El fin de la presencia de la MINUSMA marca el comienzo de una era de anarquía en Malí, con trágicas consecuencias para la población1. No obstante, si se ve más de cerca, la economía maliense es mucho más robusta de lo que se pensaba en un principio. En un mundo fracturado por la guerra, los nuevos dirigentes del país, que han roto relaciones con Francia, tradicional aliado, han encontrado nuevos vínculos económicos. A pesar de todo, el país aún es frágil, en un contexto marcado por la pandemia de COVID 19 y por el creciente endurecimiento de las leyes antiinmigración en Europa, en el norte de África y en el Golfo. En estas condiciones, ¿podrían estar equivocados los casandras que predicen el colapso del país? Al menos, debemos intentar comprender los puntos fuertes y débiles de Malí, que se embarca en una impresionante transformación geopolítica y económica.

Grano ruso, una cooperación continua

Martin Griffiths2, el responsable británico de la OCHA, el sistema humanitario de las Naciones Unidas, predijo una catástrofe para las exportaciones de granos ucranianos con el fin del acuerdo del Mar Negro3. África sería la primera en sufrir; el Sahel, por supuesto, y Malí, en particular. Visitó el país en mayo y lamentaba la falta de recursos adecuados. Mientras tanto, la OCHA presenta su recuento reciente: el refuerzo del poder adquisitivo de más de 300000 personas vulnerables; los huertos de sacos como solución de resiliencia para los desplazados internos; más de 360000 niños necesitados de ayuda.

Según Griffiths, en Malí, hay 7.8 millones de personas afectadas por el hambre, las enfermedades y la migración interna. El fin de la misión de la MINUSMA no llevará a la OCHA a tomar medidas más amplias, sino que se traducirá en una reducción de sus activos, que serán transferidos a ONG. A partir de ahora, el dinero de la ONU se utilizará para desmantelar las instalaciones de la MINUSMA y reubicarla. La Asamblea General ya aprobó una resolución4 con la que se asignan 590 millones de dólares, del 1° de julio al 31 de diciembre de 2023, para las operaciones de Malí, a la espera de un presupuesto más completo y amplio.

Es mucho dinero que no se destinará a las necesidades urgentes de Malí. Sin embargo, parece que, a pesar de las sombrías predicciones para esta nación saheliana, está logrando mantener el apoyo exterior, ya que sus políticas lo animan a diversificar sus socios. Mientras que Francia, tibia en la ayuda para Malí desde la llegada al poder de Nicolas Sarkozy, cortó por completo la ayuda oficial para el desarrollo, en 2022, tras haber utilizado la CEDEAO para imponer un embargo sobre este país sin salida al mar, Rusia envió, en junio de 2022, un cargamento de 50000 toneladas de cereales, que se descargaron en Conakry y se distribuyeron entre los molinos harineros malienses5. En 2023, llegaron 25000 toneladas. Estas entregas son tan importantes como que el grano ruso se vende a 220 dólares por tonelada, frente a los 292 dólares de los proveedores europeos. En otras palabras, Rusia pretende sustituir a Ucrania y cuenta con buenas cosechas en el futuro. Sin embargo, Malí necesita 300000 toneladas al año. Así que no es descartable que Estados Unidos, actualmente, el mayor donante de ayuda a Malí, contribuya, también, a su abastecimiento de grano. 

Rusia envió, en junio de 2022, un cargamento de 50000 toneladas de cereales, que se descargaron en Conakry y se distribuyeron entre los molinos harineros malienses. En 2023, llegaron 25000 toneladas. Estas entregas son tan importantes como que el grano ruso se vende a 220 dólares por tonelada, frente a los 292 dólares de los proveedores europeos.

OLIVIER VALLÉE

Un sistema económico dual, pero dinámico

La capacidad de anticipación y reacción del gobierno maliense parece estar bien afinada. Las recientes sanciones de la CEDEAO y de la UEMOA contra Malí no han debilitado al país como esperaban sus instigadores. Ciertamente, han aumentado la desigualdad, pero Malí aún es el país de la región con la menor diferencia de ingresos entre los más ricos y los más pobres. En el caso de Malí, las desigualdades de ingresos siguen superponiéndose a las desigualdades de consumo6: en otras palabras, los pobres siguen gastando casi todos sus ingresos en alimentos, como hace cuarenta años. Esta pobreza es, principalmente, del ámbito rural. Se ve agravada por niveles de escolarización muy bajos, que, también, han aumentado como consecuencia de la guerra. Otra división identificada es que los ricos son mayores y tienen menos hijos, mientras que la pobreza afecta más a los hogares jóvenes, con un promedio de más de cuatro hijos, también, un fenómeno, predominantemente, rural.

[EN LA ACTUALIDAD]: Exploren nuestra cartografía de las reacciones al golpe de Estado en Níger.

Existen, pues, dos circuitos económicos en Malí: uno le concierne a una parte de la población urbana, que utiliza varias monedas y tiene acceso a productos similares o, incluso, superiores a los de los hogares europeos; el otro confina a una gran parte de los jóvenes rurales a la supervivencia, a excepción de los efectos inesperados de las prebendas de la guerra entre el Estado y los actores no estatales. Así pues, la esfera moderna y privilegiada de la economía está alimentada, en gran medida, por el Estado. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el 80 % de los ingresos presupuestarios se destinan a seguridad, a salarios de funcionarios y a pago de intereses, con base en un estudio francés que utiliza la noción anticuada e inverosímil de crowding out7. De hecho, la proporción del gasto público en el PIB sigue aumentando, mientras que el PIB registra un crecimiento apreciable sin que aumente la ayuda exterior. A pesar de este difícil contexto y de los numerosos choques internacionales que la han golpeado desde 2020, la economía de Malí se ha mostrado, no obstante, resistente.

Según el FMI, se espera que el crecimiento económico del país supere el 3 % en 2021 y el 3.7 % en 2022. Además, las perspectivas a corto plazo todavía son positivas, con una previsión de crecimiento del PIB real superior al 5 % en 2023 y 2024. Esto debería verse respaldado por una robusta producción agrícola y aurífera, a pesar de la persistencia de riesgos de carencia relacionados con la seguridad, los posibles retrasos en las elecciones de 2024, la volatilidad de los precios internacionales de las materias primas, el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales y los riesgos vinculados con el clima. La gestión de las finanzas públicas por parte del nuevo régimen no está exenta de fallos, como han denunciado la Oficina de Auditoría General y el periódico de investigación maliense Sphinx. Sin embargo, la medida de gobernanza de las finanzas públicas (el PEFA) de los socios externos de Malí les da una satisfacción relativa a los responsables del presupuesto de Malí8

La miopía de los expertos encargados de estas evaluaciones nos permite, al menos, afirmar que Malí no está peor que sus pares, pero, cuando nos fijamos en la relativa estabilidad de la economía y la sociedad malienses, probablemente, pasamos por alto la parte que existe desde hace mucho tiempo y que va en aumento: la economía ilícita. A través de diversas drogas, mercancías falsificadas y armas, así como del producto de la migración, miles de millones de dólares irrigan el norte semiárido y regresan, en parte, a Bamako.

La miopía de los expertos encargados de estas evaluaciones nos permite, al menos, afirmar que Malí no está peor que sus pares, pero, cuando nos fijamos en la relativa estabilidad de la economía y la sociedad malienses, probablemente, pasamos por alto la parte que existe desde hace mucho tiempo y que va en aumento: la economía ilícita.

OLIVIER VALLÉE

Migración y flujos financieros 

De los 18 millones de malienses, una cuarta parte vive en el extranjero, desde donde mantienen a otra cuarta parte de la población con remesas que representan el 7 % del PIB, más que los ingresos del algodón. Para decirlo más claramente, Western Union ha sustituido los proyectos de la AFD o del BAD. La feroz lucha contra la inmigración en Europa está cargada de amenazas, ya que devuelve a personas desesperadas que sólo tendrán, como opción, los grupos armados. Los intentos estrechos de ofrecer, contra viento y marea, canales embrionarios, sin que se articule el mercado, fomentan la migración en realidad9. Parece que Francia pasó por alto el hecho de que los países fronterizos son los que reciben la mayor cantidad de migrantes procedentes de Malí: Costa de Marfil –donde viven 1950000 malienses–, seguida de Ghana y Nigeria, con cerca de un millón cada uno. En Europa, Francia y España son los principales destinos, con 120000 y 8500 personas, respectivamente. En el mundo árabe, los principales destinos son Arabia Saudita, Argelia y Libia. Esta diáspora aporta una contribución inconmensurable al desarrollo del país a través de sus recursos humanos, sociales y financieros. A principios de la década de 2010, las remesas representaban el 18 % del consumo de los hogares malienses y reducían la pobreza entre un 5 % y un 11 %10. Dada su condición de importante fuente de migración, la región de Kayes es la mayor receptora de transferencias financieras de los migrantes en Malí. Le siguen la región de Mopti y el distrito de Bamako. Las remesas de los migrantes se destinan más a las zonas rurales que a las urbanas, debido al predominio de la migración rural de los malienses al extranjero.

De los 18 millones de malienses, una cuarta parte vive en el extranjero, desde donde mantienen a otra cuarta parte de la población con remesas que representan el 7 % del PIB, más que los ingresos del algodón. Para decirlo más claramente, Western Union ha sustituido los proyectos de la AFD o del BAD.

OLIVIER VALLÉE

En el caso concreto de Malí, los migrantes chinos son visibles en el país, aunque su número no se puede comparar con el de los migrantes de África Occidental. Mantienen relaciones complejas con los empresarios nacionales, entre la cooperación y la competencia. Al mismo tiempo que los migrantes de otros países llegan a Malí y, a la inversa, que los migrantes malienses se marchan, Malí experimenta una migración de retorno masiva desde varios países. La inseguridad persistente en Libia y la pandemia de COVID 19, que aumentan la precariedad de los migrantes en los países de estancia, son dos de las causas fundamentales de estas migraciones de retorno tanto en Malí como en el resto de África Occidental. Los migrantes afectados son muy vulnerables económicamente. La migración de retorno refleja los cambios en la legislación migratoria de los países de acogida. Hasta 2014, Costa de Marfil era el principal país de origen. Desde entonces, ha sido suplantado por Argelia, Libia y Arabia Saudita.  

Mercados autosuficientes, a pesar de una ayuda internacional mal concebida

En Kolondieba, no lejos de la frontera con Costa de Marfil, donde la agencia española de desarrollo AECID financió una planta de procesamiento de anacardo, la población local no se ha beneficiado del proyecto y espera las subvenciones de los migrantes para alimentarse. El proyecto piloto de anacardo costó 7 millones de dólares, lo que, supuestamente, generaría una producción a gran escala en la que el Fondo Fiduciario de la Unión para el Sahel podría, a su vez, invertir millones de euros. Sin embargo, la fábrica nunca ha procesado ni vendido un solo anacardo. La ayuda internacional lleva décadas reproduciendo estas islas de pseudoproducción, mientras la cercana Costa de Marfil ofrece puestos de trabajo e ingresos y la batuta de la industria para empresas hindúes y malasias. El apoyo estatal para la modernización de la agricultura sigue siendo insuficiente y su acción estructural está paralizada por la falta de apoyo presupuestario exterior, junto con el endurecimiento de las condiciones de financiamiento debido al ajuste estricto de la política monetaria mundial. Esto ha provocado un aumento del costo del financiamiento para todos los sectores.

Malí sigue siendo atractivo y su comercio exterior activo porque es una economía abierta en la que el comercio representaba alrededor del 65 % del PIB en 2020, según el Banco Mundial. Los derechos de aduana son relativamente bajos (la tarifa promedio aplicada es del 10 %) y existen muy pocas barreras legales o reglamentarias para el comercio. Malí exporta, principalmente, oro (72.9 % de las exportaciones totales en 2019, Comtrade), algodón (11.6 %), animales vivos y fertilizantes; importa, sobre todo, aceites de petróleo (27 % de las importaciones totales), cemento (4 %), medicamentos y aparatos eléctricos. 

Malí sigue siendo atractivo y su comercio exterior activo porque es una economía abierta en la que el comercio representaba alrededor del 65 % del PIB en 2020, según el Banco Mundial.

OLIVIER VALLÉE

El país es miembro de la OMC, de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y de la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA), cuyo objetivo es reducir las barreras comerciales mediante la creación de un mercado común. Uno de los principales objetivos de Malí era lograr la autosuficiencia en la producción de cereales y convertirse en el principal proveedor de cereales de los países de África Occidental. Sin embargo, a pesar de haber obtenido resultados satisfactorios, Malí aún no se ha convertido en exportador neto de cereales. En cambio, la producción de algodón ha aumentado en las últimas campañas, lo que le ha permitido a Malí convertirse en el mayor proveedor de algodón de África.

La balanza comercial de Malí es, estructuralmente, deficitaria y depende, en gran medida, de los precios de las materias primas. Según cifras de la OMC, en 2020, las exportaciones de mercancías del país pasaron a 3920 millones de dólares desde los 3680 millones de 2019, mientras que las importaciones de mercancías cayeron a 4880 millones de dólares desde los 5130 millones. Las importaciones están cayendo porque los proveedores franceses son reacios a venderle a Malí y sus otras fuentes de suministro, como el trigo ruso, son más baratas.

Los canales de comercio exterior se aceleraron gracias a las sanciones de la CEDEAO y la UEMOA, que Guinea  y Mauritania no aplicaron. En aquel momento, el portavoz del gobierno guineano, Ousmane Gaoual Diallo, declaró que «los dos países nunca habían estado tan cerca de la integración económica». La subida del franco guineano y la caída del franco CFA en África Occidental han facilitado el paso por Conakry y el comercio de bienes de consumo. Por lo tanto, es más fácil venderles productos agrícolas a los vecinos que no pertenecen a la zona del franco. Malí, a pesar de su difícil posición, contribuye, así, a la fragmentación de la UEMOA y al declive de Francia en la región. El corredor Conakry-Bamako sigue siendo uno de los principales puntos de abastecimiento de Malí. Recientemente, se ha intensificado el tráfico por carretera entre las dos capitales. El suministro de carburante a Malí, la fluidez de las operaciones aduaneras y la facilidad de circulación de personas y sus mercancías para evitar el acoso en los controles de seguridad aún son grandes retos para las autoridades guineo-malienses.

Las estadísticas europeas sobre el comercio exterior de Malí ignoran el hecho de que los Emiratos Árabes Unidos son el primer socio comercial de Malí, sobre todo, en oro, pero, también, porque la ayuda de esta federación y de sus Estados miembros compensa la menguante ayuda de los bancos multilaterales de desarrollo y de la UE.

Por último, Argelia y Mauritania, que no son miembros de la CEDEAO, son los otros dos países de recurso de Malí. Estos dos países comparten largas fronteras con Malí. El algodón en bruto de Malí transita, ahora, por Nuakchot, cuyo puerto utilizan los malienses para una parte de sus suministros. Mauritania puede beneficiarse de este aumento del comercio, sobre todo, porque Francia ya reanudó los vuelos desde Malí a través de la capital mauritana. Es una oportunidad para desarrollar su sector aéreo; en cuanto a Argelia, que ya está muy implicada en la vida económica de Malí, en el norte del país, dada la lejanía de sus zonas urbanas en el sur de Argelia.

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Un nuevo modelo de negocio

El auge del oro en Malí comenzó a principios de la década del 2000. Ahora, forma parte de una mezcla regional de minas modernas, a menudo, ilegales. Lo que ha cambiado desde 2015 es su extensión hacia varios países, sobre todo, Senegal, Burkina Faso y Guinea. La seguridad que proporcionan los militares malienses durante la extracción de oro los convierte en actores clave de esta economía extractivista, que tiene múltiples efectos en cadena sobre otros sectores: promoción inmobiliaria, seguros, banca, formación, transporte aéreo, química y metalurgia. 

La reciente modificación del código minero le dará al Estado –y, por lo tanto, a los militares– una mayor participación en la propiedad y gestión del oro y otros minerales preciosos y estratégicos, incluido el litio. Algunos están encantados de que el litio de Malí sea extraído por un marfileño. Este panafricanismo es, en efecto, positivo si no enfrenta a un socio extranjero más débil que un grupo multinacional con una autoridad pública todopoderosa. Las minas y sus recursos, que desempeñan un papel decisivo en la transición económica y energética mundial, son una oportunidad para Malí, cuya población y administración son resistentes en entornos hostiles.

Sin embargo, la verdadera cuestión no es la nueva constitución ni la extensión del gobierno militar, sino, más bien, como en Guinea, el establecimiento de un emparejamiento entre altos oficiales y extractivistas cuyo modus operandi es aislarse de la población local y confiar en la seguridad. Este tipo de deriva en Malí no es descartable, sobre todo, porque hay gente acostumbrada a esta confusión, como el grupo Wagner. La falta de comunicación entre los dirigentes franceses y malienses desde Nicolas Sarkozy se traduce en escasos intercambios y poca visibilidad. Jacques Chirac, Charles Pasqua y Bernard Kouchner mantuvieron vínculos útiles con Alpha Oumar Konaré y Amadou Toumani Touré, así como con la sociedad civil, aunque sus ideas y políticas no fueran compartidas, mientras que Bamako y París cultivan una «indiferencia afectada».

Notas al pie
  1. https://www.reuters.com/world/africa/mali-faces-spectre-anarchy-after-demanding-uns-departure-2023-06-18/.
  2. En 1992, fue Director del Departamento de Asuntos Humanitarios en Ginebra -lo que precedió a la creación de la OCHA- y, a continuación, Coordinador Adjunto de Ayuda de Emergencia de la ONU en Nueva York (1998-1999) y Coordinador Humanitario Regional de la ONU para la Región de los Grandes Lagos de África y los Balcanes. Este hombre, que también ha trabajado en la diplomacia británica y en el mundo de las ONG (Save the Children, Action Aid), también contará con su experiencia de alto nivel en la resolución, negociación y mediación de conflictos internacionales. Ha asesorado a tres enviados especiales del Secretario General de la ONU para Siria y fue jefe adjunto de la Misión de Supervisión de las Naciones Unidas en Siria (2012-2014).
  3. https://www.nytimes.com/live/2023/07/21/world/russia-ukraine-news
  4. La Asamblea General adoptó la resolución 77/312 por la que se proporciona a la MINUSMA una financiación provisional de 590 millones de dólares -es decir, autorización para contraer compromisos con prorrateo- para el período de seis meses comprendido entre el 1 de julio y el 31 de diciembre de 2023. Ahora se preparará un presupuesto revisado para el ejercicio completo, que se someterá a la consideración de la Asamblea General en otoño.
  5. https://www.bnnbloomberg.ca/russia-supplies-african-ally-mali-with-wheat-as-ties-strengthen-1.1950233
  6. Paul Alkemade, Daniele Checchi, Siaka Cissé, Aminata Coulibaly, Anda David, Amadou Koné, Teresa Munzi, Gaston Sodio, Arouna Sougane, « Analyse des inégalités de revenu au Mali », Papiers de recherche (2021), p. 1-56.
  7. Chaire Sahel de la Ferdi, Étude sur les dépenses de sécurité et leurs effets d’éviction sur le financement des dépenses de développement dans les pays du G5 Sahel2021.
  8. « Rapport 2021 sur la Performance de la Gestion des Finances Publiques au Mali sur la période 2018-2020 selon le cadre méthodologique PEFA 2016 », octubre de 2021.
  9. Ty McCormick, « The Paradox of Prosperity », Foreign Policy, 4 de octubre de 2017.
  10. Gubert, Flore, Thomas Lassourd, y Sandrine Mesplé-Somps, « Transferts de fonds des migrants, pauvreté et inégalités au Mali. Analyse à partir de trois scénarios contrefactuels », Revue économique, vol. 61, n° 6, 2010, p. 1023-1050.