Este artículo también está disponible en inglés en la página internet del Groupe d’études géopolitiques.

En ningún lugar los efectos de los elevados precios de la energía y los alimentos son más destructivos que en África, en donde menos se pueden costear los aumentos. La invasión rusa de Ucrania —más allá de las tragedias que viven los ucranianos— ha perturbado las cadenas de valor mundiales, lo que ha hecho subir los precios de los alimentos, la energía y otras materias primas, y ha ejercido una mayor presión sobre las economías africanas, ya muy afectadas por la pandemia del Covid-19.

La cantidad de personas afectadas por la crisis alimentaria ya se ha cuadruplicado en algunas partes de África, lo que ha puesto a prueba los limitados ingresos de la población. Incluso antes de la guerra de Ucrania, el número de africanos sin acceso a la electricidad estaba volviendo a aumentar debido a una pérdida de poder adquisitivo que había revertido el progreso constante desde 2013. El número de personas sin acceso a aparatos de cocina de bajas emisiones siguió aumentando durante la pandemia, y ahora que el gas licuado de petróleo —uno de los principales combustibles limpios disponibles para cocinar en África actualmente— se está volviendo cada vez más caro, más de 30 millones de personas podrían perder el acceso para finales de 2022. En sus esfuerzos por mantener la electricidad y los combustibles a un precio asequible, los gobiernos, los servicios públicos y las empresas africanas se enfrentan a graves dificultades financieras, lo que aumenta el riesgo de apagones y racionamiento.

Una de las grandes injusticias es que África es también la región del mundo más expuesta a las alteraciones climáticas, desde las graves sequías hasta las destructivas inundaciones, mientras que su población es la que menos ha contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero por el uso de energía: menos del 3% de las emisiones mundiales acumuladas de CO2 desde el comienzo de la Revolución Industrial.

Una de las grandes injusticias es que África es también la región del mundo más expuesta a las alteraciones climáticas, desde las graves sequías hasta las destructivas inundaciones, mientras que su población es la que menos ha contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero por el uso de energía.

FATIH BIROL

A pesar de los retos que esto supone, el mensaje de la Africa Energy Outlook 2022 de la Agencia Internacional de la Energía es que la transición energética es muy prometedora para el desarrollo económico y social del continente. La ambición mundial de lograr una emisión neta de gases de efecto invernadero nula, expuesta en nuestro histórico informe de 2021, Net Zero 2050, está marcando una nueva dirección para el sector energético, reduciendo los costos de las tecnologías limpias y cambiando los patrones de inversión a nivel mundial. Los países africanos están bien situados para beneficiarse de las ventajas tecnológicas de estos cambios y atraer crecientes flujos de financiamiento verde.

En África, la transición está abriendo muchas oportunidades. Las soluciones de acceso a la energía solar se han convertido en una de las soluciones de más rápido crecimiento para las zonas rurales. Las bombas de riego alimentadas por energía solar son menos costosas que las de diesel y pueden mejorar la productividad de los alimentos y la resistencia a la sequía. La implementación de estas soluciones de conexión y la fabricación de componentes clave es un segmento en crecimiento para la industria africana. Sin embargo, este sector se verá ampliamente superado por las crecientes oportunidades que tiene África de convertirse en un actor importante en la extracción y el procesamiento de minerales críticos, esenciales para construir las baterías, las tecnologías del hidrógeno y las energías renovables del futuro. También hay nuevos y prometedores desarrollos en materia de hidrógeno verde, otro ámbito de enorme potencial en el continente.

La Agencia Internacional de la Energía lleva más de dos décadas trabajando en los temas energéticos de África y ahora cuenta con tres países africanos entre sus miembros asociados. Este informe, que forma parte de nuestra emblemática serie World Energy Outlook, ha sido redactado en colaboración con la Comisión de la Unión Africana, la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África y con más de 20 expertos africanos. Explora un Escenario Energético Sostenible para África en el que el continente navega por las cambiantes corrientes de la actual crisis mundial para aprovechar el impulso de las transiciones energéticas globales con el fin de alcanzar todos los objetivos de desarrollo relacionados con la energía de África a tiempo y en su totalidad.

En África, la transición está abriendo muchas oportunidades. Las soluciones de acceso a la energía solar se han convertido en una de las soluciones de más rápido crecimiento para las zonas rurales.

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Esto incluye por supuesto garantizar el acceso universal a las fuentes de energía modernas para 2030 y cumplir todos los compromisos climáticos africanos. Lograr todos estos objetivos será una empresa formidable. Los países africanos deben tomar la iniciativa y marcar el rumbo en el que las instituciones internacionales deben intensificar sus esfuerzos sobre el terreno para aumentar significativamente las inversiones necesarias para el desarrollo energético de África.

Lograr el acceso universal a la energía asequible para los africanos sigue siendo la prioridad principal e inmediata. A finales de 2021, 600 millones de africanos, es decir, el 43% de la población total, y un 4% más que en 2019, no tenían acceso a la electricidad. Estas cifras no tienen parangón en ninguna otra región del mundo, donde o bien se ha conseguido un acceso casi total o, como ocurre en gran parte de Asia, las campañas de conexión han continuado incluso durante la pandemia de Covid-19 gracias al fuerte apoyo político. La mayoría de las personas no conectadas del continente africano viven en el África Subsahariana, y el 80% de ellas vive en zonas rurales. 970 millones de africanos no tienen acceso a combustibles limpios para cocinar, lo que tiene consecuencias desastrosas para la salud, especialmente para las mujeres y los niños, obstaculiza el progreso social y económico, y tiene un fuerte impacto en el medio ambiente (emisiones de efecto invernadero y deforestación).

El acceso universal a la electricidad asequible en África, alcanzable para 2030 en el Escenario Energético Sostenible para África, requiere conectar a 90 millones de personas al año, es decir, el triple que en los últimos años. Países como Ghana, Kenia y Ruanda están en vías de lograr el acceso universal a la electricidad para 2030, proporcionando así historias de éxito que otros países pueden seguir. Las soluciones deben estar bien orientadas. Nuestro análisis detallado muestra que la ampliación de las redes nacionales es la solución más adecuada para el 45% de las personas que tendrán acceso a la electricidad en 2030, principalmente las que viven en las zonas más pobladas. En las zonas rurales, las minirredes y los sistemas autónomos, principalmente solares, suelen ser las soluciones más viables. Muchos de los hogares que obtienen un acceso inicial a través de minirredes y sistemas autónomos acabarán conectándose a una red, con el fin de mejorar la fiabilidad general del sistema eléctrico. Sólo los asentamientos más aislados seguirán sin estar conectados en 2050.

En el caso de las tecnologías y los combustibles limpios para cocinar, el acceso universal para 2030 requiere que cada año 130 millones de personas dejen de utilizar combustibles contaminantes para cocinar. El gas licuado de petróleo (GLP) es la principal fuente en las zonas urbanas, pero las recientes subidas de precio lo hacen inasequible para 30 millones de personas, lo que empuja a muchos a volver al uso tradicional de la biomasa. Los países están reevaluando los programas de subvenciones a los combustibles limpios y explorando alternativas como las cocinas de biomasa mejoradas, la cocina eléctrica y los biodigestores. El ritmo de progreso necesario para lograr el acceso universal a combustibles limpios para cocinar en 2030 no tiene precedentes, y los beneficios son enormes: una reducción de unas 500 mil muertes prematuras anuales por contaminación atmosférica, una reducción drástica del tiempo dedicado a recoger combustible y cocinar, y la oportunidad para millones de mujeres de continuar su educación, encontrar empleo y participar en la vida cívica.

Lograr el objetivo del acceso universal a la energía moderna requeriría una inversión de 25 mil millones de dólares al año. Esto supone menos del 1% de la inversión energética mundial actual, lo que equivale al costo de planificación y construcción de una sola gran terminal de GNL. Estimular la inversión necesaria requerirá sin duda un fuerte apoyo internacional, pero también que las instituciones nacionales definan estrategias de acceso claras, algo que sólo han hecho 25 países africanos hasta ahora.

Lograr el objetivo del acceso universal a la energía moderna requeriría una inversión de 25 mil millones de dólares al año. Esto supone menos del 1% de la inversión energética mundial actual, lo que equivale al costo de planificación y construcción de una sola gran terminal de GNL.

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La demanda de servicios energéticos en África va a crecer rápidamente, y mantener la asequibilidad sigue siendo una prioridad urgente. Con el crecimiento de la población y de la renta de África, nuestro Escenario Energético Sostenible para África prevé el aumento de un tercio de la demanda energética entre 2020 y 2030. Sin embargo, muchos países africanos subvencionan el consumo de energía y, con los regímenes de subvención existentes, la actual subida de precios podría duplicar la carga de las subvenciones energéticas para 2022. Esta situación es insostenible para muchos países que ya están muy endeudados. El aumento de la carga financiera está llevando a algunos países, como Egipto, Etiopía y Uganda, a interrumpir o reducir las subvenciones, o bien a restablecer los impuestos sobre el combustible. La ayuda internacional tiene un papel a corto plazo en la gestión de los precios, pero es esencial que las subvenciones estén mejor orientadas para centrarse en los hogares que más las necesitan.

Como en todas partes, en África está creciendo la demanda de energía. Será cada vez más importante utilizarla de forma más eficiente. Ayudar a los africanos a ascender en la escala energética es una prioridad del Escenario Energético Sostenible para África, ya que hoy en día dicho continente tiene los niveles más bajos de uso de energía moderna per cápita del mundo. Sin embargo, la eficiencia es esencial para mantener un precio accesible y permitir el aumento de los niveles de consumo. Las políticas de eficiencia dirigidas a la venta de los electrodomésticos y vehículos más ineficientes pueden reducir significativamente las facturas de importación de combustible, aliviar la presión sobre las infraestructuras existentes y ayudar a combatir el tiradero de electrodomésticos y vehículos inservibles en las costas africanas. Con la orientación adecuada, esto puede hacerse sin aumentar drásticamente el costo inicial de los aparatos y servicios energéticos necesarios. En el escenario de la energía sostenible, la eficiencia energética y material reduce la demanda de electricidad en 230 teravatios hora (TWh) para 2030, una cantidad equivalente al 30% de la demanda eléctrica actual de África. Los códigos de construcción y las normas de rendimiento energético, que restringen la venta de los electrodomésticos y la iluminación menos eficientes, representan el 60% de este ahorro. La demanda de energía para ventiladores y aire acondicionado se cuadruplicará a lo largo de la década, ya que la urbanización y el cambio climático provocarán un rápido aumento de las necesidades en África, lo que exige mayores esfuerzos para hacer más eficientes los sistemas de aire acondicionado.

La demanda de energía de África no sólo está impulsada por el crecimiento de la población, sino también por el aumento de la actividad industrial, comercial y agrícola. En el escenario de la energía sostenible, la demanda energética africana en la industria, el transporte de mercancías y la agricultura aumentan casi un 40% para 2030. El aumento de la producción de fertilizantes, acero y cemento, así como la fabricación de electrodomésticos, vehículos y tecnologías de energía limpia, contribuyen a reducir la dependencia de África de las importaciones, que ahora representan más del 20% del PIB. Algunos sectores industriales adoptarán las tecnologías más modernas y eficientes. En la agricultura, que representa una quinta parte del PIB africano, se electrificarán las bombas de riego, lo que reducirá el uso de generadores diesel. También se ampliarán las cadenas de suministro en frío, lo que impulsará la productividad agrícola y la capacidad de los productos locales para llegar a los mercados urbanos.

La electricidad será la espina dorsal de los nuevos sistemas energéticos, y se generará cada vez más con energías renovables, sobre todo solar. África alberga el 60% de los mejores recursos solares del mundo, pero el continente sólo tiene el 1% de la capacidad solar fotovoltaica instalada, es decir, menos que los Países Bajos. La energía solar fotovoltaica ya es la fuente de energía más barata en muchas partes de África, pero se convertirá en la más competitiva en todo el continente para 2030. Las energías renovables —la solar, la eólica, la hidráulica y la geotérmica— representarán más del 80% de la nueva capacidad de generación de electricidad instalada hasta 2030 en el Escenario Energético Sostenible. Las centrales eléctricas de carbón que se están construyendo actualmente se terminarán, pero, a partir de entonces, África no construirá otras nuevas, en gran parte debido al anuncio de China de que pondrá fin a su apoyo a las centrales eléctricas de carbón en el extranjero. Si las inversiones originalmente destinadas a las plantas de carbón abandonadas se redirigieran a la energía solar fotovoltaica, podrían cubrir la mitad del costo de las adiciones totales de capacidad solar fotovoltaica de África hasta 2025 en el Escenario Energético Sostenible.

La flexibilidad es esencial para integrar las energías renovables intermitentes, porque, al fin y al cabo, el sol no brilla y el viento no sopla todo el tiempo. La interconexión de redes y las centrales hidroeléctricas y de gas natural desempeñarán un papel importante en la integración de las fuentes de energía renovables y el suministro de energía redistribuible. Se necesitan consorcios energéticos regionales para mejorar la seguridad del suministro, un problema importante en África que hace que la carga de la electrificación de las necesidades energéticas diarias recaiga en muchos hogares e influye en las decisiones de la industria sobre la ubicación de nuevas instalaciones. La ampliación y modernización de las redes y otras infraestructuras eléctricas en África requerirá una mejora radical de la capacidad financiera de los servicios públicos, que se ha visto mermada por los confinamientos, las recientes crisis económicas y las prolongadas bajas tarifas de la electricidad. Las reformas normativas son prioritarias, especialmente las destinadas a que los precios de la electricidad para los consumidores reflejen mejor el costo del servicio. Hasta la fecha, estas reformas están en marcha o en discusión en 24 países africanos.

Aunque la electricidad acabará dominando los sistemas energéticos africanos, el petróleo y el gas seguirán siendo esenciales para satisfacer la demanda de África durante esta década. La industrialización del continente depende en parte del creciente uso del gas natural.

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Aunque la electricidad acabará dominando los sistemas energéticos africanos, el petróleo y el gas seguirán siendo esenciales para satisfacer la demanda de África durante esta década. La industrialización del continente depende en parte del creciente uso del gas natural. La demanda de gas natural en África aumenta en el Escenario Energético Sostenible, pero el gas mantiene la misma cuota de uso energético que en la actualidad, ya que la generación de electricidad renovable lo desplaza en la mayoría de los casos. Hasta la fecha se han descubierto más de 5 billones de metros cúbicos (bcm) de gas natural en África, pero aún no se ha aprobado su explotación. Estos recursos podrían proporcionar a los mercados 90 mil millones de metros cúbicos adicionales de gas al año de aquí a 2030, lo que podría ser vital para la industria de los fertilizantes, la siderurgia, la producción de cemento y la desalinización del agua. 

Las emisiones de CO2 acumuladas por el uso de estos recursos de gas en los próximos 30 años serían de unas 10 gigatoneladas. Si estas emisiones se sumaran al total acumulado de África en la actualidad, harían que su participación en las emisiones mundiales fuera sólo del 3.5%.

La producción de petróleo y gas también sigue siendo importante para el desarrollo económico y social del continente, sobre todo porque la industria se centra ahora en satisfacer la demanda interna más que en los mercados de exportación. Por ello, los esfuerzos mundiales para acelerar la transición a las energías limpias amenazan a los productores africanos de petróleo y gas con la disminución de sus ingresos por exportación. Pero para 2030, la demanda interna de África, tanto de petróleo como de gas, representará aproximadamente dos tercios de la producción del continente, y la parte del consumo interno en 2030 será casi 20% mayor que en 2010. Por lo tanto, hay que hacer más hincapié en el desarrollo de infraestructuras eficientes en África, como las de almacenamiento y distribución, para satisfacer la demanda interna de combustibles de transporte y gas licuado de petróleo.

La actual subida de precios es una bendición a corto plazo para los productores africanos, con la firma de nuevos contratos para el suministro de gas argelino a Europa, así como un nuevo impulso para el desarrollo y la ampliación de las terminales de GNL en el Congo, Mauritania y Senegal. Dado que la UE pretende acabar con las importaciones de gas ruso mucho antes de 2030, África podría, en principio, suministrar 30 mil millones de metros cúbicos más de aquí a ese año. La reducción de la quema y el venteo podría hacer que 10 mil millones de metros cúbicos de gas africano estuvieran rápidamente disponibles para la exportación, sin necesidad de desarrollar nuevas infraestructuras de suministro y transporte. Pero estas oportunidades de mercado a corto plazo no deben distraer a los responsables políticos de la casi certeza de que los ingresos por exportación de petróleo y gas disminuirán en el futuro. Los nuevos proyectos se benefician de la velocidad de comercialización, que minimiza los costos y retrasos de los proyectos y reduce las emisiones de metano. Pero es posible que los proyectos de gas a largo plazo no recuperen sus costos iniciales si el mundo logra reducir la demanda de gas para conseguir cero emisiones netas para mediados del siglo XXI.

Sin embargo, aunque es probable que los ingresos por exportación de petróleo y gas disminuyan a largo plazo, los vastos recursos minerales de África, esenciales para múltiples tecnologías de energía limpia, deberían crear nuevas oportunidades para el continente. África posee más del 40% de las reservas mundiales de cobalto, manganeso y platino, todos ellos minerales esenciales para las baterías y las tecnologías del hidrógeno. Sudáfrica, la República Democrática del Congo, Gabón y Mozambique tienen una parte importante de la producción mundial actual, pero muchos otros países pueden tener yacimientos sin descubrir. En el Escenario Energético Sostenible, se prevé que los ingresos de África procedentes de las exportaciones de minerales críticos se dupliquen con creces para 2030.

© Xinhua/Lyu Tianran

Sin embargo, estos recursos deben ser bien gestionados para evitar externalidades negativas indeseables y garantizar que los beneficios lleguen a la población africana. La inversión en exploración minera en África ha disminuido en los últimos años. Para revertir esta tendencia es necesario mejorar los estudios geológicos, la gobernanza, las infraestructuras de transporte y centrarse en reducir el impacto medioambiental y social de las operaciones mineras.

Más allá de los minerales críticos, África tiene un enorme potencial para producir hidrógeno utilizando sus ricos recursos renovables. En Egipto, Mauritania, Marruecos, Namibia y Sudáfrica se están llevando a cabo o se están debatiendo varios proyectos de hidrógeno con bajas emisiones de carbono. Su objetivo principal es utilizar la energía renovable para producir amoníaco para fertilizante, lo que mejoraría la seguridad alimentaria de África. Pero el descenso global del costo de producción del hidrógeno podría permitirle a África suministrar hidrógeno producido a partir de fuentes renovables al norte de Europa a precios competitivos para 2030. Si los costos siguen bajando, África podría producir 5 mil megatoneladas de hidrógeno al año a menos de 2 dólares el kilo. Esta cifra es diez veces superior a la cantidad de hidrógeno bajo en carbono que se necesitará en todo el mundo en 2050 según el escenario Net Zero 2050 de la AIE.

Aunque es probable que los ingresos por exportación de petróleo y gas disminuyan a largo plazo, los vastos recursos minerales de África, esenciales para múltiples tecnologías de energía limpia, deberían crear nuevas oportunidades para el continente.

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Sin embargo, la transformación energética de África sólo puede tener éxito si es apoyada por toda la población, y si la beneficia. Por eso, las personas deben estar en el centro de la transición energética. El desarrollo de industrias energéticas locales puede reducir las importaciones, crear puestos de trabajo y construir una base de capital local. En el Escenario Energético Sostenible, se necesitan casi 4 millones de empleos adicionales relacionados con la energía en el continente para 2030, en gran parte para lograr el acceso universal a la energía en el África Subsahariana. Muchos de estos empleos constituyen una puerta de entrada a la economía formal, con mayores oportunidades empresariales para las mujeres. Las empresas energéticas africanas desempeñan un papel cada vez más importante en nuestro escenario, con empresas conjuntas y transferencias de tecnología que ayudan a desarrollar los conocimientos técnicos locales. La creación de una zona de libre comercio continental africana también contribuiría a ampliar los mercados nacionales de las empresas energéticas africanas.

África tiene mucho que ganar con los esfuerzos mundiales para hacer frente al cambio climático, pues ya se enfrenta a un cambio climático más grave que la mayoría de las regiones del mundo, a pesar de ser la menos responsable del mismo. Con casi una quinta parte de la población mundial actual, África representa menos del 3% de las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía y tiene las emisiones per cápita más bajas de todas las regiones. Sin embargo, los africanos ya están sufriendo de forma desproporcionada los efectos negativos del cambio climático, como el estrés hídrico, la reducción de la producción de alimentos, el aumento de la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos y la reducción del crecimiento económico, todo lo cual está alimentando la migración masiva y la inestabilidad regional.

En mayo de 2022, los países que representan más del 70% de las emisiones mundiales de CO2 se comprometieron a llegar a emisiones netas cero para 2050. Esto incluye a doce países africanos que representan más del 40% de las emisiones totales del continente. África seguirá siendo un contribuyente menor a las emisiones globales, pero debe hacer mucho más para adaptarse a los riesgos climáticos que el resto del mundo. En cualquier escenario, en 2050 África no representará más del 4% de las emisiones mundiales acumuladas de CO2 relacionadas con la energía. Sin embargo, con las políticas actuales, se prevé que el aumento de la temperatura media mundial alcance los 2 °C en 2050, lo que probablemente provocaría un aumento de la temperatura media de 2.7 °C en el norte de África. Un aumento de la temperatura global de 2°C reduciría el PIB africano en aproximadamente un 8% en 2050 en comparación con un escenario de referencia sin impacto climático. Las pérdidas en algunas regiones, como el este de África, que actualmente sufre una sequía devastadora, serían de alrededor del 15%.

Sin embargo, la transformación energética de África sólo puede tener éxito si es apoyada por toda la población, y si la beneficia. Por eso, las personas deben estar en el centro de la transición energética.

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Una acción urgente para adaptarse al calentamiento global reduciría la gravedad de estos impactos económicos, pero requeriría mucha más inversión. Financiar la adaptación al clima podría costar entre 30 mil y 50 mil millones de dólares al año de aquí a 2030, un aumento significativo respecto a los 7,800 millones de dólares que aportaron las economías avanzadas para proyectos de adaptación en 2019. Una parte de esta cantidad será necesaria para que los sistemas energéticos africanos sean más resistentes a los riesgos climáticos. Por ejemplo, tres quintas partes de las centrales térmicas de África corren un riesgo alto o muy alto de verse interrumpidas por la escasez de agua, y una sexta parte de la capacidad de GNL de África es vulnerable a las inundaciones costeras.

Cumplir con los objetivos energéticos y climáticos de África requeriría más que duplicar la inversión en el sector energético durante esta década, hasta alcanzar más de 190 mil millones de dólares al año entre 2026 y 2030, con dos tercios de esta inversión destinados a la energía limpia. El porcentaje de inversión en energía en el PIB de África aumentaría hasta el 6.1% en 2026-2030 en el Escenario Energético Sostenible, ligeramente por encima de la media de las economías emergentes y en desarrollo. Sin embargo, las inversiones energéticas de África durante este periodo sólo representarían un 5% del total mundial en el escenario Net Zero.

Por ello, los bancos multilaterales de desarrollo deben hacer del financiamiento de la transición africana una prioridad absoluta. Para movilizar la cantidad de inversión prevista en el Escenario Energético Sostenible, tendrán que aumentar el financiamiento concesional para África y utilizarlo de forma más estratégica para movilizar mejor el capital privado. El tamaño de los mercados financieros nacionales tendrá que duplicarse con creces en la segunda mitad de esta década. Las nuevas fuentes de capital, como el financiamiento verde y los créditos de carbono, pueden atraer más flujos financieros internacionales. Sin embargo, los riesgos transversales de la inversión, como la elevada carga de la deuda, siguen siendo un reto.

El futuro energético del continente requiere, por tanto, mayores esfuerzos, respaldados por el apoyo mundial. La COP27, que se celebrará en Egipto a finales de 2022, constituirá una importante plataforma para que los líderes africanos trabajen a nivel mundial en la identificación de formas para impulsar estas transformaciones. Esta década es crucial, no sólo para la acción climática global, sino también para acelerar las inversiones que le permitirán a África —que alberga a la población más joven del mundo— prosperar en las próximas décadas.