1 – ¿Por qué la Copa del Mundo se celebra en Qatar?

La Copa del Mundo de 2022 se adjudicó a Qatar el 2 de diciembre de 2010, en Zúrich, después de que los 22 miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA votaran a favor de la candidatura qatarí frente a la de Estados Unidos (14 votos contra 8). El presidente de la FIFA, Sepp Blatter, aunque apoyaba la candidatura estadounidense, se congratuló de la decisión: «El mundo árabe se merece un Mundial. Son 22 países y no han tenido la oportunidad de organizar el torneo».

La FIFA, que cuenta con 211 federaciones en calidad de miembros, hace rotar el país anfitrión por continentes, sobre todo, desde las sospechas de corrupción que rodearon la concesión de la Copa del Mundo de 2006 a Alemania en lugar de a Sudáfrica. Sin embargo, las adjudicaciones del Mundial de Rusia 2018 y del Mundial de Qatar 2022 también están manchadas por fuertes sospechas de corrupción.  Esto se reveló en el informe interno de la FIFA, el llamado «informe García», o en The Ugly Game. Esto acarreó el escándalo del «FIFA Gate»: tras una investigación del FBI, en 2015, varios altos cargos de la FIFA fueron detenidos y Sepp Blatter se vio obligado a dimitir.

Además de estas polémicas, la elección de Qatar sorprende porque no es un país con una tradición futbolística consolidada: su selección ni siquiera se ha clasificado nunca para un Mundial. Sin embargo, lo que está en juego es mucho más que el deporte para el emirato del Golfo Pérsico, que ha hecho de la organización de la Copa Mundial un objetivo prioritario y vital para afianzar su territorio y su existencia ante los ojos del mundo.

2 – ¿Cuál es la especificidad del país?

Qatar, antiguo protectorado británico, obtuvo la independencia en 1971. Esta emancipación es percibida como una afrenta por sus vecinos. Arabia Saudita, que comparte la única frontera terrestre con Qatar, considera que el país es su coto. A los Emiratos Árabes Unidos no les gustó que el emirato qatarí no se uniera a su federación, creada también en 1971. Además de este tenso contexto regional, Qatar tiene que lidiar con una compleja situación geográfica, ya que está atrapado entre dos potencias regionales: Arabia Saudita e Irán.

La elección de Qatar sorprende porque no es un país con una tradición futbolística consolidada: su selección ni siquiera se ha clasificado nunca para un Mundial.

KEVIN VEYSSIÈRE

Este pequeño país (con una superficie de 11000 km2, apenas mayor que la de Córcega), dotado de un subsuelo rico en hidrocarburos, debe, por lo tanto, encontrar la manera de reivindicarse y de existir en la escena internacional. El pueblo qatarí quedó notablemente marcado por la invasión de Kuwait (que también es un pequeño país rico en recursos naturales), en 1991. Al considerarse Qatar como un «Estado en peligro», busca medios de influencia para conseguir la autonomía de sus vecinos.

3 – ¿Por qué Qatar utilizó el deporte como herramienta de soft power?

El emir Hamad ben Khalifa Al Thani, padre del actual emir Tamin Al Thani, tomó el poder en 1995 e inició esta política de influencia. Según el periodista Christian Chesnot, la juventud de Hamad contribuyó a este renacimiento porque, cuando era estudiante de la Academia Militar Británica de Sandhurst, no soportaba que los agentes aduanales de los aeropuertos europeos le hicieran la pregunta: «pero, ¿dónde está Qatar?»1. Consciente de la riqueza del emirato y de su frágil posición, el nuevo emir utilizará varios medios para liberarse del control saudita. Una de ellas es la creación del canal Al Jazeera. La otra es una importante inversión en deporte. Esto le permite diferenciarse de sus vecinos, asociar a Qatar con los llamados valores «positivos» del deporte y hacer brillar al emirato gracias a la organización de competiciones deportivas.

4 – ¿Cómo construyó Qatar su estrategia de soft power deportivo?

El deporte asociado a los valores universales y humanistas es una excelente palanca para un país que quiere aumentar su visibilidad. Sin embargo, Qatar tiene un problema: en la década de 1990, no era una nación deportiva precisamente. En aquel momento, el emirato sólo tenía una medalla olímpica: una medalla de bronce en atletismo ganada por Mohamed Suleiman, un mediofondista de origen somalí, en los Juegos de Barcelona de 1992.

El deporte asociado a los valores universales y humanistas es una excelente palanca para un país que quiere aumentar su visibilidad. Sin embargo, Qatar tiene un problema: en la década de 1990, no era una nación deportiva precisamente. 

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Por ello, el emirato está invirtiendo masivamente en el deporte, con la gran ayuda de los crecientes ingresos procedentes de la explotación de su rico subsuelo petrolero. La primera piedra de esta «ciudadela deportiva» es el torneo de tenis ATP de Doha, creado en 1993. Seguirán otras iniciativas: desde los deportes de motor (el Gran Premio de Motociclismo de Qatar, en 2004) hasta las carreras de caballos y la vela. Todos estos acontecimientos le han permitido a Qatar ganar visibilidad, experiencia y fama, gracias a la organización de competencias deportivas internacionales. El primer gran logro de esta estrategia fue la celebración de los Juegos Asiáticos de 2006 en su territorio.

En 2008, Qatar fue aún más lejos cuando las autoridades qataríes revelaron la Visión Qatar 2030. Se trata de un plan de modernización de la sociedad qatarí, en particular, mediante el desarrollo de infraestructuras deportivas para hacer brillar al país. El plan se presenta también como una cuestión de salud pública para que los aproximadamente 300000 qataríes (alrededor del 10 % de la población actual) hagan deporte.

© Ante Cizmic / CROPIX/SIPA

Esta estrategia también le da la oportunidad de hacer avanzar a sus peones y de tener una política diplomática más ofensiva en los organismos deportivos con públicos más amplios, en especial, en el ámbito del fútbol. Qatar entró por la puerta grande al obtener la organización de la Copa del Mundo de 2022. Como prueba de que este expediente era de crucial importancia para Qatar, tenemos a Tamim Al Thani, el hijo de Hamad quien se convirtió en emir en 2013 y quien lidera la candidatura.

5 – ¿Qatar sólo se decantó por la Copa del Mundo para existir a nivel internacional?

El emirato sigue otros caminos además del Mundial. Consiguió convertirse en patrocinador de uno de los clubes más populares del mundo, el FC Barcelona, y, así, lucir el logotipo de la Qatar Foundation en sus camisetas. El 31 de mayo de 2011, las inversiones deportivas qataríes adquirieron una nueva dimensión cuando el fondo de inversión soberano Qatar Sport Investment (QSI) compró el club París-Saint-Germain por 70 millones de euros. Se trata de una elección estratégica que restablece la reputación de un club histórico, al mismo tiempo que asocia la imagen de Qatar con la ciudad más visitada del mundo: París.

Para reforzar esta imagen, el club añade costosas inversiones deportivas. Esta estrategia culminó en 2017 con los fichajes de Neymar y de Kylian Mbappé por un costo total de 422 millones de euros. Esto permite que el país se apoye en la notoriedad de los deportistas, quienes, con sus millones de suscriptores, tienen el estatus de influenciadores globales. Se convierten en verdaderos embajadores de la «marca» Qatar. En 2021, el club, y su propietario, da otro golpe en el verano de 2021 cuando la superestrella Leo Messi se une al club de la capital.

El emirato sigue otros caminos además del Mundial. Consiguió convertirse en patrocinador de uno de los clubes más populares del mundo, el FC Barcelona, y, así, lucir el logotipo de la Qatar Foundation en sus camisetas.

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6 – ¿Cuáles podrían ser los próximos pasos para el emirato?

Qatar es, ahora, identificado como un actor importante en el deporte mundial. Su influencia se ve reforzada por la gran presencia mediática del BeIn Media Group, creado en 2011, que está presente en más de cuarenta países de los cinco continentes. Es considerado como el mayor comprador de derechos deportivos del mundo. Con todas estas inversiones, Qatar pretende construir un ecosistema en torno a la economía del deporte: vender la marca del país (nation branding), diversificar su economía y convertirse en líder mundial de la excelencia deportiva.

Por ello, Qatar también quiere consolidarse como un país anfitrión capaz de acoger varios grandes eventos deportivos internacionales: el Campeonato Mundial de Balonmano (en 2015), el de Ciclismo (en 2016) y el de Atletismo (en 2019). El Comité Olímpico de Qatar también se puso el ambicioso objetivo de organizar cincuenta competencias internacionales de aquí a 2030 y, tal vez, un día, los Juegos Olímpicos.

Esta estrategia va acompañada de inversiones en su territorio para apoyar el rendimiento de los deportistas de todo el mundo y formar a los campeones (qataríes) del mañana. Se concretó con la creación de la Aspire Academy, en 2004. Esta estrategia parece tan necesaria como el imperativo de que, desde la medalla de 1992, Qatar sólo ha conseguido ganar seis medallas más. Su selección nacional nunca había logrado clasificarse para un Mundial, sino hasta 2022. Sin embargo, se han visto progresos, ya que Qatar ha conseguido importantes éxitos gracias a los talentos de la Aspire Academy: una medalla de oro en salto de altura en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 gracias a Mutaz Essa Barshim y el título de la Copa de Asia de fútbol (en 2019) para la selección nacional, formada, en gran parte, por jugadores qataríes como Almoez Ali y Akram Afif.

Qatar es, ahora, identificado como un actor importante en el deporte mundial. Su influencia se ve reforzada por la gran presencia mediática del BeIn Media Group, creado en 2011, que está presente en más de cuarenta países de los cinco continentes.

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7 – ¿Por qué la adjudicación de la Copa del Mundo de 2022 a Qatar fue también una victoria política?

En el plano geopolítico, la consagración de Qatar, en 2010, irritó a las ricas monarquías vecinas del Golfo Pérsico, en particular, a Arabia Saudita. Las relaciones entre ambos países comenzaron a rozarse a principios de la década de 2010, con la aparición de la Primavera Árabe. Mientras que Arabia Saudita apoya al poder dirigente, Qatar apoya algunos de los movimientos insurgentes, en especial, a los Hermanos Musulmanes, a quienes Riad ha clasificado como organización terrorista.

Qatar también se está emancipando de Arabia Saudita al cambiar su estrategia de influencia. Si antes la diplomacia del Estado qatarí se limitaba a su soft power en las grandes mediaciones regionales, y al alcance de su canal de televisión Al Jazeera, a principios de la década de 2010, se embarcó en una política de poder real que lo empuja a competir con su vecino.

Así, los dos Estados financian, arman y entrenan movimientos políticos diferentes y, a veces, antagónicos. Este punto, así como el acercamiento entre Qatar e Irán, es lo que Arabia Saudita, en particular, esgrimirá para justificar la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países. El 5 de junio de 2017, Arabia Saudita, seguida de los Emiratos Árabes Unidos, de Baréin y de Egipto, cerraron sus fronteras terrestres, marítimas y aéreas e impusieron un bloqueo al Estado qatarí.

Las relaciones entre ambos países comenzaron a rozarse a principios de la década de 2010, con la aparición de la Primavera Árabe. Mientras que Arabia Saudita apoya al poder dirigente, Qatar apoya algunos de los movimientos insurgentes, en especial, a los Hermanos Musulmanes, a quienes Riad ha clasificado como organización terrorista.

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A pesar del gran número de tropas y de la amenaza de ataques militares, Qatar ha conseguido mantener su economía a flote y movilizar a la comunidad internacional en torno a su caso. Su influencia política y deportiva no es ajena a ello. El bloqueo debilita el equilibrio económico de la región, de por sí precario con las consecuencias de la crisis de COVID 19. Esto, finalmente, obligó a Arabia Saudita a poner fin al bloqueo en enero de 2021, lo que le permitió a Qatar preservar su estatus como país influyente en el mundo árabe-musulmán. Desde entonces, las relaciones entre los dos rivales se han suavizado considerablemente, con una primera cooperación económica para a la creación de un Consejo Empresarial Qatarí-Saudita y con el levantamiento de los bloqueos para permitirle a Arabia Saudita adquirir su primer gran club de fútbol en Premier League: el Newcastle.

8 – ¿Las críticas en torno a la Copa del Mundo de Qatar pueden dañar la imagen de este país?

La Copa del Mundo es un foco de atención para Qatar, que también pone de manifiesto numerosas polémicas que dañan su imagen. La organización de la Copa del Mundo reveló, por primera vez, las condiciones de trabajo en el país, en torno al sistema de kafāla: un sistema en el que cualquier trabajador extranjero (incluidos los trabajadores de las obras de la Copa del Mundo) está bajo tutela y que se asemeja a la esclavitud. Peor aún, en febrero de 2021, el periódico The Guardian reveló que, desde 2014, casi 6500 de ellos han muerto en las obras de construcción qataríes, incluidas las de los estadios de la Copa del Mundo. Esta investigación se suma a los numerosos informes sobre las condiciones en las que trabajan los 800000 obreros extranjeros en esta obra titánica: están estacionados en una zona industrial a 20 kilómetros de Doha y trabajan a temperaturas sofocantes para levantar del suelo los estadios ultramodernos.

Estos estadios también generan su cuota de críticas en torno a su costo ecológico y económico: casi 200000 millones de dólares invertidos, diez veces más que en la anterior edición rusa de 2018. Aunque la FIFA decidió celebrar el torneo en Qatar en invierno para evitar las intensas temperaturas del verano, el invierno, en Qatar, todavía puede alcanzar unos 30 grados. Por ello, los ocho estadios están climatizados con sistemas que permiten bajar la temperatura unos 15 grados. También surge la cuestión de la durabilidad de estas infraestructuras, en un momento en el que los estadios construidos para el Mundial de Sudáfrica y de Brasil suenan huecos. Los estadios qataríes podrán albergar un promedio de 40000 personas, aunque la primera división de fútbol qatarí apenas cuenta con 4000 espectadores en cada partido.

De igual manera, dado que la Copa del Mundo se celebra en un espacio reducido, Qatar ha establecido asociaciones con empresas de otros Estados del Golfo Pérsico para fletar rápidamente a una parte de los 1.2 millones de aficionados previstos, quienes no podrán hospedarse todos en Qatar. Por último, la situación de los simpatizantes del colectivo LGBT, cuyo comportamiento será vigilado de cerca, también ha causado controversia en un Estado donde los «actos homosexuales» son ilegales.

Dado que la Copa del Mundo se celebra en un espacio reducido, Qatar ha establecido asociaciones con empresas de otros Estados del Golfo Pérsico para fletar rápidamente a una parte de los 1.2 millones de aficionados previstos, quienes no podrán hospedarse todos en Qatar.

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Frente a estas críticas, Doha ha puesto en marcha una estrategia de contracomunicación en la que se destacan los cambios en su régimen para responder a los criterios del país del norte, de donde proceden la mayoría de las críticas. En octubre de 2021, se celebrarán las primeras elecciones parlamentarias de la historia del país. Las autoridades qataríes han anunciado otras medidas, como el fin de la kafāla y la introducción de un salario mínimo. A pesar de estos notables avances para el emirato, las acusaciones contra Qatar persisten, ya que los excesos en torno a su Copa del Mundo superan el simple marco del emirato.

© Feil/M.i.S/PIXATHLON/SIPA

9 – ¿Por qué no habrá un boicot?

Estas críticas dieron lugar a un llamado al boicot, en 2021. En un principio, Noruega apoyó esta medida, seguida por otros países europeos. Desde septiembre de 2022, la presión ha aumentado: personalidades, algunos exjugadores como Eric Cantona o Philip Lahm e instituciones públicas han transmitido este llamado.

Sin embargo, a pocos días del inicio de la competencia, se plantean varias preguntas: ¿no es demasiado tarde este llamado al boicot? Y, sobre todo, si el boicot se produjera hipotéticamente, ¿qué sentido tendría? Todas las infraestructuras construidas por miles de trabajadores explotados ya existen. Los debates pusieron de manifiesto el inmovilismo de los actores de la industria del deporte (la FIFA, la federación, los patrocinadores, las emisoras, los equipos y los jugadores), que no reaccionaron ante las críticas. Por otro lado, los informes e investigaciones de los periodistas y las ONG que se desplazaron al terreno y que denunciaron las condiciones de organización provocaron cambios marginales. Utilizar el propio evento parece ser la última palanca para mover las líneas y mitigar los excesos de la Copa Mundial de la FIFA.

Utilizar el propio evento parece ser la última palanca para mover las líneas y mitigar los excesos de la Copa Mundial de la FIFA.

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Qatar también se ha convertido en un actor respetado e influyente en las relaciones internacionales, como lo demostró el papel central del emirato en las negociaciones entre Estados Unidos y el régimen talibán, en 2021. La guerra de Ucrania y las consecuencias energéticas para Europa, sobre todo, en cuanto al suministro de gas, han reforzado aún más el papel de Qatar en la escena mundial. Aunque ha sido fuertemente criticada por los países occidentales, la Copa del Mundo de Qatar no suscita la misma controversia en otros países donde los derechos humanos y las cuestiones ecológicas están menos presentes en el debate público.

A medida que se acerca el Mundial de Fútbol de Qatar, el papel de los denunciantes, como las ONG, no cambia. Es como Amnesty International, que aprovecha el Mundial para pedir a la FIFA que cree un fondo para compensar los daños sufridos por los trabajadores en las sedes del Mundial. Es probable que estas acciones tarden en tener un impacto real, pues la FIFA es, ahora, una organización poderosa, con un peso político y económico que ronda los 6000 millones de dólares.

10 – ¿El Mundial de 2022 en Qatar será el último que se celebre en estas condiciones?

Una vez establecido esto, ¿cómo podemos garantizar que los futuros grandes eventos deportivos respeten ciertas normas fundamentales en materia de derechos humanos y ecología? Se trata de una cuestión compleja porque cada gran acontecimiento deportivo se convierte en un problema geopolítico potencial, pues los equilibrios internacionales son cada vez más inestables. En cualquier caso, la FIFA está lejos de ser la garante de esa evolución para el deporte del mañana.

Su presidente, Gianni Infantino, acaba de trasladarse a Doha para supervisar la evolución del Mundial, algo inédito en la historia de la Copa del Mundo que reabre el debate sobre la propia integridad de la organización. Su posición es tan ambigua como cuando, en mayo de 2022, realizó varias acciones de comunicación en torno a la Tarjeta Verde para hacer conciencia sobre la protección del medio ambiente, a pesar de que el costo ecológico del Mundial de Qatar ya es desastroso y a pesar de que el próximo Mundial de 2026 tendrá unas distancias disparatadas, ya que se repartirá entre tres enormes países (Canadá, Estados Unidos y México).

El peso de los futbolistas y sus palabras tienen, a veces, más impacto que cualquier organización, pero ellos también forman parte de un sistema que se apresurará a ponerlos en su sitio si adoptan una determinada posición, dado que sus carreras son cortas y frágiles.

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Entonces, ¿deben movilizarse los propios jugadores para oponerse al desarrollo del fútbol profesional? El peso de los futbolistas y sus palabras tienen, a veces, más impacto que cualquier organización, pero ellos también forman parte de un sistema que se apresurará a ponerlos en su sitio si adoptan una determinada posición, dado que sus carreras son cortas y frágiles.

La Copa del Mundo de Qatar, que se celebrará a finales de 2022, es un símbolo de los límites del soft power deportivo. El país anfitrión, Qatar, estará en la mira, pero ¿esta exposición no quemará las alas del pequeño y ambicioso emirato y, con ellas, las contradicciones de la industria del deporte? El mundo puede estar al borde de su pasión por el deporte, pero ¿a qué precio?

Notas al pie
  1. Christian Chesnot, « Qatar : les secrets d’une influence planétaire en 100 question », Editions Tallandier, 2022