El acuerdo fue firmado durante el segundo viaje en menos de un mes de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, acompañada por la presidenta del Consejo Italiano, Giorgia Meloni, y el Primer Ministro holandés, Mark Rutte. 

Giorgia Meloni puso mucho empeño en la firma del acuerdo: es su tercera visita a Túnez, adonde acudió sola el 6 de junio y luego con von der Leyen y Rutte el 11 de junio. Forma parte de su estrategia para «externalizar» la gestión de las fronteras de la Unión.

Desde principios de año, han desembarcado en las costas italianas 75.065 solicitantes de asilo, frente a los 31.920 del mismo periodo de 2022. Parte de este aumento se debe precisamente a las salidas desde Túnez, que Roma quiere intentar reducir.

Según los términos del acuerdo, las autoridades tunecinas recibirán fondos para frenar la salida por mar de los solicitantes de asilo que intentan llegar a las costas italianas. En particular, la Unión Europea ayudará a la economía tunecina con un crédito blando de 900 millones de euros, aunque esta financiación está vinculada a un acuerdo entre Túnez y el FMI por un total de 1.900 millones de euros, que Túnez se ha negado a firmar.

La Unión Europea también se ha comprometido a realizar contribuciones a fondo perdido por un total de más de 250 millones de euros, desglosados de la siguiente manera: 150 millones de euros para hacer frente a las necesidades de tesorería del Tesoro tunecino y 105 millones de euros para luchar contra el tráfico de seres humanos. Una parte de estos fondos se destinará a repatriar a 6.000 emigrantes subsaharianos de Túnez a sus países de origen. 

Túnez también debería recibir nuevos barcos para reforzar la capacidad de patrulla de sus guardacostas, el principal instrumento para impedir las salidas. Sin embargo, no está previsto que Túnez construya centros de detención para inmigrantes, como ocurrió en Libia.

En declaraciones realizadas tras la firma del acuerdo, Ursula von der Leyen afirmó que esta «colaboración estratégica integral» serviría de modelo para futuros acuerdos con otros países mediterráneos. Aunque no dio más detalles sobre futuras negociaciones, Marruecos y Egipto podrían estar implicados. 

El pacto ha sido muy criticado, no sólo por la deriva cada vez más autoritaria del presidente Saied, sino también por el trato que las autoridades tunecinas dan a los solicitantes de asilo que, según varias ONG, a menudo son deportados a zonas fronterizas inhóspitas con Libia y Argelia.