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Se suele considerar que el derecho penal es uno de los derechos más vinculados a la soberanía nacional y, como tal, el menos susceptible de armonización. Paradójicamente, el universalismo jurídico –que sustenta la noción de crímenes contra la humanidad– y la nueva brecha creada por la globalización y el aumento del comercio han fomentado el desarrollo de la delincuencia transnacional. En un momento en que urge la necesidad de armonización, le pedimos a Luis Arroyo Zapatero que reflexionara sobre los métodos que podrían permitir un universalismo contextualizado en materia penal.