Este 28 de mayo más de 8.000 municipios, hasta doce comunidades y dos ciudades autónomas renovarán ayuntamientos, parlamentos y gobiernos. Aunque esta es la principal consecuencia directa, la marea que estos resultados generen podrá cambiar el paisaje electoral los próximos meses hasta las elecciones generales. No es casualidad la atención que medios y partidos adjudican a lo que pueda pasar este domingo.
Una importancia que nos invita a mirar estos comicios con dos ojos. Uno puesto en el poder territorial y otro en los efectos que estos nuevos equilibrios puedan tener en la arena nacional, donde el primer gobierno de coalición se juega su reedición y la oposición de derechas su oportunidad de evitarlo.
Veamos algunas claves para entender no solo lo que está en juego estas elecciones, sino también por qué sus resultados pueden influir en lo que suceda a finales de año.
1- ¿Hacia un nuevo reequilibrio territorial?
Las anteriores elecciones del 2019 dejaron un panorama muy favorable para la izquierda. De las doce regiones, nueve cayeron del lado progresista en un ciclo electoral donde el bloque de la derecha estaba dividido en tres fuerzas, Partido Popular, Ciudadanos y Vox, con esta última todavía en crecimiento, y un bloque de izquierda en muchos lugares mejor coordinado y lejos del abismo del umbral electoral.
Era una etapa favorable para la izquierda, que todavía disfrutaba de la externalidad positiva que generó la moción de censura al gobierno de Mariano Rajoy en 2018 y la resaca de las elecciones generales solo un mes antes que dejaron una España donde el Partido Socialista obtuvo tres millones más que el Partido Popular.
Cuatro años después, la derecha se ha reordenado en dos patas y el Partido Popular, tras absorber los restos de Ciudadanos, se presenta al ataque en nueve comunidades y hasta doce de las ciudades más grandes del país. La posición defensiva de la izquierda es mucho más precaria y arrastra el desgaste de haber gobernado no solo en estos territorios, también en el gobierno estatal tras cinco años (tres en coalición con Unidas Podemos) y haber sufrido las consecuencias de una pandemia y una guerra.
Tras la reordenación del poder territorial este 28-M, el saldo neto puede seguir siendo positivo para la izquierda, pero la pérdida de algunas plazas clave, como veremos a continuación, pueden inclinar la balanza hacia la derecha de cara a la campaña electoral permanente hasta las generales de final de año.
2- Podemos y el 5%
Buena parte del peso de esta reordenación caerá en Unidas Podemos y sus diferentes concreciones electorales en cada territorio. La formación morada ha sido un apoyo imprescindible para que el PSOE retuviera o ganara en muchas regiones y ciudades. Sin embargo, el desgaste que Unidas Podemos ha experimentado los últimos años le lleva a una posición aritméticamente compleja, donde su entrada o salida de numerosos parlamentos y consistorios puede decantar unas mayorías u otras.
Por ejemplo, en la ciudad y Comunidad de Madrid la obtención del 5% de Podemos e Izquierda Unida puede alejar la posibilidad de la mayoría absoluta de Ayuso (aunque con Vox la alcanzaría) y dificultar la otra absoluta de la derecha en la capital. Por el otro lado, si Unides Podem no entra en la Comunidad Valenciana, las opciones de un Botànic 3.0 desaparecen de las quinielas. Incluso en otras coordenadas, como Valencia ciudad o Castilla La Mancha, el progresivo acercamiento de Unidas Podemos a entrar, sin llegar a hacerlo, puede perjudicar a Compromís y PSOE reeditar sus respectivos gobiernos.
La situación es más compleja si cabe, puesto que en aquellos lugares donde los morados claramente superarán la barrera electoral, su retroceso puede poner en apuros gobiernos como el de Baleares, La Rioja o Aragón. Mientras el PSOE puede aguantar en muchas plazas gracias a absorber voto morado, Unidas Podemos mengua al no compensar esas pérdidas con ningún otro trasvase o activación electoral, resultando en una reducción total del bloque progresista.
3- Aguante o cambio de ciclo en la Comunidad Valenciana
Las dos plazas más nombradas en la opinión pública son la Comunidad Valenciana y su capital. Dos victorias simbólicas para la izquierda en 2015 que contribuyeron al efecto dominó del nuevo ciclo electoral y que hoy tiene en sus manos reanimarlo o notificar su defunción. Con la incógnita de Unides Podem anteriormente comentada, los dos bloques (PSPV-Compromís-UP y PP-Vox) se encuentran en un empate que se puede saldar con un escaño de diferencia a favor de uno de ellos.
El bloque donde caiga ese escaño dependerá, en la Comunidad Valencia, del aguante de un Compromís en transición tras la salida de Mónica Oltra, su cara más visible, y el efecto desgaste de haber gobernado ocho años con el PSPV. Los datos son positivos para el candidato Joan Baldoví, muy conocido y bien valorado, y para el electorado de Compromís, que ha interiorizado el Botànic y su acción legislativa como propias. Algo similar puede ocurrir en la capital, donde Ribó consiguió revalidar alcaldía por un escaño hace cuatro años y tanto la proximidad de Unides Podem a la barrera electoral como el propio desgaste de gobierno puede provocar que esta vez sea la derecha la que gane por la mínima.
4- Barcelona: juego de alianzas y triple empate
La otra parte del motor mediterráneo lo constituye Barcelona, con un ecosistema político particular pero igual de resonante a nivel nacional. La horquilla ajustada entre las tres primeras fuerzas da una importancia sinigual a la primera posición (a falta de acuerdos, el sistema electoral otorga la alcaldía al ganador) y a los posibles pactos que alcancen la absoluta (cuyos vetos cruzados y posible necesidad de contar con terceros dificulta su concreción). Barcelona En Comú, Trias per Barcelona y el PSC están inmersos en una ajustada disputa donde solo 20.000 votos (3%) pueden distar entre el primero y el tercero.
En la ciudad condal se pueden apreciar dos niveles de competición. El que alude a las siglas, donde el PSC es el único que vive un momento dulce tras quedar en quinta posición en 2015, y el que pivota sobre las candidaturas, donde Ada Colau y Xavier Trias hegemonizan las discusiones.
Algunos datos para sostener esta tesis los podemos encontrar en los intentos de estos dos últimos liderazgos por reconducir la competición en una suerte de revival del 2015 (cuando la Colau candidata venció al alcalde Trias), las altas valoraciones de ambos (los dos mejor valorados por sus electorados según el CIS) y los dos con más opciones y favoritos para la ciudadanía (según Ipsos). Por el contrario, Jaume Collboni es todavía desconocido para un 14% del electorado y, según la encuestadora, su tasa de aprobación apenas supera el 50%. A pesar de ello, el PSC en estas elecciones podría absorber votantes de muchas partes diferentes: Comunes, ERC, Ciudadanos (Valls), abstencionistas y nuevos votantes. Datos que le mantienen en la disputa.
Debido al empate por arriba y la falta de claridad por abajo (PP, Vox y CUP rondan el 4/6%), los pactos serán fundamentales, pero las dos apuestas que más suenan (la reedición de Comunes y PSC o la apuesta sociovergente de PSC y Trias) podrían no llegar a la absoluta, requirieron votos de terceros que se presentan complejos de obtener. Lo que podría conferir, todavía más relevancia, a ese primer puesto que se disputan las tres formaciones con más opciones.
5- El tamaño de la victoria de Ayuso
Si bien la Comunidad de Madrid no augura grandes sorpresas, cómo sea de holgada la victoria de Isabel Díaz Ayuso puede poner un acento diferente a la lectura que se haga sobre los resultados de la derecha nacionalmente, así como ahondar en las diferencias internas entre la estrategia de la actual presidenta de la región y del presidente nacional del partido, Feijóo.
En la comunidad los resultados se presentan con una enorme estabilidad. El dominio alcanzado por el PP de Ayuso en el adelanto electoral del 2021, gracias a la absorción de Ciudadanos, no se verá en peligro. De hecho, la mayoría absoluta en solitario, sin contar con los votos de Vox, puede estar a su alcance si se produce una movilización asimétrica o si Unidas Podemos no logra alcanzar el 5%.
6- La izquierda busca en Madrid otro 2015
En la ciudad la partida puede estar algo más abierta porque Almeida no ha logrado los grandes niveles de popularidad que su compañera autonómica y el Ciudadanos de Villacís puede quedarse a las puertas de mantener en el Ayuntamiento, lo que restaría fuerza al conjunto del bloque de la derecha. Si esto último se produce, sumado a la entrada de Podemos-Izquierda Unida (poco probable, pero no imposible), la mayoría absoluta de la derecha puede peligrar.
La batalla, por tanto, se dirimirá en los extremos bajos del sistema electoral, con sus restos y sus 5% entre Podemos y Ciudadanos, que podrán perjudicar o beneficiar a sus respectivos bloques ideológicos. Si se produce esta unión de factores (un Ciudadanos fuerte, pero sin entrar; un Podemos fuerte y entrando), Más Madrid o el PSOE podrían estar más cerca de obtener la alcaldía.
Dos partidos progresistas que esta vez tienen una batalla más incierta que las dos últimas elecciones debido a la ausencia de Manuela Carmena. La transición de un liderazgo fuerte en Más Madrid, a tenor de las encuestas, se superará (una etapa que no todos los partidos con similares características pueden experimentar), pero la pérdida del impulso que confería Carmena acercará a los dos partidos en voto y escaños para bien liderar la oposición o el Ayuntamiento en caso de vuelco electoral.
7- Plebiscito nacional o voto territorial
Una clave del 28-M estará en el marco de competición que más influencia tenga a la hora de votar. La izquierda ha optado por hacer énfasis en la gestión territorial llevada a cabo los últimos años en las respectivas comunidades y municipios. Así como hablar de asuntos más beneficiosos, a priori, como los servicios públicos. La derecha, por el contrario, ha querido instalar una suerte de plebiscito en cada territorio entre el gobierno de Pedro Sánchez y los candidatos de la oposición en cada lugar.
Esta estrategia tiene sentido si se observa cómo las valoraciones de los Ayuntamientos y regiones, en términos generales, son más positivas que las que despierta el gobierno central. Así como las opiniones sobre alcaldes y presidentes, también a diferencia de la polarización que despierta Pedro Sánchez. Hay incluso dosis de optimismo –al ser preguntados si la situación de la región o del municipio ha mejorado en los últimos años–.
A pesar de que las elecciones tengan como objetivo renovar ayuntamientos y parlamentos, el marco de competición que predomine podrá influir en los resultados finales. Sabiendo que, aunque las elecciones generales son los comicios más importantes para más de la mitad de la ciudadanía, las municipales y autonómicas lo son para un nada anecdótico 25%.
8- Sorpresas y decisiones de última hora
La anacrónica prohibición de encuestas públicas nos dificultará entender los movimientos electorales de última hora que cada vez son más relevantes en las elecciones. Lejos quedan los años donde solo el 12% decidía su voto la última semana antes de votar. Esta cifra ha aumentado exponencialmente. Según la preelectoral del Centro de Investigaciones Sociales (CIS), uno de cada cuatro personas lo decide la última semana, la propia jornada de reflexión y el mismo día de las elecciones. Una cifra que aumenta hasta el 38% si consideramos toda la campaña electoral.
Estos dos elementos, la decisión cada vez más tardía y la falta de luces demoscópicas los últimos cinco días, posibilita que se produzcan sorpresas de última hora, como la remontada de Podemos en 2015 o el surgimiento con tanta fuerza de Vox en las andaluzas de 2018. Todos los partidos harán esfuerzos por convencer y en algunas plazas como Barcelona esta bolsa de votantes (alrededor de 300.000) podrá determinar la victoria. En otros, como la Comunidad de Madrid, influir en quién llega segundo. Y en la Comunidad Valenciana augurar la supervivencia de Unides Podem.
9- Cambio de marcha en Vox
Una vez que el escrutinio acabe, y aquí España es un ejemplo mundial en rapidez y fiabilidad, llegará la hora de las negociaciones y pactos en un nivel administrativo (autonómico y local) donde llevan años normalizados. Sí habrá, sin embargo, una posible sorpresa en torno a la inclusión de Vox en los distintos nuevos gobiernos.
El partido de Abascal ha presentado estos comicios como los primeros donde habrá una instrucción clara y general de participar con el Partido Popular en los gobiernos allí donde sus votos sean imprescindibles. Al igual que Unidas Podemos en 2019, Vox inicia una nueva fase de coparticipación para preparar la cultura de sus simpatizantes de cara a lo que pueda pasar a finales de año en las elecciones generales.
No obstante, también genera peligros futuros entrar en ejecutivos donde aritméticamente eres el claro pez pequeño. También con ecos en la formación morada los últimos cuatro años, que ha visto disminuir sus apoyos y, en algunos lugares, incluso peligrar su existencia. La polarización bibloque que se inauguró en España con la llegada al poder de Pedro Sánchez no tiene visos de cambiar, pero Vox ha decidido dar un paso más en la normalización de pactos y vincular su destino al Partido Popular.
10- La opinión pública y las elecciones generales
Por último, estará por ver el efecto en la opinión pública que tendrá la resolución de todas estas claves. La derecha juega con ventaja, pero su rebaja de expectativas las últimas semanas hace creer que puede no haber un tsunami azul que tiña todas las plazas electorales el próximo domingo. La variable podrá pivotar de la cantidad a la calidad. Aunque la izquierda resista en la mayoría de lugares, una pieza apresada para la derecha en ciudades como Valencia o Sevilla, o regiones como la Comunidad Valenciana o Aragón, podrá generar un clima que refuerce la idea del desgaste del gobierno estatal actual.
La izquierda, por su parte, querrá llegar a verano con los menores daños posibles en caso de que las profecías de la derecha se cumplan. De lo contrario, y únicamente si la articulación de la izquierda alternativa en torno al Sumar de Yolanda Díaz se cumple, las condiciones de resistencia con las que se llegue a las elecciones generales serán más favorables para otros cuatro años más de coalición. Pronto saldremos de dudas.