El 5 de marzo de 1953, Stalin murió en su dacha de Kúntsevo. Su muerte marcó el punto álgido de la Guerra Fría. Los años 1953-1954 fueron testigos de una metamorfosis en las condiciones de la confrontación Este-Oeste, en Europa, Asia y América Latina: la lógica interna de cada bloque cambió, al igual que los imperativos estratégicos. En retrospectiva, estos dos años estuvieron en el centro de muchos debates contrafácticos: ¿podría haber terminado la Guerra Fría en 1954?
Pierre Grosser