¿Cuáles son las diferencias entre la nueva ola progresista en América Latina y la primera marea rosa? ¿Qué errores no hay que repetir, y cuáles son las prioridades estratégicas?
MAFE CARRASCAL
Considero que hay varias diferencias, pero la fundamental se basa, más que nada, en las circunstancias y en el contexto internacional. Definitivamente no estamos en la bonanza, de los petrodólares en la que estaban Morales, Correa, Chávez por supuesto, Lula, Kirchner, ese grupo super poderoso de líderes que movieron muchísimas pasiones y que definitivamente se convirtieron en la esperanza de América Latina porque nunca antes habíamos tenido esa posibilidad de pensar realmente en esa patria grande que Bolívar en algún momento soñó. Ellos en aquel momento la encarnaban. La encarnaban en un contexto bien distinto al de ahora: tenían la posibilidad de tener unos presupuestos bien robustos, con toda la voluntad de generar algo distinto en un momento en el que la gente, después de mucho tiempo, sentía que había unas élites que se habían quedado con absolutamente todo y que la distribución de la riqueza sencillamente no existía.
Entonces ellos creo que supieron leer muy bien el momento. Colombia, como siempre, y hasta hace muy poco, este año, fue el único país que geopolíticamente era fundamental y siempre se resistió con unas élites políticas muy fuertes y muy radicales, representadas en ese preciso momento por Álvaro Uribe y por una guerra fallida con su política de seguridad democrática.
La realidad es que Colombia iba en contravía de lo que estaba pasando en América Latina. El “Plan Colombia” también era fundamental para que Estados Unidos mantuviera ese contrapeso en América Latina frente al crecimiento del progresismo con todas las figuras que ya mencioné. Ahora el contexto es diferente: sabemos que era una guerra fallida contra las drogas, lo que fue confirmado por Biden y líderes mundiales. Pero ahora también hay una recesión mundial después de una pandemia que puso en descubierto una serie de desigualdades no solamente dentro de los países, sino que también a nivel mundial, unos países en América Latina con una situación fiscal muy difícil en cada uno de ellos. Es en este contexto que llega Gustavo Petro.
Por primera vez en Colombia gana un proyecto y un presidente progresistas. Empiezan a volver otros liderazgos, como Lula en Brasil; empezamos nuevamente a reaccionar ante el fascismo y radicalismo de personajes como Bolsonaro, pero en una situación muy difícil a nivel económico.
ENRIQUE SANTIAGO
No es fácil la pregunta. Quizás la primera diferencia sea que ahora los nuevos gobiernos tienen una experiencia acumulada de disputar el poder a las oligarquías históricas y la capacidad de haber analizado los errores cometidos antes para intentar prevenirlos. Igualmente conocen cuales han sido los puntos más débiles por los cuales han recibido sobre todo los ataques de desprestigio, ataques que, de alguna forma han acabado desmotivando a la ciudadanía, restándoles apoyos en muchas circunstancias.
Es una fase en la que los nuevos gobiernos tienen que consolidar las instituciones democráticas de los países para poder impulsar realmente Estados más sociales, con la capacidad de redistribuir la riqueza del país y corregir efectivamente las desigualdades. La primera ola quizás tenía un componente muy político-ideológico, pero no estuvo en condiciones de satisfacer las expectativas de mucha gente. Creo que ahora los nuevos gobiernos saben que tienen que satisfacerlas..
La prioridad es estructurar las instituciones del Estado, hacerlas más sólidas, y sobre todo empezar a desarrollar mecanismos estables, que no puedan ser alterados simplemente por un cambio de gobierno, que permitan la distribución eficaz de la riqueza y la compensación de situaciones de desigualdades sociales.
MARIO DELGADO
Tuvimos un primer movimiento a mediados de los años noventa, con Lula, Evo, Bachelet, Kirchner, el Pepe Mujica. Fueron experiencias con distinto grado de éxito que provocaron una reacción de los conservadores y la derecha, y afortunadamente hoy estamos en una nueva ola del progresismo en Latinoamérica detonada a partir del triunfo de López Obrador en 2018. Teníamos un panorama muy oscuro en ese tiempo en América Latina con el golpe que le dan a Lula y Dilma, con el triunfo de la derecha en Argentina, con la derrota del Frente en Uruguay. Y en la primera ola no pudo consumarse la incorporación de México por el gran fraude que le hicieron a López Obrador en 2006 1. Sin embargo, hoy, esta segunda ola viene con más fuerza y vamos a vivir un tiempo inédito en América Latina, en el que la gran mayoría de los países tienen esta idea de la justicia, de la igualdad, de la paz, del humanismo, de la orientación progresista y de izquierda.
Lo que cambia es también el contexto internacional. Vivimos la debacle absoluta del neoliberalismo y las consecuencias de los abusos del mercado y de los poderosos durante tantos años, que hoy se vuelven insostenibles. Está claro que el modelo neoliberal no es una estrategia que pueda llevar al desarrollo de la humanidad. Tenemos por ello la responsabilidad de construir una alternativa de un modelo económico diferente, donde el pueblo tenga todo el poder y el destino de los países en sus manos. Se vuelve una esperanza no solo para nuestras gentes sino para el resto de la comunidad internacional, que podamos construir un polo atractivo en estas coyunturas tan complejas con la guerra en Ucrania, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que nos conduzcamos con otros valores y antepongamos siempre la vida al mercado.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Precisamente el hecho de que sea una especie de segunda vuelta permite, en efecto, aprender de la lección del primer ciclo progresista de Latinoamérica. En mi opinión hay una cuestión central y trascendente, que es donde la mayoría progresista va a tener que concentrarse: en el proceso de unidad e integración latinoamericana. Eso es el grado de madurez para mí de las fuerzas progresistas y de izquierdas. Pienso que ninguno de los grandes objetivos como institucionalizar la democracia, reducir el combate contra la violencia y el crimen organizado, profundizar en la lucha contra las desigualdades, erradicar la pobreza, lo podrá hacer Latinoamérica si no se une.
¿Qué errores no deben volver a repetirse?
Fundamentalmente, en lo que representa el avance hacia la integración hay que ser plenamente consciente que hay que hacer una integración que sume ideológicamente. La integración que piensa solamente en la izquierda no es suficiente: para que una integración se institucionalice y tenga voluntad de permanencia, es necesario ampliar los consensos a la centroderecha. Es el reto más difícil.
KAROL CARIOLA
Creo que siempre es importante aprender de los aciertos y por supuesto, de los errores que se han cometido a lo largo de la historia. No sé si está totalmente acabado el análisis de cuáles son los errores que la primera ola progresista o la marea rosa tuvieron durante ese proceso, pero sin ninguna duda hay cuestiones que son fundamentales, por ejemplo, desarrollar proyectos con capacidad de recambio. Yo creo que es allí donde hubo un elemento bastante importante de la frustración de la continuidad de procesos de transformación. El desarrollar liderazgos extremadamente personales hace que finalmente, cuando hay que continuar el proyecto, ya no haya recambio porque todo está demasiado personalizado. Los proyectos tienen que ser más colectivos, y creo que ese debe ser un elemento central de los procesos de aprendizaje que nos dejó la llamada ola rosa de los gobiernos progresistas de los últimos años.
Hoy día estamos en una nueva etapa y creo que no hay que quedarse pegado en el pasado, sino más bien perspectivar en el futuro con la nueva correlación de fuerzas que se está generando. Hay cambios también en el progresismo y en las izquierdas: no hay una sola izquierda homogénea, tradicional, como se conoció durante muchos años. Yo creo que hoy día hay también necesidad, desde las izquierdas, de generar distancia de los tipos de liderazgos que se han ido constituyendo, más autoritarios o con ciertas limitaciones a los procesos de democracia. O con ciertas lógicas más caudillistas, que de alguna u otra manera en algún momento se vieron. Creo que hoy es importante el desarrollo de proyectos más colectivos, mucho más abiertos, multisectoriales también, o interseccionales, que también es parte de la visión de la construcción de los progresismos. Las luchas están interseccionadas entre sí. Ya no es solo la lucha de los trabajadores desde el punto de vista de los trabajadores organizados: también aparecen nuevos movimientos sociales como el movimiento feminista, los movimientos medioambientalistas que también incorporan una nueva mirada, a la lucha social y politica desde la izquierda y desde el progresismo.
¿Cuáles son las prioridades?
MAFE CARRASCAL
Que la gente coma. Después de la pandemia y en medio de esta situación económica hay muchas personas que están sufriendo y están pasando hambre. En Colombia, según cifras oficiales, aunque creo que son muchas más, hay 12 millones de personas que no comen tres veces al día. En una ciudad como Bogotá, que tiene de 8 a 10 millones de personas, el 34% no come tres veces al día. Son cifras escandalosas. La región que literalmente alimenta el mundo -la despensa, como la hemos llamado durante mucho tiempo, no solamente de agua sino de alimentos para el mundo-, está padeciendo hambre. Creo que hoy el reto más importante para los gobiernos de América Latina es poner un pacto sobre la mesa.
Estamos viendo una guerra entre Ucrania y Rusia que definitivamente ha encarecido los alimentos, también en América Latina, porque, aunque tenemos los insumos para producir nuestros abonos y otros para cultivar, la mayoría de los abonos y fertilizantes vienen desde Ucrania, y eso nos está poniendo en una situación muy compleja -como la inflación en Estados Unidos-. Entonces, a pesar de que somos países productores de alimentos no estamos pudiendo alimentar a nuestro pueblo. Creo que ese es el reto más importante y creo que, si en América Latina, si no nos juntamos, no nos integramos para poder sobrellevar esta situación va a ser muy difícil que de manera individual lo podamos lograr. Hoy nuestra región ha quedado más dependiente de lo que pasa fuera, por eso hay que pensar que hacemos a nivel regional. Pues tenemos que alimentar a la gente.
KAROL CARIOLA
Hay prioridades que tienen que ver con las urgencias concretas, globales. Tengo la impresión de que, en eso, una de las prioridades de los gobiernos progresistas es encontrar primero mecanismos de integración que les permitan, de conjunto, confrontar la crisis social y económica que hay en nuestros países. Ahí compartimos las consecuencias de la pandemia desde el punto de vista del empobrecimiento, el costo de la vida, los retrocesos que se generan con relación a situaciones como, por ejemplo, de la violencia de género.
Por otro lado, hay algunas urgencias también que tienen que ver con los temas de seguridad en América Latina. Ha habido una suerte de exportación de delitos, hay mecanismos nuevos que se llevan de países en países, hay bandas criminales que se van desarrollando en diferentes espacios, ya no solamente en un país, sino que van desarrollando redes y lazos, como es el tren de Aragua 2, que ha sido una de las expresiones de una nueva forma de enfrentar el delito. Tenemos problemas migratorios también que tenemos que afrontar de conjunto. Todos estos son elementos que tienen que ser enfrentados necesariamente en espacios de integración y de correlación de fuerzas desde todos los pueblos y los países, y cada uno de sus gobiernos.
También tenemos que establecer mecanismos conjuntos que sean eficientes con relación a cómo enfrentar la crisis climática. Ahí hay un desafío, y no sólo declarativo, porque si no se toman decisiones políticas de enfrentar las crisis climáticas desde el punto de vista de la confrontación económica respecto a los sistemas extractivistas que hay en cada uno de nuestros países, difícilmente lo vamos a poder enfrentar de manera real. Mientras no se decida enfrentar el capitalismo y su expresión salvaje y neoliberal en América Latina, no vamos a poder confrontar de manera real la crisis climática y la depredación del medioambiente que esto ha provocado. Por lo tanto, creo que ahí hay un desafío muy importante y que debería ser una prioridad.
Hablando de crisis climática, hay muchos desafíos en torno a los recursos naturales en América Latina. ¿No tienen miedo de ser el terreno de confrontación entre China, Europa y Estados Unidos? ¿Cómo se posicionan en Chile sobre este tema?
Es conocido y sabido que en América Latina tenemos mucha riqueza. Pero es importante tener en consideración que son recursos que se agotan. Por lo tanto, es hora ya que los pueblos de América Latina y sus respectivos países busquen mecanismos para dar un valor agregado y desarrollar un mercado desde sus propios espacios, sin esperar que vengan desde afuera a orientar de alguna u otra manera los procesos. Creo que más que tener miedo hay que tener precaución, y la precaución pasa fundamentalmente por el hecho de que seamos capaces desde el mal llamado tercer mundo o países en desarrollo, busquemos el desarrollo de manera decidida y no esperando que vengan otros a utilizar nuestros recursos para su propio bienestar y desarrollo, cuando nosotros nos vamos quedando atrás.
Nosotros en Chile estamos viviendo momentos importantes en esa dirección. El gobierno del presidente Gabriel Boric se ha propuesto desarrollar un nuevo modelo estratégico respecto de los recursos naturales y particularmente respecto al litio. Parte de nuestro programa de gobierno es la creación de una empresa nacional del litio que genere explotación y al mismo tiempo le entregue valor agregado a este recurso, que creemos que puede transformarse, como lo fue el cobre durante muchos años, en el nuevo sueldo de Chile, y que eso también va a implicar mayores mecanismos de desarrollo para nuestro país. Si eso lo hacemos en integración, cooperación, y en colaboración con Argentina, con Bolivia, y con otros países creo que vamos a tener mejores resultados. Pero la primera determinación tiene que estar desde los pueblos de América Latina.
Cuando es complicado bajar las exportaciones de petróleo en tal contexto macroeconómico, ¿cómo van a aplicar en Colombia su agenda verde, que es un eje de identidad de Petro -y también tuyo-?
MAFE CARRASCAL
Es una pregunta muy difícil. Creo que hacer una transición energética en un momento como en el que estamos es complejo. Después de la pandemia nos dimos cuenta de la cantidad de desigualdades, de temas primarios más básicos, más elementales, como es que la gente coma, que tenga trabajo, que tenga educación y acceso a la salud. Es lo elemental. ¿Cómo vamos a resolver las necesidades básicas insatisfechas? Porque de allí salen otros tipos de indicadores, mucho más complejos y tristes como la mortalidad infantil, la mortalidad materna, que aquí en Colombia están disparadas, y es porque en este país la gente no accede a servicio de salud, sino que tampoco a agua potable, por ejemplo. Frente a ello, siento que otros debates, importantísimos y necesarios como la transición energética empiezan a perder peso, porque se necesita dinero para sacar adelante los proyectos y los programas que le dan lo básico a la gente.
Como bien hemos dicho desde hace mucho tiempo, nosotros somos un gobierno de transición. Gustavo Petro es una persona que piensa en grande y siempre ha sido así. Eso es lo que hacen los líderes: no piensan sólo en lo urgente, sino que también en lo importante, en cambiar paradigmas. Hay que entender que para cambiar paradigmas hay que ir paso a paso. En cuatro años es imposible cambiar lo estructural, pero sí es posible dar los primeros pasos que nos permitan tener un proyecto mínimo de veinte años.
Lo que tenemos que hacer hoy además de reducir las tarifas de la energía, es pensar cómo le damos autonomía económica a las mujeres para que las violencias basadas en género dejen de ser realidad y no se normalicen, sino que se conviertan en algo del pasado. Implica también en tener presupuestos dedicados a reducir esas brechas de género: por eso vamos a apostar por tener un ministerio dedicado a la igualdad de las mujeres y a empezar esos proyectos.
Autonomía económica para que las mujeres puedan realizar proyectos de vida tal como queremos. Por eso el ministerio de salud del presidente Gustavo Petro sacó la circular 044 en donde les dice a los prestadores de salud cómo deben prestar el servicio de interrupción voluntaria del embarazo.
Si bien hoy por la situación fiscal del país y la recesión mundial inminente, no podemos sencillamente prescindir del petróleo, del carbono, de los hidrocarburos, sí podemos empezar desde ya a hablar de los mensajes. Me parece muy importante que el gobierno esté hablando del cambio climático, de cómo le hacemos frente, de la necesidad de la transición energética. Esos mensajes desde el gobierno y otras acciones complementarias empiezan a movilizar las conciencias, a que la gente empiece a cambiar su consumo para ser parte de ese cambio. La transición energética viene también de cambiar las conciencias y de la forma en la que consumimos y nos relacionamos entre nosotros y nosotras.
¿Cuál es su visión sobre la integración regional? Es el modelo de la Unión Europea, a menudo citado como ejemplo exitoso de integración regional, ¿una solución deseable y realista en el contexto latinoamericano?
ENRIQUE SANTIAGO
Creo que las diferencias son muy grandes entre el modelo de integración de la Unión Europea y el modelo que se defiende en América Latina.
El modelo de integración de la Unión Europea es un modelo que descansa sobre la integración de capitales, productos y servicios, no tanto de personas y compensación de desigualdades. El modelo de integración de América Latina por el contrario es un modelo de integración de pueblos, que son cultural e históricamente más homogéneos, y los gobiernos que lo impulsan en América Latina son gobiernos que han padecido las políticas neoliberales y precisamente lo que quieren es que esos modelos de integración no se decidan por grandes poderes económicos como ocurre en la Unión Europea, sino en función de los intereses más sociales y populares. Realmente el proceso de integración de la UE lo que ha hecho es limitar los mecanismos de participación democrática en la Unión Europea: los consejos de gobierno de la Unión Europea no tienen un mecanismo de elección popular ni control ciudadano.
El modelo de integración en América Latina necesariamente tiene que ser un modelo construido en mecanismos de soberanía y control democrático de las instituciones representativas. Creo que son modelos muy diferentes y el modelo de integración latinoamericano lo que busca es recuperar una soberanía que ha sido usurpada muchas veces por relaciones económicas, grupos económicos o incluso por países más poderosos, como es el caso de los Estados Unidos.
MARIO DELGADO
El gran reto ahora es el de institucionalizar este deseo de unidad. No tenemos actualmente una organización que permita esta integración. Tendremos que construir una alternativa diferente o fortalecer para tener una integración más eficaz, con una perspectiva muy clara hacia el futuro. México juega un papel muy relevante porque es quien detonó esta segunda ola y es quien, desde mi punto de vista, encabeza un gobierno más sólido y una alternativa económica y social más articulada, que puede ser seguida o puede ser un referente para la construcción de una alternativa al modelo neoliberal en el mundo.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
No cabe ninguna duda que la Unión Europea es el gran precedente. En mi opinión, es el proyecto político más elevado, civilizatoriamente, que ha conocido la evolución de la política en la historia. No quiere decir que se tiene que trasladar automáticamente el modelo, pero sí tiene que servir de inspiración en muchos ámbitos. Hay quizás una posición distinta de Latinoamérica en tanto y cuanto ésta ocupa en la geopolítica una posición distinta a la Unión Europea por historia, tradición, y por la cristalización de cómo Latinoamérica se ha conformado en las últimas décadas.
KAROL CARIOLA
Yo creo que la realidad de Europa es muy distinta a la de América Latina. La Unión Europea ha tenido una experiencia que ha sido exitosa en varios aspectos, en otras quizás no tanto. Cada pueblo tiene su autonomía; soy muy defensora de la autodeterminación de los pueblos y de las experiencias propias, creo que uno puede tomar experiencias de otros lugares, analizarlas, recoger lo bueno de lo malo, pero de ninguna manera replicar. Yo creo que cada pueblo, cada país, cada región debe tener sus propias experiencias y América Latina tiene que desarrollar las propias.
¿Quién puede asumir el liderazgo de esta nueva ola en la región?
ENRIQUE SANTIAGO
Yo creo que los liderazgos en América Latina tienen que ser compartidos. Obviamente hay países con un peso geoeconómico y geoestratégico muy importante: Brasil es una de las grandes potencias económicas del mundo. Además, las circunstancias hacen que el presidente Lula sea una persona con un gran carisma y una procedencia sindical, de movimiento obrero, que da mucha confianza en cuanto a su vinculación y respeto a los intereses populares.
Creo que la clave es el equilibrio y el trabajo de forma más coordinada y organizada posible entre los distintos países. Hay países como Colombia que son claves para que el proceso de integración pueda avanzar. Probablemente los procesos de integración en América Latina hasta ahora no habían avanzado porque no había existido un compromiso tan firme por parte de Colombia; es el país más estratégico del continente, con salida a los dos océanos, el territorio entre el norte y el sur del continente latinoamericano. Al expresar una vocación de vincularse sólidamente al proceso de integración marca un antes y un después.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Efectivamente, cuando hablamos de liderazgo de un político en un área, en una materia importante, hablamos siempre de convicciones. Veo a los presidentes Lula y Petro con la convicción de la integración. Quizás ellos pueden ser, en un proyecto que es de largo plazo. Por lo tanto, es muy importante que se vaya sembrando entre los nuevos liderazgos de futuro esa idea común de integración. Veo a Lula y Petro como dos liderazgos claros.
¿Qué piensa de la secuencia venezolana, con el papel que está asumiendo Petro, qué perspectivas para las negociaciones entre las facciones venezolanas, una eventual transición democrática?
MAFE CARRASCAL
Estoy muy contenta con lo que está pasando entre Colombia y Venezuela, estoy muy contenta por mi historia personal, familiar, por la conciencia emocional colombiana, por la relación histórica de Colombia y Venezuela, porque somos países hermanos y eso no es solamente un discurso. En los últimos siete años, con esta crisis diplomática y el cierre de la frontera y demás no solamente hubo un quiebre de las relaciones comerciales sino también sociales, del tejido social que hay en la frontera y entre los dos países: para mi es lo más importante porque hay relaciones personales, filiales que se vieron manchadas, entorpecidas por el revanchismo, por las posiciones ideológicas del grupo de Duque.
Que se hayan restablecido las relaciones es una promesa de campaña cumplida, de los primeros logros de este gobierno. Me alegra porque en la situación económica que estamos atravesando es una oportunidad importante para empezar a comercializar entre los dos países. Me parece que Gustavo Petro está siendo el líder regional que puede de alguna manera propiciar que a nivel mundial Venezuela vuelva a ser incluida en organismos multilaterales y que eso a su vez redunde en el fortalecimiento de la democracia y el respeto de los derechos humanos en ese país.
ENRIQUE SANTIAGO
Creo que ahora mismo la negociación tendrá que acabar con un buen resultado: lo que es una realidad es que, a pesar del acoso que ha sufrido el gobierno venezolano, la presión, el bloqueo, las medidas de sabotaje económico y político no han conseguido acabar con el gobierno legítimamente elegido en Venezuela, del presidente Maduro.
A partir de este momento todo el mundo sabe que no hay ningún otro gobierno alternativo y Guaidó no es representante de nada, y que el peso de la oposición venezolana es el peso que le quiera dar Estados Unidos que tiene ahora la necesidad de establecer mecanismos de cooperación con Venezuela por cuestiones energéticas.
Las conversaciones entre el gobierno y la oposición venezolana tienen como finalidad conseguir que la oposición venezolana por fin asuma la legitimidad de la institucionalidad del presidente Maduro. También es un problema de credibilidad: si la oposición venezolana no es capaz de reconocer esa realidad va a perder la muy escasa credibilidad que le queda.
Está bien que Francia colabore, pero es prescindible en este proceso, está absolutamente en marcha. La buena noticia del ejecutivo colombiano es la normalización de relaciones con el presidente venezolano: ojalá, Francia y España se unan.
España tiene una actitud un tanto inexplicable. El gobierno español, a pesar de ser un gobierno de coalición y de tener diferentes tendencias dentro del gobierno de coalición sobre la postura que mantener con Venezuela, sigue asumiendo la posición en su día marcada por la Unión Europea de que el gobierno legítimo es el gobierno que representa el señor Guaidó. Está bien que de eso se vayan moviendo poco a poco los distintos países, y ojalá, Francia, simplemente hablando con el señor Maduro de un reconocimiento de facto.
MARIO DELGADO
Es fundamental el paso que dio el presidente Petro de restablecer las relaciones con Venezuela y terminar con la confrontación inútil que los gobiernos colombianos de derechas llevaron a estos dos países hermanos. Entonces, la actitud y el cambio estratégico en política exterior del presidente Petro lo cambia todo, y se inscribe en la dinámica que debe seguir nuestra América.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Creo que lo que estamos viviendo en torno a la recuperación de Venezuela y de su gobierno como referente, como legítimo representante, exige una reflexión autocrítica. No la espero de Estados Unidos, pues no es un país dado a la autocrítica, pero al menos en los principales gobiernos europeos debería de producirse. Siempre he defendido el diálogo y nunca he estado de acuerdo con el reconocimiento de Guaidó: siempre que uno se salta la legalidad, incluso la legalidad internacional, no funciona. Como lección política me parece muy importante. Parece que vamos a tener que volver a consagrar principios muy claros de la carta de San Francisco y de la Unión Europea: esa es la solución pacífica de los conflictos, siempre agotar hasta el final el diálogo, la palabra. No la imposición, nunca vulnerar la legalidad internacional. El vulnerar la legalidad internacional siempre sale mal. Le va a salir mal a Putin, aunque nos salga mal a todos a la vez. Les salió mal a Estados Unidos con Iraq, con Venezuela. Hay principios y leyes internacionales que están pensadas racionalmente para que, aunque no se respeten, cumplan a la larga una función de sanción a quienes no lo respetan.
¿Podría surgir una relación particular entre la España de Sánchez -con la presidencia del Consejo de la Unión- y el Brasil de Lula?
ENRIQUE SANTIAGO
No me cabe duda de que va a haber una relación muy positiva entre el gobierno de España y el gobierno de Petro o de Lula, al menos mientras que en España haya un gobierno de izquierdas. Las bases serán las del respeto mutuo y la colaboración en principio, más allá de los planes de la Unión Europea. España es donde puede esforzarse junto con Portugal la cooperación en materia de educación, investigación científica, intercambios culturales y proyectos conjuntos de los países de ambos lados del Atlántico.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Me parece esencial: yo añadiría algún país, una triangularización Europa-Latinoamérica-Asia, Oriente Medio. Incorporaría Turquía en los equilibrios globales. Turquía tiene un papel muy importante en la guerra en Ucrania, lo estamos viendo, y una gran relación con España. Podría ser Brasil-España-Turquía un triángulo en favor de un orden, un sistema internacional más previsible, más cooperativo, más en favor de la solución pacífica de los conflictos. Creo que esas tres miradas podrían ser extraordinariamente complementarias y tener una gran capacidad de arrastre.
¿Qué le parece el proyecto de moneda común, propuesto por Lula durante la campaña?
ENRIQUE SANTIAGO
Es un asunto interesante que, además, he observado con simpatía que se ha planteado en la reunión del Grupo de Puebla. No cabe ninguna duda que para avanzar en una integración política tiene que ir acompañada de un proceso de integración económica, y evidentemente una moneda conjunta fortalece ese proceso de integración, la hace más irreversible. Fortalece también las políticas económicas de todo el bloque de países latinoamericanos frente a cualquier injerencia por parte de potencias económicas, como hasta ahora ha pasado. Limita mucho la capacidad de especular con la economía de los distintos países de América Latina por separado.
MARIO DELGADO
Suena muy interesante, habrá que ver las posibilidades de construir esta moneda común. Hay análisis que muestran cómo la inyección de recursos para levantar la economía después de la pandemia del Covid, de manera inevitable, está generando un efecto inflacionario en el mundo que afecta a todos los países y nosotros no podemos aislarnos de esos efectos.
Esos aumentos de precios generan impacto en el poder adquisitivo, en los procesos electorales, mete presión cambiaria, y prácticamente estamos indefensos. Justo en estos momentos se ve la necesidad de poder construir una modela única que nos permita enfrentar de mejor manera estas coyunturas de la economía global y disminuir la incertidumbre al interior de nuestros países.
JOSE LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Me parece un gran objetivo. Claro, llegar a la moneda común exige un mercado común, una integración fiscal, al menos una supervisión coordinada macroeconómica. No hay ninguna duda que la integración económica, financiera, comercial, institucional de Latinoamérica supondría en 20 años un cambio, un progreso, un desarrollo impresionante, no tengo ninguna duda.
¿Qué nos dice sobre la región el regreso de la vieja izquierda de Lula y una nueva, con personajes como Boric? ¿Cómo y en qué pueden converger perfiles tan diferentes?
MARIO DELGADO
Creo que tienes la izquierda tradicional, con Cuba y Venezuela, los grupos de la primera ola, con Lula y López Obrador, y esta ola más reciente con Boric, y tal vez Petro. Pero en común creo que nos unen las ideas de la justicia, erradicar la pobreza, garantizar la paz, de tener gobiernos cercanos, y de profundizar la democracia en nuestros países. En la medida en la que fortalezcamos nuestras democracias y el pueblo tenga todo el poder en sus manos vamos a evitar regresiones autoritarias. Lo que nos une es promover este cambio de mentalidad, esta politización en la gente donde no permita abusos que hubo en el pasado, de la derecha, y que no caiga en este juego perverso de la desinformación y los lawfare.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Estamos en un tiempo en el que la pluralidad de las izquierdas debe tener un protocolo, un manual para coexistir con inteligencia. Creo que el Grupo de Puebla está siendo un gran ejemplo: hay una pluralidad ideológica, hay un entendimiento que casi siempre se logra en base al diálogo y al respeto. En España la izquierda ha puesto en marcha, por primera vez en la historia, un proceso de compartir un gobierno. En mi opinión está funcionando, y va a revalidar la mayoría.
Por supuesto que las izquierdas que representan Lula y Boric tienen sus matices, pero hay que hacerse la pregunta siguiente: ¿podrían compartir un programa de gobierno, Boric, Lula, Petro, Sánchez, Podemos, en Francia el partido socialista y Mélenchon? En mi opinión, sí.
¿Qué pueden aprender las izquierdas europeas respecto a las izquierdas latinoamericanas?
MAFE CARRASCAL
Creo que el tema es justamente es eso, la colaboración entre nosotros, la unidad en medio de la diversidad. Lo que podemos tratar de hacer es tratar de copiar los procesos como venimos haciendo durante mucho tiempo. América Latina, hoy, más que nunca, después de vivir una ola del progresismo a finales de los años 1990 y a principios de los años 2000, tiene que aprender de su propio proceso, con su propia historia, identidad, y en su propia lengua. Si algo nos hemos dado cuenta es que copiar los modelos de desarrollo, políticos, en este caso de integración, sería completamente fallido. No se adaptaría a nuestras realidades y al final terminaría siendo un desastre. Creo que eso es lo que debemos aprender de nuestros propios procesos: son dos modelos de desarrollo, de integración, que representan nuestras propias realidades. Siento que esto es como con los movimientos feministas: nosotras no necesitamos aliados en los hombres, consideramos que no son aliados, deben acompañar nuestros procesos, porque aliadas somos entre nosotras.
América Latina, si quiere transitar ese proceso de integración de los partidos de izquierdas, de los líderes de izquierdas de otras regiones del mundo lo que necesita es acompañamiento, como en el proceso de paz en Colombia y los cambios sociales en esta región, necesita compañeros de lucha, compañeros de procesos, pero no más.
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO
Hay dos valores que me parecen extraordinariamente importantes. Uno, que la izquierda latinoamericana mantiene un vínculo fuerte con la movilización social, lo que ha sido clave en los procesos de recuperación de los gobiernos de izquierdas. Dos, mantiene una mirada hacia el mundo muy autónoma de las dos grandes potencias que pueden tener la tentación de llevarnos a una guerra fría. Esta es la gran diferencia: hay mucho menos seguidismo a Estados Unidos en la izquierda latinoamericana que en buena parte de la izquierda europea. Pero creo que esto, como todo, puede cambiar.
Europa debe ser, tiene entidad suficiente, entidad política, económica e ideológica. Y muy especialmente, por la entidad y la capacidad que ha demostrado la unión. Pero más autonomía no es cerrarse; al revés, es tener liderazgo en las grandes cuestiones globales. Ese liderazgo es para mí el que marque, imprima, inste, suscite que Estados Unidos y China tienen que convivir: coexistir y cooperar.
Como casi siempre, es una cuestión de ganar intelectualmente en el terreno de las ideas sobre cuál es el camino más correcto para el siglo XXI. La desglobalización ya pasó en el siglo XX, y las consecuencias fueron desastrosas, no sólo económicas, sino también políticas. En este caso, el discurso de la desglobalización no está motivado por razones económicas sino políticas, de conflictos: cada uno quiere tener sus cadenas de valor, no se fía del otro. Esto siempre ha acabado mal en la historia. Entonces hay que saber corregir, interiorizar este proceso y apoyar esos liderazgos que tengan el coraje de decirle al mundo que la sociedad global es imparable y además es beneficiosa, más allá de cuestiones culturales. Para eso debe haber un empuje social e intelectual.
Lo que más me preocupa de la guerra en Ucrania, a parte de las vidas perdidas, que serán olvidadas, como siempre, es que no hemos visto una movilización social, intelectual, en favor de poner fin a la guerra por algún camino de los que históricamente conocemos como solución pacífica de los conflictos.
Notas al pie
- En las elecciones del 2 de julio de 2006, López Obrador y los partidos que le apoyaban alegaron que hubo fraude electoral y, por tanto, no reconocieron los resultados. Sin embargo, los recuentos confirmaron los resultados iniciales, por lo que los recursos fueron desestimados.
- La mayor organización delictiva de Venezuela, que desde 2020 ha intensificado sus actividades en el extranjero: en América Latina, pero también en Europa.