La economía colombiana no está muy abierta al exterior. En el periodo 2010-2020, las exportaciones de bienes y servicios representaron el 16% del PIB, frente a una media del 22% en América Latina. ¿Planea Colombia diversificar su economía y sus exportaciones?
Colombia tiene varias prioridades, pero quizás la principal prioridad en materia de desarrollo productivo es diversificar nuestra base exportadora. Este proceso ha sido bastante exitoso: tanto en el año 2021 como en el 2022 hemos tenido un buen crecimiento de las exportaciones no petroleras. Vamos a seguir esa política e incluso vamos a diversificar exportaciones de productos agrícolas, agropecuarios. Estamos comenzando a ser exportadores de carne de todo tipo.
Y, por supuesto, está el sector industrial e incluso el sector de servicios. Para el presidente es muy importante en particular el desarrollo del turismo como sector de exportación. Asimismo, estamos muy fuertes en el servicio de salud. Es otro sector en el que podemos ser buenos exportadores.
En la cumbre de Davos, la ministra de Minas y Energía confirmó que en Colombia no habría más nuevos contratos de exploración para reducir su contribución al calentamiento global. ¿Sería también posible que a largo plazo Colombia dejara de exportar petróleo? ¿Qué presión ejercería tal transición sobre las finanzas públicas y qué garantías espera de las instituciones internacionales?
El anuncio que hizo la ministra de Minas y Energía fue que no iba a haber nuevos contratos de exploración, lo que es muy diferente. Pero digamos, para comenzar, que hay más de 300 contratos firmados, y en algunos se está evaluando cuál es la capacidad de producción, tanto de petróleo como de gas. En el mes de mayo va a haber un balance de la Agencia Nacional de Hidrocarburos sobre cuáles son las reservas que tiene el país, y con base a eso vamos a evaluar la situación de reservas. Pero incluso la ministra después declaró que se podría cambiar esa política en el futuro si es evidente que vamos a tener una caída de exportaciones. Es precisamente el balance que haremos en mayo con el resultado de la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Enfatizo, uno no puede dejar de exportar petróleo porque es uno de nuestros principales ingresos de exportación y además, el petróleo es una fuente de ingresos fiscales muy importante.
En enero, el Banco Central Colombiano volvió a subir su principal tipo de interés en 75 puntos base, hasta el 12,75%, una cifra relativamente inferior a la prevista por los analistas (que apostaban por el 13%). Sin embargo, la tasa sigue siendo muy alta. ¿Qué limitaciones impone a la inversión, y en particular a las inversiones «verdes»?
A las inversiones verdes no le impone ninguna restricción, en tanto que su fuente de financiamiento son incluso los bancos de desarrollo nuestros. Pero obviamente las tasas de interés altas afectan la inflación en general. Esperamos que ya la inflación comience a descender y que más adelante del año ya comencemos a tener una reducción de las tasas de interés.
Con respecto a las políticas de estímulo verde planteadas, ¿qué se puede aprender de la experiencia europea y de programas como “Fit for 55”? ¿Cómo se puede fomentar la colaboración?
Estamos trabajando en todo tipo de iniciativas para ver cómo aumentamos el financiamiento verde, como el apoyo explícito a ciertos fondos verdes, muy especialmente para la protección de la Amazonía. También estamos trabajando para ver cómo bajamos más activamente el mercado de bonos verdes, cómo se diversifica el financiamiento de bancos multilaterales hacia la economía verde, y cómo participamos, por ejemplo, en el mercado de carbono de Europa, e incluso cómo promovemos un mercado de carbono más mundial.
Volviendo al punto inicial, a nivel interno, la economía verde es una de las prioridades de nuestro sistema de bancos e instituciones financieras, que se conectan a través de lo que llamamos el Grupo Bicentenario.
¿Se espera algo en particular con la presidencia española del Consejo de la Unión Europea?
España siempre ha sido un socio estratégico para América Latina en Europa, y esperamos que la presidencia española contribuya aún más a fortalecer las relaciones entre la Unión Europea y América latina.
A escala regional, ¿cree que Venezuela puede volver a ser un socio regional privilegiado de Colombia tras el reciente acercamiento entre ambos países?
Así es. Esa es una de las fuentes que vemos más importantes en materia de desarrollo exportador de Colombia. De hecho, las exportaciones a Venezuela están aumentando rápidamente, obviamente depende de qué tan fuerte sea el crecimiento de la propia economía venezolana, que ha sido muy bueno el año pasado. Esperamos que las exportaciones crezcan más. Hay también, obviamente, importaciones de Venezuela, es un tema en el que el gobierno está trabajando también con el país vecino. Debo decir que en estos días se firmó un tratado de protección a la inversión, que es muy importante porque hay muchas empresas colombianas en Venezuela y muchas empresas venezolanas en Colombia.
En varias ocasiones usted ha pedido un aumento de la ayuda multilateral para responder a las crisis actuales de los países en desarrollo y, en particular, a la crisis de la deuda. ¿Qué perspectivas tiene usted sobre la evolución de la deuda colombiana?
La deuda colombiana no tiene problemas como tal. Nosotros seguiremos siendo fuente de apoyo a la idea de que los bancos multilaterales de desarrollo también tienen que apoyar a los países de renta media. Por ejemplo, para Colombia, los dos últimos años, la principal fuente multilateral que tuvimos fueron los bancos multilaterales de desarrollo. De hecho, cuando apoyamos a quien fue nombrado como presidente del Banco Interamericano del Desarrollo, esa fue una de las dos condiciones que puso Colombia: el continuado apoyo del presidente del Banco a esta iniciativa, que va a depender muchísimo por una parte, de Estados Unidos, y por otra parte, de los países europeos.
Esperamos, por ejemplo, que España apoye esta iniciativa, que el Banco Interamericano de Desarrollo sea un gran financiador de países de renta media. Sobre la deuda, Colombia no tiene necesidad de refinanciar deuda: la posición que yo he expresado es sobre un tema que se ha venido discutiendo en los últimos 20, 30 años: es que tiene que haber un mecanismo multilateral, regular, para que los países que tienen problemas de endeudamiento puedan refinanciar o reestructurar sus deudas externas. Es un sistema que puede estar en Naciones Unidas, en el Fondo Monetario.
Y además, como ha sido evidente en las discusiones desde el año 2020, se necesitan mecanismos mucho más ágiles para refinanciar las deudas de los países que están en problemas. Está el club de París, pero ya no es tan relevante como era históricamente, y por otra parte, digamos, los mecanismos que se han quedado son para países de renta baja y son muy limitados. Se necesitan mecanismos, si se quiere algo similar al plan Brady, con el cual se enfrentó la crisis latinoamericana. Y para los países en cuestión, entrar en ese plan tiene que ser voluntario. Yo he propuesto en un artículo que ya es de conocimiento público, que ese mecanismo sea manejado por los bancos multilaterales de desarrollo, y que sea voluntario, no de tratar de hacer una reestructuración de deuda general que no necesitamos muchos países.
En un artículo suyo que publicamos en la revista hace dos años, usted hablaba de la importancia de la integración económica regional para las políticas de desarrollo. Brasil y Argentina han anunciado un proyecto de moneda común, que ha sido calificado de «locura» por Olivier Blanchard, pero también por varios economistas. En 2020, Brasil fue el quinto país de origen de las importaciones colombianas y el cuarto destino de sus exportaciones. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias de una moneda común para la economía colombiana? ¿Se podría hablar incluso de la posibilidad de una unión monetaria?
Nadie ha planteado una unión monetaria. Que quede absolutamente claro. Yo he hablado con el ministro de Brasil sobre esta materia, y lo que se quiere es una moneda de uso común. Sería una especie de moneda internacional que los países pueden utilizar para las transacciones de comercio entre empresas de los países. Pero no estamos hablando de una Unión Europea, no estamos hablando de una unión monetaria como el sistema europeo. Nadie ha planteado eso en América Latina y no tendría ningún sentido.
Ahora, la creación de una moneda de pagos común, que podamos usar entre distintos países, sí es una posibilidad viable: de hecho, algunos países asiáticos han planteado exactamente la misma idea. Es una moneda que sirve para pagos y obviamente se puede acumular como depósito si hay un mercado financiero en torno a esa moneda. Pero no es una unión monetaria, nadie lo ha planteado.
¿Podría ser esto, hablando a largo plazo sobre 30 o 50 años, una suerte de etapa hacia una unión monetaria que sí iría por el camino de la Unión Europea? Es lo que dice, por ejemplo, Rafael Correa.
Rafael Correa fue el que cometió el error de dolarizar la economía ecuatoriana. Creo que es un mal punto de referencia.
¿No ve entonces factible una unión monetaria en algún momento?
Eso no es posible en mucho tiempo, y no tendría apoyo latinoamericano. Muchos países nos opondríamos. Para ponerlo claramente, Argentina y Brasil, que serían los socios estratégicos, no lo harían, porque no pueden hacerlo.
Ahora, una moneda para pago sí. De hecho, nosotros tenemos un sistema que funcionó muy bien, el de pagos y créditos recíprocos del ALADI, hasta que Venezuela comenzó a incumplir los pagos. Sirvió perfectamente durante la década perdida, durante la crisis de la deuda de los años 1980, para hacer pagos entre países. Es un sistema de pagos entre bancos centrales en los que se usaban las monedas de los países. Un mecanismo similar se podría utilizar para pagos entre países. Es la propuesta que me planteó el ministro brasileño, y con esa propuesta sí podemos trabajar para ver si encontramos el mecanismo. Más aún, yo le propuse que esa moneda podría ser manejada por el Fondo Latinaomericano de Reservas, si Brasil, entre otros, hace parte del Fondo Latinoamericano de Reservas como esperamos que sea.
Estados Unidos es, con diferencia, el socio económico más importante de Colombia (el 30% de las importaciones colombianas procedían de este país en 2020). El proyecto de moneda común Brasil-Argentina se presenta a menudo como un deseo de construir un contrapeso a la omnipresencia del dólar en América Latina. ¿Cuál es la visión colombiana del papel del dólar? ¿Dispone de estrategias para reducir su dependencia?
Bueno, exactamente, eso es lo que permiten los pagos entre países latinoamericanos. Uno podría así reducir el uso del dólar o del euro. Nosotros queremos negociar una moneda propia para hacernos pagos entre nosotros, ese era el convenio de pagos y créditos recíprocos del ALADI.
Colombia es actualmente uno de los países más desiguales en América Latina y todo el mundo, ¿qué propone en materia de política social desde su ministerio?
Esa es la esencia del plan nacional de desarrollo, que se acaba de lanzar y que tiene acciones en muchos campos. Por ejemplo, mucha acción para apoyar a la economía campesina, a través de la reforma agraria, unas reformas para mejorar el acceso a la salud en los sectores más pobres, acceso y mejora en toda la infraestructura educativa en los colegios y universidades que ofrecen educación a estudiantes de origen pobre, becas universitarias para esos estudiantes, continuar con los programas de agua potable. Pues hay muchas regiones de Colombia que son pobres y no tienen acceso al agua potable.
Está también el programa de vivienda social, que queremos activar incluso con unos programas que lleguen a sectores más pobres, incluyendo el sector rural y la vivienda rural. En fin, es un paquete enorme de propuestas de políticas. Reducir la desigualdad o la injusticia social, como se le llama en el plan de desarrollo, es una de las grandes prioridades del Gobierno.
¿Cómo se espera que los nuevos aranceles beneficien a la industria textil nacional?
Las normas que han sido decretadas son en realidad mucho más para confecciones que para textiles. En la industria de confecciones va a ser muy importante, y hay mucha evidencia de comercio desleal de productos textiles, entonces digamos que hay productos que entran y no pagan el arancel. Ese es el objetivo fundamental de esa medida. Ahora, no es efectiva con los países con los que tenemos tratados de libre comercio. Con esos países seguiremos cumpliendo las reglas de los tratados de libre comercio.