Esta pieza de doctrina también está disponible en inglés en la página del Groupe d’études géopolitiques.
Poco tiempo después de que se anunciara la celebración de la Cumbre de 2022 en Madrid, la retirada de la misión “Resolute Support” de la OTAN en Afganistán se convertía en una compleja y dramática operación militar seguida de cerca por una ciudadanía euroatlántica que asistía perpleja a la evacuación de miles de civiles, junto a nuestras propias tropas. También sorprendía a una opinión pública mundial que se preguntaba cómo más de diez años de esfuerzos de los aliados no habían logrado evitar que los talibanes volvieran a tomar el poder.
La perspectiva estratégica de la Alianza no obviará esta experiencia de cara a la Cumbre de Madrid 2022, los días 29 y 30 de junio. Pero han sido los misiles cayendo sobre Kíev, la matanza de Bucha, el sangriento bombardeo de la Maternidad de Mariupol, en suma, el uso de la guerra como instrumento de política, los elementos que han transformado la seguridad euroatlántica, de manera más profunda, convirtiéndose realmente en el eje vertebrador de los trabajos de cara a la próxima reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza.
Para España, país anfitrión de la Cumbre, Madrid 2022 marca un hito en nuestra pertenencia a la OTAN, al coincidir con el cuadragésimo aniversario del ingreso en la organización. Cuarenta años durante los que España ha sido un aliado leal y comprometido, para el que la pertenencia a la Alianza ha sido motor de la modernización material y del cambio de doctrina de nuestras Fuerzas Armadas, basado en la interoperabilidad y el despliegue conjunto de medios y capacidades, en el que España es uno de los mayores contribuyentes a las misiones y operaciones de la Alianza.
Desde esta posición, queremos que la Cumbre de Madrid sea un éxito. Para ello deberá abordar cuatro objetivos principales: elaborar una respuesta contundente a la amenaza rusa, dar visibilidad a las amenazas provenientes del flanco sur, mostrar un respaldo inequívoco a la adhesión de Finlandia y Suecia y, sobre todo, proyectar una imagen de unidad y cohesión entre aliados. Todo ello deberá plasmarse en el nuevo Concepto Estratégico que adopte la Alianza.
Entre los temas que tendrá que abordar la Alianza, ha ganado en importancia la definición de la postura de disuasión y defensa, enfocada esencialmente en el flanco este. Este era un tema importante antes del 24 de febrero, dada la asertividad mostrada por la Federación Rusa desde la invasión de Crimea y el conflicto desencadenado en el Donbass en 2014, pero la constatación sobre el terreno de que la amenaza rusa se ha hecho realidad obliga evidentemente a reforzar nuestro despliegue para asegurar las fronteras de la OTAN. La Alianza ha trabajado distintas opciones para la contención de la amenaza en ese flanco en sus más de setenta años de existencia. Forma por tanto parte de su ADN, y contamos además con la doctrina y las capacidades necesarias para adaptarnos y responder adecuadamente. Desde España también hemos demostrado nuestro compromiso contribuyendo al reforzamiento de la disuasión de la Alianza en el este, a cuya seguridad contribuimos actualmente a través de dos misiones principales: la garantía de la seguridad del espacio aéreo báltico, con el despliegue de 8 F-18 en la operación de la Policía Aérea Báltica, y también en la misión Presencia Avanzada Reforzada en Letonia, en la que hoy tenemos desplegados más de 500 efectivos, además de blindados y carros de combate. Una muestra inequívoca de nuestra manera de entender la seguridad europea, como un todo indivisible desde el Báltico hasta el Mediterráneo.
Precisamente, una concepción unívoca de la seguridad europea exige también prestar atención a las amenazas que aparecen en otros frentes, especialmente en el flanco sur. La incuestionable prioridad del flanco este es y debe ser compatible con la necesidad de que la Alianza mantenga un “enfoque 360 grados” en cuanto al tratamiento de sus amenazas. Hoy en día, tanto el Mediterráneo como el Sahel se enfrentan a una crisis multidimensional que afecta directamente a la seguridad de nuestro continente.
La región se ha convertido en el epicentro de actividad del terrorismo yihadista, alimentado por una crisis humanitaria a la que ahora se suma una crisis alimentaria causada por los problemas de suministro de grano ucraniano y el aumento de los precios de los alimentos básicos. Esto, unido a un empeoramiento de la situación política y de los estándares democráticos en el Sahel, junto a un incremento de la presencia rusa en la región, nos obliga reforzar nuestro compromiso con la estabilidad y la prosperidad del flanco sur.
La dimensión meridional es además especialmente susceptible al uso de la migración y de la energía como herramientas de presión, en un fenómeno similar al que ya observamos en el flanco este. Por ello, la OTAN debe prestar especial atención a su capacidad de respuesta ante las amenazas híbridas, incluyendo el refuerzo de la ciberseguridad.
La repercusión internacional del desafío que supone para la OTAN que Rusia haya atacado al socio más importante de la vecindad oriental de la organización obliga también a reflexionar sobre el futuro de los partenariados de la Alianza en el marco del nuevo contexto de seguridad. La seguridad cooperativa es una de las tareas fundamentales de la OTAN, junto a la disuasión y defensa y a la gestión de crisis. La Alianza debe ser capaz de trasladar eficazmente su apoyo a los socios que lo necesiten, pero también para que los socios contribuyan a la seguridad de la OTAN.
En nuestra vecindad más cercana, el apoyo a los socios -como Georgia, Moldavia o Bosnia y Herzegovina-, así como la vigencia de la política de “puertas abiertas” de la Alianza son los instrumentos sobre los que estructurar el futuro de la relación. En el flanco sur, es necesario revitalizar marcos como el Diálogo Mediterráneo -de especial importancia para España- o la Iniciativa de Cooperación de Estambul.
Todo ello debe quedar reflejado en el Concepto Estratégico de la OTAN. Este documento describe el propósito y la naturaleza de la organización, sus tareas fundamentales en cuanto a seguridad y defensa y los desafíos y oportunidades que se le plantean. También especifica los elementos del enfoque de seguridad de la Alianza y proporcionan pautas para su adaptación política y militar. Su elaboración genera uno de los debates más importantes que se puede producir en el seno de la Alianza, al que se añade un importante componente de disuasión y comunicación estratégica dado que los Conceptos Estratégicos se hacen públicos tras su aprobación.
A estos debates sobre el Concepto Estratégico se añade ahora el de la ampliación de la OTAN. La agresividad rusa ha tenido un efecto absolutamente contrario al que probablemente Putin había calculado antes de la invasión de Ucrania: ha conseguido que los dos países de su vecindad norte, Suecia y Finlandia, hayan solicitado un inmediato ingreso en la Alianza después de décadas de neutralidad.
La futura adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN, que España apoya, nos lleva a un elemento fundamental de la seguridad euroatlántica: la relación entre la Unión Europea y la OTAN.
Aunque formalmente son “socios”, las relaciones entre ambas organizaciones superan por su extensión y complejidad esa definición. Basta con reflexionar sobre la red de intereses comunes que genera el hecho de que veintiuno de los treinta Aliados sean al mismo tiempo miembros de la Unión.
Si en el pasado hubo voces que pusieron en cuestión esta cooperación, la crisis de Ucrania ha puesto de manifiesto la simbiosis que existe entre la acción de ambas organizaciones. La combinación de la disuasión tradicional militar de la OTAN con las medidas de presión económicas de la Unión, unidas a la financiación del envío de material militar a Ucrania con cargo al Fondo Europeo para la Paz, está resultando fundamental en nuestra respuesta a la crisis.
Durante décadas, ha existido de facto una división de trabajo entre la UE y la OTAN que asignaba el protagonismo político y económico a una, y el militar a la otra. Pero, a medida que se ha desarrollado la Europa de la Defensa -con la implementación de la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD), primero, y la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD), después- y que la OTAN ha avanzado en el refuerzo de lo que podríamos denominar la “interoperabilidad política”, la interacción ha ido progresivamente subiendo de nivel.
En este sentido, resulta fundamental reforzar las sinergias y la complementariedad de los esfuerzos entre ambas organizaciones. El nuevo escenario que se abre en el paradigma de la política de seguridad de la Unión Europea, con la adopción en abril de 2022 de su Brújula Estratégica, ofrece una oportunidad de reforzar la relación con la OTAN.
España ha estado siempre a la cabeza del desarrollo de las iniciativas de la Europa de la Defensa, en el absoluto convencimiento de que una Europa fuerte en este ámbito refuerza a la OTAN y viceversa. Y esperamos que Madrid puede ser el punto de partida de un nuevo marco de relación entre la UE y la OTAN. Por ello, la próxima Declaración Conjunta UE-OTAN debería tener en cuenta las experiencias de estos últimos meses y tratar de canalizar el potencial que se ha puesto de manifiesto con ocasión de la invasión rusa de Ucrania.
Para España, que asumirá la Presidencia del Consejo de la UE en el segundo semestre de 2023, la Cumbre de Madrid ofrece una extraordinaria oportunidad para trasladar a nuestros ciudadanos, a nuestros socios -y al resto de países- la unidad entre Aliados y Estados miembros de la UE en la defensa de los valores y principios de la democracia y el Derecho Internacional.
Los asuntos a abordar por los aliados en la próxima Cumbre dejan claro que su relevancia excede la de una cita ordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza. Las circunstancias son sin duda excepcionales. Somos responsables, ante nuestros ciudadanos, ante nuestros socios, no sólo de la defensa del espacio euroatlántico, sino de un modelo de sociedad internacional basada en normas que debe repeler a aquellos actores, estatales o no, que utilicen la violencia para lograr sus objetivos. Los que nos reuniremos en junio de 2022 en Madrid estamos obligados a responder en común al desafío de quienes pretenden imponerse por la fuerza.
En este momento crítico de la historia de nuestra Alianza, nuestra responsabilidad con los compromisos asumidos en el Tratado de Washington, al servicio de un futuro democrático y seguro nos lleva a reforzar todavía más la unidad gracias a la cual hemos logrado ser la alianza militar más exitosa de la historia.