Asia Septentrional

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Aunque Vladimir Putin acaba de afirmar lo contrario en su discurso anual a la nación, la caída de Asad plantea un problema existencial para el proyecto de Putin: por primera vez en siglos, Rusia podría dejar de tener acceso al Mediterráneo. Fiodor Lukianov es una voz poderosa entre la élite que trata de definir las doctrinas del Kremlin. En un texto muy comentado, aboga por un cambio sutil: aprovechar este fracaso para concentrar todo el esfuerzo de guerra en Ucrania.

Al disparar el jueves 21 de noviembre por primera vez contra Ucrania un misil balístico de alcance intermedio capaz de transportar una cabeza nuclear, Putin introdujo de lleno la retórica nuclear en su guerra contra Ucrania y Europa. Al día siguiente, en un discurso televisado, el presidente ruso elevó un escalón más sus amenazas a Occidente. Traducimos su discurso y lo comentamos línea por línea.

«Hace mucho tiempo, observé que el mundo se dirigía inexorablemente hacia una oleada de conflictos militares, que amenazaba con convertirse en una tercera guerra termonuclear mundial, con una alta probabilidad de aniquilación de la civilización humana».

Publicamos y comentamos la primera parte de «¿Una era de guerras?», díptico del influyente pensador estratégico del Kremlin Sergei Karaganov sobre el futuro de la guerra y la disuasión nuclear.

Este verano estuvo marcado por un acontecimiento de una magnitud sin precedentes desde el final de la Guerra Fría: 16 presos, entre ellos presos políticos rusos y periodistas occidentales, fueron canjeados por ocho ciudadanos rusos —espías y un asesino—. Desde entonces, muchos extranjeros han permanecido en prisión, se han producido nuevas detenciones y muchos rusos siguen cautivos.

Para comprender la persistencia de este fenómeno y lo que nos dice sobre el régimen de Putin, iniciamos una serie sobre los presos políticos en Rusia.

«En Ucrania, la operación militar especial es una batalla entre el ángel y el diablo».

Para Duguin, la guerra en Ucrania no tiene otro objetivo que la supervivencia de la humanidad. En las fronteras del putinismo, el ideólogo expone una doctrina antimoderna alimentada por el fascismo europeo. Una conspiración total sobre el hombre, Dios, la geopolítica y la inteligencia artificial.

Marlène Laruelle traza las coordenadas de una figura compleja de la extrema derecha internacional en Rusia.

Dos años antes de invadir Ucrania, la Rusia de Putin fijaba por decreto su estrategia deportiva hasta 2030. Sometido a las corrientes de la política exterior, el Kremlin oscila entre el deseo de reintegrar las grandes competiciones deportivas mundiales y la aspiración a crear otras paralelas. Antes de la ceremonia de clausura en París, a sugerencia de Lukas Aubin que, al comienzo de los Juegos Olímpicos, firmó 10 puntos sobre la geopolítica del deporte a partir de Rusia, traducimos este documento oficial, que revela una relación ilusoria con el deporte como herramienta de soft power para un país paria.