En el espacio de cuatro meses, los líderes de las dos principales potencias mundiales visitaron Arabia Saudí. La razón: la guerra en Ucrania está perturbando las cadenas de suministro y los mercados del petróleo, otorgando al Reino Saudí un papel central. Aunque las dos visitas tuvieron lugar muy cerca, los objetivos y contextos diferían.

  • En julio, la visita de Joe Biden a Riad supuso un importante coste político al presidente demócrata, que había calificado de «paria» al príncipe Mohammed bin Salmane, en relación con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
  • Biden, que en el pasado afirmó que «Estados Unidos no volverá a dejar de lado sus principios para comprar petróleo o vender armas», suscitó muchas críticas al ir a Arabia Saudí a pedir un incremento en la producción de petróleo. Según Jake Sullivan, el objetivo era «reducir el precio de la gasolina para las familias estadounidenses»1.
  • En junio, la OPEP+ decidió finalmente aumentar la producción en 100.000 barriles diarios, lo que corresponde a sólo el 0,1% de la demanda mundial. Cuando el cártel decidió recortar la producción en 2 millones de barriles diarios en octubre, la Casa Blanca denunció el alineamiento implícito de Arabia Saudí con Moscú.

Entre la visita de Biden y la de Xi, el precio del petróleo cayó casi un 25%, hasta su nivel más bajo desde principios de año. Esta caída, sorprendente en un contexto de crisis de la oferta, se explica por la eficacia del techo de precios impuesto por el G7, la Unión y Australia al petróleo ruso, así como por los recortes reales de producción de los países OPEP+, que se sitúan en torno a 1 millón de barriles diarios, frente a los 2 millones anunciados en octubre2.

Cuando Joe Biden llegó a Yeda en julio, recibió una bienvenida muy sobria y un choque de puños del Príncipe Heredero. Esto atrajo la atención de los medios de comunicación por la falta de protocolo del Presidente de los Estados Unidos, en un contexto sanitario muy parecido al actual. 

La llegada de Xi Jinping fue monumental, como muestra de respeto al presidente chino y en un acto de desafío a Washington.

  • A su llegada al aeropuerto, se disparó una salva de 21 cañonazos en honor del presidente chino.
  • El comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores chino afirmaba que «los halcones saudíes pintaron el cielo de rojo y amarillo, los colores de la bandera nacional china». Guardias de honor enmarcaban la alfombra púrpura3.
  • El coche que transportaba a Xi iba escoltado por guardias reales saudíes que portaban banderas chinas. A su llegada al palacio, el presidente chino fue recibido por Mohammed bin Salmane y se dio un apretón de manos.

Durante la visita se firmaron varios acuerdos: una asociación estratégica que prevé que los dirigentes de ambos países se reúnan cada dos años y un total de 34 acuerdos de inversión en sectores clave (tecnología, energía). Entre estos, un memorando de entendimiento entre Huawei y el ministro saudí de Comunicaciones para establecer una red de Internet móvil en Arabia Saudí y la construcción de 300.000 viviendas4.

Todos estos acuerdos ilustran sólo una faceta del fortalecimiento de las relaciones entre Arabia Saudí y China -que se ha hecho oficial con esta visita- cuyo punto culminante es la compra de petróleo y gas saudíes en yuanes en lugar de dólares.

  • Si bien hasta ahora Xi Jinping sólo ha «pedido» que las compras de petróleo se hagan en yuanes, parece que tal declaración pública estaba acordada de antemano.
  • Aunque Arabia Saudí había amenazado anteriormente a Estados Unidos con detener el comercio de dólares en respuesta a la posible introducción de legislación antitrust, esta declaración señala un distanciamiento de Washington, así como un acercamiento a Pekín5.