¿Ha comenzado ya la ofensiva rusa de verano?

Desde hace varios meses, los ucranianos alertan sobre el próximo lanzamiento por parte de Moscú de una «ofensiva de verano». Los objetivos de esta deberían ser, al igual que el año pasado, la captura de las ciudades de Kostyantynivka y Pokrovsk, en la región de Donetsk. Además, el ejército ruso supone una amenaza cada vez mayor para la región fronteriza de Sumy y la semana pasada alcanzó la frontera de la región de Dnipropetrovsk, en torno a la localidad de Horijove.

• Es probable que la ofensiva rusa de verano ya haya comenzado. En lugar del lanzamiento de una amplia operación blindada y maniobras rápidas, hay que ver más bien un aumento progresivo del número de asaltos en algunos sectores del frente.
• El ejército ruso no dispone de los medios necesarios para lanzar una operación a gran escala similar a la contraofensiva ucraniana del otoño de 2022. Su última ofensiva importante se remonta a mayo de 2022, tras la caída de Mariupol.
• Rusia debería mantener así su estrategia de utilizar vehículos ligeros (motocicletas, quads, coches civiles…) o pequeños grupos de combatientes a pie, al tiempo que aumenta su intensidad, con el fin de limitar las pérdidas.

La «dronización» masiva del frente, marcada en los últimos meses por la aparición y el uso creciente de drones con fibra óptica —insensibles a las herramientas de guerra electrónica—, fomenta la conservación de los vehículos blindados y conduce al sacrificio de varios miles de combatientes rusos cada semana. Las pérdidas de Moscú han superado la barrera simbólica del millón de muertos y heridos, lo que no se traduce (al menos por ahora) en una disminución del ritmo de reclutamiento de soldados.

• Más allá del aumento de las pérdidas humanas, el uso creciente de drones reduce considerablemente el avance de las fuerzas rusas en comparación con los primeros meses de la guerra.
• Si bien Moscú aceleró su avance el mes pasado, capturando cerca de 450 km² adicionales frente a menos de 180 en abril, este empuje se ha producido a un costo humano especialmente elevado: 80 soldados mueren o resultan heridos por cada kilómetro cuadrado de territorio conquistado.

Más allá del factor meteorológico, que favorece el lanzamiento de una ofensiva, la secuencia actual también coincide con una disminución de la atención diplomática relativa a las negociaciones de paz entre Kiev y Moscú, impulsadas por Donald Trump. Además, el presidente ruso debería tratar de aprovechar la cumbre de la OTAN del 24 y 25 de junio en La Haya para intensificar su campaña en Ucrania con el fin de disuadir a los partidarios de Kiev de proporcionarle apoyo financiero y militar.

• Los últimos datos publicados ayer, lunes 16 de junio, por el Instituto Kiel revelan que los europeos han contribuido más que Estados Unidos a la ayuda militar a Ucrania en el periodo comprendido entre febrero de 2022 y abril de 2025: 71.000 millones de euros frente a 65.000 millones.
• En las próximas semanas, las existencias de municiones y equipos militares estadounidenses cuya transferencia se inició bajo la administración de Biden comenzarán a disminuir, lo que obligará al mando ucraniano a reorganizar sus suministros.
• Aunque Ucrania ha reducido su dependencia de la ayuda estadounidense desde 2022, en enero Estados Unidos seguía representando alrededor del 40 % del armamento utilizado por Kiev. Las dos terceras partes restantes son producidas en proporciones más o menos iguales por la industria ucraniana y europea. ¹

Sin un uso masivo de vehículos blindados o la apertura de nuevos frentes que obliguen a Kiev a reorganizar sus defensas, por el momento parece difícil que el ejército ruso logre romper las defensas ucranianas y salir así de la guerra de desgaste que se ha impuesto en el frente desde la ofensiva rusa sobre Bajmut en el invierno de 2022-2023. Sin embargo, el ejército ucraniano sigue enfrentándose a la falta de combatientes y la intensificación de los ataques aéreos con drones rusos constituye una grave amenaza tanto para las ciudades ucranianas como para el frente.