
Estados Unidos está ejerciendo una presión cada vez mayor sobre sus aliados para que dejen de comprar petróleo ruso y adopten conjuntamente sanciones secundarias contra los principales importadores de hidrocarburos rusos, en particular China y la India.
Este importante cambio de rumbo podría deberse a una simple razón económica: el nivel actual del precio del petróleo en el mercado mundial es demasiado bajo para reactivar la producción estadounidense.