El domingo 21 de julio, Joe Biden anunció que abandonaba su candidatura a la nominación del Partido Demócrata para las elecciones presidenciales de noviembre y declaró su apoyo a su vicepresidenta, Kamala Harris. En menos de dos semanas, este giro de 180 grados, que había sido bien acogido por el electorado y los dirigentes del Partido, tuvo un efecto de choque en las intenciones de voto.

  • El debate televisado entre Joe Biden y Donald Trump, el 27 de junio, reveló lo que muchos votantes demócratas ya pensaban desde hacía varios meses: el Presidente era demasiado mayor para presentarse a la reelección, sobre todo teniendo en cuenta la feroz campaña que está llevando a cabo Trump contra él.
  • Una semana después de su mala actuación, Biden cayó en las encuestas nacionales, y su ventaja sobre Trump pasó de un punto (R+1) en los días previos al debate a 3 puntos (R+3) el miércoles 3 de julio.
  • En los swing states, el candidato republicano amplió su ventaja: 6,6 puntos en Arizona, 6,5 en Georgia y Nevada. En Pensilvania, un estado que los demócratas deben ganar para tener posibilidades de conservar la Casa Blanca, Biden estaba 2,6 puntos por detrás.

El 31 de julio, sólo 10 días después del anuncio de Joe Biden, la dinámica se había invertido radicalmente. Las encuestas de intención de voto muestran una tendencia a favor de la candidatura demócrata en todos los estados indecisos. Este es particularmente el caso de Michigan, un estado del «muro azul» ganado por Biden en 2020 por sólo 2,78 puntos sobre Trump.

  • Si bien esta dinámica es preocupante para el GOP, no representa —por el momento— una amenaza insuperable para la candidatura Trump-Vance.
  • Ya el 23 de julio, 2 días después de que Joe Biden abandonara la carrera, uno de los principales encuestadores republicanos, Tony Fabrizio, advertía en un memorándum al equipo de campaña de Trump del «efecto luna de miel» del que disfrutaría Harris1.
  • Aunque Kamala Harris ha acortado distancias a nivel nacional y en los estados indecisos, la campaña aún tiene un largo camino por recorrer. En particular, los republicanos seguirán atacando los resultados parciales de Harris en la Casa Blanca durante los próximos 3 meses.

La candidatura de Kamala Harris sigue estando muy vinculada a la de Joe Biden, un presidente muy impopular que ha tardado en dar paso a la candidatura de su vicepresidenta —a pesar de presentarse en 2020 como «candidato de transición»—. La elección del compañero de fórmula de la candidata podría contribuir a desligar su imagen de la de Joe Biden, sobre todo si decide virar hacia un perfil que represente la «renovación» del Partido que desea encarnar: los gobernadores de Pensilvania, Josh Shapiro, y Kentucky, Andy Beshear, parecen los mejores candidatos para desempeñar este papel.