Tres reuniones. Las tres tuvieron lugar la semana pasada entre representantes occidentales, principalmente estadounidenses, y rusos: un diálogo bilateral de estabilidad estratégica entre Estados Unidos y Rusia el lunes en Ginebra, seguido de la primera cumbre OTAN-Rusia desde 2019 el miércoles, que precedió a una reunión entre representantes de Moscú y la OSCE el jueves. Las tres cumbres se celebran tras la movilización armada de Rusia en las fronteras de Ucrania y la publicación por parte de Moscú de una lista de exigencias sobre la arquitectura de la seguridad europea.
Esta secuencia subraya una dimensión central de la estrategia rusa, a menudo descuidada desde la perspectiva de Europa Occidental: la continuidad entre los ámbitos diplomático y militar para lograr sus objetivos. Pensar en estos dos campos de acción como distintos nos impediría comprender los intereses de Rusia y los riesgos que acompañan a sus acciones. Por lo tanto, es necesario volver a la base de lo que constituye esta continuidad.
Concepto
Desde un punto de vista occidental 1, la diplomacia se percibe como un proceso de persuasión, de incitación: puede tener como objetivo hacer que un actor respete los intereses o se pliegue a las exigencias de una potencia sin recurrir a la fuerza o a amenazas explícitas. En cambio, en la cultura estratégica rusa, la fuerza y la diplomacia forman parte del mismo movimiento y pueden desplegarse conjuntamente. La actual « cultura estratégica » de Rusia se basa en cierta medida en el pasado zarista y soviético: está marcada por las doctrinas, las prácticas y los hábitos adquiridos a lo largo del tiempo. Vladimir Putin ha señalado en varias ocasiones que el pasado histórico de Rusia es una fuente de inspiración para él 2. Esta cultura estratégica se caracteriza, en particular, por una comprensión denominada « negativa »-desde la perspectiva occidental- del concepto de « paz »: la diplomacia puede ser una herramienta en manos de una potencia dominante para poner fin a la violencia y a la guerra según sus condiciones, pero no pretende resolver las raíces más profundas de las hostilidades. En este sentido, la diplomacia pretende mantener la influencia y no tiene como único objetivo el fin de las tensiones. Además, según la doctrina leninista adoptada tras la revolución, la búsqueda de influencia debe lograrse mediante el despliegue de una amplia gama de instrumentos utilizados simultáneamente. Como tal, la diplomacia sólo puede ser eficaz si -y sólo si- va acompañada de una amenaza creíble de uso de la fuerza armada. Además, se percibe como un medio, una herramienta para alcanzar objetivos, y no como una política en sí misma.
En 2022, la diplomacia rusa sigue teniendo muchas características heredadas de la época soviética. Los dirigentes rusos creen que la diplomacia no coercitiva no es capaz de conducir a un cambio del statu quo en beneficio de Moscú, en una secuencia en la que Rusia está cada vez más inclinada a influir o incluso a controlar los acontecimientos en su extranjero cercano. Esta tendencia ya quedó demostrada en 2008 durante el conflicto con Georgia, cuando Rusia utilizó la fuerza armada y la diplomacia al mismo tiempo para asegurarse de que las negociaciones con el presidente georgiano Mikheil Saakashvili favorecieran los intereses rusos.
Del mismo modo, en Siria, Rusia ha participado en la mediación con los miembros de la oposición sólo después de asegurarse de que han sido debilitados por los ataques aéreos y los asedios a las ciudades. Según los expertos occidentales, los métodos diplomáticos de Rusia no tienen casi nada que ver con la diplomacia 3.
El viernes 17 de diciembre de 2021, Moscú presentó 4 una lista de « exigencias » para el futuro de la OTAN: ninguna ampliación de la Alianza, ninguna maniobra militar cerca de la frontera rusa, ningún despliegue de misiles de corto y medio alcance a distancia de tiro de Rusia y el fin del apoyo militar occidental a Ucrania.
La lista, que parece un ultimátum, se publicó tras el despliegue de unos 120.000 soldados rusos en la frontera ucraniana. El objetivo de la maniobra es claro: poner a Moscú en una posición de fuerza cuando se inicien las negociaciones.
Estas exigencias maximalistas ilustran perfectamente un principio clave de la estrategia rusa enunciado por el teniente general Evgeny Martinov ya en 1899: « Es importante que el objetivo político elegido sea lo más grande posible, que permita al país avanzar en la idea nacional en la medida de lo posible. » En torno a este punto, el presidente Vladimir Putin también se preocupó de señalar que se podrían tomar « medidas técnico-militares adecuadas » contra Kiev en caso de que fracasaran las conversaciones en torno a estas exigencias consideradas en gran medida inaceptables para la OTAN.
Por último, sólo unas horas después de que finalizara la cumbre entre representantes de la OSCE y de Rusia, los sitios del gobierno ucraniano fueron blanco de un ciberataque 5 atribuido a Rusia por Kiev. La secuencia de principios de año es, pues, un ejemplo paradigmático de la diplomacia coercitiva rusa: abre un vasto campo de posibilidades para lograr sus objetivos jugando con sus diferentes palancas simultáneamente.
Objetivos
Mediante el despliegue de esta estrategia, Moscú persigue dos objetivos.
Por un lado, Rusia pretende obtener garantías de seguridad a lo largo de su frontera. Por supuesto, muchas de las exigencias rusas mencionadas anteriormente son consideradas imposibles por la OTAN. Pero mientras la administración estadounidense quiere centrarse en China, Moscú parece estar en una posición lo suficientemente fuerte como para considerarse 6 capaz de promover sus intereses. Rusia considera que no tuvo voz en la arquitectura de seguridad de Europa al final de la Guerra Fría y ahora quiere imponer un acuerdo que reconozca los intereses rusos en su entorno cercano. Esta apuesta ya ha tenido éxito en parte, ya que las exigencias maximalistas de Moscú han permitido abrir negociaciones con Washington sobre cuestiones que Occidente se negaba, según el punto de vista ruso 7, a discutir con su vecino. Así Rusia se consolida en el uso de la diplomacia junto con la fuerza armada y seguirá manteniendo una fuerte presión sobre Washington hasta que se alcance un acuerdo entre ambas partes.
En efecto, los funcionarios rusos se mostraron satisfechos la semana pasada por el hecho de que « los estadounidenses [se hayan] tomado muy en serio las propuestas rusas », lamentando al mismo tiempo « perder la paciencia ».
Junto a estas exigencias, Rusia quiere que se le garantice su autopercepción como « gran potencia ». La diplomacia es una herramienta para Moscú en su búsqueda de estatus. Al negociar de igual a igual con los estadounidenses, mientras relega a Ucrania y a las potencias europeas a un segundo plano, Moscú pretende que se le conceda un estatus de gran potencia. Esto tiene sentido desde una perspectiva relacional del concepto de estatus, donde esta ventaja es concedida por otras potencias a Rusia.
Riesgos
Rusia parece poder alcanzar algunos de estos objetivos mediante la diplomacia coercitiva, evitando así una escalada del conflicto con Ucrania al terreno puramente militar. De hecho, aunque una aceptación formal por parte de Washington de no integrar a nuevos miembros en la OTAN está probablemente descartada, parece posible 8 que las dos partes puedan llegar a un acuerdo sobre ciertos puntos; como el no despliegue de misiles al alcance de Rusia y la reducción de las maniobras militares. Además, estos acuerdos reforzarían el estatus de Rusia como potencia que impone sus reglas a sus vecinos, a los que considera semisoberanos. Sin embargo, la estrategia rusa contiene riesgos debido a las divisiones en el seno de los responsables rusos. El sistema ruso puede pensarse 9 como una competición de ideas y políticas entre diferentes ramas (militar/exterior en particular). El Presidente Putin asume el papel de árbitro que decide a favor de una u otra parte. En este sentido, los avances en el ámbito diplomático logrados por el número dos de la diplomacia rusa, Sergei Ryabkov, pueden quedar anulados por la presión de los halcones de Moscú para que adopten una postura más firme y belicosa.
***
Debido a la naturaleza de la estrategia empleada por Moscú, es demasiado pronto para hablar de éxito o fracaso de la diplomacia. Moscú sigue manteniendo la presión en el frente militar (mediante el despliegue o los ciberataques) sobre los occidentales, al tiempo que entabla negociaciones. Tras una semana marcada por tres cumbres diplomáticas, Rusia parece seguir queriendo sentarse a la mesa de negociaciones. Sin embargo, el riesgo de que la diplomacia llegue a su fin y Moscú recurra a medios « técnico-militares » contra Ucrania y sus socios occidentales, en palabras de Vladimir Putin, seguirá siendo alto hasta que Moscú encuentre satisfacción en el frente diplomático.
Notas al pie
- Grigor Atanesyan et Petr Kozlov, «Это не похоже на дипломатию«, BBC, 13 Janvier, 2022
- Fiona Hill and Clifford Gaddy, «Putin and the Uses of History«, The National Interest, Janvier 2012.
- Grigor Atanesyan et Petr Kozlov, «Это не похоже на дипломатию«, BBC, 13 Janvier, 2022
- Piotr Smolar, “Moscou présente ses exigences impossibles à l’égard de l’OTAN”, Le Monde, 18 Décembre, 2021
- Pavel Polityuk and Steve Holland, “Cyberattack hits Ukraine as U.S. warns Russia could be prepping for war”, Reuters, 14 Janvier, 2022.
- Maxim Suchkov, “What is Russia’s logic for the current crisis?”, War On The Rocks, 7 Janvier 2020.
- Grigor Atanesyan et Petr Kozlov, «Это не похоже на дипломатию«, BBC, 13 Janvier, 2022
- Dmitri Trenin, «What Putin Really Wants in Ukraine», Foreign Affairs, 28 Décembre 2021.
- Anton Troianovksi, «Putin’s Next Move on Ukraine Is a Mystery. Just the Way He Likes It«, The New York Times, 11 Janvier 2022.