
El año pasado, Indonesia produjo casi la mitad del níquel mundial. Explotando un recurso confiscado durante mucho tiempo, el país quiere construir una cadena de valor y aprovechar el auge de los vehículos eléctricos -aunque ello suponga fomentar el proteccionismo asiático-. Mientras Yakarta podría pivotar hacia los BRICS, la guerra de los capitalismos políticos aterriza en un contexto poscolonial.