A principios de año, poco después de la toma de posesión del nuevo presidente estadounidense, la administración ordenó a un grupo operativo compuesto por ocho buques —entre ellos el submarino SSN Newport News— que se desplegara en el sur del Caribe, al norte de Venezuela.
El objetivo oficial de este grupo naval era luchar contra el tráfico de drogas interceptando las embarcaciones que intentaban llegar a Estados Unidos.
¿Por qué este despliegue?
El subjefe de gabinete de la Casa Blanca y estratega trumpista Stephen Miller ha dado recientemente una respuesta. En una entrevista en agosto de 2025, afirmó que el objetivo de esta operación es «combatir y desmantelar las organizaciones de tráfico de drogas, los cárteles criminales y las organizaciones terroristas extranjeras en nuestro hemisferio». 1
La referencia a «nuestro hemisferio» es aquí la clave.
Recuerda que, desde hace mucho tiempo, Estados Unidos se considera una «potencia hemisférica». Pero también hace eco de la decisión de la administración de rebautizar el golfo de México como «golfo de América».
La retórica de la lucha contra las drogas también ha cambiado de naturaleza: los cárteles ya no solo son acusados de tráfico, sino que se les califica como actores del «narcoterrorismo». El Tren de Aragua, uno de los cárteles venezolanos más poderosos, ha sido clasificado como «organización terrorista extranjera» por Washington.
A principios de septiembre, un barco sospechoso de contrabando de drogas fue destruido de forma espectacular por el grupo naval. En un mensaje publicado en Truth Social, Trump explicaba así los motivos de la destrucción de la embarcación: «Que sirva de advertencia… Once terroristas han muerto». A continuación, se difundió un video grabado por un dron que pretendía mostrar el momento exacto en que el barco era alcanzado por un proyectil y explotaba.
La respuesta del gobierno venezolano fue rechazar las imágenes difundidas y denunciarlas como falsas y generadas por inteligencia artificial.
Sea cual sea el origen real de las imágenes difundidas, una cosa es segura: Donald Trump ha convertido el Caribe en un eje central de su política, junto con sus proyectos de «adquisición» de Groenlandia y de recuperación del control del canal de Panamá. La lucha contra los cárteles de la droga es ahora la justificación oficial.
La clave para entender la secuencia actual se resume en dos palabras: «nuestro hemisferio».
Klaus Dodds
Un decreto presidencial de agosto de 2025 autorizó explícitamente el uso de ataques militares. Sin embargo, las consecuencias de este incidente siguen sin estar claras. La embarcación destruida y sus pasajeros no han sido identificados, y no hay pruebas materiales que confirmen la presencia de drogas a bordo. Por su parte, las autoridades venezolanas no han proporcionado más detalles sobre el origen del barco.
En sus declaraciones públicas, Trump acusa directamente al presidente venezolano Nicolás Maduro de ser cómplice del tráfico. Caracas denuncia que se trata de una puesta en escena y afirma que la presencia estadounidense tiene como objetivo real preparar una intervención militar. Estos temores se han visto reforzados por la revelación de que el grupo de trabajo, compuesto por 4.500 efectivos, entre ellos 2.200 marines, había realizado maniobras de desembarco en las playas de Puerto Rico.
Sin embargo, la comparación con la operación «Just Cause» de 1989 en Panamá permite relativizar estas preocupaciones: la invasión movilizó entonces a unos 28.000 militares estadounidenses, una fuerza sin parangón con el dispositivo actual.
Pero las sospechas de Maduro tampoco carecen de fundamento.
Las relaciones entre Caracas y Washington se deterioraron considerablemente durante la primera administración de Trump. En 2017, y de nuevo en 2019, Estados Unidos impuso sanciones selectivas tras lo que calificó de «elecciones amañadas». Las medidas estaban dirigidas directamente contra Maduro y su entorno, pero también contra el sector petrolero: el embargo estadounidense privó a Venezuela de su principal mercado, provocando una caída de las exportaciones y una pérdida de divisas.
Obligado a diversificar sus socios, el gobierno venezolano se volvió hacia la India y China, que hoy importan alrededor de 400.000 barriles al día. Este reajuste no pasó desapercibido para Washington, sobre todo porque Maduro fue reelegido en las elecciones presidenciales de 2024. Por el momento, Estados Unidos sigue sin mantener relaciones diplomáticas oficiales con Caracas.
Sin embargo, sigue sin estar claro qué es lo que el grupo estadounidense pretende conseguir exactamente.
Para Washington, se trata de garantizar que países como Venezuela se mantengan bajo una presión económica y militar constante.
Klaus Dodds
Washington y la niebla del Caribe
Muchos observadores han cuestionado tanto la legalidad como la eficacia del recurso presidencial a los decretos para autorizar ataques militares.
Los críticos señalan que el tráfico de drogas hacia Estados Unidos utiliza múltiples vías, las más importantes de las cuales pasan por la frontera terrestre del suroeste y por el aire. En volumen, la región fronteriza con México sigue siendo el principal punto de paso. Los flujos de cocaína destinados al mercado estadounidense proceden principalmente de Colombia, Ecuador y Perú. 2 Venezuela sirve de país de tránsito, pero su papel es secundario en comparación con las rutas del Pacífico oriental. Los vuelos clandestinos, especialmente desde aeródromos aislados, se consideran mucho más importantes que el contrabando marítimo en el Caribe. El Departamento de Justicia de Estados Unidos estima que veinte puntos de entrada concentran cerca del 90 % de las incautaciones y las evaluaciones independientes coinciden: la ruta del Pacífico sigue siendo la vía dominante. 3
Bajo la dirección de Giuliano da Empoli.
Con contribuciones de Daron Acemoğlu, Sam Altman, Marc Andreessen, Lorenzo Castellani, Adam Curtis, Mario Draghi, He Jiayan, Marietje Schaake, Vladislav Surkov, Peter Thiel, Svetlana Tikhanovskaïa, Jianwei Xun y Curtis Yarvin.
A pesar de ello, es Caracas la que está en el punto de mira de Washington. Nicolás Maduro, ya acusado por un tribunal federal estadounidense por delitos relacionados con el tráfico de drogas, ha denunciado la presencia de la fuerza operativa y ha hecho despegar dos aviones militares para sobrevolar parte del dispositivo. En cualquier caso, el tráfico de drogas conserva su capacidad de adaptación, escapando a los efectos directos de la demostración de fuerza naval.
Entonces, ¿por qué atacar a Venezuela, y por qué ahora?
Una hipótesis para explicar esta secuencia podrían ser las recientes elecciones en Guyana y el creciente resentimiento en Venezuela ante el éxito de su vecino en el desarrollo de yacimientos de petróleo y gas offshore, con la ayuda y el estímulo del compromiso comercial de Estados Unidos y China.
El despliegue naval estadounidense se inscribe en el marco más amplio de lo que se ha propuesto llamar la matriz geopolítica de Donald Trump: un modelo de comportamiento basado en una serie de hipótesis sobre el dominio energético, las esferas de influencia, los cálculos transaccionales, el compromiso militar limitado y la determinación de gestionar la competencia estratégica con China y otras grandes potencias, asegurándose de que los pequeños aliados y las potencias regionales comprendan su papel y su lugar en un mundo dominado por Estados Unidos.
Estas orientaciones no carecen de precedentes. En el siglo XX, Estados Unidos ya llevó a cabo intervenciones directas en Cuba, la República Dominicana, Nicaragua y Panamá. Durante la Guerra Fría, el objetivo de estas operaciones era contener la influencia ideológica y militar de la Unión Soviética. La lógica actual es diferente, pero la continuidad con una tradición intervencionista es evidente: se trata de garantizar que países como Venezuela se mantengan bajo una presión económica y militar permanente.
La breve visita del secretario de Estado Marco Rubio al Caribe en marzo de 2025 puso de relieve las cuestiones clave para la administración de Trump: el tráfico de drogas, la inmigración ilegal y las nuevas oportunidades de inversión con Estados Unidos. 4
Washington sigue de cerca la creciente presencia de potencias rivales en la región, mientras China se afirma mediante sus inversiones económicas y Rusia mantiene un papel militar y energético en Venezuela. 5
En enero de 2025, Donald Trump expresó públicamente su preocupación por el canal de Panamá, que considera expuesto a una creciente influencia china, especialmente en las zonas portuarias estratégicas. El gobierno panameño, sometido a fuertes presiones, anunció finalmente en febrero su retirada oficial de la iniciativa china de las Nuevas Rutas de la Seda.
Washington sigue de cerca la creciente presencia de potencias rivales en la región, mientras China se afianza mediante sus inversiones económicas y Rusia mantiene su papel militar y energético en Venezuela.
Klaus Dodds
Los barriles de Guyana: lo que Maduro busca en el Esequibo
A principios de septiembre, el presidente Irfaan Ali, líder del Partido Progresista del Pueblo (PPP), obtuvo un segundo mandato al frente de Guyana.
A diferencia de los recientes y aplastantes éxitos electorales de su vecino Nicolás Maduro, el resultado no fue cuestionado ni por sus opositores nacionales ni por los observadores internacionales. Tras obtener alrededor del 55 % de los votos populares guyaneses, Ali vio cómo su promesa electoral de dedicar más ingresos petroleros a programas de desarrollo social y económico y de lucha contra la pobreza encontraba un eco favorable entre la población. La campaña se caracterizó por las advertencias sobre posibles operaciones de desinformación procedentes de Venezuela. 6
Al mismo tiempo, Nicolás Maduro reafirmó su antigua reivindicación sobre la región de Esequibo, administrada por Guyana. Caracas cuestiona la validez de la decisión arbitral internacional de París que establece las fronteras actuales y ha multiplicado las iniciativas simbólicas: en 2024, una ley prohibió la difusión de mapas que no representaran una Venezuela «ampliada» que incluyera al Esequibo. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) advirtió a Caracas contra cualquier intento de organizar consultas populares sobre la creación de una provincia «Guyana Esequiba».
Esta intensificación de la disputa territorial coincide con el descubrimiento de vastos recursos de hidrocarburos en el lado guyanés. Maduro se opone abiertamente a los acuerdos firmados por Georgetown con empresas extranjeras, entre ellas ExxonMobil, Chevron y la China National Offshore Oil Company. En marzo de 2025, un barco de la guardia costera venezolana se acercó a una plataforma de ExxonMobil en aguas guyanesas, alegando que se encontraba en una «zona en disputa». Sin embargo, este intento de intimidación no interrumpió las operaciones: en agosto de 2025, Guyana anunció una producción de aproximadamente 900.000 barriles diarios, gran parte de los cuales se destinaban a refinerías estadounidenses.
Para Washington, este pequeño Estado tiene una doble importancia.
En primer lugar, contribuye a la estrategia de «dominio energético» de la administración de Trump. A pesar de su abundante producción nacional, Estados Unidos sigue importando cerca del 40 % de su crudo. El auge de los centros de datos y el aumento del consumo energético relacionado con el despliegue del plan masivo sobre inteligencia artificial refuerzan esta necesidad de fuentes diversificadas y fiables. En el pasado, y en particular durante la Guerra Fría, la antigua colonia británica fue un importante proveedor de bauxita, la materia prima necesaria para la fabricación de aluminio en Estados Unidos y un componente esencial en el sector espacial, tanto para usos civiles como militares.
Para la administración Trump, el Caribe y América Latina se consideran claramente bajo tutela estadounidense.
Klaus Dodds
En segundo lugar, el país ofrece una base potencial para ejercer presión sobre Venezuela. Washington podría aumentar su presencia militar en caso de provocaciones terrestres o navales por parte de Caracas. El temor a tal escenario explica la mayor virulencia de Maduro en el Esequibo.
Pero la presencia continua de operadores comerciales estadounidenses como Chevron y Exxon-Mobil sirve de salvaguarda: la protección de los activos, como los yacimientos de petróleo y gas en regiones poco exploradas, podría cobrar una importancia creciente en las próximas décadas para Estados Unidos y otras grandes economías. Guyana podría convertirse así en la beneficiaria directa del enfoque adoptado por la administración de Trump con respecto a Venezuela.
Pero la política de Trump hacia Venezuela ha sido multifacética.
En julio de 2025, Chevron obtuvo la autorización para reanudar sus actividades petroleras en Venezuela, una decisión especialmente impopular entre los detractores del régimen de Maduro en Estados Unidos y otros países. 7 Esta reanudación estaba sin duda relacionada con los intentos de relanzar otra iniciativa que interesa a la administración: los vuelos de expulsión.
Estos habían sido suspendidos por los tribunales federales estadounidenses, que consideraban que no se podía invocar la Ley de Enemigos Extranjeros, ya que el país no estaba en guerra con Venezuela. Hasta entonces, los venezolanos —algunos de los cuales no tenían ninguna relación demostrada con el tráfico de drogas ni pertenecían a ningún cártel— habían sido expulsados de Estados Unidos a través de un tercer país, en este caso Honduras. A continuación, se fletaban vuelos directos a Caracas desde este país centroamericano.
El envío de una fuerza operativa de la marina estadounidense a las aguas del norte de Venezuela, junto con el ataque a un pequeño barco que transportaba a 11 personas, podría ser, en este contexto, un intento de establecer una situación de «guerra».
Para Guyana, este contexto plantea un riesgo: que Washington y Caracas lleguen a un acuerdo que combine la reanudación de las inversiones petroleras estadounidenses en Venezuela y la facilitación de las expulsiones, en detrimento de Georgetown. El país podría verse entonces arrastrado a una relación asimétrica de dependencia en materia de seguridad, a modo de «chantaje de protección»: otro pequeño Estado dependiente de Estados Unidos para su protección militar, al que deberá financiar. Oficialmente, no existe ninguna base militar estadounidense en territorio guyanés, aunque circulan rumores en la región. 8 Maduro afirmó que se había construido una instalación secreta en el Esequibo, acusación que Georgetown rechazó. 9
A corto plazo, es probable que Venezuela —que busca desesperadamente reconstruir su capacidad de producción petrolera y su proporción de mercado mundial— movilice sus fuerzas en la región fronteriza con Colombia y se dedique a actividades de lucha contra el tráfico de drogas. 10 Pero a más largo plazo, Guyana confía en la firmeza de las declaraciones del secretario de Estado Marco Rubio, quien afirmó en marzo de 2025 que un ataque contra Guyana o contra un operador estadounidense en su territorio provocaría «un día muy malo para el régimen venezolano». 11
Aunque los medios cambien, la idea de la hegemonía hemisférica no es nueva.
Klaus Dodds
El hemisferio occidental: de la doctrina Monroe a la doctrina Trump
Aunque no existe un consenso académico o político sobre lo que abarca exactamente una doctrina Trump, no hay duda de que el presidente de Estados Unidos sigue concediendo una importancia considerable al dominio energético, al tiempo que está decidido a garantizar que la esfera de influencia hemisférica de los Estados Unidos siga siendo indiscutible.
El lema «America First» sigue siendo la matriz de sus dos mandatos. En el hemisferio occidental, esto se traduce en una política destinada a coaccionar a los adversarios —en primer lugar, a Venezuela— e intimidar a los aliados para que se alineen con los intereses económicos y militares de Washington.
Algunos investigadores han calificado al Caribe y a América Latina como un «laboratorio de control» regional para la administración de Trump, donde se pueden experimentar políticas y prácticas. 12 Algunas de ellas pueden implicar una combinación de aranceles y sanciones, despliegues militares, deportaciones y medidas represivas en materia de inmigración, ataques selectivos y declaraciones incendiarias destinadas a desestabilizar a los electorados nacionales y terceros. El objetivo final es asegurar el control de las vías navegables como el Canal de Panamá, limitar las inversiones económicas chinas y el compromiso militar ruso, garantizar que los recursos energéticos y minerales se exploten bajo la tutela de Estados Unidos y disuadir a cualquier gobierno regional de llevar a cabo políticas que no se ajusten a los objetivos estratégicos de la administración deTrump.
La idea de una hegemonía hemisférica no es nueva.
Desde la década de 1820, Estados Unidos ha tratado de mantener a raya a las potencias europeas.
La doctrina Monroe cristalizó este principio, que se tradujo sucesivamente en la lucha contra la piratería en el siglo XIX, en la contención de la presencia soviética durante la Guerra Fría y, posteriormente, en la guerra contra los cárteles. Así, el Caribe se definió durante mucho tiempo como la «tercera frontera» y el «patio trasero» de Estados Unidos. 13
Probablemente no sea casualidad que, tras este ataque contra un barco venezolano, el secretario de Estado, Rubio, haya ido a México para repetir un mensaje ya expresado anteriormente sobre la necesidad de la cooperación hemisférica y la acción continua contra la inmigración clandestina y el tráfico de drogas.
Sin embargo, lo que difiere claramente de la época de la Guerra Fría —marcada por guerras sucias e intervenciones directas— es que China es hoy en día un importante socio comercial para muchos Estados de América Latina y el Caribe. En declaraciones realizadas en Panamá en abril de 2025, el secretario de Defensa Pete Hegseth afirmó que «el canal de Panamá es un territorio clave que debe ser protegido por Panamá, junto con Estados Unidos, y no por China». 14
El potencial de escalada entre Estados Unidos y Venezuela en el Caribe es muy real.
Klaus Dodds
En esta nueva era de rivalidad entre grandes potencias y tácticas de mando y control, la lógica que prevalece es la de las esferas de influencia: China, Rusia y Estados Unidos dominan sus respectivas zonas de interés tratando de eliminar cualquier posible injerencia de otras grandes potencias.
Las consecuencias para entidades pequeñas como Ucrania, Groenlandia —y, por tanto, Dinamarca— y Taiwán son traumáticas o profundamente desestabilizadoras.
Un mapa ruso reciente presentado por el Ministerio de Defensa mostraba a Ucrania dividida en dos, con Rusia aparentemente decidida a apoderarse de una parte aún mayor del territorio ucraniano, incluido el acceso al Mar Negro. Para la administración de Trump, el Caribe y América Latina se consideran claramente bajo el control de Estados Unidos. Cabe señalar que la primera visita del secretario de Estado, Rubio, en febrero de 2025 lo llevó a Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana. El despliegue de una fuerza naval frente a las costas venezolanas es solo la última medida destinada a reforzar el control, la seguridad y la accesibilidad de Estados Unidos en el Caribe y el norte de Sudamérica. Sin embargo, lo que sigue siendo incierto es cuánto tiempo permanecerá esta fuerza operativa estacionada en la región y si ello permitirá debilitar el control de Maduro.
Aunque Estados Unidos ha condenado a Maduro por su complicidad en el tráfico de drogas, no está claro si desea provocar su caída.
Una cosa parece segura: Trump no desea una transición democrática en Venezuela.
Por el contrario, el potencial de escalada entre Estados Unidos y Venezuela en el Caribe es muy real.
Marineros estadounidenses ya han destruido o abordado embarcaciones venezolanas.
Caracas, por su parte, organiza grandes maniobras militares: el ejercicio «Soberanía Caribe» es presentado por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, como una respuesta directa al «despliegue amenazante y vulgar de buques estadounidenses en el Caribe».
Pero ser acusado de «vulgaridad» probablemente no sea algo que le quite el sueño a Donald Trump.
Notas al pie
- Idrees Ali, Patricia Zengerle y Andrea Shalal, «US builds up forces in Caribbean as officials, experts, ask why», Reuters, 1 de septiembre de 2025.
- Josh Wallshein, «Combating Illicit Maritime Drug Flows to the United States», Orion Policy Institute, 2 de mayo de 2024.
- U.S. Customs and Border Protections, «Drug Seizure Statistics».
- «What Did Rubio Accomplish on His Caribbean Trip?», The Dialogue. Leadership for the Americas, 3 de abril de 2025.
- Omar Lugo, «Putin and Maduro’s ‘Perfect Harmony’ Tests Trump’s Watch», Americas Quarterly, 14 de agosto de 2025.
- «Maduro deflecting from Venezuela’s economic decline with sham elections, says Dr Bharrat Jagdeo», Caribbean News Global, 23 de mayo de 2025.
- Ricardo Vaz, «Venezuela: Chevron to Resume Crude Exports Under New Arrangement With PDVSA», Venezuela Analysis, 4 de agosto de 2025.
- «United States Is Converting Guyana into a Military Enclave», Orinoco Tribune, 15 de diciembre de 2024.
- Bert Wilkinson, «Guyana rejects quest for US military base as territorial dispute with Venezuela deepens», AP News, 11 de enero de 2024.
- Antonio María Delgado, «Maduro bolsters troop presence in Venezuela amid rising U.S. military pressure», Miami Herald, 8 de septiembre de 2025.
- Andreína Chávez Alava, «Maduro Denounces Rubio Military Threats and Interference in Essequibo Dispute», Venezuela Analysis, 2 de abril de 2025.
- Guadalupe González, Mónica Hirst, Carlos Luján, «Trump’s Policies in Latin America and the Caribbean: Trying Out Renewed Control Mechanisms», Latin American Policy, 9 de agosto de 2025.
- Wazim Mowla, «The US needs to build a new Caribbean policy. Rubio’s trip to the region can be the first step», Atlantic Council, 25 de marzo de 2025.
- Matthew Olay, «Hegseth Says U.S. Partnering With Panama to Secure Canal, Deter China», US Department of War, 9 de abril de 2025.