Fue tras las elecciones parlamentarias de junio de 2023 cuando empezó a suceder lo inesperado y pareció convertirse en el principal motor de la evolución del partido SYRIZA, que culminó el 24 de septiembre con la elección de su nuevo presidente, Stefanos Kasselakis. El griego-estadounidense había sido incorporado en el último momento a las listas electorales de SYRIZA para las elecciones generales de 2023, entre otras cosas por su imagen de representante de la diáspora griega, cuyo peso político e importancia histórica no pueden pasarse por alto en el contexto político griego. El partido de izquierdas -que incluso planeaba un posible regreso al poder en coalición con el PASOK- no esperaba la importante derrota sufrida, que llevó a Alexis Tsipras a dimitir como presidente del movimiento, dejando su escaño vacante.

Fue entonces cuando entró en escena Stefanos Kasselakis. Su deslumbrante campaña demostró su dominio de las redes sociales y de los códigos de las campañas a la estadounidense, mediante el uso de eslóganes y la publicación periódica de vídeos muy personalizados protagonizados por él y su pareja. No oculta que tiene un arte de la puesta en escena, una amplitud y una profesionalidad quizá inspiradas en su experiencia en la campaña de Joe Biden para las primarias de 2008. El estilo Kasselakis es «una especie de mezcla entre macronismo y trumpismo», resume Ioanna Bartsidi, doctoranda en Filosofía por la Universidad de París Nanterre.

Para Kasselakis, esta americanidad reclamada, que, según las situaciones, significa un dominio de los códigos del capitalismo, un dominio del inglés «mejor que el de Mitsotakis» o, más ampliamente, un compromiso con la modernidad, ha sido un argumento de campaña en toda regla. La imagen que ha elegido transmitir -aunque no se pueda hablar de un programa preciso- es la del «sueño griego», la idea de la entrada de Grecia por fin en la modernidad y la plena pertenencia a Occidente y Europa, poniendo fin al sufrimiento y la asimetría de los años de austeridad. «Queda por ver si, habiendo ganado dentro de SYRIZA, este imaginario puede ser suficiente para arrastrar consigo a toda la sociedad griega», analiza Ioanna Bartsidi.

Por el contrario, su principal oponente en las elecciones, Effie Achtsióglou, parecía una rival considerable. Uno de los cuadros más jóvenes de SYRIZA, también tenía el potencial de encarnar la renovación y la esperanza de victoria sobre el gobierno del Primer Ministro Mitsotakis. La presencia de Kasselakis devolvió a Effie Achtsióglou, que había sido nombrada ministra de Trabajo en el Gobierno de Tsipras allá por 2016, a su imagen de miembro de lo que pronto podría llamarse la «vieja SYRIZA». A lo largo de la campaña, Kasselakis sugirió sutilmente que contaba con el apoyo de Tsipras, algo que este nunca llegó a negar.

Aún es pronto para saber si las zonas grises de la sobreexpuesta imagen de Kasselakis se aclararán pronto, y hasta qué punto podrían jugar en su contra: las circunstancias exactas de su salida del banco de inversiones Goldman Sachs, la naturaleza exacta y las razones del éxito de sus actividades empresariales en el sector marítimo, y también los problemas financieros y legales que haya podido tener su familia.

Quedan otros interrogantes: el contenido de un futuro programa, el impacto de Kasselakis en la recomposición de la izquierda griega y la conversión a largo plazo del «efecto Kasselakis». Durante su campaña, suscitó su primera gran polémica por haber calificado de «Estado» el norte de Chipre, reconocido únicamente por Turquía, un error diplomático denunciado por sus adversarios como una muestra de su desconocimiento de la vida política griega. Kasselakis ha anunciado su primer viaje oficial esta semana: viajará a Chipre el lunes.