crecimiento económico.
La erosión de la independencia de los bancos centrales
La creciente expansión fiscal, alimentada por el elevado endeudamiento y las sucesivas crisis, ha llevado a algunos gobiernos a buscar una mayor influencia sobre las decisiones de los bancos centrales, comprometiendo así su independencia. En países como Turquía y Argentina, los bancos centrales se han visto obligados a mantener bajas las tasas de interés o a imprimir dinero para financiar los déficits presupuestarios, lo que ha provocado hiperinflación y devaluación de la moneda. Esta erosión de la independencia socava la credibilidad de los bancos centrales y dificulta el control de la inflación y la estabilidad económica.
Cambio tecnológico y crecimiento económico
El ritmo del cambio tecnológico se ha acelerado considerablemente en los últimos años, alterando fundamentalmente la naturaleza del trabajo, el comercio y el desarrollo económico. A menudo denominados la cuarta revolución industrial, los avances en inteligencia artificial, robótica, internet de las cosas, impresión 3D y biotecnología están transformando las economías de un modo similar al impacto de la electricidad en el siglo XIX.
La transición tecnológica está trastocando los modelos tradicionales de crecimiento económico.
Tradicionalmente, el crecimiento de los países en desarrollo se había visto impulsado por la transformación estructural, es decir, el trasvase de recursos de los sectores de baja productividad a los de alta productividad, por ejemplo, de la agricultura a la industria manufacturera. En África, la transformación estructural representaba el 74% del crecimiento de la productividad antes de la crisis financiera de 2008. 17 Pero ya no es así. Dani Rodrik y Joseph Stiglitz 18 han señalado que la transformación estructural a través de la industrialización impulsada por las exportaciones —que ayudó a los países de Asia del Este a convertirse en naciones desarrolladas— ya no es viable hoy en día. A ello contribuyen varios factores: el cambio tecnológico ha hecho que la fabricación requiera más mano de obra cualificada y capital; la pandemia del Covid-19 aceleró las tendencias existentes de ralentización del crecimiento y aumento de la deuda; la competencia geopolítica y la reacción contra la hiperglobalización han aumentado; y el cambio climático está afectando a sectores tradicionales como la agricultura.
Los mismos autores proponen una nueva estrategia de crecimiento para los países en desarrollo, 19 basada en dos componentes. El primero se centra en la transición verde, en particular la transformación de los sistemas energéticos, la inversión en agricultura sostenible y la construcción de infraestructuras sostenibles. El segundo componente se centra en la mejora de la productividad de los servicios no comerciales intensivos en mano de obra: como la capacidad de absorción de mano de obra de la industria manufacturera ha disminuido, los servicios seguirán siendo el principal sector de absorción de mano de obra. Proponen un planteamiento triple: animar a las grandes empresas a crear empleos menos cualificados en los servicios no comerciales, proporcionar insumos públicos a las pequeñas empresas e invertir en tecnologías que complementen a los trabajadores poco cualificados en lugar de sustituirlos. Destacan la importancia de la experimentación y el aprendizaje políticos, con objetivos, instrumentos e instituciones que evolucionan con el tiempo.
Si el planteamiento de Rodrik y Stiglitz sobre la política industrial resulta convincente, su éxito dependerá de tres factores clave. En primer lugar, el sector público de los países en desarrollo tiene una escasa capacidad institucional y deberá reforzarse considerablemente para apoyar eficazmente al sector privado en la experimentación de políticas, la planificación y la ejecución de programas de ayuda. En segundo lugar, como han señalado Rodrik y Stiglitz, la productividad de los sectores de servicios es baja, lo que significa que es probable que este enfoque basado en los servicios produzca un menor crecimiento económico que las estrategias tradicionales basadas en la industria manufacturera. Para contrarrestar esta situación, los países en desarrollo no sólo deberían desarrollar el turismo para atraer a trabajadores poco o semicualificados del sector informal, sino también tomar medidas para promover subsectores manufactureros específicos con gran intensidad de mano de obra, como el textil y la agroindustria. 20
En tercer lugar, el proceso de sustitución de la mano de obra por la IA y otras tecnologías debería producirse gradualmente. Como ha demostrado Daron Acemoğlu, 21 los efectos macroeconómicos de la IA, aunque significativos, son relativamente modestos, y se espera que la productividad total de los factores no aumente más de un 0,7% en una década. Otros autores también han señalado que, aunque la IA remodelará los modelos de trabajo, las predicciones de una automatización rápida y generalizada a menudo pasan por alto el lento ritmo de adopción y los retos técnicos y económicos de desarrollar sistemas de IA capaces de realizar tareas específicas. 22 Como resultado, los países en desarrollo pueden tener por delante al menos una o dos décadas antes de que los puestos de trabajo en el sector manufacturero se vean afectados de forma significativa.
Nuevas orientaciones políticas para los países en desarrollo
El Consenso de Washington —el conjunto de recetas de política económica orientadas al mercado que dominaron el pensamiento sobre el desarrollo en las décadas de 1980 y 1990— ha pasado a la historia.
Este paradigma, que hacía hincapié en la privatización, la desregulación y la liberalización del comercio, fue promovido por las instituciones financieras internacionales después de que la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones de los años sesenta y setenta no diera los resultados esperados. Sin embargo, el historial de los países que siguieron el Consenso de Washington es cuanto menos desigual: no crecieron mucho más rápido que los que no siguieron dicho programa. 23 De hecho, algunos de los países en desarrollo con más éxito de las últimas décadas, como China y Vietnam, han crecido rápidamente a pesar de aplicar sólo de forma selectiva elementos del Consenso de Washington.
El debilitamiento del Consenso ha dejado un vacío importante en la economía del desarrollo.
Ya no existe un conjunto claro y ampliamente aceptado de políticas públicas a seguir por los países en desarrollo. En su lugar, ha surgido un enfoque más ecléctico, que reconoce la importancia de las políticas específicas de cada contexto y el papel potencial del Estado en la promoción del desarrollo. Algunos autores han introducido el «diagnóstico del crecimiento», 24 un enfoque centrado en identificar y abordar las limitaciones más acuciantes para el crecimiento económico en un país determinado. Otros han propuesto el concepto de «nueva economía estructural», que se centra en políticas industriales adaptadas a la ventaja comparativa y al nivel de desarrollo de un país. 25 Aunque estos enfoques ofrecen perspectivas interesantes, carecen del rigor y del marco teórico coherente necesarios para proporcionar el tipo de políticas claras y viables que el Consenso de Washington pretendió poner en marcha en su día.
Este vacío político ha dejado en ocasiones a los responsables políticos de los países en desarrollo a la deriva en un panorama económico mundial cada vez más complejo, obligándolos a tomar decisiones cruciales sobre comercio, impuestos, finanzas y reforma estructural sin un marco coherente que guíe sus elecciones.
Este enfoque ad hoc, de «sálvese quien pueda», de la formulación de políticas económicas ha dado lugar a resultados incoherentes, a una mayor vulnerabilidad a los choques externos y a una menor credibilidad política, ya que los países luchan por equilibrar los mandatos, a veces contradictorios, de las instituciones financieras internacionales, los votantes y los mercados mundiales. La ausencia de un paradigma claro de desarrollo ha dado lugar a experimentos políticos que, aunque potencialmente innovadores, a menudo carecen del apoyo institucional y los fundamentos teóricos necesarios para una transformación económica sostenible.
Además, la situación actual, en la que cada país en desarrollo debe hacer frente por sí solo a los retos económicos mundiales, desde la volatilidad de los flujos de capital hasta los trastornos tecnológicos y el cambio climático, representa una ineficiencia significativa dentro del sistema económico internacional. A falta de una comprensión compartida de las prioridades de desarrollo y de herramientas políticas de eficacia probada, estos países suelen reinventar la rueda o, lo que es peor, repetir los errores de otros. Los beneficios oportunistas a corto plazo no serán sostenibles a largo plazo. Este enfoque fragmentado no sólo aumenta el riesgo de fracaso de las políticas, sino que también obstaculiza la acción colectiva ante retos transnacionales que requieren respuestas coordinadas. La necesidad de un nuevo marco de desarrollo coherente, anclado en intereses alineados y comportamientos consistentes, se ha hecho cada vez más urgente a medida que los países en desarrollo tratan de construir economías resilientes al tiempo que abordan la desigualdad y las transiciones digital y tecnológica.
El surgimiento de China como segundo actor mundial y el ascenso de nuevos competidores asiáticos tienen importantes implicaciones para todos los países y sus estrategias de crecimiento. 26
En este sentido, una de las principales preocupaciones de los países en desarrollo es que el auge del proteccionismo en Estados Unidos y la Unión Europea pueda provocar un aumento de las exportaciones de China a estos países. Esta preocupación se basa en tres factores. En primer lugar, las exportaciones de China son muy competitivas en una amplia gama de productos —desde los de bajo valor añadido hasta los de alto valor añadido— debido a un ecosistema de producción eficiente caracterizado por enormes economías de escala, una gran cadena de suministro nacional, eficiencia organizativa y una mano de obra bien formada. En segundo lugar, en 2023, las exportaciones chinas alcanzarán los 3,5 billones de dólares, casi la mitad de los cuales se destinarán a Estados Unidos y la Unión. Un mayor proteccionismo de estos mercados podría desviar este excedente hacia las economías en desarrollo, ya que la capacidad de producción de China está orientada a la exportación y no al consumo interno. En tercer lugar, investigaciones recientes han mostrado un cambio provocado por la guerra comercial: los principales socios comerciales de Estados Unidos están importando más de China. 27 Entre 2019 y 2022, la participación de China en las importaciones de la ASEAN aumentó de 1,5 a 4 puntos porcentuales, principalmente en bienes sujetos a aranceles. México experimentó un aumento similar de 0,5 a 2,5 puntos porcentuales, también concentrado en bienes sujetos a aranceles.
Un planteamiento pasivo o inactivo por parte de los países en desarrollo podría conducir a un sistema mundial en el que la mayoría de las economías dependieran de facto de un pequeño número de países dominantes para el suministro de bienes industriales, por meras razones de eficiencia. En tal escenario, los países importadores sólo producirían alimentos, servicios no comerciables y pagarés para pagar los bienes de los países productores. Aunque esta configuración podría parecer racional desde el punto de vista de la eficiencia económica, sería indeseable para muchos ciudadanos, ya que podría exacerbar las desigualdades y socavar la soberanía económica.
Para los responsables políticos de los países en desarrollo, la revolución tecnológica actual exige un delicado equilibrio. Tienen que encontrar la manera de aprovechar las nuevas tecnologías para estimular el crecimiento económico y mejorar los servicios públicos, mitigando al mismo tiempo los riesgos de desplazamiento del empleo y aumento de la desigualdad. Los países que logren navegar en esta dinámica, aprovechar sus puntos fuertes y forjar alianzas estratégicas serán los mejor situados para transformar los retos que plantea la competencia de las grandes potencias en oportunidades de desarrollo y prosperidad.
Estrategias para los países en desarrollo
El marco político para ayudar a los países en desarrollo a navegar por un entorno global cada vez más complejo e incierto debe ser lo suficientemente flexible como para adaptarse a las diversas circunstancias de cada nación, a la vez que proporciona una orientación clara en áreas políticas clave. Algunos pilares clave de este nuevo marco incluyen:
i) crear amortiguadores macroeconómicos para mejorar la resistencia a los choques externos;
ii) aprovechar la tecnología para lograr aumentos de productividad, especialmente en el sector público;
iii) promover el crecimiento y la transformación estructural; y
iv) reforzar la coordinación política entre los países en desarrollo.
La comunidad internacional tiene un papel crucial que desempeñar en el apoyo a estos esfuerzos a través de la asistencia técnica y el apoyo financiero.
Establecer amortiguadores macroeconómicos
En un contexto mundial cada vez más volátil, los países en desarrollo deben dar prioridad a la creación de amortiguadores macroeconómicos sólidos para mejorar su resistencia a los choques externos.
Esto implica cuatro tipos de reformas: fiscal, monetaria, cambiaria y macroprudencial:
- La política fiscal debe reforzarse para mitigar los efectos negativos sobre la producción y la desigualdad combinando medidas de ingresos y gastos, salvaguardando la inversión pública, protegiendo a los hogares vulnerables mediante transferencias selectivas y eliminando gradualmente las subvenciones no selectivas. 28 Esto podría implicar la mejora de la recaudación de impuestos mediante la modernización de los sistemas fiscales y la ampliación de la base impositiva. Además, el gasto debería dar prioridad a las inversiones que fomenten el crecimiento en ámbitos como las infraestructuras y el capital humano. Para hacer frente a las vulnerabilidades de la deuda, los gobiernos deberían mitigar la deuda no identificada derivada de atrasos y pasivos contingentes.
- La política monetaria debería poder adoptar regímenes flexibles de objetivos de inflación para equilibrar la estabilidad de precios con otros objetivos clave, como la estabilidad financiera y el crecimiento económico. También es importante desarrollar mercados de bonos en moneda local para reducir la dependencia del endeudamiento en divisas, que expone a las economías a la volatilidad de los tipos de cambio. Por ejemplo, el paso de la India a un régimen flexible de objetivos de inflación en 2016 ayudó a anclar las expectativas de inflación y a reducir la volatilidad macroeconómica.
- Es necesario supervisar de cerca la política cambiaria y acumular reservas internacionales. Los países deben avanzar hacia regímenes cambiarios más flexibles, capaces de absorber los choques contra la volatilidad externa. La intervención en el mercado de divisas debe mitigar la volatilidad excesiva, en lugar de defender un nivel concreto de tipo de cambio. Los estudios demuestran que los países con regímenes cambiarios más flexibles tienen menos probabilidades de sufrir crisis monetarias. También se recuperan más rápidamente de las crisis.
- Las políticas macroprudenciales deben abordar los riesgos sistémicos en el sector financiero y gestionar los flujos de capital volátiles. Estas políticas deben coordinarse con las políticas monetaria y fiscal para lograr una mayor eficiencia, manteniendo al mismo tiempo la autonomía financiera. Los amplios instrumentos macroprudenciales de Corea del Sur, como los límites a las posiciones de los bancos en derivados de divisas y un gravamen sobre los pasivos en divisas no esenciales, han demostrado su eficacia para reforzar la estabilidad financiera.
Aprovechar la tecnología para impulsar la productividad
Los países en desarrollo pueden aprovechar la tecnología avanzada para mejorar la productividad, especialmente en el sector público. Las áreas clave en las que la tecnología puede desempeñar un papel transformador son las siguientes:
- Gobernanza: los sistemas digitales para los servicios gubernamentales pueden reducir la burocracia, aumentar la eficiencia y reducir la corrupción. El desarrollo de sistemas nacionales de identidad digital puede mejorar el acceso a los servicios públicos y la inclusión financiera. Un sector público digitalizado eficiente y transparente puede mejorar la gestión de proyectos, el análisis de datos y la evaluación de políticas, fomentando el uso de datos rigurosos y la evaluación en el diseño y la aplicación de políticas, incluidas las revisiones anuales de los programas de inversión y gasto corriente. El completo sistema de gobernanza electrónica de Estonia ilustra el potencial transformador de la gobernanza digital.
- Educación: la tecnología puede mejorar el acceso a una educación de calidad, especialmente en zonas remotas. Las plataformas digitales con tecnologías de aprendizaje adaptativo pueden personalizar la enseñanza y colmar las lagunas de aprendizaje. La plataforma de aprendizaje electrónico BYJU’S en la India, que ha llegado a más de 80 millones de estudiantes, demuestra este potencial.
- I+D e innovación: las tecnologías, incluidas la inteligencia artificial y el internet de las cosas, ofrecen un potencial considerable para transformar la investigación y el desarrollo en los países en desarrollo. La IA puede mejorar la eficiencia automatizando tareas rutinarias, analizando grandes conjuntos de datos y generando conocimientos que aceleren la innovación en todos los sectores, desde la agricultura a la salud. Además, estas tecnologías pueden compensar la escasez de recursos al permitir la colaboración a distancia, las simulaciones virtuales y la racionalización de los flujos de trabajo, ayudando a los países en desarrollo a superar los obstáculos tradicionales a la I+D, como la falta de infraestructuras, financiación y personal cualificado. Con una inversión estratégica, la IA y el internet de las cosas pueden permitir a estas naciones abordar los retos locales de forma innovadora y contribuir a la creación de conocimiento global a través de la recopilación y el análisis de datos.
- Salud: innovaciones como los sistemas de telemedicina y la analítica basada en IA pueden mejorar el acceso a la asistencia sanitaria, la vigilancia de las enfermedades y la planificación de los sistemas de salud, especialmente en las zonas rurales. La telemedicina permite a los pacientes consultar a los médicos a distancia, superando las largas distancias y la escasez de profesionales de la salud. El análisis basado en la IA puede contribuir a la vigilancia de las enfermedades procesando rápidamente los datos para identificar brotes y patrones, lo que permite una respuesta más rápida y unas intervenciones mejor orientadas. Además, las herramientas de IA pueden apoyar la planificación del sistema sanitario prediciendo las necesidades de los pacientes, optimizando la asignación de recursos y garantizando una prestación eficiente y puntual de los servicios de salud. El uso de drones en Ruanda para llevar suministros médicos a zonas remotas es un ejemplo de innovación con éxito en este ámbito.
- Agricultura: en la agricultura, el análisis predictivo basado en la IA puede ayudar a los agricultores a maximizar el rendimiento de los cultivos con recursos limitados, mientras que los dispositivos del internet de las cosas pueden supervisar y transmitir datos críticos sobre la salud del suelo y las condiciones meteorológicas en tiempo real, haciendo que los esfuerzos de investigación sean más precisos y procesables. El proyecto Digital Green en la India y Etiopía, que utiliza videos comunitarios para compartir las mejores prácticas agrícolas, ha llegado a más de 1,8 millones de agricultores, lo que subraya el papel de la tecnología en la agricultura.
Promover el crecimiento y la transformación estructural
Aunque el planteamiento de Rodrik y Stiglitz hace hincapié en la creación de empleo en el sector servicios, por sí solo no puede proporcionar puestos de trabajo a los millones de jóvenes que se incorporan cada año al mercado laboral en los países en desarrollo.
Esto se debe en parte a la menor productividad del sector servicios en comparación con el manufacturero, lo que conlleva un menor crecimiento económico, y en parte al hecho de que la demanda de servicios (que en su mayoría no son comercializables) tarda más en materializarse, a diferencia de la demanda de bienes manufacturados, que están disponibles inmediatamente en los mercados mundiales. En consecuencia, los sectores económicos tradicionales siguen siendo clave para absorber a los trabajadores no cualificados y semicualificados, por lo que es esencial que los gobiernos promuevan el crecimiento de estos sectores y los integren en la economía en general.
Para hacer frente a estos retos, los países en desarrollo deben aplicar una estrategia equilibrada y adaptable que incluya diferentes tipos de empresas.
Esta estrategia debe incluir la formulación de políticas de inversión dirigidas a integrar a los países de renta baja en las cadenas de valor mundiales y a facilitar una mayor participación de los países de renta media en dichas cadenas, estimulando el crecimiento de las empresas nacionales que sirven a los mercados regionales y nacionales, y promoviendo activamente la digitalización para vincular ambos sectores. Las políticas deben ser prácticas y basarse en estudios de casos empíricos que pongan de relieve los éxitos y los fracasos en escenarios específicos.
Aumentar la intensidad de capital de la industria manufacturera es una cuestión crucial para la industrialización de los países en desarrollo. Las investigaciones muestran que países como Etiopía y Tanzania tienen una elevada relación capital-trabajo en comparación con otras naciones. Algunos autores han observado que los costos laborales en los países del África Subsahariana son significativamente más elevados que en países con niveles de renta similares. 29 Esto sugiere que unos costos laborales más elevados pueden llevar a las empresas multinacionales a adoptar tecnologías más intensivas en capital en sus inversiones en el África Subsahariana.
Diversas soluciones políticas pueden abordar este reto. Algunos países latinoamericanos han creado zonas industriales especiales con normativas salariales específicas. Además, los elevados costos laborales podrían compensarse con otros factores de producción, como terrenos industriales con infraestructuras esenciales (electricidad, agua, transporte, etc.). En estos contextos, pueden ser preferibles soluciones prácticas de segundo orden. Nuestra investigación sobre la industria manufacturera africana ha revelado muchos ejemplos de agrupaciones industriales (por ejemplo, flores cortadas en Kenia y Etiopía, tomates en Senegal) que prosperan a pesar de las limitaciones sectoriales. 30
Otros estudios señalan que algunos subsectores manufactureros, como la confección, la agroalimentación y los productos intensivos en materiales, siguen siendo intensivos en mano de obra. 31 Aunque el empleo directo en la fabricación basada en los recursos puede ser limitado debido a la intensidad de capital, los beneficios indirectos de estas exportaciones pueden ser significativos. La agroindustria, por ejemplo, tiene el potencial de crear empleo y riqueza indirectamente para empresas de logística y embalaje, restaurantes y hoteles, y proveedores de insumos agrícolas. Los mismos estudios también han observado que, entre las empresas del sector informal, un pequeño subgrupo —conocido como empresas «intermediarias»— ha experimentado un crecimiento muy fuerte de la productividad. 32 Una forma de fomentar este crecimiento es identificar y animar a las empresas jóvenes con gran potencial de crecimiento. La nueva Zona de Libre Comercio Continental Africana ofrece a los países del África Subsahariana una excelente oportunidad para ampliar sus mercados.
El turismo es un sector con un gran potencial de creación de empleo para los trabajadores poco o nada cualificados de los países en desarrollo. En África, por ejemplo, el Consejo Mundial de Viajes y Turismo ha indicado que el turismo habrá generado más de 24 millones de puestos de trabajo en 2023, de los cuales una gran proporción corresponderá a puestos poco o semicualificados en áreas como la hostelería, la restauración, el transporte y los servicios culturales y recreativos. La naturaleza intensiva en mano de obra de este sector y las amplias necesidades de servicios crean oportunidades de empleo accesibles que no requieren necesariamente cualificaciones avanzadas o educación formal, proporcionando un punto de entrada a la mano de obra para muchas personas y apoyando la inclusión económica. Además, los empleos indirectos creados por el turismo en las industrias de apoyo, como el comercio minorista y el transporte, amplifican su impacto en el empleo y su potencial de desarrollo para las comunidades con bajos ingresos.
El sector de la fabricación ecológica presenta otra vía potencial para la industrialización, sobre todo dado el potencial de energía solar del Sur. La transición a la fabricación ecológica podría mejorar la competitividad de costos en la fabricación ligera y promover el crecimiento del empleo. La industria farmacéutica también es un sector viable para la industrialización, ya que ofrece beneficios tanto sanitarios como económicos.
Los países en desarrollo deberían adoptar una estrategia de industrialización práctica basada en los siguientes principios:
- Reconocer que las fuerzas del mercado por sí solas no generarán industrialización.
- Comprender que no existe una política “universal”; se necesitan estrategias individualizadas.
- Garantizar que las políticas sean prácticas, flexibles y centradas en los retos del mundo real en lugar de en ideologías rígidas.
- Fomentar una estrecha colaboración entre los sectores público y privado para facilitar iniciativas de industrialización eficaces.
Las políticas de industrialización recomendadas pueden dividirse en dos categorías: 33 1) políticas generales para facilitar la transformación estructural y 2) políticas específicas para fomentar la fabricación.
- Políticas generales para facilitar la transformación estructural (intersectoriales) :
- Crear un entorno propicio: apoyar la estabilidad política y macroeconómica, y dar prioridad a las actividades intensivas en mano de obra y al fortalecimiento del sector privado como objetivos clave del gobierno.
- Aumentar la productividad agrícola: introducir medidas como la seguridad de la tenencia de la tierra, la mejora del acceso a los mercados y a la financiación, la selección informada de los cultivos, el uso eficiente de los fertilizantes y la mejora del regadío, para trasladar el excedente de mano de obra a sectores más productivos.
- Maximizar el potencial del sector informal: mejorar las cualificaciones de los trabajadores, facilitar el acceso a los servicios financieros, mejorar el transporte y las comunicaciones, proporcionar asistencia sanitaria y consolidar los derechos sobre la tierra y la propiedad. Además, simplificar la transición del sector informal al formal reduciendo los costos de registro.
- Reducir los obstáculos a la movilidad: dar prioridad a la inversión en infraestructuras esenciales, como redes de transporte, fuentes de energía y sistemas de comunicaciones. Considerar la posibilidad de proporcionar viviendas a los trabajadores cerca de las zonas industriales y simplificar los trámites administrativos, como la inscripción escolar.
- Políticas específicas de apoyo a la industria manufacturera:
- Cultivar la inversión extranjera directa: los dirigentes nacionales y locales deben fomentar y atraer activamente la inversión, abordando al mismo tiempo los obstáculos a su crecimiento. Los esfuerzos de colaboración entre las empresas que invierten y las instituciones profesionales pueden proporcionar una formación esencial para la mano de obra. La experiencia de Asia del Este demuestra que estas no sólo crean puestos de trabajo, sino que también facilitan la transferencia de conocimientos y la integración financiera.
- Estimular las empresas económicas locales: es importante reconocer y apoyar las iniciativas económicas locales. Los estudios sobre África y Asia aportan ideas sobre estrategias eficaces para el crecimiento de la industria manufacturera, como la secuenciación estratégica, empezar a pequeña escala, ampliar o reducir según sea necesario, e identificar las áreas de éxito mediante políticas específicas. 34
- Reducir la brecha entre pequeñas y grandes empresas: los países en desarrollo pueden aplicar políticas que reduzcan la brecha entre pequeñas y grandes empresas vinculadas a la IED o a las cadenas de valor mundiales. Esto puede incluir ofrecer los mismos incentivos a los exportadores directos e indirectos y fomentar las agrupaciones orgánicas, que son grupos de empresas e instituciones que comparten una actividad empresarial específica en una zona geográfica limitada.
- Impulsar la digitalización para el crecimiento industrial: la brecha entre la producción y el empleo en las pequeñas y grandes empresas de los países en desarrollo es una oportunidad para la digitalización. La integración digital estratégica puede elevar a las MIPYME, reforzar las capacidades tecnológicas de las grandes empresas dentro de las cadenas de valor mundiales y fomentar la cooperación mutua entre ambos sectores.
Reforzar la coordinación política entre países en desarrollo
Una mejor coordinación política entre los países en desarrollo puede abrir nuevas oportunidades para el crecimiento compartido y la resiliencia. La cooperación Sur-Sur, la integración regional y las iniciativas políticas conjuntas pueden contribuir a reforzar las posiciones negociadoras de los países en desarrollo y a desarrollar su capacidad colectiva:
- Cooperación Sur-Sur: es esencial compartir las mejores prácticas en ámbitos como la política industrial, la protección social y la adopción de tecnología. Los países en desarrollo pueden crear plataformas y redes de intercambio de conocimientos para facilitar la colaboración entre responsables políticos y expertos. El foro de diálogo India-Brasil-Sudáfrica (IBSA) es un buen ejemplo de este tipo de cooperación, que permite a estos países coordinar sus posiciones sobre cuestiones globales y compartir sus experiencias en materia de desarrollo.
- Integración regional: profundizar en la integración económica a nivel regional puede crear mercados más amplios e impulsar la competitividad. Al centrarse en las cadenas de valor regionales, los países pueden reducir su dependencia de los volátiles mercados mundiales y aumentar su capacidad de recuperación. La Zona de Libre Comercio Continental Africana es una iniciativa prometedora que pretende crear un mercado único de bienes y servicios en 54 países africanos. El éxito de su aplicación podría impulsar considerablemente el comercio intraafricano, fomentando así el crecimiento económico y el desarrollo.
- Investigación y desarrollo conjuntos: la puesta en común de recursos para la investigación y el desarrollo en áreas de interés común, como la agricultura tropical o las energías renovables, puede generar importantes beneficios. La creación de centros conjuntos de investigación y programas de intercambio puede fomentar la innovación y facilitar el intercambio de conocimientos. La red de centros de investigación del GCIAI (originalmente Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional) demuestra el potencial de los esfuerzos de colaboración para abordar retos comunes en agricultura y seguridad alimentaria.
- Redes de aprendizaje político: es esencial crear plataformas para que los responsables políticos de los distintos países en desarrollo intercambien experiencias y aprendan de los éxitos y fracasos de los demás. Los programas conjuntos de formación y las simulaciones de políticas pueden reforzar la capacidad de los responsables políticos para responder eficazmente a los nuevos retos. La iniciativa Pensadores Mundiales Sur-Sur, apoyada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur (UNOSSC), es un ejemplo de éxito, que facilita el intercambio de conocimientos sobre cuestiones de desarrollo sostenible entre grupos de reflexión de países en desarrollo.
El papel de la comunidad internacional
La comunidad internacional desempeña un papel importante a la hora de apoyar a los países en desarrollo en la formulación y aplicación de sus políticas económicas. Este apoyo debe tener como objetivo el desarrollo de las capacidades de estos países, evitando al mismo tiempo un enfoque único. Entre los ámbitos clave de la ayuda internacional cabe citar la asistencia técnica para mejorar los conocimientos en materia de regulación financiera, negociaciones comerciales y gestión pública, con programas como los que ofrecen las instituciones financieras internacionales. La financiación en condiciones favorables, como la que proporciona la Asociación Internacional de Fomento del Banco Mundial, también es crucial, al igual que las estrategias de financiación innovadoras, como los canjes de deuda por cambio climático. 35
Es igualmente importante reformar la gobernanza económica mundial para que los países en desarrollo tengan más peso en las instituciones y acuerdos internacionales. Iniciativas como las reformas de las cuotas del FMI, que pretenden aumentar el poder de voto de los mercados emergentes, son ejemplos de estos esfuerzos.
La transferencia de tecnología y el equilibrio de los derechos de propiedad intelectual también son esenciales para el desarrollo sostenible, sobre todo para las tecnologías verdes y los medicamentos esenciales. El acuerdo ADPIC (Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio), supervisado por la OMC, ofrece flexibilidad para la concesión de licencias obligatorias, lo que ha ayudado a países como India y Brasil. Reforzar la cooperación en materia de bienes públicos mundiales, como la mitigación del cambio climático y la preparación ante pandemias, es otro aspecto esencial, con instituciones como el Fondo Verde para el Clima apoyando estos esfuerzos.
Mejorar la recopilación y accesibilidad de los datos también es esencial para una toma de decisiones informada. La iniciativa de Datos Abiertos del Banco Mundial muestra cómo un mejor acceso a los datos puede apoyar la toma de decisiones. En última instancia, el apoyo internacional debe permitir a los países en desarrollo construir economías resilientes a través de un mejor uso de la tecnología, instituciones públicas más fuertes y una mejor coordinación de las políticas, lo que les permite abordar los desafíos globales de manera más eficaz.
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El panorama económico mundial ha experimentado importantes transformaciones en los últimos años, presentando tanto retos como oportunidades para los países en desarrollo. El auge del proteccionismo, incluidas las políticas industriales a gran escala en las economías avanzadas, las rivalidades geopolíticas que conducen a la reestructuración de las cadenas de valor mundiales, el limitado espacio político macroeconómico y la rápida disrupción tecnológica han creado un entorno complejo y a menudo hostil para estas naciones. Al mismo tiempo, el abandono del Consenso de Washington ha dejado un vacío político en la economía del desarrollo, sin un paradigma alternativo claro que oriente la política de los países en desarrollo. En este contexto, la noción de «sálvese quien pueda» ha ganado prominencia, dejando a los países en desarrollo navegando por un entorno mundial cada vez más incierto, sin objetivos ni instrumentos políticos claros. Este planteamiento ineficaz ha dado lugar a resultados incoherentes, a una mayor vulnerabilidad a los choques externos y a una menor credibilidad política, ya que los países luchan por equilibrar las demandas contrapuestas de las instituciones financieras internacionales, de sus electores nacionales y de los mercados mundiales. Este enfoque fragmentado aumenta el riesgo de fracaso de las políticas y obstaculiza la acción colectiva frente a retos transnacionales que requieren respuestas coordinadas.
Lo que se necesita es un nuevo marco de política económica para los países en desarrollo que responda a los retos únicos a los que se enfrentan, al tiempo que aproveche sus puntos fuertes y su potencial. Este marco debe ser lo suficientemente flexible como para adaptarse a las diversas circunstancias de las distintas naciones, al tiempo que proporciona orientaciones claras sobre las áreas políticas clave. Este documento ha examinado los principales pilares de dicho marco, entre los que se incluyen:
- La creación de amortiguadores macroeconómicos para mejorar la resistencia a los choques externos y el autoseguro;
- Aprovechamiento de la tecnología para aumentar la productividad, especialmente en el sector público;
- Promover políticas de crecimiento y transformación estructural, haciendo hincapié en la I+D y la innovación; y
- Reforzar la coordinación política entre los países en desarrollo.
La comunidad internacional tiene un papel crucial que desempeñar a la hora de apoyar estos esfuerzos mediante asistencia técnica y apoyo financiero adaptados al espacio político y a las capacidades de cada país en desarrollo.
Los países en desarrollo deben apropiarse de su proceso de desarrollo, elaborando políticas que reflejen sus propias circunstancias, prioridades y aspiraciones. Esto significa no sólo abordar los retos económicos inmediatos, sino también invertir en capacidades a largo plazo en ámbitos como la educación, la innovación y el desarrollo institucional.
El camino no será fácil, y sin duda habrá contratiempos y desafíos. Sin embargo, fomentando una mayor cooperación entre los países en desarrollo, aprovechando las nuevas tecnologías e impulsando la reforma del sistema económico mundial, los países en desarrollo pueden encaminarse hacia un desarrollo más integrador y sostenible.
Notas al pie
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- Organización Internacional del Trabajo, Tendances mondiales de l’emploi des jeunes 2024 : Un travail décent, un avenir meilleur, 2024.
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- Esto puede verse intuitivamente (Dinh, 2022) si nos centramos en las opciones políticas extremas de una economía pequeña: un tipo de cambio fijo o un régimen de flotación pura; una política monetaria totalmente independiente o ningún control sobre la política monetaria; y una movilidad perfecta del capital o autarquía financiera. Si un país tiene un tipo de cambio fijo y libre movilidad de capitales, debe renunciar a su política monetaria independiente. Cuando un país se enfrenta a un choque externo, como una subida de los tipos de interés en el país de referencia (Estados Unidos), el diferencial de tasas de interés animará a los tenedores de bonos nacionales a venderlos y comprar bonos extranjeros. Esto aumentará la demanda de divisas y, debido al régimen de tipo de cambio fijo, obligará al banco central a intervenir y reducir la oferta monetaria. El país renuncia así a su política monetaria independiente. Hinh T. Dinh, Navigating a Rough Sea: Policy Challenges for Developing Countries 2022-2025, Policy Paper PP-20/22, Policy Center for the New South, 2022.
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