• El Salvador es considerado uno de los países más violentos del mundo. Desde la década de los 90, concretamente tras la firma de los Acuerdos de Paz de 1992, el país inició la construcción de un proyecto democrático. Sin embargo, desde el principio, el proyecto ha estado amenazado, sobre todo por las pandillas. 
  • Originadas en Los Ángeles, las pandillas se asentaron en El Salvador sobre todo a partir de 1996, cuando EEUU comenzó un programa de deportación de criminales, que habían migrado a EEUU durante la Guerra Civil salvadoreña. Las principales pandillas en el país son tres: la MS-13, la 18 y la 18-Revolucionarios. Se calcula que en total las forman 70.000 miembros, de los cuales 17.000 están en prisión. Las pandillas se dedican al narcotráfico y otros delitos, siendo la violencia el principal impacto de las mismas.
  • En 2011, mientras gobernaba el FMLN hubo un descenso en la tasa de homicidios, producto de lo que se denominó “La tregua”, que consistió en un controvertido acuerdo entre el gobierno y las pandillas. Sin embargo, en 2014 el gobierno volvió a endurecer las medidas penales y carcelarias, y la tasa de homicidio llegó a alcanzar la cifra de 103 por cada 100.000 habitantes en 2015. 
  • En 2019 asciende a la presidencia del gobierno Nayib Bukele, quien desarrolla su Plan Control Territorial, que básicamente consistió en un aumento de la inversión para las fuerzas militares y policiales del Estado así como en un incremento de su presencia en la calle. El Plan pretendía acabar con las pandillas en el lapso de 3 a 4 años. A pesar de la reducción en la tasa de homicidios, que alcanzó los valores más bajos desde la Guerra Civil, lo sucedido el pasado fin de semana parece indicar un punto de inflexión para el país. 
  • El recuento de víctimas mortales en los últimos 3 días asciende 80, habiéndose producido 62 de ellas el domingo, dando lugar a lo que la policía ha denominado “día negro”. Como consecuencia, el gobierno de Bukele ha endurecido las medidas contra las pandillas. En la noche del pasado domingo la Cámara Legislativa decretó Régimen de Excepción por 30 días, con la posibilidad de prolongarse. El Régimen suspende algunas garantías constitucionales, entre las que se encuentran la suspensión de libertad de asociación y reunión, el derecho de defensa, la inviolabilidad de la correspondencia y las telecomunicaciones y la ampliación del plazo de la detención administrativa.
  • Otras medidas se han producido en las cárceles, decretando la emergencia máxima, con un endurecimiento de las condiciones de los presos, sometidos a un encierro de 24/7 en celdas selladas. Además, se han incrementado las redadas policiales en las calles y la detención de supuestos pandilleros. 
  • Tras estas medidas, las controversias en torno a Bukele incrementan. A pesar de su aplastante apoyo social, son controvertidos aspectos como su consolidación en las estancias de justicia, que fortalecen su control. Además, ha recibido críticas por parte de la comunidad internacional, que considera las medidas autoritarias, y teme las posibles consecuencias, ya que podrían ser contestadas con aún más violencia. Es el caso de organizaciones como las Américas de Human Rights Watch, que critica la carta blanca que tienen las fuerzas policiales para matar, por atentar contra los estándares internacionales; o la Comisión Internacional de Derechos Humanos, que lleva años en contra de las medidas en las cárceles, por atentar con los derechos de las personas privadas de libertad. 
  • Otros aspectos controvertidos son, por ejemplo, el informe que realizó El Faro, en el que se acusaba a Bukele de haber negociado beneficios con los pandilleros en prisión a cambio de órdenes para reducir los homicidios. En última instancia, parece que el Plan se sustenta en pactos informales y maniobras secretas. 
  • El secretismo ha sido la táctica que ha dominado las relaciones entre el gobierno estatal y las pandillas. Además, no es la primera vez que se sucede un repunte en la tasa de homicidios, que parece formar parte de esas relaciones. No existe certeza de si la escalada de violencia ha terminado ya o si se prolongará. De lo único que hay certeza es de que el panorama actual no es alentador, debido a la escalada antidemocrática, así como a la militarización del país y al aumento de las víctimas mortales.