¿Cómo se posiciona el BoerBurgerBeweging-BBB, que ha aparecido, recientemente, en la escena política holandesa, en relación con el legado del Boerenpartij, que desapareció en 1981 y que fue el último gran movimiento agrario de los Países Bajos?
SIMON OTJES
El partido no destaca estas similitudes en su discurso. Así que está claro que no es un punto de referencia principal. Por ejemplo, es crucial señalar que no existe ninguna conexión organizativa entre ellos. Aunque ambos apelan a grupos socioculturales similares y responden al descontento generalizado de la derecha, no existe ningún vínculo histórico reconocido. Además, sus estructuras organizativas y afiliaciones no coinciden.
Sin embargo, desde una perspectiva histórica, existen innegables paralelismos. Tanto el BBB como el Boerenpartij pueden caracterizarse como movimientos populistas nacidos del descontento de los agricultores, que, luego, se ampliaron para abarcar un espectro más amplio de votantes desilusionados.
Existe una notable similitud en la forma en la que el Boerenpartij ha servido de punto de encuentro para todos aquellos desencantados con la política dominante y que se situaban a la derecha del Partido Liberal. La estrategia actual del BBB hace eco de este momento de la política holandesa: el partido no sólo refleja el descontento de los agricultores, sino que empieza a atraer a diputados de otros partidos de derecha, mientras que Mark Rutte se ha visto muy debilitado en los dos últimos años. Otra similitud es su base de apoyo regional. Ambos partidos gozan de un apoyo significativo en dos provincias orientales, Drenthe y Overijssel, bastiones históricos del Boerenpartij.
En un artículo en el que analizaba las elecciones parlamentarias de 2021, usted describía el BBB como un partido que representaba «intereses sectoriales específicos». Dos años después, quedó en primer lugar en las elecciones provinciales neerlandesas de 2023. ¿Cómo explica un crecimiento tan rápido?
Creo que el rápido crecimiento del partido BBB puede atribuírsele a varios factores, uno de los cuales es el debilitamiento de la coalición liderada por Mark Rutte. En 2021, gozaba de gran popularidad, pero, en los dos últimos años, se ha desplomado en las encuestas. Este descenso en la aprobación del gobierno también ha erosionado la confianza en los partidos políticos establecidos y, más en general, en la forma «tradicional» de hacer política.
En consecuencia, existía una fuerte demanda de un partido político que pudiera expresar el descontento que sentía la gente; el estilo populista adoptado por el BBB resonó con fuerza. El partido no sólo logró movilizar a los votantes en torno a reivindicaciones específicas como las de los agricultores o las preocupaciones regionales, sino que, también, pudo captar un descontento mucho más general con el propio sistema político. Esta movilización le permitió al partido crecer considerablemente en las elecciones provinciales y atrajo a individuos hostiles hacia el gobierno, pero que, también, rechazaban el juego político holandés. Sin embargo, creo que es poco probable que recupere este nivel de movilización en las próximas elecciones.
Una razón clave es la aparición de una fuerza política competidora, el Nuevo Contrato Social (Nieuw Sociaal Contract-NSC) de Pieter Omtzigt. Omtzigt fue miembro del Christen-Democratisch Appèl, socio menor de la coalición de Rutte, hasta 2021, cuando lo abandonó. A diferencia del BBB, el NSC no tiene la misma base agraria ni regional, pero ha logrado movilizar a todos aquellos descontentos con el sistema político. Como tal, actualmente, obtienen mejores resultados en las encuestas. Dicho esto, aunque dudo que el partido BBB repita su éxito de 2021 en las elecciones generales de este otoño, todavía se le atribuye el 10 % de las intenciones de voto en las encuestas actuales. Este apoyo procede de su base histórica en zonas agrícolas y alejadas de los centros urbanos.
En junio, Pieter Omtzigt declaró que no se uniría al BBB y que prefería fundar su propio movimiento. ¿Aún es posible una alianza entre el BBB y el NSC?
Holanda es un país de coaliciones y es casi seguro que presenciaremos la formación de un gobierno de este tipo tras las próximas elecciones. Y, aunque el panorama político sea imprevisible, es probable que el NSC desempeñe un papel clave en su configuración.
Es muy probable que el NSC se convierta en el partido más grande, lo que le dará libertad para elegir a sus socios de coalición. Dada la convergencia ideológica entre estos dos movimientos, las relaciones positivas entre sus líderes y el hecho de que el NSC no tenga representación en el Senado, es muy probable que se planteen formar una coalición con el BBB para obtener la mayoría en la segunda cámara. Esto parece tan necesario como que el BBB es, actualmente, el partido más numeroso en el Senado, con 16 de los 75 escaños. Sin embargo, la formación de coaliciones en la política neerlandesa es impredecible por naturaleza. Por lo tanto, aunque el NSC parezca un socio natural para el BBB, nada está garantizado.
Parte de la retórica del BBB se inspira en la del Partido por la Libertad (Partij voor de Vrijheid-PVV) y en la del Foro por la Democracia (Forum voor Democratie-FvD). ¿Cómo reaccionaron estas dos organizaciones ante la aparición de este recién llegado a la escena populista neerlandesa?
El FvD ha experimentado una gran transformación en los dos últimos años. De ser, más bien, un partido euroescéptico conservador, ha pasado a situarse más a la extrema derecha y ha acogido diversas teorías conspirativas. Esta evolución se refleja en una realidad muy concreta: el FvD ya no busca ampliar su base electoral. En su lugar, pretende representar a un segmento de la sociedad profundamente arraigado en las teorías conspirativas y darles voz en el Parlamento. No les preocupa mucho la competencia electoral ni ampliar su influencia: se trata de gestionar una renta mediática, sobre todo, teniendo en cuenta que Thierry Baudet, su líder, tiene poco interés en la política. Parecen estar, curiosamente, contentos de evolucionar en su propio mundo.
En cambio, el PVV tiene una estrategia diferente. Invierten mucho en comunicación y debate online porque no tienen activistas tradicionales: su existencia está muy desmaterializada. Aunque hay cierto solapamiento de ideas y atractivo para los votantes entre el BBB y el PVV, el planteamiento del PVV es llevar su mensaje directamente a los votantes, sin tratar de entrar en la competencia partidista, cosa que consideran compleja e incierta. Se centran, principalmente, en cuestiones clave para su electorado, como la inmigración, y no reaccionan mucho ante lo que hacen otros partidos. Por lo tanto, su estrategia casi ni toma en cuenta las declaraciones o decisiones de otros movimientos políticos.
En otras palabras, el FvD y el PVV operan de forma independiente en el escenario político holandés; cada uno con su propio enfoque único. Lo único que tienen en común es su relativo desinterés hacia otros actores políticos. Aunque puede haber temas comunes, se concentran en sus propias cuestiones particulares, como la inmigración, en el caso del PVV. En cierto sentido, al enfocarse en la agricultura y en asuntos regionales, el BBB replica esta estrategia sectorial.
¿Cómo se compara el BBB con otros partidos populistas del norte de Europa?
Es esencial subrayar que, aunque el BBB no es un partido proinmigración, tampoco entra en la categoría de los partidos antiinmigración, como el PVV. A diferencia de estos partidos, no aboga por la paralización total de las solicitudes de asilo ni de ninguna forma de inmigración.
Además, el BBB no adopta una posición extrema con respecto a la integración en la Unión Europea. Reconoce la interdependencia económica de los agricultores neerlandeses con la Unión y, en consecuencia, adopta una postura más moderada que los partidos tradicionales de extrema derecha. No respalda políticas antiinmigración de línea dura ni promueve opiniones racistas ni islamófobas. En este sentido, se distingue de muchos partidos populistas de derecha.
En términos de familias de partidos, el BBB está más en línea con los partidos agrarios populistas que están bastante extendidos en el norte de Europa, en lugar de caer en la categoría de «extrema derecha».
¿Cómo influyó el sentimiento de ser despreciado por la «élite» del Randstad, la conurbación que reúne las ciudades de Ámsterdam, Rotterdam, La Haya y Utrecht, en el voto del BBB en las zonas rurales de los Países Bajos? ¿Y debemos tomarnos en serio su promesa de crear un «Ministerio para el Campo» situado, al menos, a 100 kilómetros de La Haya?
No estoy dentro de las cabezas de los líderes del BBB, por lo que es difícil valorar hasta qué punto van en serio. Sin embargo, establecieron la sede de su partido en Deventer, en la provincia oriental de Overijssel, lo que subraya una clara voluntad de romper con una forma de hacer política asociada con los grandes centros urbanos. También, hay que tomar en cuenta que, históricamente, los Países Bajos siguieron una política de desconcentración hasta los años 70, sobre todo, distribuyendo servicios gubernamentales por todo el país: durante mucho tiempo, el Ministerio de Educación no estuvo ubicado en La Haya. Así pues, aunque la propuesta pueda parecer insólita, no es totalmente incomprensible en el contexto holandés.
En cuanto a su impacto como palanca de negociación, es difícil juzgarlo. El segundo aspecto por considerar es el papel del descontento regionalizado en su afirmación política. El BBB se centra en este aspecto para movilizar a su electorado. Dicho esto, existe un debate en curso entre politólogos y científicos sociales sobre hasta qué punto la satisfacción regional influye, realmente, en los resultados políticos a nivel nacional. En el caso del BBB, desempeña un papel en la movilización de partidos, pero otros factores, como el nivel de educación, han tenido un rol importante en la afirmación del movimiento.
A veces, se compara el BBB con el movimiento de los «Chalecos Amarillos» en Francia. ¿Es acertada esta comparación?
Cuando estalló el movimiento de los «Gilets Jaunes» en Francia, surgió un movimiento similar en Holanda. Y es importante destacar que no existe ningún vínculo organizativo formal ni personal entre los «Gilets Jaunes» holandeses y el partido BBB. Por lo tanto, desde un punto de vista partidista o institucional, no existe ninguna conexión.
Dicho esto, el movimiento de los «Gilets Jaunes» en Francia nació, principalmente, de la insatisfacción con las políticas medioambientales y, en torno a estas cuestiones, se movilizó en sí. Temas similares resonaron entre los votantes del BBB, por lo que, en términos de preocupaciones medioambientales y movilización, pueden establecerse comparaciones pertinentes. Ambos movimientos se desarrollaron en torno al descontento medioambiental, aunque con distintos grados de intensidad, y expresaron sus quejas contra las políticas que consideraban perjudiciales. También, tienen en común una plataforma, claramente, antielitista (incluso, más que descentralizadora): ambos rechazan lo que perciben como desconexión de la élite con respecto a las preocupaciones de los ciudadanos ordinarios.
Sin embargo, hay una diferencia importante. Los «Gilets Jaunes» de Francia no sólo se opusieron a las políticas medioambientales, sino que, también, abordaron la desigualdad económica, en particular, el impacto del aumento del costo del combustible en los hábitos de consumo de la población. Esta perspectiva económica de la desigualdad estaba en el corazón del movimiento de los «Gilets Jaunes» en Francia y la diferencia con respecto al BBB es que éste no planteó, realmente, una política social.
Aun así, aunque la desigualdad económica no es un tema central para el BBB, se une a los «Gilets Jaunes» en su rechazo hacia ciertas políticas medioambientales y en su crítica hacia el elitismo dentro del establishment político. Estos elementos comunes ponen de manifiesto la complejidad ideológica de los movimientos populistas y su capacidad para recurrir a diversas fuentes de descontento para construir y movilizar su base de apoyo.
¿Anuncia el éxito del BBB un rechazo de las políticas climáticas en toda Europa?
Para ser más precisos, el partido no se ha movilizado contra las políticas climáticas como tal; su movimiento se ha centrado más en las políticas relacionadas con la naturaleza, en particular, con respecto a los depósitos de nitrógeno. Es fundamental entender que el BBB no niega el cambio climático ni se opone a la transición hacia una economía neutra en carbono. Apoyan la evolución ecológica de los Países Bajos hacia una economía con bajas emisiones de carbono, pero tienen sus reservas sobre determinadas decisiones políticas.
Por ejemplo, se oponen a la instalación de turbinas eólicas y granjas solares en terrenos agrícolas, pues prefieren utilizar el suelo holandés para la agricultura y no para la producción de energía. Sin embargo, están a favor de la energía nuclear con vistas a lograr una economía neutra en carbono. Esta postura subraya que el partido se enfoca más en las implicaciones de las políticas verdes para determinados grupos sectoriales que en una oposición frontal a los objetivos climáticos.
Los Países Bajos se enfrentan a un reto particular debido a su elevada densidad de población y al gran número de explotaciones industriales. Esta combinación crea una situación insostenible cuando se trata de cumplir los requisitos europeos de restauración de la naturaleza. El partido BBB ha hecho campaña, principalmente, contra las políticas que los agricultores perciben como una amenaza para su modo de vida.
La posibilidad de que surjan movimientos similares en otros países depende de las circunstancias específicas que rodean estas políticas. Bélgica, por ejemplo, ha visto surgir un partido similar, lo que no es del todo sorprendente dadas sus similitudes en términos de densidad de población y de grandes sectores agrícolas. Sin embargo, reproducir este tipo de movimientos en regiones con condiciones diferentes, como el norte de Alemania, puede resultar más difícil.