«Cuando se conoce bien un lugar, se puede encontrar ese pequeño detalle sobre el que se construye la credibilidad de una escena y, a partir de ahí, la del personaje que se mueve en ella».
De los bares nocturnos a las bibliotecas y los restaurantes escondidos, Vanni Santoni nos ofrece una nostálgica historia de un ecosistema intelectual inaudito: la Florencia de los años 2000.