El mundo está destrozado. En 2022, el número de muertos en conflictos estatales alcanzó su nivel más alto desde el final de la Guerra Fría. El Reloj del Juicio Final —que calcula el nivel de alerta ante una catástrofe mundial provocada por el hombre— lleva desde el año pasado a 90 segundos de la medianoche1. Las tensiones entre Rusia y Estados Unidos (y la OTAN en general) se encuentran en su nivel más alto desde al menos principios de siglo.

Aunque no es inminente, el riesgo de un conflicto nuclear parece más pronunciado que en décadas anteriores. Sin embargo, las consecuencias para la humanidad serían cataclísmicas.

  • En los últimos años, varios investigadores e institutos han desarrollado modelos para cuantificar los daños que causaría una guerra atómica.
  • En 2019, el Program on Science & Global Security de Princeton dio a conocer su «Plan A»: una simulación de una escalada bélica plausible entre Estados Unidos y Rusia utilizando posturas realistas, objetivos y estimaciones de mortalidad por la fuerza nuclear.
  • El número de víctimas humanas en las primeras horas tras el impacto de las bombas se estimó en 90 millones.

Un estudio publicado en la revista Nature en agosto de 2022 sugiere que el número inicial de muertos podría ser hasta tres veces superior (360 millones) según el escenario, en función del número de bombas lanzadas y de la energía liberada. La mayoría de las víctimas serían consecuencia de la hambruna provocada por las extraordinarias cantidades de hollín que se proyectarían a la atmósfera2. Se habla de un «invierno nuclear», un cambio profundo en el clima de la Tierra.

  • Como explica Bruno Tertrais en un artículo publicado en otoño de 2022, el temor a un invierno nuclear había desaparecido en gran medida de la mente de los europeos hasta que se reavivó con los comentarios de Vladimir Putin.
  • Para llegar a esta cifra, los autores del estudio simularon el impacto de diferentes escenarios sobre la producción agrícola y la disponibilidad de alimentos.
  • En caso de guerra nuclear «limitada» entre India y Pakistán, con el lanzamiento de 100 bombas, se proyectarían a la atmósfera unos 5 teragramos de hollín. El impacto sobre los cultivos, el medio marino y la fauna causaría diez veces más víctimas que el propio ataque.

El ejemplo más extremo modelizado por los investigadores simula las consecuencias de un conflicto atómico entre Estados Unidos y Rusia, que lanzarían entre ambos 4.400 —algo más de la mitad del tamaño de los arsenales de los dos países— liberando el equivalente a 100 kilotoneladas de energía. En este escenario, más del 60% de la población mundial, es decir, 5.000 millones de personas, moriría en los dos años siguientes al impacto.

Notas al pie
  1. John Mecklin, A moment of historic danger : It is still 90 seconds to midnight, Bulletin of the Atomic Scientists, 23 de enero de 2024.
  2. Xia, L., Robock, A., Scherrer, K., Harrison, C. S., Bodirsky, B. L., Weindl, I., Heneghan, R. (2022). « Global food insecurity and famine from reduced crop, marine fishery and livestock production due to climate disruption from nuclear war soot injection ». Nature Food, Vol. 3, n°8, pp. 586-596.