Si usted gana estas elecciones, sería su cuarto mandato presidencial. ¿Por qué decidió que ahora era el momento de volver a ser candidato a la presidencia?
Yo en realidad había terminado en el año 2002 mi periodo de gobierno. Habíamos contribuido en llevar a cabo una transformación importante de la República Dominicana en términos institucionales, pero también en términos de avances económicos y sociales, con indicadores muy positivos. En el Congreso había llegado en el año 1996 con un solo senador a favor; al final teníamos 32. Podemos decir que a nivel político todo fue muy exitoso. Hubo una evolución de un 74% de apoyo en la opinión pública sobre nuestra gestión. En ese momento consideré que ya había terminado mi carrera política.
Pero ocurrió lo inesperado. Mi sucesor procuró de alguna manera afectar ese legado histórico; eso le obliga a uno a tener que reaccionar. Y aquí no se trata de propio prestigio, sino de una causa que hay que defender. Sentía que la democracia estaba en riesgo, que había un retroceso institucional. Eso me obligó a ser más activo. Me opuse a una reforma constitucional en el año 2016 para habilitar una elección sucesiva, que la Constitución del 2010 —que yo promoví— había prohibido. Luego también estuve en desacuerdo con una segunda reforma constitucional. Por tanto, asumí la lucha por la defensa de la Constitución.
Eso llevó a una ruptura interna dentro de nuestro partido, el Partido de la Liberación Dominicana. Creamos entonces esta nueva organización, la Fuerza del Pueblo, que ya participa este año plenamente como partido formado en las elecciones, con financiación pública.
¿Con posibilidades de ganar?
En estos momentos, encuestas creíbles indican que el actual presidente de la República tiene 46% de intención de voto, nosotros tenemos 37% y el Partido de la Liberación Dominicana un 14%. Como en el sistema dominicano hay que obtener 50 + 1, eso plantea grandes posibilidades en caso de que haya una segunda vuelta. Si vamos a segunda vuelta y soy candidato, habría una convergencia de fuerzas que nos apoyaría y nos permitiría tener un éxito total.
Entonces diría que son las circunstancias las que me obligaron a continuar la batalla política. Yo no lo había previsto de esa manera. Pero la asumo con responsabilidad porque tenemos una visión de por dónde el país tiene que continuar, fortaleciéndose en sus instituciones democráticas, con un nuevo paradigma económico y social. El crecimiento económico debe ser más inclusivo, dentro de un modelo de economía y social de conocimiento, con un corredor tecnológico de las Américas como el que tiene la República Dominicana, con mejoras importantes en el sector de la educación, en la salud, la seguridad social, en grandes proyectos de infraestructuras que tenemos previsto. Sobre todo lo que sería esencial y habiendo hecho el metro de Santo Domingo y el éxito que ha tenido —puesto que cada año tenemos más de 120 millones de usuarios, lo que es diez veces la población dominicana—, es ahora un tren de carga y de pasajeros que conecte la región caribeña con la zona del Atlántico en el norte. Esa sería nuestra gran obra de infraestructura conjuntamente con reclamos que hacen las comunidades de acueductos, hospitales, escuelas, extensión de universidades.
Es todo un plan para continuar avanzando por senderos de desarrollo sostenible y de crecimiento socialmente inclusivo. En nuestro programa de gobierno planteamos 2024 propuestas para transformar a la República Dominicana.
En caso de un nuevo mandato, ¿qué haría de manera diferente tanto a nivel de forma como de contenido?
Siempre hay que hacer un ajuste a las circunstancias cambiantes. Pero, en esencia, el hilo constructor de nuestros gobiernos anteriores siempre fue la transformación y la modernización de la República Dominicana. Yo creo que en ese proyecto lograremos avanzar en el aspecto económico y social. Nosotros duplicamos en doce años el Producto Interior Bruto. Ya se reconoce que fue un momento de aceleración del crecimiento económico del país. Ahora, el ajuste que habría que hacer: que el desarrollo sea más incluyente socialmente. Ese es un tema pendiente en nuestra agenda nacional.
Logramos crear una sociedad de clase media con mayor poder adquisitivo, pero no todos forman parte de ella. Todavía tenemos niveles de desigualdad importantes. En el largo plazo, consideramos que esa situación de desigualdad se resuelve con mayor calidad en la educación. Mi aspiración es que la escuela pública dominicana tenga la misma calidad que las escuelas bilingües privadas que tenemos en el país. Un joven bachiller tiene que ser bilingüe, con el inglés como segundo idioma.
La alfabetización digital es el acceso a las nuevas tecnologías por parte de nuestra juventud, mediante un sistema escolar público con ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas, ciencias sociales con un componente de humanidades y valores cívicos. Hemos encontrado ya un norte que seguir para tener una educación accesible para todos. La educación es el gran motor de la movilización social ascendente y permitiría una sociedad dominicana más equilibrada, más equitativa en los años por venir.
Ha hablado de la necesidad de un cambio de paradigma económico y social centrado en una sociedad del conocimiento. ¿Podría profundizar estos elementos?
Al salir de mi primer gobierno, habíamos creado lo que llamamos el Parque Cibernético de Santo Domingo —y dentro del parque, el Instituto tecnológico de las Américas (ITLA)— en un ecosistema de desarrollo de un corredor tecnológico de las Américas. En el ITLA hemos formado unos 70.000 jóvenes en distintas capacidades referentes a la alta tecnología, con profesores que venían de la India, de Reino Unidos, Israel, Estados Unidos, Corea. Lo que quiero decir con esto es que existe una visión global.
Tenemos una población en Estados Unidos de jóvenes que emigraron o que nacieron allá que son bilingües, biculturales, tecnológicos y que quieren ser parte de este proyecto que nosotros tenemos de conversión de la República Dominicana en un hub tecnológico en la región del Caribe y Centroamérica. Creemos que no podemos seguir siendo consumidores pasivos de productos y servicios tecnológicos. Tenemos que ser ahora productores activos de todo esto.
Existe el sistema de zonas francas —o maquilas como se le dice en México y América Central— que están muy concentradas en textiles, prendas de vestir, calzado, plásticos, equipos médicos, etc. Ahora, dentro de ese esquema, tendríamos todo lo que concierne hardware y software en el sector de la tecnología. Buscamos atraer buques insignia, como Microsoft, Apple, etc. Tenemos una conexión muy solidaria con el Estado de la Florida de Estados Unidos, que es el cuarto Estado con el mayor nivel de desarrollo tecnológico y con el cual tenemos un comercio de más de diez mil millones de dólares.
Ahora, con las tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos, muchas empresas norteamericanas se van a colocar en la esfera nuestra. México ya en ese sentido va avanzando, también Centroamérica, con Costa Rica en la vanguardia en muchos aspectos. Y la República Dominicana va por igual. Todos nos estamos enfocando en esa dirección. Ya lo vemos en esa economía del conocimiento: se trata de tener un nivel educativo de calidad, global. Queremos tener una masa crítica de ciudadanos que puedan garantizar la investigación, el desarrollo, la innovación y el hecho de poder registrar patentes dominicanas. Es lo que permite ahora en la parte de los intangibles contribuir al Producto interior bruto. Esa es la sociedad del conocimiento. Por eso apostamos en un nuevo paradigma de desarrollo económico y social más incluyente, con mayor justicia social y con incentivos para una mayor competitividad, mayor productividad e innovación.
En su programa menciona que quiere luchar contra la corrupción y fortalecer las instituciones del país. ¿Cuáles serían sus medidas clave en este ámbito?
Ya habíamos hecho una primera generación de medidas institucionales para convertir el templo de la corrupción que consistió primero en crear un departamento de prevención y persecución de la corrupción dentro del Ministerio Público. Creamos constitucionalmente y mediante ley orgánica la independencia del Ministerio Público. Por tanto, el Ejecutivo no transmite órdenes al Ministerio Público.
Cuando llegué en el año 1996 por vez primera al gobierno, el presidente designaba por decreto a todos los miembros del Ministerio Público. Hoy eso ya no es posible. Para acceder al Ministerio Público primero hay que ser egresado de la escuela del Ministerio Público, a la cual se accede por concurso. Entonces es una carrera, empieza por abajo. Se asciende profesionalmente por el mérito que va evaluando un consejo superior del Ministerio Público. Eso fue un componente muy importante: tener un Ministerio Público independiente.
Durante nuestra época se modificó el Código del procedimiento penal para hacer un procedimiento más expedito, más rápido, más transparente. Impulsamos la modificación del Código Penal para crear un modelo de cúmulo de penas. Luego, para mayor transparencia, hicimos una reforma a la Ley Nacional de Presupuesto, a la Ley de Tesorería. Promovimos todo un conjunto de medidas para generarle mayor transparencia al Estado dominicano para acabar con la opacidad y, por supuesto, para generar mayor credibilidad y legitimidad al Estado.
Ahora, una segunda ola de reformas que planteamos implicaría una profesionalización de la administración pública. Implicaría capacitación, promoción de valores cívicos, códigos de ética, aplicación de tecnologías para crear una comunicación interactiva entre el ciudadano y la administración del Estado. El objetivo es que se pueda presentar demandas por vía interactiva digital. Es decir, medidas tendentes a fortalecer un Estado democrático de derecho donde la acción de la ciudadanía sea más participativa.
Usted ha dicho que el actual gobierno está desconectado de la realidad de la gente, de una sociedad “angustiada y desesperada”. La desconexión que menciona es algo que se escucha ahora en muchas partes del mundo como crítica de las élites. ¿Usted no ha tenido o no tendrá el mismo problema?
La desconexión se da porque el Gobierno construye una narrativa de bonanza que en la práctica no existe, que la gente no va sintiendo. Creo que es un debate entre realidad y ficción. El gobierno construye su propia fábula y termina por creérsela. Yo diría que manipula los datos; cuando uno empieza a decir que hay un crecimiento económico de tal magnitud y en la práctica no es así, porque confunde lo que es un rebote estadístico con un crecimiento orgánico por lo que ocurre por ejemplo tras la pandemia. Como muy bien señaló la CEPAL, toda América Latina en el año 2021 tuvo un crecimiento económico que debe entenderse como rebote estadístico.
Si no hay un verdadero crecimiento orgánico, no se va a generar empleos. En ese caso hay gente desocupada, que no encuentra trabajo, una juventud no estudia ni trabaja, que no tiene ningún horizonte. Crece entonces un malestar social. Eso es lo que está ocurriendo. El gobierno en consecuencia se endeuda de una manera terrible, hasta el punto que la única solución que puede encontrarse a posteriori es una reforma fiscal que va a tocar siempre a los de abajo. Pues no será una reforma fiscal progresiva, sino asimétrica, donde se expande el impuesto al consumo, lo que afecta los alimentos, la salud, los transportes, los servicios etc. Suerte tenemos que no ha habido una rebelión popular frente a una situación de esta naturaleza. Y eso se debe sin duda al trabajo de la oposición: nosotros apostamos por el fortalecimiento de las instituciones democráticas; no queremos alterar nada porque todo sería peor.
Pero aquí tenemos el desfase entre un gobierno que se ensalza y cree que es un referente mundial mientras que la gente de abajo está padeciendo y sufriendo, temerosa de los atracos y asaltos. Vivimos en dos mundos distintos. El Gobierno ha sido muy diestro en tener una estrategia de comunicación donde controla todos los medios a través de la publicidad oficial. Quiere mostrarse en el imaginario colectivo como un gobierno invencible. Pero en esta recta final de la campaña, ha resurgido la conciencia ciudadana de que se le ha estado mintiendo y que la realidad es la que ellos viven en el día a día. Por eso confiamos que nuestro partido, la Fuerza del Pueblo, puede tener un éxito electoral.
Se suele decir que la República Dominicana —como muchos países, si no todos— está en una campaña permanente. En el nuevo volumen en papel en francés de la revista Giuliano da Empoli recuerda y problematiza la frase de Mario Cuomo, que «se hace campaña en poesía, pero se gobierna en prosa». ¿Cómo se hace campaña en una campaña permanente? ¿Hay que proponer aún más poesía o al contrario introducir la prosa en la campaña para encontrar una ruptura?
Lo que hace el gobierno actual, por ejemplo, es tratar de construir una base social de apoyo electoral a partir de los programas de asistencia social que nosotros iniciamos para combatir la extrema pobreza. Nosotros creamos un programa llamado Solidaridad en el que teníamos 800.000 personas y que estaba certificado por el PNUD. Procuramos primero identificar las personas que estaban en situación de pobreza, sin importar su identidad política, como debe ser. Llega este gobierno y duplica el número de beneficiarios y duplica los montos entregados sin tomar en consideración el tema de pobreza sino solamente la identidad política con su agrupación.
En el caso nuestro, la tarjeta que se daba para acceder a los beneficios sociales estaba identificada a la persona por su nombre y cédula de identidad personal. En cambio, la actual tarjeta no tiene ninguna identidad, con lo cual es una especie de tarjeta al portador. De hecho han ocurrido muchos escándalos, personas que tienen más de 100 tarjetas y que las utilizan. Esto se ha convertido en un asunto de clientelismo político. Se da la tarjeta para mantener la filiación política con el partido de gobierno. Creo que es un flaco servicio a la democracia: la gente no puede depender de lo que se les dona. El presidente de la República firma decreto otorgando pensiones especiales a personas que nunca antes han tenido en un trabajo de empleo en el gobierno, sino sólo porque son del partido. Entonces, procura construir esa base social para que sea una base electoral cautiva. De esa forma puede seguir con la poesía, a pesar de que en la práctica la mayoría de la población que no accede a los programas de asistencia social está haciendo subyugada por la prosa.
Ha mencionado las tensiones entre China y Estados Unidos. En un momento en el que se habla de “Sur Global”, de “no alineamiento activo”, ¿cuál sería la doctrina Fernández en política exterior?
En política exterior siempre están la independencia, soberanía y autodeterminación de la República Dominicana como nación soberana. A lo que me refería hace un momento es que, fruto de la tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China, hay empresas norteamericanas que buscan relocalizarse en la esfera de influencia de los Estados Unidos. Para nosotros es positivo porque vamos a tener ahora empresas con un nivel de desarrollo que no teníamos antes. Tenemos un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos que nos permite acceder al mercado estadounidense sin tener que pagar aranceles para los productos que se elaboran en zonas francas.
En ese sentido, podemos establecer algún criterio sobre esas tensiones entre superpotencias que están inmersas en un debate por un tema de control de mercados o por recuperar empresas que se habían ido. Ahora han visto que esa migración de empresas ha afectado diversos sectores. Procuran entonces relocalizarse aunque no pueden volver a Estados Unidos porque los costos laborales son muy altos; pues terminan en América Latina. Y esto para nosotros es una oportunidad que nos viene por estos factores externos de las relaciones internacionales.
Usted forma parte del Grupo de Puebla. ¿Qué propondrá para fortalecer la integración regional?
Ciertamente estamos en el Grupo de Puebla y lo que creemos es que la integración regional latinoamericana es clave y fundamental para que podamos avanzar. Lamentablemente, la integración oscila según si tenemos gobiernos progresistas o conservadores. El progresismo latinoamericano hizo un gran aporte a que pudiéramos avanzar y que se institucionalizara pero el retorno del conservadurismo ha echado todo para atrás.
Hay que crear instituciones que no estén tan ideologizadas y que no se reduzcan tan sólo a cumbres de jefes de Estado, sino que tengan un maoyr nivel de institucionalización. Por tanto, que pueda haber encuentros de ministros, ministros de hacienda, de educación, de salud y que podamos tener entonces problemas compartidos en todas esas áreas. Los pueblos tienen que poder ver el beneficio de la integración regional. Esta no puede ser un tema de retórica de los presidentes de arriba que no genera nada en concreto para la población de abajo. Debe haber intercambios de estudiantes universitarios, intercambio de investigadores, de docentes, etc. Necesitamos mecanismos de financiación para proyectos de infraestructuras.
Hemos tenido varias olas del proyecto de integración regional que nunca han cuajado. Al revés, tenemos varios proyectos subregionales. En el Caribe tenemos varios, como el Caricom, el Cariforum, la Organización de Estados Caribeños, el SICA con la integración además de República Dominicana y Panamá. Además están los países andinos, el Cono Sur, el Mercosur, etc. La integración regional tiene que dictarse de otra forma. Hay que dotarla de una mayor institucionalidad, una base y una mayor participación de los ministerios, sacar programas en común y darles seguimiento y evaluación, para que puedan ser sean aplicados. No creo que sea algo que ocurra en el corto plazo, pero mientras tanto tenemos que fomentar la cultura de la integración para ver realizaciones concretas específicas, para que los pueblos sientan que se está construyendo para su bienestar.
Haití ha estado en el centro de esta campaña como tema de preocupación de los ciudadanos —así como la seguridad—. ¿Cómo se podría aumentar o profundizar la ayuda a Haití para por lo mismo solucionar el problema y preservarse de él en las zonas fronterizas? ¿No pasa la integración regional por lograr retos como los que supone el vecino Haití?
Hay que entender que la relación entre Haití y República Dominicana es compleja, históricamente, porque a diferencia del resto de la región, República Dominicana conquista su independencia no contra un poder colonial europeo, sino contra el país vecino Haití. Hubo guerras prolongadas postindependencia con Haití. En la actualidad del mundo contemporáneo, Haití ha tenido una crisis estructural permanente, una crisis política de dictaduras o gobiernos democráticos inestables. Fundamentalmente, hay una situación económica y social de miseria total, siendo el país más pobre de América Latina.
Ha habido momentos de relativa paz y calma en Haití en los gobiernos del presidente René Préval que coincidió conmigo en mi mandato presidencial. Fue una época de cierta estabilidad. Pero se logró también por una misión de Naciones Unidas que duró diez años en Haití y ante la disolución del Ejército haitiano, esa misión logró mantener el sosiego y la tranquilidad en el país. Cuando se va la misión de Naciones Unidas se vuelve a caer en una situación de inestabilidad política. Eso llega a su clímax con el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. Allí se produce el colapso total del Estado de Haití; vienen entonces bandas criminales que se asocian en el G9 bajo la dirección de un individuo conocido como Barbecue. Asistimos a atracos, secuestros, torturas, asesinatos, se sueltan a presos de las cárceles. Eso representa sin duda alguna una amenaza a la seguridad interna de la República Dominicana. Entonces ha habido un reforzamiento en la zona fronteriza, donde se busca establecer controles.
La comunidad internacional tiene una reacción que nosotros no vemos adecuada. En vez de poner la mirada en Haití y cómo solucionar el problema, quiere que República Dominicana no deporte a los que vienen en forma ilegal e indocumentada a nuestro país. No sabemos quiénes son. El tema migratorio es un problema en todas partes del mundo, pero cuando tu vecino tiene un problema de inestabilidad política crónica, y son bandas criminales las que dominan, tú tienes que reforzar la seguridad interna territorial.
Instituciones como la ACNUR, el Departamento de Estado de Estados Unidos acusan a la República Dominicana de ser un país racista, xenófobo, porque deportamos a esa migración masiva ilegal que llega en nuestro país en estas circunstancias. Yo no diría eso. Cuando ocurrió el terremoto en el 2010, fueron otras las circunstancias —un tema humanitario por medio—. El país más solidario fue República Dominicana, el que proveyó alimentos, medicinas, agua potable, el que contribuyó a la eliminación de los escombros provocados por el terremoto. Construimos una universidad, el pueblo dominicano donó una universidad al pueblo haitiano. En el contexto de una catástrofe natural, fuimos solidarios. Ahora, con el colapso del Estado haitiano, es diferente. No podemos estar abiertos. Tenemos que tomar medidas de protección para nuestros propios ciudadanos. Por tanto, en lugar de acusar a República Dominicana de ser responsable de lo que ocurre en Haití, la comunidad internacional debería ser más responsable de lo que pasa en el país y ayudar a Haití a resolver sus problemas internos. Debería haber una actitud más activa de la comunidad internacional que no ha estado presente en estos momentos.