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Más allá de Ucrania, ¿están Trump y Putin preparando en Alaska un deal ártico?

Para el presidente estadounidense, este territorio encierra el potencial de la guerra imperial y de un futuro extractivista en el centro de su política.

Para el líder ruso, esta región es uno de los últimos espacios de la Tierra donde nunca ha desaparecido del todo la idea de compartir esferas de influencia.

Klaus Dodds, especialista del Ártico, analiza la geografía de una cumbre.

Vladimir Putin y Donald Trump se reúnen hoy en Anchorage.

Para comprender el contexto de este momento histórico, Patrick Weil propone volver, con precisión filológica, a las lecciones de los años treinta.

El autor de Un fou à la Maison Blanche («Un loco en la Casa Blanca») plantea una hipótesis: ¿y si, lejos de ser un aislacionista, Trump fuera el heredero del internacionalismo de Wilson?

Para un grupo de conservadores estadounidenses, el hombre providencial para salvar a Estados Unidos no se llama Donald Trump, sino J. D. Vance.

Rod Dreher es uno de los amigos más cercanos del vicepresidente de los Estados Unidos, a quien guió en su conversión al catolicismo.

Desde la trayectoria para llevarlo a la presidencia en 2028 hasta los peligros de la inteligencia artificial —y de Europa—, pasando por Peter Thiel, el diablo y el cambio climático, entrevista exhaustiva con el pensador de la «apuesta benedictina».

Ante el anuncio de un «acuerdo» de paz en Washington entre Armenia y Azerbaiyán a cambio de un corredor de seguridad que da a Estados Unidos un acceso único al Cáucaso Meridional, el Kremlin se ha mantenido relativamente discreto.

¿El golpe de Trump, que sin duda sirve internamente a su discurso de «presidente de la paz», le coloca en una posición de fuerza frente a la Rusia de Putin antes de la cumbre del 15 de agosto en Alaska? Hay motivos para dudarlo.

Un estudio en siete puntos firmado por Guillaume Lancereau.

«La alternativa está ante nosotros, perfectamente clara: unión o vasallización —autonomía o servidumbre—».

Al repasar los acontecimientos de un verano de capitulaciones europeas, Andrea Capussela muestra todo lo que estamos a punto de perder —y todo lo que aún podríamos intentar recuperar—.

En la vanguardia del imperio algorítmico de Trump, Alex Karp y Peter Thiel, fundadores de la todopoderosa Palantir, están convencidos de haber ganado ya: «los escépticos están desarmados, resignados a una forma de sumisión».

La empresa, que superará los 400.000 millones de capitalización bursátil, tiene ahora un nuevo proyecto. Vender «ontología» para acabar con los «hombres sin pecho».

Su última carta a los accionistas es especialmente extraña e inquietante.

Para comprenderla, hemos pedido a Andrea Venanzoni que la presente y a Alessandro Aresu que la comente línea por línea.

Según Cecilia Malmström, que tuvo que negociar con la primera administración de Trump, la Unión se ha comprometido en Turnberry a seguir un camino especialmente peligroso.

Más allá de la rendición sin resistencia, la Comisión ha corrido sobre todo el riesgo de presentar como un «acuerdo» una discusión cuyos términos aún pueden cambiar por completo.

Al amenazar ayer con aumentar los aranceles si Europa no le daba directamente 600.000 millones de dólares, Trump ha aprovechado la ocasión —abriendo una nueva fase de incertidumbre—.

Mientras Trump y el trumpismo explotan, Viktor Orbán implosiona.

El primer ministro con más tiempo en el poder en Europa nunca ha estado tan débil a nivel interno: durante el festival de verano de su think tank, en presencia de personalidades clave del mundo transatlántico neorreaccionario que acudieron a rendirle homenaje, tuvo que reflexionar sobre su fin —y sobre el fin—.

Publicamos la traducción íntegra, comentada línea por línea, de esta importante intervención.