Para limitar los riesgos de cortes de electricidad y ofrecer a los consumidores precios competitivos, los países europeos han desarrollado y reforzado en las últimas décadas las interconexiones eléctricas que unen a los países de la «zona continental». Esta red integrada se extiende desde Marruecos, al oeste, unido al continente europeo por Gibraltar, hasta Ucrania y Turquía, al este. También está conectada a la red británica.
- Desde la Unión Soviética, los tres países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) forman parte del Sistema Eléctrico Unificado (IPS/UPS), que une Rusia, su exclave de Kaliningrado y Bielorrusia.
- Aunque los sistemas eléctricos de estos países ya están conectados a las redes continental y nórdica (Estonia está conectada a Finlandia, y Lituania a Polonia y Suecia), siempre estuvieron también conectados a Rusia en virtud del acuerdo BRELL, firmado en 2001.
- Tras notificar a Moscú y Minsk en julio de 2024 su intención de abandonar definitivamente la red —un acto físico que implicará la desconexión de algunas conexiones restantes—, los Estados bálticos deberían estar plenamente conectados a la red continental mañana domingo 9 de febrero.
Aunque la desconexión tiene una dimensión simbólica (mañana se celebrará una ceremonia en la que se contarán los últimos segundos de conexión eléctrica con Rusia), también busca limitar los riesgos de «chantaje energético» y ataques híbridos rusos que podrían afectar a las redes bálticas. Desde 2022 se han registrado en Europa más de 60 operaciones de este tipo (sabotajes, incendios, intentos de asesinato, etc.).
Aunque Rusia no ha atacado ni saboteado estas conexiones eléctricas desde el lanzamiento de su invasión a gran escala de Ucrania, el mar Báltico es uno de los principales teatros de la guerra híbrida.
- Los países bálticos están especialmente en el punto de mira de Rusia porque, además de su proximidad geográfica, se encuentran entre los países que más contribuyen en términos de porcentaje del PIB a la ayuda a Ucrania. También se les percibe como más vulnerables que Polonia, a pesar de su pertenencia a la OTAN.
- Desde 2022, unos inhibidores de GPS atribuidos a Rusia han venido perturbando las herramientas de navegación en el espacio aéreo del Báltico, obligando a algunos vuelos a dar marcha atrás al aproximarse a los aeropuertos.
- El pasado mes de mayo, guardacostas rusos retiraron sigilosamente decenas de boyas que marcaban la frontera entre Estonia y Rusia en el río Narva. Unos días antes, el Ministerio de Defensa ruso publicaba un documento en el que proponía modificar unilateralmente las fronteras marítimas de Rusia, que fue retirado del portal del gobierno ruso pocas horas después.
Varios gasoductos (Nord Stream, Balticconnector), cables eléctricos submarinos y cables de comunicaciones (Estlink 2, C-Lion1, Arelion, etc.) también han sufrido daños o cortes parciales en el mar Báltico desde 2022. En diciembre de 2024, Mark Rutte declaró que la OTAN reforzaría su presencia militar en la zona. En enero se puso en marcha con este fin una nueva actividad de la Alianza denominada «Centinela del Báltico».