A un año de las elecciones al Parlamento Europeo, la derecha europea parece a la vez segura de su éxito y preocupada por su futuro. Esta paradoja se debe al debilitamiento del PPE, que ha sido el ancla, la casa común y el regulador de las derechas continentales durante tres décadas.
Con la aparición de una posible hegemonía de las derechas, se plantea la cuestión de nuevas alianzas y nuevas estrategias.