A finales de abril, la ministra francesa de Asuntos Exteriores visitará Madagascar y se espera que sea recibido por su presidente. Desde principios de 2023, una ola de descontento recorre la isla, ya sea en relación con el proceso electoral, la subida de los precios de los alimentos o con la regulación arbitraria de la vainilla, a pesar de que se supone que este sector está liberalizado. Con una propuesta de diálogo entre el gobierno y la oposición prevista para agosto, la preocupación por el futuro se suma a las crecientes dificultades del presente. Los partidos políticos se federan mínimamente en sus críticas al presidente. Sin embargo, Madagascar necesita salir de la incertidumbre constitucional e institucional que vive en un contexto de desorden económico y social. La situación no ha hecho más que deteriorarse en todos los aspectos desde 2009. Sin embargo, el comienzo del año trae señales preocupantes en varios ámbitos, que revelan la profundidad del malestar; resulta difícil imaginar quiénes son los hombres de Estado capaces de aportar respuestas.

Cambios en la seguridad

En Madagascar, se cierra un ciclo político, pero las próximas elecciones, a finales de 2023, se ven ya muy hipotéticas. Los comentaristas han interpretado el reciente cese en el cargo de Richard Rakotonirina, ministro de Defensa de Andry Rajoelina, como una ruptura entre los dos hombres, sobre todo, considerando que Richard Rakotonirina es el funcionario general de mayor rango en Madagascar. Su sucesor, el general de división Josoa Rakotoarijona (en el cargo, supuestamente, por poco tiempo) se comprometió a remodelar su ministerio con el traslado del general Ramasy de la dirección de la academia militar de Antsirabe al puesto de secretario general. Este movimiento permitirá una oleada de ascensos entre los rangos y permutas en las áreas de defensa y seguridad. De este modo, el presidente Andry Rajoelina dispondrá de militares leales para garantizar el control de las elecciones, pero, también, para reforzar su candidatura. El prefecto de policía de la capital, el general Angelo Ravelonarivo, ya acordonó la ciudad para disuadir a los manifestantes contra la inflación. La reciente remodelación del gobierno confirma el llamado a los funcionarios superiores para gestionar los ministerios clave, además de la gestión de los de seguridad que, tradicionalmente, están reservados para éstos. Así, en 2023, el coronel Ndriamihaja Livah Andrianatrehina pasó a ser ministro de Obras Públicas. Como muchos de los militares de alto rango de la isla, Ndriamihaja Livah Andrianatrehina tiene un pie en la vida civil, con una impresionante serie de diplomas, entre ellos, uno de la Escuela de Puentes y Caminos. Este reciente nombramiento le deja poco tiempo para llevar a cabo las promesas del presidente saliente, ya que hay muchos retrasos en el mantenimiento de una red de carreteras totalmente degradada. El alcalde de la capital no tiene recursos, según dice, para reparar las carreteras más importantes, lo que paraliza el tráfico en la comuna urbana (CUA). Por lo tanto, el nuevo ministro de Obras Públicas es quien tendrá que resolver la cuestión de los «tramos negros» de la CUA; la devaluación del alcalde de Antananarivo, conocido por sus lujos, su ostentosidad y su incriminación durante las repetidas inundaciones de la ciudad, toma, así, forma. 

Desde principios de 2023, una ola de descontento recorre la isla, ya sea en relación con el proceso electoral, la subida de los precios de los alimentos o con la regulación arbitraria de la vainilla, a pesar de que se supone que este sector está liberalizado.

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Sin embargo, no es seguro que el ingeniero de Puentes y Caminos baste para contener el descontento y reponer el fondo de mantenimiento de las carreteras, del que se han malversado decenas de miles de millones de ariary. 

La presidencia del Senado se le confiará, probablemente, al general de mayor rango y antigüedad, Richard Rakotonirina, que ostentará, así, el candado del sistema durante el interinato entre jefes de Estado, un periodo necesario de dos meses a finales de 2023. Frente a un candidato en posición de fuerza (Andry Rajoelina), el único gran aspirante, que podría parecer un recién llegado al ruedo de las elecciones presidenciales, es Siteny Randrianasoloniaiko, diputado de Tulear, la capital del sur. Este campeón de la costa (pero no de todo) es el jefe de la Federación Nacional de Judo, uno de sus vínculos con Vladimir Putin y los rusos, que le proporcionarán apoyo técnico y financiero para su «Mihava Tour» con el que lanza su campaña. Más discreto, aunque no es candidato, sino una personalidad original y todavía joven de la élite merina de las tierras altas, es el profesor Mamy Raoul Ravelomanana, presidente de la Universidad de Antanarivo, recientemente agitada por manifestaciones y huelgas por múltiples razones, entre ellas, los retrasos en el pago de becas. La agitación estudiantil, que es una alarma para el gobierno, se vio amortiguada, en marzo, por la conmoción de la industria de la vainilla y la reacción de toda la región productora, una codiciada cantera electoral.

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Vainilla amarga

En efecto, poco antes de la conmemoración de la revuelta anticolonial de marzo de 1947, el ejecutivo fue desafiado por la industria de la vainilla. El ministro de Industrialización, Comercio y Consumo, Edgard Razafindravahy, el ministro del Interior y Descentralización, Justin Tokely, y el secretario de Estado de Defensa Nacional a cargo de la Gendarmería, Serge Gellé, fueron enviados a la región de SAVA para apaciguar la situación. Se reunieron con los dirigentes de la asociación SOS Vanille de Sambava, cuyo presidente no es otro que Laisoa Jean Pierre, alias Jaovato, exdiputado de Antalaha, antiguo comerciante de vainilla y palo de rosa. 

Tras esta reunión, se mantuvo el precio mínimo de exportación de 250 USD por kilogramo, aunque todo el sector, desde el recolector hasta el exportador, lo consideró inaceptable. La repatriación de divisas aún es obligatoria para el 70 % de los ingresos de exportación, sobre la base de este precio fijo. El jefe del Estado ya había declarado, en Sambava, en 2022: «Ya no permitiré que nadie los estafe». Los recolectores y exportadores obtienen beneficios exorbitantes a costa de los agricultores, que son los grandes perdedores. Sin embargo, la explotación de los pequeños agricultores no es el único problema de la vainilla, controlada artificialmente por la administración. La preciada vaina es una importante fuente de divisas para el Estado, que casi se queda sin dinero en el primer trimestre de 2023. Así, para la temporada 2022-2023, el Estado esperaba repatriar ingresos por ventas de, al menos, 175 dólares por kilogramo; por eso, el precio mínimo es tan alto, ya que debería garantizarle créditos en dólares estadounidenses al Banco Central. La razón de esta toma de poder es el intento del gobierno de hacer subir el precio mundial, en 2022, y de obtener los recursos necesarios para comprar la paz social y ganar elecciones, principalmente, mediante la compra de arroz. No obstante, Estados Unidos, principal comprador de vainilla en el mercado mundial, ha rechazado estas condiciones desde el principio1, lo que ha provocado la caída de la moneda malgache a un nivel sin precedentes2: hasta el punto de que el gobernador del Banco Central de Madagascar (BCM) optó por dimitir de su puesto3 a pesar de las órdenes de Andry Rajoelina. El precio de la vainilla está resultando perjudicial para la importación de productos básicos que necesita la población.

La explotación de los pequeños agricultores no es el único problema de la vainilla, controlada artificialmente por la administración. La preciada vaina es una importante fuente de divisas para el Estado, que casi se queda sin dinero en el primer trimestre de 2023.

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La imposible regulación del arroz

En efecto, sería tentador pensar que esta estrategia del mercado de vainilla no es más que una dudosa operación de financiamiento de campaña electoral, pero el trasfondo del asunto es mucho más estructural y crítico para las próximas semanas. Sorprende que el ministro de Agricultura (que representa el 30 % del PIB) sea tan discreto en este contexto de cuestionamiento de sectores decisivos, pero tiene poco más que la apariencia de un consejero técnico de agricultura porque la gestión del mercado del arroz se le escapa. El ministro de Industrialización, Comercio y Consumo, Edgard Razafindravahy, está a la cabeza del Servicio Público de Madagascar (SPM), responsable de las importaciones cada vez mayores de arroz, base de la alimentación de la población. Madagascar importó 600000 toneladas de arroz durante los 10 primeros meses de 2022, según el Observatorio del Arroz. El periodo de 2021 fue un año récord, con 629414 toneladas; en 2023, con la disminución de los recursos hídricos y la destrucción ciclónica causada por Freddy, las necesidades serán superiores a las de 2021.

En efecto, cada año, y desde hace mucho tiempo, Madagascar está lejos de la autosuficiencia alimentaria. Como gran consumidor de arroz, el país sigue sin poder satisfacer sus necesidades locales. El SPM, en colaboración con los operadores y con el ministerio responsable, intenta, a toda costa, regular el precio del mercado. Para mantener los precios estables, se realizan visitas a distribuidores y a mayoristas. A pesar de estos esfuerzos, a finales de marzo de 2023, los precios por kilogramo oscilaban entre 3200 y 3800 ariary. Esto equivale al 75 % del salario mínimo mensual de una familia y este salario está fuera del alcance de la mayoría de la población, en especial, del de las zonas agrícolas. El descenso de los rendimientos, la disminución del tamaño de las superficies, la degradación del regadío, la falta de fertilizantes, incluido el estiércol del ganado, afectan la producción nacional, que se destina al autoconsumo de los agricultores4

Cada año, y desde hace mucho tiempo, Madagascar está lejos de la autosuficiencia alimentaria.

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Los intentos de expansión fuera de las tierras altas tienen efectos nefastos en el medio ambiente de la isla. Por ejemplo, los manglares, que cubren 300000 hectáreas en Madagascar, se están transformando en arrozales, sometidos a la recolección de madera para energía y construcción por parte de poblaciones costeras (por ejemplo, en las regiones de Mahajanga y Toliara) y afectados por presiones antropogénicas debido a la migración relacionada con la sequía y la sedimentación por erosión continental.

Un sistema bloqueado

La batalla de la vainilla es un ejemplo de creación exógena de distorsiones que benefician a unos pocos ricos, pero revelan una peligrosa debilidad del Estado y del presidente, ya que el SPM es incapaz de financiar la importación de arroz para estabilizar los precios al consumo. Como muchos organismos públicos, tiene deudas que pueden ser un campo de batalla para los miembros del gobierno. Recientemente, el ministro de Transportes y Meteorología, Rolland Ranjatoelina (que, desde entonces, se ha convertido en el primer presidente africano del consejo de administración de ASECNA) le exigió al «State Procurement of Madagascar» (SPM) el pago de las tarifas de almacenamiento5 en los puertos bajo su responsabilidad. Así, toneladas de cemento y toneladas de arroz pertenecientes a esta empresa estatal (creada para importar productos de primera necesidad con el fin de controlar los problemas del alza de precios) están bloqueadas en el puerto de Toamasina. El SPM tiene dificultades para transportar sus mercancías a Antananarivo y a otras grandes ciudades. El ministro de Transportes, tras haber entablado una guerra abierta contra Rinah Rakotomanga, vicepresidente del Consejo de Administración de Madagascar Airlines, desafía al patrón del SPM, presidente del Consejo de Administración de Jirama, a quien el Estado le debe más de 300000 millones de ariary. 

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El ciclón anónimo

Al final del ciclo político y en el accidentado camino hacia las elecciones presidenciales de 2023, todos los temas se vuelven políticamente candentes, pero esto corre el riesgo de ocultar el más importante. El empobrecimiento de la población, al contrario que en otros países africanos, parece irreversible. En los últimos cuarenta años, la tasa de crecimiento demográfico siempre ha sido superior a la tasa de producción agrícola, lo que ejerce presión sobre la demanda. En su último informe, «Perspectivas económicas de Madagascar: Capear el temporal» (2022), el Banco Mundial da la voz de alarma señalando la exposición del país a crisis cada vez «más frecuentes, profundas y persistentes» y subrayando, también, las limitaciones estructurales (falta de gobernanza, baja tasa de creación de empleo, falta de diversificación de su tejido económico) que obstaculizan su crecimiento y desarrollo y su vulnerabilidad cada vez mayor a los choques externos debido a su escasa resiliencia económica. «La recesión que afecta actualmente a la Gran Isla es [ya] tres veces mayor que la del continente [africano]. Madagascar tardará unos 70 años en alcanzar a Ruanda, que estaba al mismo nivel económico […] a principios de la década del 2000». 

El empobrecimiento de la población, al contrario que en otros países africanos, parece irreversible.

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Con la guerra en Ucrania, las perspectivas de desarrollo son aún más «sombrías», según señala el informe. Esto se refleja en «una tasa de pobreza que se mantendrá cercana al 80 % hasta 2024, casi el doble de la media de África subsahariana». Las conclusiones son claras: «A falta de un nuevo impulso reformista, Madagascar podría tardar una década en recuperarse de la crisis y corre el riesgo de quedarse aún más rezagado con respecto a sus pares. Será necesaria una aceleración significativa y sostenida del crecimiento en los próximos años si quiere tener alguna esperanza de reducir la pobreza».

El callejón sin salida de las instituciones de Bretton Woods

Sin embargo, las políticas del Banco Mundial han contribuido a fracturar la economía malgache en nichos y zonas francas. Cada informe repite las cifras (200000 turistas) y los éxitos desconectados del resto de la economía, como la exportación de camarón o el avance de la extracción de oro, a pesar de los considerables problemas (entre ellos, la falta de un sistema educativo básico que alfabetice a una población joven y hambrienta).

Los socios técnicos y financieros apoyaron incansablemente el mismo programa, que tendía a destruir el campesinado tradicional y a establecer una agricultura capitalista supuestamente eficaz; acentuaron el dualismo de la economía malgache, reflejo de la continua explotación del campo por las ciudades. La acumulación de capital no era posible, ya que los campesinos estaban muy aislados de la economía de mercado y los asalariados urbanos no podían sacar la producción nacional, ya que sus ingresos eran muy bajos. No existe una burguesía nacional unificada, sino oligarcas que se apropian de un Estado desmantelado por la ola liberal tras los intentos autoritarios de formar un socialismo malgache. 

Los socios técnicos y financieros apoyaron incansablemente el mismo programa, que tendía a destruir el campesinado tradicional y a establecer una agricultura capitalista supuestamente eficaz; acentuaron el dualismo de la economía malgache.

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El controvertido proyecto agroindustrial de Daewoo, en tiempos de Marc Ravalomanana, reflejaba la ambición del Banco Mundial para el desarrollo de los países pobres: un modelo de empresa que realiza la inversión en lugar de agricultores fracasados, destinados a convertirse en asalariados. 

Sin embargo, estas opciones son especialmente inadecuadas para los sistemas alimentarios locales y para el tipo de agricultura familiar a pequeña escala que practica la inmensa mayoría de los hogares campesinos de Madagascar. También, se oponen a las ambiciones de los oligarcas, que prefieren el mecanismo de rentas vinculadas con circuitos paralelos de exportación e importación. Con la tierra y los bienes inmuebles, los grupos casi multinacionales obtienen, también, ganancias considerables, sin tener que realizar inversiones de rendimiento lento e incierto. Se han repartido posiciones dominantes en los sectores bancario y de importación-exportación, lo que ha fomentado alianzas con redes ilícitas y hasta criminales. Su poder sobre la moneda es superior al del Estado y, ahora, al del Banco Central. En este contexto, apelar a los recursos de Rusia para la próxima campaña electoral parece una necesidad para algunos outsiders. Ya no se trata de capear el temporal, como dice el Banco Mundial, sino de saber cómo se llama esta conjunción de desastres.

El referente del extractivismo

El oro, valor monetario donde lo haya, ilustra el desvío de ingresos de minería y de internacionalización de la economía malgache en detrimento de millones de vagabundos que se asemejan, en mayor número, a los que creó la colonización francesa a través de la miseria y el trabajo forzado6. En 2020, se constató una enorme diferencia entre los datos oficiales y las cantidades reales de oro que salían del territorio malgache. Por ejemplo, las estadísticas mundiales muestran 20 toneladas de oro exportadas frente a sólo 2 toneladas de oro declaradas en territorio malgache. En 2020, se exportaron, oficialmente, 938 kg de oro, mientras que las estadísticas espejo de los países receptores muestran de 2 a 3 toneladas de oro importadas de Madagascar cada año.

El oro, valor monetario donde lo haya, ilustra el desvío de ingresos de minería y de internacionalización de la economía malgache

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Entre los casos aprehendidos, se encontraban los siguientes: 25 kg de oro incautados a tres malgaches, en Sir, Seewoosagar Ramgoolam (SSR), en 2019; 49 kg de lingotes de oro incautados en las Comoras, en diciembre de 2021, y la implicación de malgaches ya detenidos por la salida ilícita de 73 kg de oro; casi 2 kg de oro incautados, en Nosy-Be, en julio de 2021.

Estas pérdidas de ingresos procedentes del oro estatal ascienden a cientos de millones de dólares y se repiten en muchos otros ámbitos de la actividad minera y extractiva: los rubíes, por supuesto, y también la pesca. Según el ministro de Pesca y Economía Azul de Madagascar, Tsimanaoraty Paubert Mahatante, cada año, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada de Madagascar causa pérdidas estimadas de 14 a 16 millones de dólares.

© Lucas Vallecillos / VWPic/SIPA

Al mismo tiempo, en los últimos veinte años, cada vez más malgaches que se han ido a trabajar a Líbano y a países del Golfo intentan llegar a Mayotte en peligrosas embarcaciones. Desde la isla-departamento, intentan embarcar de nuevo hacia La Reunión u otros destinos. Recursos y personas se ven, así, inmersos en una deslocalización y pérdida oceánica y globalizada. Sin ser su reluciente escaparate, Madagascar pertenece a lo que Mike Davis ha denominado la etapa Dubai del capitalismo7. Como en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, se mezclan el lujo, el refinamiento de las urbanizaciones y los barrios de chabolas, que, en la capital malgache, han proliferado.

En efecto, el extractivismo extrae riqueza con extrema violencia contra las personas, con el mismo efecto devastador para el progreso nacional. La vecina Mauricio muestra algunos signos de dominar esta transición al capitalismo transfronterizo. Sin embargo, podría decirse que el capitalismo real se ha afianzado allí, con grandes cantidades de capital invertido en la isla y una transformación de su economía colonial de plantación con el apoyo de su asociación inicial con la Unión Europea. El empobrecimiento del pueblo malgache y los considerables daños medioambientales no han hecho más que acentuarse por los sucesivos regímenes políticos. Los modelos económicos del socialismo, el ajuste y el liberalismo rentista han conducido a una sucesión de lógicas de desmembramiento del espacio nacional y de descualificación de la población, ocultas por el éxito de las élites y la complicidad internacional. Siempre es tentador vincular la dramática visibilidad de la miseria y el extractivismo con un recién llegado, China. Sin embargo, no olvidemos que la matriz colonial es el eslabón determinante en la formación de la actual estructura oligárquica8, como se revela en la asignación de contratos públicos o posiciones en el comercio internacional. 

Sin ser su reluciente escaparate, Madagascar pertenece a lo que Mike Davis ha denominado la etapa Dubai del capitalismo.

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Según un informe publicado el 4 de noviembre de 2022 por el Instituto Francés de Relaciones Internacionales9, China desempeña un papel importante en la economía informal de explotación de los recursos naturales en Madagascar y tiende a perpetuar un «extractivismo oculto» del que el Estado insular del Océano Índico lucha por salir desde su independencia. Tras señalar que «la lucha por el control del comercio exterior y de las cuantiosas rentas vinculadas con la exportación de productos primarios es un antiguo motor de la formación del Estado y de las élites en Madagascar», el IFRI subraya que estos operadores chinos establecen relaciones con los círculos dirigentes políticos y económicos; están muy presentes en cuatro sectores extractivos clave para la economía malgache: la pesca, la silvicultura, la minería y los hidrocarburos.

El diagnóstico de los investigadores que elaboraron este informe es pertinente porque su interpretación de la renta de productos primarios establece un paralelismo entre su antigüedad y su peso en la génesis y la perpetuación de las jerarquías sociales malgaches. La inestabilidad política y las preocupaciones electorales no deben hacernos olvidar que lo que está en juego no es sólo una nueva etapa democrática, sino, también, la esperanza de una trayectoria diferente.

Notas al pie
  1. « Vanille : la fronde des importateurs américains appuyée par Washington », Africa Intelligence, 19 de enero de 2023.
  2. ibid.
  3. Mandimbisoa R. « La démission de Henri Rabarijohn confirmée, son remplaçant nommé », Madagascar-tribune.com, jueves 5 de enero.
  4. El arroz es el alimento básico de los malgaches. La mayoría de los hogares lo consumen tres veces al día, y el consumo medio es de 138 kg/hab/año en las zonas rurales y de 118 kg/hab/año en las urbanas. Así pues, como principal cultivo alimentario, el arroz ocupa un lugar destacado en el sector agrícola. El 90% de los productores agrícolas de Madagascar son arroceros.
  5. El Ministro Ranjatoelina ha declarado a la prensa que el Estado de Madagascar no paga desde hace varios meses los gastos de almacenamiento de la Société de manutention des marchandises conventionnelles (SMMC). Esta deuda asciende a 14.000 millones de ariary.
  6. Jean Fremigacci, État, économie et société coloniale à Madagascar, Éditions Karthala, París, 2014, 616 páginas.
  7. Mike Davis, Le stade Dubaï du capitalisme, Paris, Les prairies ordinaires, collection Penser/Croiser, 2007, 88 páginas.
  8. Jean Fremigacci, op.cit.
  9. « La Chine à Madagascar : entre opportunisme politique discret et trafics intenses », Notes de l’Ifri, noviembre de 2022. El informe afirma que los operadores chinos actúan en el sector extractivo malgache en asociación con «oligarquías locales» y «en gran opacidad».