- Durante los dos últimos siglos, era comúnmente aceptado que si la actividad económica de un país crecía, sus emisiones de carbono también lo harían. Cuanto más rico sea un país, más CO2 emitirá. Esto se debe a que la energía necesaria para la producción suele proceder de la quema de combustibles fósiles.
- Sin embargo, desde los años 1990 y el desarrollo de la energía nuclear, muchos países han reducido sus emisiones de gases de efecto invernadero al tiempo que han aumentado su PIB. El ritmo de esta transición se ha acelerado, marcado por el cambio de las industrias intensivas en carbono a los servicios y de los combustibles fósiles a la energía verde, cuya producción es cada vez más barata.
- Esta relación entre el crecimiento y las emisiones de CO2 ya no es exacta para los países de renta alta. Muchos países del Sur, como Ecuador, Uruguay y Tailandia, han conseguido crecer económicamente al tiempo que reducían sus emisiones de CO2, lo que hace esperar que la desvinculación se generalice en el futuro 1.
- Sin embargo, sería un error pensar que esta estabilización de las emisiones en los países ricos se ha conseguido únicamente trasladando la producción al extranjero, es decir, trasladando las emisiones de CO2 a economías manufactureras como China e India. Gracias a la energía verde, los países desarrollados, principales inversores en energía verde, pueden acompañar su crecimiento económico sin las antes inevitables emisiones de CO2.
- Sin embargo, hay que matizar esta correlación porque las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando cada año, y son más altas hoy que en 1990. Aunque la promesa del crecimiento verde es esperanzadora, no hay que descartar la realidad de la correlación entre el PIB y las emisiones de CO2 per cápita.
- En 2018, el PIB per cápita en Estados Unidos fue de 55.335 dólares de media para 16,43 toneladas de CO2 per cápita. Para tomar la comparación más extrema, el PIB per cápita de la República Centroafricana fue de 623 dólares per cápita en el mismo año, y una emisión media de CO2 per cápita de sólo 0,05 toneladas. Por lo tanto, el mundo, especialmente los países desarrollados, aún está lejos de ser neto cero.
Notas al pie
- John Burn-Murdoch, « Economics may take us to net zero all on its own », The Financial Times, 23 de septiembre de 2022.