Economía

Gran formato

La fuerza bruta liberada por el «Liberation Day» es una señal: la Casa Blanca no quiere un «acuerdo de Mar-a-Lago» —y Trump está dispuesto a enfrentarse a los mercados—.

El inspirador de su doctrina económica, Stephen Miran, dio un giro de 180 grados y pronunció un discurso sorprendente: ilustra el cambio de una estrategia de negociación a una actitud de confrontación total.

Lo traducimos —con una introducción firmada por Shahin Vallée—.

«No saldremos de esta situación siendo amables o encantadores con Washington. Debemos demostrar que Europa puede hacerles frente aprovechando nuestra potencia económica, especialmente en materia de comercio».

Para el economista Marco Buti, insider de la Comisión Europea desde los años ochenta, Estados Unidos está cometiendo un grave error —y la Unión tiene armas para defenderse—.

Más allá de la balanza comercial, la relación transatlántica se basaba en un equilibrio que Washington busca romper.

Pero al imponer aranceles a Europa, la administración de Trump, siguiendo el consejo del influyente Stephen Miran, quiere corregir una situación que beneficia a los estadounidenses.

Si Estados Unidos sigue queriendo doblegar a Europa, corre el riesgo de perderlo todo: mantener una relación con ellos será simplemente demasiado caro.

En la era Juncker, fue la arquitecta de la respuesta europea a la primera guerra comercial de Trump.

La víspera de una anunciada explosión mundial en torno a los aranceles, nos reunimos con la excomisaria europea Cecilia Malmström.

Según ella, la Unión siempre puede negociar, «pero hay límites».

Hoy, la Comisión presenta su Pacto para una industria limpia (Clean Industrial Deal). 

A partir de las recomendaciones de Mario Draghi, quiere responder a un trilema: reactivar su industria; mantener su trayectoria de descarbonización; dinamizar su competitividad.

¿Es realista esta agenda?

Simone Tagliapietra propone un primer análisis en caliente.

Tras las palabras de Sergio Mattarella contra la «vasallización feliz», el expresidente del Consejo italiano y banquero central europeo pronunció un discurso ante el Parlamento Europeo en el que trazó las coordenadas de un manifiesto europeo en la era Trump.

Este llamamiento a la acción parte de un imperativo: «debemos ser optimistas».

Y de un rumbo: «cada vez es más evidente que debemos actuar como si fuéramos un solo Estado».

Lo traducimos.

Desde hace algunos meses, en los círculos empresariales europeos se rumorea que el regreso de Trump sería bueno para los negocios.

Sin embargo, desde la guerra comercial hasta la supresión de las Agencias, la presidencia de Donald Trump ya está teniendo implicaciones notables sobre la vida económica. Las medidas adoptadas en Washington golpearán duramente a las empresas europeas —y harían mal en ignorar la magnitud de la amenaza—.